Ayer terminé de leer El Amante de la China del Norte de Marguerite Duras (versión extendida, que diríamos actualmente, de su El Amante, premiada con el Goncourt en 1984 y famosa en el mundo entero por la deliciosa y sensual película de Jean-Jacques Annaud) y estaba tan emocionado que quise revisar de nuevo el film. Que prosa más delicada, cuanto sentimiento y pasión a flor de piel. La novelita original me dejó algo frío hace años, la película en cambio era otra cosa, te hacía llorar con la escena de la Niña regando las plantas ante la ausencia de su amante.
Duras tiene un forma muy original de escribir, de ordenar los párrafos. Es poesía líquida. Pero además te sorprende por su frescura, su sexualidad sensual y una crudeza a flor de piel bellísima. Es capaz de tratar temas como el incesto o el lesbianismo adolescente con un belleza y una sencillez poética que abruma.
Cuantos párrafos me hicieron casi llorar, cuanto momentos de erotismo decadente arrebatadores, cuanta pasión ardiente y cuanto amor, sobre todo amor, que acaba siendo la síntesis final (y resultado) de tanto cariño, pasión y placer dados y recibidos.
Una novela que dignifica el erotismo, destila la pasión y fascina con su exotismo delicado.
No sé, me he quedado anonadado. No creía que una novela podía afectarme tanto.
Al final no revisé la película (ay, la belleza adolescente de Jane March), me hubiera hundido en la miseria...de las historias de amor imposible...:(-(