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El cuadro de la muerte

estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
editado julio 2014 en Terror
Es difícil imaginar que algo terrorífico pueda pasar en un día precioso y soleado. Eso creía hasta entonces, que todas las historias oscuras, las peores pesadillas, se producían de noche... en noches de espesa niebla, o con la presencia de la lluvia, preludio de una tormenta empañando con agua siniestra el aire. Factores tejiendo un ambiente opaco, huyendo de la transparencia, ocultándose de la benigna luz, buscando reflejos de mundos subterráneos queriendo salir hacía ti, alcanzarte con su halo negro...

Me equivocaba, la prueba de ello la tenía en una de mis manos. Todavía asía con fuerza el cuchillo ensangrentado. Lineas azules llenaban el dorso de éstas, simples venas excitadas por el miedo a la lucha a vida o muerte. Volvieron a su estado plácido al dejar caer el cuchillo, liberándose del peso psicológico de empezar a asumir la situación...

La victima derramaba su sangre, escapando su vida poco a poco, entre las flores de hermosos colores, formando un ramillete en mi mente enajenada de pavor; y bajo los luminosos rayos del sol, a modo de focos en un teatro formado por la naturaleza, descubriendo a la mirada una muerte pictórica empujando irremediablemente hacía una composición, en la que la música eran los suspiros agonizantes de la bestia infrahumna acercándole a un final, su final que daba paso a mi vida.

Pese a parecerme un hombre en la primera impresión, eran quejidos de un ser sin nombre. Se fue transformando, perdiendo la apariencia, hacía aquello indescriptible en lo que se había convertido, la muerte le iba devolviendo su verdadero rostro, el aspecto primigenio...

¿Me creerán cuando les diga que fue en defensa propia? Saltó sobre mi con el cuchillo, enloquecido, lleno de una rabia infernal, que me hizo preguntarme como había yo podido sobrevivir ante tal ataque.

Conseguí arrebatarle el cuchillo, y ahora yace sobre la verde hierba, con las flores adornando en forma de collage, mitigando el efecto de la muerte, empañándose ésta de un reguero espeso, grumoso, de un rojo oscuro (por fin conseguía ver algo oscuro en la escena) haciéndose más y más grande, esclavizando mis ojos sin poder apartar la mirada del espectáculo de tonalidades y matices.

Era un cuadro de colores, los colores de la muerte disimulada entre la exultante belleza, evadiendo la siniestra evocación al horror, resbalando entre los límites.

Pensaba, que estas cosas solo sucedían en las oscuras noches de niebla... cuando la lluvia hace acto de presencia, anunciando la llegada de algo inesperado con aliento de pánico...

Me equivocaba.

Al igual que me equivocaba al pensar que en la muerte, no podía encontrarse la belleza. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo, al sentir la fascinación que cambiaría el resto de mi vida, la que se convertiría en una búsqueda enfermiza de estos escenarios...

Comentarios

  • Se avecina una carrera prometedora, uno puede encontrar su verdadero talento en cualquier momento, de día o de noche. Ojalá continúes con alguno de esos asesinatos artísticos. 
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