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La Niña y la Manzana

NubisNubis Anónimo s.XI
editado julio 2015 en Infantil y Juvenil
Una niña sale al jardín y ve la manzana en el suelo. La coge y la observa. Alza la vista y recorre las largas ramas del manzano. Imagina desde qué punto ha caído la fruta. Deja la manzana con cuidado en el suelo. Se marcha.

Vuelve con cola de pegar y un pincel y los deja junto a la manzana. Se marcha. Regresa portando unas escaleras como puede. Paso a paso la carga y levanta contra el árbol, con lo que queda apoyada en una rama. Sonríe. Se vuelve y se sienta junto a la cola y la manzana. Agarra el pincel, abre el bote. Alza la manzana. Empieza a embadurnarla en la parte superior. Decidida, se levanta, se gira y se dirige a las escaleras. Las sube con calma, alargando la mano con la manzana. A la altura de la rama, acerca la mano y logra pegar la manzana. Desciende el camino de escalones. Una vez abajo, mira orgullosa su obra. La vista sigue el trayecto de la manzana cayendo. Plof.

La niña ha vuelto al jardín, donde la manzana no se ha movido del sitio. Lleva ahora un rollo de cinta americana en la mano, reluciente al sol. Coge la manzana, vuelve a subir las escaleras y, manzana en boca, desenrolla una larga extensión de cinta que pasa por encima de la rama. Con presteza, se pasa el rollo por la mano como un aro y agarra la manzana. La coloca y empieza a envolverla con la cinta para dejarla pegada, muy arrimada a la rama. Termina el trabajo y comienza a bajar. Desde abajo mira y parece satisfecha.

Se ve el jardín afectado por diferentes filtros de días, noches o nublado, lluvia incluida. Hay una noche de relámpagos, y otro donde una estación se ha confundido de época.

La niña regresa al jardín y se encuentra algo en el suelo. Le cuesta identificar que es la manzana recubierta por la cinta sucia y desgastada. La fruta está más menuda y de otro color. Eso la alarma y la agarra con cuidado con ambas manos.

Se ve la manzana sobre una almohada, tapada la parte inferior por una manta. Hay en la mesita un vaso de agua con medicina que burbujea. La niña está a su lado y tiene el termómetro en la mano. Lo clava en la manzana, lo que la traspasa un poco. Espera un momento y saca el termómetro. Lo agita y mira. Parece confusa. Busca por un libro y lo abre. Hojeando, en un momento dado se alarma. Se queda junto a la manzana con la cara tapada entre los brazos, ahogando sollozos.

En el jardín, pala en mano, ha terminado de enterrar a la manzana. Alguna lágrima se escapa. Una pequeña cruz hecha de palillos pegados con la cola blanca figura donde la tierra removida. La niña se marcha con la cabeza gacha.

Pasan más filtros, muchos más, tantos que se pierde la cuenta.

Los filtros se cansan de discurrir.

Entre la hierba, donde se cuenta que hubo unos palillos, un brote ha surgido y conocido por primera vez al sol, lo que se interpreta que es la voz que le ha ido llamando en la oscuridad. No será el único sol que conocerá y con el que compartirá su vida.

Comentarios

  • la pequeña historia nos narra  la inocencia de una pequeña niña de como ve el mundo.

    y nos enseña lo frágil que podemos ser ante una adversidad;  pero también que temos la fuerza y el coraje para de salir de ella; con una versión renovada de nosotros.

  • Cada tristeza da nacimiento a una nueva alegría. La duda es si la niña volvió para ver el nuevo nacimiento.
  • Me gustó el relato. Sigue así.
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


    No sería demasiado elogio si te digo que tu relato es conmovedor. A veces, los niños superan a los adultos en imaginación e incluso en capacidad para administrar su nteligencia. Claro, evidentemente, hablo de un niiño/a de, como mínimo, 6 años. Mis felicitaciones. Saludos.




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