Finalmente, después de siete maravillosos años de noviazgo, el enamorado Horacio decidió pedir la mano de su amada y sensual Margarita.
Ella –por lo que Horacio sabía- pertenecía a una conservadora y famosa familia de genios universitarios especializados en electrónica y robótica, a la que jamás conoció, por su extrema timidez, durante su largo romance.
Como sea, aquella tarde en que él decidió presentarse por vez primera en casa de Margarita, lo hizo convencido de que ella era la mujer de su vida. Para ello, compró un carísimo anillo de compromiso de diamantes aquilatados, con lo que esperaba ganarse a su familia.
Una vez pedida la mano de la novia y puesto el anillo en el dedo de ésta, el supuesto padre de la prometida le entregó el instructivo de uso, la garantía y el cargador de batería para que ella siguiese funcionando.
Margarita emitió una agradable sonrisa electrónica.