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"el sonido del silencio" -vÍctor virgÓs-

BLADERUNNERBLADERUNNER Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado junio 2012 en Terror

"EL SONIDO DEL SILENCIO"

-VÍCTOR VIRGÓS-

Un ejército de chacales bicéfalos había caído ante sus pies en el Parque del estornino. Igual suerte corrieron media decena de legionarios de Diocleciano que acudieron en tropel para cortarle el paso.

La Plaza de las Meninas quedó sumida en un sepulcral silencio cuando descerrajó tres disparos sobre un demonio que adoraba un crucifijo de plata, una curandera tan negra como el azabache que fabricaba extraños ungüentos y un astronauta que hablaba con las estrellas desde un extraño árbol, cuyas ramas eran finas como alambres.

Cientos de alimoches, cernícalos y gerifaltes levantaron el vuelo, despavoridos ante el sonido de su revolver letal.

Ryan Percy introdujo una nueva tanda de mortíferos torpedos metálicos en la recámara y prosiguió su camino hacia el rancho de Cody Wallace.

Allí se toparía con su copiosa cuadrilla de cuatreros, forajidos y cazadores de fortunas.

El sheriff de Oklahoma pretendía desposar a su Betsy. Nadie que pretendiera arrebatarle su tesoro vivía para contarlo. Las pedregosas rutas que conducían a aquel condado ahora las recorrían raudos jinetes metálicos que habían perdido las piernas para sustituirlas por neumáticos.

La gente se había volatilizado; nadie quería morir aquella tarde de Junio de 1916. Le acompañaban la muerte y su coro de ángeles negros, que interpretaban la melodía del sonido del silencio.

Dos feroces leopardos, que maullaban en vez de rugir como salvajes carnívoros depredadores, le contemplaban con curiosidad desde un diminuto refugio de madera que, con total seguridad, había pertenecido a una famila de gnomos hacía varios siglos.

Dejó atrás un oásis de montañas de colores y sabor afrutado y se dirigió a lomos de un hermoso semental andaluz hasta la empalizada que marcaba los dominios del villano Wallace.

Distinguió enseguida su figura robusta en la lontananza. Le acompañaban entre 20 y 30 clérigos que oraban a través de un teléfono inalámbrico que llevaban prendido en la camiseta o cosido en la propia palma de la mano.

Los sacerdotes comenzaron a bramar al unísono, pero Ryan no entendía su lenguaje. Probablemente se expresaban en arameo o algún dialecto extinguido, acaso registrado en el Antiguo Testamento.

Comenzó a disparar. Debía demostrarle al petulante Wallace quien mandaba. Nadie le arrebataría a su Betsy. En ese mismo instante se vio rodeado por una tóxica nube de avispones que le clavaban sus aguijones en la piel. Le vencía el sueño, se estaba desmoronando como el Faro de Alejandría.

El pistolero más temido de todos los tiempos había sido derrotado por una pandilla de monjes y avispones.

Entre brumas caliginosas, tendido en el suelo como un cadáver que todavía respiraba, distinguió a su bellísima Betsy. Entonces recordó su verdadero nombre: Sissel Nordby.

Era una mujer bellísima de mirada lobuna y cabello rubísimo que delataba su prosapia nórdica.

El rancho del sheriff Wallace se parecía cada vez más a la hacienda del prestigioso jurista aragonés Ignacio del Val.

Los curas eran policías...

Sus ángeles negros entonaron el cántico funesto y luctuoso del sonido del silencio. Su ex-mujer se reclinó sobre su cuerpo acribillado. Estaba llorando.

-"¿Pero qué has hecho, Amancio? ¿Por qué te has escapado del sanatorio de Santa Eufemia? Allí sólo pretenden ayudarte..."

Con sus perfectas manos esmeriladas, de inigualable tersura y blancura, le retiró el cabello negro enmarañado en la frente atezada.



EN LA IMAGEN, BETSY, SISSEL NORDBY, EX MUJER DEL PISTOLERO RYAN PERCY, AMANCIO ESTRADA.

-"Me han dicho que no te has tomado la medicación... que has vuelto a hacerlo... has vuelto a disparar contra gente inocente..."

Amancio Estrada comenzó a comprender. El legendario vaquero huyo acobardado, alejándose de su lado cabalgando por polvorientas estepas de Arizona. Todo se difuminaba a su alrededor, le acompañaba el murmullo opacado del sonido del silencio.

El jurista, ese picapleitos entrometido que se había casado con su ex-mujer hacía poco más de dos meses, le taponó las heridas con sus propias manos, mientras esperaba a que llegaran los camilleros para llevarle al hospital.

En su derrota, Amancio apreció la magnánima grandeza de su adversario, que no le odiaba ni le recriminaba por su tentativa de asesinarle, sino que le brindaba su aliento y apoyo, le instaba a resistir, permanecer a su lado...

Sissel Nordby, la mujer a quién más había amado en toda su vida, y el hombre a quien más había deplorado, de pronto, se habían convertido en ángeles custodios que no se apartaban de su lado ni un solo instante... hasta que lo envolvió todo en su póstumo sudario el sonido del silencio.

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Comentarios

  • minatufeminatufe Anónimo s.XI
    editado mayo 2012
    He flipado en colores. Hasta he tenido que comprobar que había entrado en el foro de terror y no en el de aventuras. Me he divertido un montón. He vivido los delirios de Amancio con total euforia. La idea de coser el móvil a la palma de las manos es infernamente genial. Sólo espero que ningún responsable de operadora móvil lea tu relato o lo vamos a pasar mal con los planes de permanencia.

    No sé a qué te refieres con manos esmeriladas y tersas de Betsy. Esa frase me cofunde mucho.

    La narración es muy gráfica. Creo que no tendría ningún desperdicio como comic.
  • LiaraLiara Pedro Abad s.XII
    editado junio 2012
    Digno de Terry Gilliam, me ha gustado un montón. Lo de las "montañas de colores y sabor afrutado" me ha dado ganas de comer chuches jajjajaja
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