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La casa de Marie White

JaviJavi Anónimo s.XI
editado marzo 2012 en Terror
Hola, el otro día escribí este relato y me gustaría saber que opináis sobre él. Espero consejos para mejorar y eso. Bueno, aquí os lo dejo:

Vivo en un pueblo pequeño y bastante alejado de grandes ciudades. Es un pueblo normal, como todos. Tiene sus tiendas, sus casas, su gente… Aunque no haya tampoco mucha variedad, al fin y al cabo aquí no vivimos tantos. Es un pueblo situado en una zona boscosa, por lo que hay muchos árboles y por la noche es difícil encontrar algo de luz natural incluso en días de luna llena. Aunque claro que las farolas iluminan el pueblo, aunque hay zonas en la penumbra que dan bastante miedo. La casa de Marie White es una de estas zonas. Se trata de un palacete que pertenecía a una familia muy rica hace muchos años. Los hijos se marcharon y el marido de Marie murió, por lo que ella se quedó solamente acompañada de sus sirvientes. Por eso empezó a ser llamada como “la casa de Marie White”, aunque White no era su verdadero apellido, pero siempre se la conoció así. Según cuenta la leyenda, Marie era una mujer muy amable y simpática. Le gustaba ayudar a los demás e incluso a veces invitaba a las gentes pobres del pueblo a comer a su casa. Era muy querida aquí en aquellos momentos. Pero Marie se sentía atraida por el ocultismo. Siempre quería saber más y más y se dice que entró en contacto con la brujería. Se empezó a rumorear que buscaba la inmortalidad, siempre fue alguien obsesionada con la muerte, o eso dicen. Pero esas prácticas no la llevaron a buen puerto y a las pocas semanas falleció en extrañas circunstancias.
Se rumorea que el espíritu de Marie aun sigue en la casa, esperando a que alguien la haga volver al mundo de los vivos y mientras tanto defiende por medio del miedo su morada para que nadie pueda arrebatársela. Y eso lleva haciendo hasta nuestros días. Cuando era pequeño tenía prohibido acercarme allí, mi padre decía que esa casa estaba maldita. Cuenta que una vez cuando anochecía, pasando por allí, vio asomarse a una de las ventanas a alguien vestido completamente de negro, con un velo que le cubría la cabeza y sólo se dejaba ver la barbilla, intensamente pálida. Mi padre se quedó mirando estupefacto aquella imagen. Al cabo de unos segundos, el extraño ser retrocedió y volvió al interior de la casa. Lo increible es que mi padre se giró para continuar su camino y, al levantar la mirada se encontraba delante de él el mismo ser que observa desde la ventana. Echó rápidamente a correr y cuando volvió a mirar atrás, ya no estaba. Todo parecía haber sido producto de su imaginación, pero el sabía que no era así. Desde entonces no ha vuelto a pasar por delante del palacete y como ya digo, a raiz de eso me prohibió terminantemente acercarme a la casa.

Siempre me dio miedo esa casa, al igual que a todos los habitantes. Pero sentía una gran curiosidad. Tiempo después, teniendo ya 19 años, un amigo nos propuso ir a mí y a otra amiga a la casa. Él decía que los espíritus no existían y que eso eran cosas de los mayores, que por alguna razón no querían que nos acercáramos allí. Yo tenía miedo, pero acepté y fuimos los tres. El hecho de acercarse a la casa era perturbador, aunque nos haciamos los valientes, realmente estabamos muy asustados. Conforme nos acercábamos, un escalofrío cada vez más intenso nos recorría la espalda. Entramos por una ventana de la parte de atrás de la casa, estaba bien iluminada, pues era de día. Allí se escuchaban ruidos, a veces sonidos extraños como lejanos y otras golpes que se sentían claramente en el interior de la casa. La escalera que subía al primer piso estaba cerca, así que nos dispusimos a usarla para ascender. Cuando empezamos a subir se escuchó un grito. Nos quedamos paralizados. Decidimos irnos, pero cuando ibamos a hacerlo empezamos a oir pasos en el piso de abajo que cada vez estaban más cerca de nosotros, así que, presas del miedo, corrimos escaleras arriba llegando al segundo piso.

Allí se escuchaban gritos y sollozos, al igual que los golpes y ruidos del principio, pero más intensamente. Estábamos muy asustados y sólo buscábamos una forma de salir de allí. De pronto vimos como una sombra se aproximaba al principio de la escalera en el piso de abajo y, con el corazón palpitante a punto de salirse del pecho, nos adentramos en el interior de la segunda planta buscando una escapatoria. La sorpresa fue al llegar al salón, una estancia muy decorada, con unas cortinas rojas preciosas, cuadros, jarrones, una mesa enorme y en uno de los sillones del fondo alguien vestido completamente de negro, con un velo que le cubría la cara, tejiendo. Recordé entonces la historía de mi padre. “¡Vámonos de aquí, rápido!”, grité. El ser vestido de negro levantó la cabeza, aunque no pude ver su cara porque me preparaba para correr despavorido y cuando nos giramos allí estaba ella, vestida de negro y dejando mostrar su rostro, pálido, con los ojos muy pintados de negros y como dos lágrimas negras, que le caían una de cada ojo. Entonces corrimos hacia el otro lado, donde había otra escalera que bajaba y salimos rompiendo una ventana, saltando sobre ella presas del pánico. Tanto fue así que incluso nos hicimos varios cortes. Una vez fuera seguimos corriendo, a menos velocidad, ya creyéndonos a salvo. Pero Angie, la amiga que nos acompañó, no estaba con nosotros. Debía haberse quedado dentro, por alguna razón no habría podido escapar. Debíamos volver a salvarla. Yo tenía mucho miedo, pero era la chica de la que estaba enamorado y eso me dio fuerzas, así que volvimos. Ya no había ruidos extraños, ni golpes, ni pasos, ni gritos, ni nada. Todo estaba muy tranquilo. Así que avanzamos un poco y al girar para tomar la puerta de una de las estancias adjuntas a la de la ventana rota de nuestra escapatoria, la vimos. Allí estaba Angie, parada. Se acercó hacia nosotros, muy pálida pero tranquila. Yo la noté muy rara, físicamente era ella, pero no la reconocía, había algo en ella que no me cuadraba.

–¿Por qué pertubáis la paz de mi morada?– Preguntó con una voz susurrante.

–Vámonos de aquí te llevaremos a casa, con tus pabres– Le dije.

–Esta es mi casa. Y mis padres murieron hace ya mucho tiempo– Respondió con la misma voz de antes.

–¡Angie!– Exclamé intentando que volviera en sí.

–Angie ha muerto. Mi nombre es Marie– Susurró sonriente.

Mi amigo y yo nos asustamos más aun, aunque creíamos que bromeaba, pero poco a poco fuimos viendo que no era así. Así que retrocedimos y corrimos hasta su casa para contarle a sus padres lo ocurrido. Desde ese día es ella quien mora la casa y el cuerpo de una mujer fue sacado de allí esa misma tarde. Se trataba de una dama vestida completamente de negro, con un velo que la cubría la cabeza y dejaba ver una cara pálida, unos ojos muy pintados de negro y un gesto sonriente.

Comentarios

  • Le FanuLe Fanu Pedro Abad s.XII
    editado marzo 2012
    La historia es correcta, me ha parecido interesante. Creo que deberias trabajar más la gramatica i morfosintaxis.

    no sé...Por ejemplo: "Nos propuso ir a mi y a otra amiga a la casa", los pronombres de 1ª persona siempre van después de los de 2ª y 3ª.

    "¡Angie!-Exclame..."
    después de "¡! ¿?" cuando es complemento de lo que antecede debe empezar por minuscula( de esas hay varias).

    "Mi amigo y yo nos asustamos más aun"

    aún debe llevar tilde ya que puedes substituirlo por todavía.

    Y esto va a gustos pero en el climax del relato no introducir ninguna descripción, eso los relentiza:

    La sorpresa fue llegar al salón una estancia muy decorada...

    no sé... por encima, sabes. He de decirte que la historia esta muy bien. espero seguir leyendo más cosas tuyas. Hasta la próxima Javi.
  • JaviJavi Anónimo s.XI
    editado marzo 2012
    Gracias por los consejos, lo miraré y trataré de corregirlo. Respecto a lo de la descripción, no te entiendo, ¿Qué quieres decir? :D
  • Le FanuLe Fanu Pedro Abad s.XII
    editado marzo 2012
    la estructura que debe seguir un relato, al final, siempre va a gusto del autor. Por lo cual esto no es una norma que debas seguir, quizas se centre más en el estilo. Pero por ejemplo:

    "Estábamos muy asustados y sólo buscábamos una forma de salir de allí. De pronto vimos como una sombra se aproximaba al principio de la escalera en el piso de abajo y, con el corazón palpitante a punto de salirse del pecho, nos adentramos en el interior de la segunda planta buscando una escapatoria. La sorpresa fue al llegar al salón, una estancia muy decorada, con unas cortinas rojas preciosas, cuadros, jarrones, una mesa enorme y en uno de los sillones del fondo alguien vestido completamente de negro, con un velo que le cubría la cara, tejiendo".

    En mi opinión, evitaría estas descripciones entre medio de la acción, lo relentiza. pero como digo, esto va a gusto del autor. Hasta la próxima Javi.

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