La chica avanzaba hacia el coche, que había parado un par de metros más adelante. Su estado de embriaguez posibilitaba que a cada paso que daba perdiera el equilibrio, y sus sandalias, de vertiginosos tacones, tambalearan junto con sus pies cada vez que estos buscaban apoyo en el suelo. Caminaba con su dignidad rota, con el miedo pisándole los talones, y con un pasado mucho mejor que el futuro que le esperaba, pero, a pesar de ello, caminaba…
Podría darse media vuelta, correr hacia el otro lado, buscar aquel pasado anhelado, pero no lo hacía, nunca lo hacía. Simplemente caminaba.
Había sido la niña bonita, la envidia de todas, la deseada por los hombres, la querida por todos.
Sin embargo, ahora se encontraba borracha, en el margen de la carretera, y caminando hacia un coche donde ofrecería su cuerpo a cambio de dinero.
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Os gustará!:)
Comentarios
Muy buen relato..., mi querida Sara,
un abrazo
por ser bonitas fueron criadas como princesas... suele pasar que luego, al salir al mundo, descubren que nada es rosa...
y la pena las llena
y buscan amor
hasta en las sobras de la calle.