Aquel atardecer la Mala Voluntad decidió hacer una fiesta en su hogar. Invitó a ella a los Rencores, a los Odios, a los Conflictos, a las Querellas, a los Pleitos, a los Insultos, a los Celos, a las Guerras, a las Envidias, a los Malos Pensamientos, a las Hostilidades, a las Complicaciones, a los Resentimientos, a los Enconos, a las Fobias, a las Manías, a la Maldad, a los Problemas, a las Injurias, a los Agravios y a los Vituperios.
Por la noche, la humanidad estaba totalmente desconcertada por tanta paz y tranquilidad. Todos en la Tierra se miraban plácidamente sin entender lo que estaba pasando, habiendo de repente olvidado las razones por las que reñían, peleaban o se fastidiaban unos a otros.
A la mañana siguiente, una vez terminada la fiesta en casa de la Mala Voluntad, todo volvió a la normalidad.