Creo que no hay ningún juego similar por aquí, pero creo que este es el mejor sitio para ponerlo. La dinámica es bien sencilla: yo escribo una frase, un lugar, una situación o lo que sea, y el siguiente en comentar tiene que explayarse con una descripción. Por ejemplo:
Yo: Un parque.
Siguiente usuario: Ocupando toda la manzana, se encontraba el Parque del Abedul, con interminables hileras de los árboles que daban su nombre al parque, marcando los caminos que lo surcaban. A todos los transeuntes les gustaba pasear por el parque, e incluso era el lugar predilecto de algunos jóvenes que se saltaban las clases para tumbarse en el limpio cesped, con unas cervezas y unos cigarrillos de olor llamativo. Los caminantes más ancianos, por su parte, se sentaban en los verdes bancos de madera para descansar. En el centro del parque, los niños pequeños se balanceaban en los columpios, bajo la atenta mirada de sus padres.
Tampoco hace falta explayarse tanto en la descripción, o puedes explayarte más si quieres, o puedes hacer un poema, el caso es que describas, ¡coñe!
Bueno, ahí va mi palabra:
- Rascacielos.
Comentarios
En el centro de la ciudad hay un edificio altísimo, desde abajo, no se alcanza a ver el primer piso, parece que desde arriba se tocaría el cielo, con solo estirar la mano, al subir por el ascensor hasta el último, vemos hacía abajo y la gente se ven como hormigas diminutas.
sala de cine.
Cuando por fin María se acomodó en su sitio pudo observar el suelo enmoquetado, que amortiguaba los ruidos, unas lámparas con forma de flor un tanto recargadas, y lo más importante: una pantalla gigante que ahora estaba apagada pero que no tardarían en encender.
Por encima y por debajo de ella filas y filas de butacas que ya empezaban a llenarse de gente, María estaba decidida a no perderse nada.Entonces apagaron las luces.........
Bosque.
ojos clavados en mi nuca,
troncos comidos por las hiedras
y se abre ante mí la espesura.
Entre las sombras de las ramas
lentamente yo me sumerjo,
los rayos del sol que penetran
son como los tibios reflejos
que por sus entrañas de barro
se abren paso a trompicones.
El suelo se encuentra alfombrado
por hojas muertas y marrones.
¿Quién se perdiera en este bosque?
¿Y quién nunca más regresara?
¿Quién se sumergiera en la noche,
y bajo su manto quedara?
Siguiente: una pelea callejera.
Miraron a tu novia y la hiciste de tos
Por fin lo noqueas y logras ver
Que con un proxeneta te fuiste a meter
Ahora tu te enfrentas a la musculatura
De su guardaespaldas de gran altura.
Siguiente: Una alucinación inducida bajo la droga de tu elección
Separo las ramas de unos árboles medio muertos y uno de mis pies se hunde en lodo impregnado de butano. Sigo mi camino sin pensar demasiado. Si pudiera hacer sinapsis de alguna manera natural seguro vomitaría. Está lleno de troncos muertos, ramas, hojas secas desde hace muchos años en el suelo. En donde pensé que no me encontraría a nadie veo a un chico de unos 12 años que está afilando una navaja de juguete contra la corteza de un árbol. “Hola”. Le digo.
El chico está concentrado en su tarea. Le vuelvo a decir "Hola” con una inusual timidez. Entonces se da vuelta. Es blanco. Muy blanco. Su pelo es profundamente rubio, su cara es rosada, y tiene una apariencia muy fuerte. Sus ojos se mueven con mucha rapidez. No los fija ni por un segundo. Mira todo y nada.
- Por allá está la salida. - dice y señala hacia donde supongo que estará el río. Luego se da vuelta y sigue su tarea al mismo ritmo con que lo hacía antes de que lo distrajera.
Como no quiero salir de la selva, sigo por el lado contrario. Mientras más me adentro la vegetación es más espesa y puedo sentir como las hojas susurran entre sí. Quieren taparme los poros y asfixiarme. Los troncos están muy ansiosos por construir con su madera un ataúd que me haga de mortaja. Los insectos toman mis medidas con cada paso que doy. No me quieren con el resto de los cadáveres fétidos. “Es especial” escucho. Sí que lo soy, gracias. Constrúyanme la mejor casa para pasar a la inmortalidad.
En la base de un árbol manchado con lodo, del que crecen otras plantas parasitarias-huésped que van matando al ser vivo primitivo, hay un chico muy parecido al anterior, pero su pelo es bastante más oscuro y tiene unos cuatro años menos. Su piel es más normal, no es casi albino como el anterior. En vez de mover los ojos cargados de un nerviosismo hipnótico como el que me encontré previamente, este tiene la mirada pérdida pero su iris es profundamente hermoso.
Tienen un color azul aciano que nunca había visto.
Antes de que me dijera algo, con sus mejillas gigantes sacude el aire y puedo oír el sonido que hacen al moverse. Entonces levanta su mano izquierda y repite una frase que no entiendo bien. Le digo que hable más alto. Continúa con el mismo tono. Tengo que acercarme y cuando estoy más cerca se vuelve más intenso un olor a muerte tenebroso. Mi boca sabe a azúcar y a metal. Entonces puedo oír al chico: "La sangre de tus hijos alimentará nuestra tierra". Con su índice elevado señala a un punto en el bosque. Miro desesperado y encuentro al cuerpo de mi hijo de pie pero en vez de una cabeza tiene una televisión encendida y la imagen de mi novia desnuda, acostada sobre una cama roja masturbándose se repite cíclicamente. Hombres con disfraces de conejo la rodean y se masturban y eyaculan unos contra otros. “No soy más imaginario que vos para él” dice el niño de los ojos azul aciano. Mis piernas se tambalean. Pierdo el equilibrio intentando acercarme a mi hijo televisor.
Caigo y mis fosas nasales, mis poros y mis oídos se llenan de barro mezclado con los restos cloacales de todas estas islas miserables.
Cierro los ojos y todo se va quedando en silencio mientras los árboles me abrazan ante el sol de las tres de la tarde que viene a besarme la nuca.
Próxima situación: Una noche en un bar en un país extranjero.
En las mesas, mujeres casadas del brazo de sus maridos, o de sus amantes, solteras en busca de diversión, o jóvenes en su primera cita con un hombre apuesto, miraban fijamente al escenario, donde los dedos de Sam se deslizaban con agilidad sobre las teclas de su piano.
Tras un biombo, los hombres de negocios brindaban con opulentas copas de brandy mientras se sumían en la neblina producida por los gruesos cigarros que fumaban.
Yo, mientras tanto, estaba en la barra, frente a un camarero de gran estatura, aspecto famélico y delgado bigote, a quien el frac le hacía parecer un pingüino sobredimensionado.
—Ponme otra copa —indiqué yo con aire distraido.
—Si señor —respondió el largo camarero, con un marcado acento marroquí.
No podía evitarlo, siempre había sido un perdedor. Sin embargo, con los dos abultados papeles en el bolsillo interior de mi chaqueta, aquella noche lo que no podía evitar era sentirme un perdedor con suerte.
El camarero me tendió la copa, y me apresuré a dar un largo trago. Era un licor desagradable, pero que cumplía con diligencia su función de entonarme.
—Aquí tienes una propina —dije mientras, dejándome llevar por mi buena estrella aquella noche, le tendía un billete.
—Gracias, señor.
Sin embargo, al volver la vista hacia el otro extremo del local, vi a Rick salir de detrás de un biombo, y, de una forma tan contundente como sentía mi garganta arder a causa del licor barato, sentí cómo mi suerte se hacía añicos contra su rostro insondable.
Durante su avance, juraría que su blanca chaqueta americana podría haber desprendido un brillo que hubiese dejado ciego a todo el local, de no ser por la densa nube de humo de puro que lo poblaba. Aun así, su fría mirada sí que brillaba de forma peligrosa, y estaba seguro (aunque quería creer que no) de que iba dirigida a mí.
La suerte puede llegar a ser muy huidiza...
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Anda que me pongo a escribir y se me olvidaba poner la siguiente situación: Visita a un museo.
Se posicionó delante del cuadro. Observó el ondulante cielo anaranjado que se cernía sobre las aguas que reflejaban la claridad del cielo. A lo lejos, la figura de dos embarcaciones se vislumbraba. Le sobrecogía la desesperación que se pintaban en todos los trazos del óleo, líneas fuertes, sobre todo en la zona central y derecha, pintada de azul, negros y grises, una sensación de vértigo sombrío que llegaba hasta el paseo de madera donde el personaje principal (que a él se le antojaba sacado de una película de ovnis barata), se llevaba las manos a la cara en un grito mudo de angustia.
Le fascinaba el cuadro, no podía explicar el porqué. Hubiera querido venir antes, no había sido posible.
Estaba intentando encontrar trabajo, lidiando con un idioma extraño y ajeno al sueño, mientras los ahorrillos que había podido llevarse con él iban desapareciendo poco a poco. Era una sangría de dinero constante, todo era infinitamente más caro que de donde venía, el alcohol y el tabaco eran artículos desterrados de su existencia. Intentaba estirar al máximo su estancia en esta tierra de oportunidades, y eso implicaba que no podía cometer excesos (aunque, maldita sea, en este condenado país tomarse una cerveza o ir al cine era algo lejos de sus posibilidades) Hacía un frío glacial, nevaba constantemente, y apenas existían horas de luz. No conocía a nadie, casi no salía de la casa, y desde la ventana del salón, se limitaba a contar los copos de nieve que, iluminados por la farola de la calle caían al suelo. Mientras, su familia esperaba las buenas nuevas de un empleo, acosándole con sus deseos y esperanzas...
Se encontró de rodillas en el suelo, jadeando profusamente, mientras un sudor frío le corría por su frente y por su espina dorsal. Se llevó las manos a la cara.
Por los pasillos del museo, viajaba un grito angustioso.
Ahora, describid una imagen en un parque
Corrió la vista por los conocidos árboles junto al sendero, y justo allí se detuvo en seco. No podía creer lo que sus ojos le mostraban; no, debían de estar engañándolo. Quizás era una ilusión óptica, producto de la densa neblina que a veces se formaba. Se desplomó en un banco cercano, sin quitarle los ojos de encima. Aquello era imposible.
Permaneció de esa manera, los ojos fijos, durante un cuarto de hora, en el que el único sonido que se oía era el que hacen los faroles cuando no hay nada más, y algún ocasional auto que recorría la lejana avenida. Pestañeó; lenta, muy lentamente comenzó a incorporarse, con una expresión aterrada en su rostro. Lo sobresaltó un ruido, pero rápidamente se percató de que se trataba del que hicieron sus pesados pies al arrastrarse sobe la grava del sendero. Transcurrió otro cuarto de hora hasta que tomó coraje para dar los últimos pasos que lo separaban de aquello, de lo que no osaba apartar sus ojos.
Cuando llegó no le alcanzaba con la vista: palpó el suelo con las manos para constatar su realidad, caminó varias veces atravesando el lugar que, quién sabe cuántas horas antes, había ocupado... Pero ahora no estaba. Ese parque carecía de sentido si no estaba. Todo ese parque, el propósito de sus visitas, el propósito de su vida, se extinguirían si no estaba. Porque ese árbol lo era todo para él. Ese árbol siempre había estado ahí, pero ahora no, quién sabe por qué extraño designio del destino. Miró a su alrededor, y los demás árboles parecieron mirarlo burlones. El viento pasó por entre sus hojas e hizo que pareciera que se apartaban el cabello de la cara, regocijándose ante la escena. Un cuervo graznó en algún lado; ¡no podía ser que nadie se mostrara compasivo con él! ¡Luego de la pérdida que acababa de experimentar!
Habían cometido un crimen. Miró al oscuro cielo y juró que se vengaría.
Uh, uh, me olvidaba de poner un nuevo tema... Comer un caramelo
cuando el chasquido filiforme emborracha
las papilas
las flores que lo adornan se disuelven de repente
en torrente de infusiones impactando el muro palatino
con las lilas
cuando mi lengua lo aplasta contra el cielo
el palé del paladar recibe un estertor de burbujas
serpentinas
los dientes rematan la tarea con un mazazo de cantera
y despierto horrorizado buscando en la mesilla la pastilla
de insulina.
Siguiente: Noche con agua sin luna.
Estaba claro que esos momentos iban a ser especiales,pero no precisamente por la climatología,si no porque nos habíamos reunidos los 5 amigos de siempre,que,recordando los viejos tiempos, nos habíamos propuesto lanzar las viejas cañas de pescar con sus ya oxidados carretes por el paso de los años y la sal acumulada en sus mecanismos.
Uno de nosotros,había vaticinado una gloriosa noche de pesca,a pesar de la ausencia de luna,cosa que,como bien es sabida, puede alterar en el estado de la marea y el consiguiente poco acercamiento a las orillas para alimentarse de sus inquilinos,aunque igualmente nos resultaba agradable por el simple hecho de compartir si quien sabe,nuestra última jornada juntos después de tantos años de espera, ya que nunca habíamos logrado coincidir en nuestras merecidas vacaciones de verano todos juntos,y habiendo llegado nuestra jubilación ,sabíamos que por lo menos un día de invierno seríamos capaces de realizar ese preciado sueño.
Repentinamente se puso a llover.....el agua caía y no dejaba de golpear en nuestros gorros a modo repetitivo e incesante, momento en el que nos miramos todos y riéndonos a carcajadas recordamos aquel acertado comentario que nuestro amigo Raúl hizo 50 años atrás en un día como el que en ese momento acontecía:
--¿Pescar algo?,no sé...pero un resfriado,...¡seguro!--
Próximo tema......el amor y unas cervezas.
Las luces de la calle de abajo, entraban a la habitación haciendo sombra sobre una pared pero también oscureciendo una parte de su cara.
Cada tanto algún coche que pasaba cortaba la calma de una noche silenciosa y nublada.
Aunque no giré para mirarlo, sabía perfectamente que continuaba recostado en cuero, apoyando la cabeza sobre sus brazos levantados.
Los pasos de unos tacones se aproximaban haciéndose cada vez más fuerte para mis oídos. Dos personas caminaban de la mano sin hablarse por la vereda de enfrente. Los seguí con la mirada y me pareció que doblaban en la esquina cuando quedaron tapados de repente por las tupidas ramas de un árbol.
La cama se movió y supuse que se había acostado. No quiero mirarlo, ya no soy la de hace unos minutos atrás.
Ahora solo tengo miedo y quiero marcharme. Antes, hace solo algunas horas, lo seducía. Quería demostrame a mi misma cuanto puedo gustarle.
Pero ahora quisiera no estar acá, pasar desapercibida como esta insulsa y silenciosa noche sin luna.
Una risa nerviosa me obligó a expulsar el humo del cigarrillo tosiendo. De pronto empezó a llover y con la lluvia murió el silencio. Me di vuelta y ya se había dormido. Cuando recogí mi ropa del suelo, vi como las sabanas blancas marcaban las figuras de sus piernas, me mordí los labios y por un momento pensé en quedarme.
Corrí bajo la lluvia unas cuantas calles antes de encontrar un taxi .Cuando comenzaron los truenos se habrá despertado por los ruidos, seguro pensará que estaré en el baño. Luego para su asombro descubrirá que me he ido. Durante el camino a casa lo imaginé asomarse al balcón para buscarme , cruzado de brazos cubriéndose del frío. Sé que no está bien lo que hice, me siento culpable y sin embargo, voy mirando por la ventanilla del coche y no se porque, pero sonrío.
LLegué tarde, pero lo subo igual ahora que me desvelé.. igual retomo el tema deJhony6 para no saltearlo, jajaj soy nueva en esto del foro, el próxima va mas rápido.. jeje..
Proximo tema el amor y unas cervezas!!!! Saludos!!!
" No te voy a pedir que me perdones,después de haberte dejado tirada sin más explicaciones que una mirada cobarde.Me estaba enamorando sin saber como era ese sentimiento,y ante lo desconocido no sé como reaccionar.Estos últimos cuatro meses han sido un infierno sin ti,sin tu sonrisa,sin tus palabras.Mis noches han sido mojadas,llenas de sueños imcompletos.No puedo seguir así,no quiero seguir así,sin ti,sin tu calor.Te estoy dando mi alma,mi corazón.Haz con él lo que quieras."
" ¿ Quieres una cerveza ? "
Siguiente tema; una isla desierta
No me paré a pensar en mis compañeros, ya que era muy probable que el mar se los hubiese tragado a todos. El verdoso y calmo mar ... Solo un marinero puede seguir sintiendo fascinación por la mar después de sufrir un naufragio ...
Caminé hacia la frondosa selva, que se encontraba a tan solo unos pasos del agua. Busqué la sombra de sus frondosos árboles, donde podría descansar y reponerme.
El sol se estaba escondiendo en el mar cuando me percaté de que tenía mucha sed. Necesitaba encontrar un manantial, porque sin agua potable, no tardaría en morir. Aún debilitado tras el naufragio, me puse en pie y comencé a internarme en la oscura selva. Hice mal en esperar tanto, debería haber comenzado la exploración de aquel lugar cuando el sol aún me alumbraba ... Sin su amparo era una presa fácil.
Todo era tan verde, tan frondoso y tan alto, que las esperanzas de encontrar agua potable aumentaban a cada paso. Cuando ya apenas veía lo que me rodeaba, comencé a escuchar un sonido que hizo que mi corazón diera un vuelco. ¡Era agua! ¡Y agua que corría muy rápido! Dejé que fuera mi oído el que me guiara por la selva, ya que no podía fiarme de la vista.
Salí a un claro, y lo primero que me sorprendió es lo mucho que brillaban las estrellas. Teniendo en cuenta lo sediento que estaba, la enorme cascada que caía desde un monte enorme debería haber captado toda mi atención inmediatamente ... Pero las estrellas le robaron protagonismo. Nunca me habían parecido más brillantes.
Cuando terminé de contemplarlas, me lancé a beber agua, y no paré hasta que calmé mi sed, y el quemazón que sufría todo mi cuerpo.
Desperté a la mañana siguiente, y los nubarrones que crecían sobre mi anunciaban tormenta. Debía buscar comida y refugio cuanto antes. Me encontraba mejor, por lo que pude explorar la selva con calma. Encontré plátanos, cerezas y huevos de pájaro. Y además recogí madera y piedras afiladas.
Poco antes del atardecer, encontré una cueva, no demasiado profunda en la montaña de la cascada. Me libré de un buen chaparrón y además conseguí encender fuego con la madera seca y un palo. Francamente, me sentí muy orgulloso de ello.
Al día siguiente volví a la playa y me quedé mirando al horizonte ... Estaba solo.
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Siguiente: La revolución francesa
Respiré profundamente, el ambiente estaba abarrotado de ceniza y pólvora, costaba la vida llenar los pulmones.
Los continuos bombardeos dejaban los oídos ensordecidos y no se podian distinguir ambos bandos.
A lo lejos el Emperador daba órdenes a los más débiles.
Un día en el circo!
Ambas fuerzas se enfrentan subiendo por nuestras entrañas, corriendo una carrera vertiginosa, apresuradas para ser escupidas por la boca.
Algunas veces, el ansia por salir ni siquiera deja que se transformen en palabras.
¿Por qué gana el odio cuando ha corrido tan fuerte e incansablemente el amor?
Es que el odio tiene hambre y su comida está fuera. El amor, en cambio, se alimenta de sí mismo y jamás atropellaría ni derribaría a codazos a su contrincante.
Entonces, solo uno llega… primero.
Lo reconozco al instante- es que estoy mucho más ejercitada- . Percibo de inmediato el sabor agrio con la punta de mi lengua. Solo que ahora, he aprendido a callar, a retener dentro por unos segundos a la amargura. Aunque hacerlo me dé arcadas.
Luego esperó pacientemente la llegada del amor, va directo al paladar, lo endulza todo.
Azucar.
próximo tema: El bolígrafo mágico...
Siguiente tema: Sexo acelerado
Próximo tema: Noches de verano solitarias
Siguiente: el Tiempo.
El sol, enorme y rojo vibraba justo al final del camino y yo me embriagaba con el aroma de la montaña, con la brisa, con el paisaje, sin preocuparme porque los frenos de mi bicicleta no funcionases. Allá, mucho más abajo, una curva pronunciada, pero ya me preocuparía por ello después.
Eran los años de la despreocupación, de la alegría, pero el tiempo pasa. Lo hace en pequeñas dosis, lentamente, pero incesante, y ahora, cuando me doy cuenta, he dejado de ser lo que creí que sería por siempre. Me siento joven, ¡pero soy tan viejo!
Siguiente: Un faro
Siguiente: un árbol.
Siguiente: un botón.
En su viaje se alejó de mí descendiendo por las laderas de algodón de la chaqueta. No acababa de descansar en el llano cuando hubo de enfrentarse al zarpazo repentino de una fiera peluda. No salió herido, pero del impulso cayó por una sima oscura.
Allí se encuentra junto a un viejo bolígrafo que derrama tinta y un pendiente inconsolable que llora la pérdida de su pareja. Ahora, en silencio, acosado junto a sus compañeros por la invasión de pelusas y las incursiones ocasionales de una garra en busca de olvidados trofeos, espera la hora en que se me ocurra limpiar bajo los cojines del sofá.
Siguiente: La calculadora.
Nos acompaña, como enclavada en nuestra memoria, desde nuestros primeros pasos hasta la consecución de nuestra efímeras vidas, inalterable, incansable ante la necesidad de conocimiento del ser humano, pues este es su creador y a la vez su alguacil. Vive condenada a procesar números y es esclava de la exigencia de nuestro día a día. Revestida de polímeros, su cuerpo es moldeado a base de calor y presión para proteger la fragilidad de sus circuitos, para asegurar su existencia... y la nuestra.
Siguiente: papel higiénico
Aunque lo observes de un blanco puro, un rosa delicioso, o luciendo distintos estampados que parecen, todos ellos, sacados de algún libro infantil, su corazón nunca cambia.
Sin embargo que mal se le trata, es ese gran olvidado, solo nos acordamos de él por el interés, cuando lo necesitamos, y si no conseguimos su favor, si lo encontramos agotado e incapaz de resolver un problema de los grandes, ¡ah amigo! Entonces sí, lamentamos nuestra miserable suerte, voceamos a los cuatro vientos para que algún buen samaritano vaya a buscarlo, a decirle que nunca nos hemos olvidado de él.
Pero todo seguirá igual tiempo después cuando, por la calle, justo después de salir del supermercado con el de la mano, sigilosamente, casi escondiéndote, como si estuvieras perpetrando un crimen o cometiendo una infidelidad, te cruces con una compañera del trabajo y, antes de que ni siquiera ella te pregunte, tú intentes justificar con mentiras una absoluta e ineludible realidad: que siempre lo has necesitado, y que seguirás necesitándolo por mucho que te cueste reconocerlo.
Siguiente: un columpio roto.
Mucho ha llovido desde entonces, y ahora su asiento gomoso descansa sobre la alta hierba, aquel que meció los sueños y anhelos de los mas pequeños cuando aun no eran conscientes de la dureza del mundo. Niños ya crecidos que olvidaron la felicidad que supuso montarse en él por primera vez. El cosquilleo en la tripa, la sensación de volar o la vaga ilusión de poder tocar el cielo, todo eso quedó escondido, relegado a un pequeño rincón de sus mentes.
Si pudiese hablar creo que no diría nada, solo podríamos oír un leve llanto y el intermitente quejido de su cuerpo, señales inequívocas de su melancolía, de la tristeza que produce mirar atrás y querer recuperar el tiempo perdido en la bruma del pasado. Por el momento ahí sigue, esclavo del impasible paso de la naturaleza que va enterrando, año tras año, la herrumbrosa metástasis que carcome su esqueleto. Pronto no quedará nada.
Siguiente: una tumba
Siguiente: El Sistema Solar.
Siguiente tema: Un agujero negro.
Mi pobre cabeza quiere entender el amor—¡entenderlo!— como vida ilimitada, y sin embargo yo (yo, que tantas veces empiezo a escribir con la palabra "yo") no quiero morirme sin saberlo. No quiero morir sin saber cómo se siente el amor así.
Mi cabeza científico-mágica y mi corazón agujereado, retorcido y egoísta se pasan la vida luchando por cosas así. Menuda gilipollez, y sobre todo qué pérdida de tiempo. A todo esto, ¿dónde está Psique? Debe de andar quieta por alguna parte, como siempre, observando. Porque Psique no es ciega ni sorda... y esperemos que muda tampoco. Esperemos que algún día ponga orden en las luchas como sólo ella sabe hacer.
Ojalá poder descascarillarme y dejar de ser pura carencia. Me vuelvo agujero negro que todo lo devora. La palabra que más se acercaría a mí en una descripción es: "hambre".
Quizás es instintivo. Quizá es por apego animal esto de atrapar cuerpos celestes, hacerlos míos en una masa informe dentro de mi estómago (que no veis), después de tragarlos.
Un agujero no nace de la nada; un agujero negro nace de una estrella, ¿de verdad es posible? ¿Hay algún Sagan en la sala que pueda arrojar luz sobre esto?
Un agujero no nace de la nada. Un agujero es la nada misma. La nada es algo: dolor. En este caso, dolor egoísta con los ojos rotados hacia dentro.
Soy un cadáver y necesito estar vivo. Soy un cadáver latente. No quiero morir sin saber cómo se siente el amor cuando es sólo para mí.
-Siguiente tema: "Mi sueño".