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Pelea entre Rata y Alien.

editado enero 2013 en Ciencia Ficción
Pelea entre Rata y Alien.

El Alien, brutal infección cancerígena, recién salido de las tripas de un ser humano, con restos de pulmones aún en su boca, huyó por las escaleras dando un salto, no sin antes mirar de soslayo al grupo de personas que estupefactas vieron su brotar desde la caja torácica del segundo comodoro de abordo. Era aún una entidad pequeña, pero de una ferocidad desproporcionada para su diminuto tamaño. Pronto, nada más haber huido de la anterior escena, se acogió a los conductos de aire, en los que podría sobrevivir cómodamente. Sintió hambre. El monstruo llevaba dentro de si otro monstruo en el estomago: su propia hambre. Le espoleaba su apetencia de carne como un hierro al rojo, y su ferocidad se acrecentaba de manera exponencial. Rabiaba como el ácido neutrónico que tenía en sus venas y pensó en atacar a un ser humano. Poder podía, y su infinita soberbia no tendría un mejor plato que arrancar de cuajo un trozo de carne a un hombre, pero se moderó, debía empezar por cosas pequeñas, como él mismo. Moderarse desde luego le costó trabajo porque desde el conducto del aire oía las voces de los seres humanos e incluso veía a una muchacha acicalarse en el baño. Moderarse le supuso un pequeño Gólgota nazareno, pues su espantosa ferocidad era inaudita, un manojo de ortigas llenas de cianuro. Empezó con las ratas de los conductos de ventilación. Una rata de por sí es un animal realmente pavoroso, su ferocidad roedora es semejante a la ferocidad de las ollas con aceite hirviendo, y si creéis que es un animal torpe defendiéndose estáis muy equivocados. Una rata es un asco, un individuo repugnante lleno de piojos, suciedad y lepra, podría ser un buen contrincante para el Alien, pero aquel bicho era siete veces más iracundo que una rata rabiosa. Como si toda la soberbia de los escorpiones y sus venenos se acumularan en sus venas atacó a la rata, que de manera instintiva huyó por oscuros refugios hasta ser acorralada sobre unos sacos de harina. Y una rata acorralada es un espanto lleno de mordiscos horripilantes. Pues aún más feroz era el Alien, que la devoró tras unos ligeros asaltos llenos de rabia y furor. La inquina con la que se comió a la rata reveló su espantosa iracundia, semejante al cianuro más ponzoñoso. Después estuvo comiendo harina panadera, y hasta el mismo plástico de los sacos fue asimilado a sus células orgánicas, cubiertas de siliconas polarizadas. Mató docenas de ratas, como un arsénico libidinoso, y duplicó su tamaño de manera geométrica en pocas horas. Pronto podría acariciar la carne humana como la punta de un cigarrillo ardiendo. ¿qué comer ahora que las ratas ya eran insuficientes y escapaban a su tamaño?. Pensó en el gato de la teniente, pero el animal trepaba por los lugares más angostos y en cierta forma le recordaban a él mismo, como un espejo, cuando el felino erizaba su plumaje a la defensiva, ¡¡¡no¡¡¡, más adelante acabaría con el gato, pero necesitaba comer, ya tenía un metro de altura. En la sala de abastos se guardaban sacos de harina, pero la harina le daba una sed inmensa, que se acumulaba a su rabia extraordinaria. Ah, pedazo de hijo de puta, no tenía que llevarse a la boca cuando halló en la despensa criogénica las provisiones de la tripulación. ¿Cuánto mediría a las pocas horas?, ya con un metro de altura hubiese saltado sobre un ser humano para llevarse un suculento bocado vivo, pero era un bicho tan malo, tan cruel, y tan agresivo, que necesitaba impresionar, aterrorizar. Por eso hasta que no midió el metro ochenta no desolló a su primer arcángel. Con paciencia y deleitación esperó alimentándose de restos de supermercado. Ya habría tiempo para devorar una cabeza humana de cuajo.
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