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The Cinema Horror

DanieduardoDanieduardo Pedro Abad s.XII
editado abril 2008 en Terror
Hola, esta historia la escribí hace poco, me gustaría que diesen su critica :)
THE CINEMA HORROR

Entrevista de Trabajo.

Sara se dirigió hacia la cocina donde la esperaba su compañera de piso con un café caliente, estaba aun con su pijama puesto recién levantada, cuando lanzó un enorme bostezo que contagió a Alysson.

-¿Han traído el periódico? - preguntó Sara tomando asiento cerca de la mesa -. Necesito encontrar un empleo ahora mismo, si la Señora Ágata llega a saber que las dos estamos desempleadas no dudará en votarnos de aquí.
- Lo sé, lo sé, ten el periódico - Contestó Alysson con tono preocupado - Hoy iré a otro Casting, esta vez es de una serie y estoy segura de que lo conseguiré - aseguró, sirviéndole una taza caliente de café a Sara.
- Eso espero - expresó Sara dirigiendo su vista hacía los artículos de periódico. Leyó un apartado; DESAPARECIDOS: “Continua la búsqueda de cuatro jóvenes…” Pasó página, tenía prisa por encontrar trabajo, eso sólo era una tragedia más en un mundo lleno de tragedias, no le dio importancia. Fue directa a los anuncios de empleo.
Reparó en un anuncio con una cifra suculenta:


SE OFRECE SUELDO DE 150 DÓLARES AL MES PARA TRABAJAR DE VENDEDORA DE PALOMITAS EN EL The Cinema Horror. DIRECCIÓN; Calle Fricht 217, horario laborable de 08.00 a 22.00 de la noche.


<< Perfecto >>, pensó Sara, la dirección estaba a tres manzanas, terminó su café, se dio una ducha apresurada y en diez minutos caminaba con prisas por la acera. Desde el exterior ya se percibía ese olor agradable de este tipo de locales, un aroma espeso, cerrado, una mezcla de fragancias de todo tipo, atrapadas por la moqueta en paredes y suelos. No obstante el aire era dominado por las explosivas palomitas con mantequilla. Subió los escalones de la entrada principal. Encima de Sara se erigía un luminoso y llamativo letrero donde se anunciaba el nombre del local: “The cinema Horror” y más abajo los títulos de las películas y sus correspondientes horarios de función.
Sara no reconoció ninguna película. Abrió la puerta de cristal y se dirigió al mostrador.

- Perdone, vengo por la oferta de trabajo - preguntó Sara.
- Ah, si, suba esas escaleras, le llevarán al despecho de la encargada - indicó Curtis con el índice mientras apagaba la máquina de palomitas -. Por cierto soy Curtis, de mantenimiento, hago un poco de todo aunque en realidad soy guionista. Espero que te de el trabajo porque andamos escasos de personal.
- Encantada Curtis, espero que sí, a veces trabajo de camarera mientras termino la carrera, espero que eso me valga de algo.
- En ese caso creo que servirás, aquí los clientes vienen solos, no tendrás que ir a sus mesas - sonrió -, y no hagas caso de Casandra, es un poco excéntrica tu dile a todo que sí y te dará el trabajo, estoy seguro.
- Bien, gracias - le devolvió la sonrisa y se alejó.

Cinco minutos más tarde se encontraba sentada frente a la directora. Una mujer madura que no podía disimular ya sus arrugas, pelo gris, gafas de concha roja, mirada petulante pero no antipática. Era una mujer muy seria, no sonrió en ningún momento.

- Bien si has trabajado de camarera, creo que serás válida. Hago un poco de todo, aunque en realidad soy directora de cine. Este es mi local, es como un templo dedicado al cine de terror, y no dejo trabajar a nadie que no ame el arte de verdad.
- ¿Cómo? - se sorprendió Sara.
- Odio a las personas que creen que el cine es una industria, un comercio, sin valorar el cine como tal, una inspiración que debe tratarse con respeto. Nunca verás en mi cartelera producciones de alto presupuesto de la odiosa factoría de Hollywood. Sólo saben hacer cintas mediocres a base de talonario e informática y plagiar buenas obras produciendo como una máquina de churros, son unos holgazanes, y piratean los guiones originales, sin tener nada en cuenta más que sus odiosas estadísticas económicas.
- Creo que la sigo.
- Pero lo que más desprecio, es ese público adolescente descerebrado que tragan con todo, sin valorar nada que no sea superficial, como las estrellas de cine, los efectos especiales y los nombres de directores famosos - explicó Casandra y se puso de pie -. Te haré una pregunta de prueba, así sabremos cuanto amas el cine de terror, si la superas, el trabajo es tuyo.
- No esperaba algo así…
- ¿Qué saga de terror fue destruida en la última entrega por su propio creador debido a un conflicto de intereses con su productora?
Sara miró hacia el suelo, concentrándose. Mientras, la directora paseaba detrás de ella repitiendo la pregunta, y animándola.
Pasados unos segundos, Sara respondió.
- La saga de Pesadilla en Elm Street, una obra maestra como saga en sus seis primeras entregas, luego en la siete el mismo Craven destroza todo lo creado, picado con New Line, diciéndonos que todo era mentira, para retraerse y hacer un Freddy en la realidad patético e infumable. No he contado Freddy versus Jason ya que no pertenece a la propia saga por una razón obvia, Jason, y más que una película de terror es como un cómic de Marvel contra DC.
Casandra se giró muy seria. Miró a la muchacha.
- El trabajo es tuyo.

A las 16.00 de la tarde, Sara ya vestía el uniforme y encendía la máquina de palomitas, preparaba los vasos de cartón, limpiaba los grifos de los refrescos y se aseguraba de tener cambio en la caja. Lista para atender al primer cliente.
Nadie apareció en dos horas.
Se aproximó un hombre alto y fuerte, que no conocía, vestido con uniforme granate, igual al suyo pero en versión masculina.
- Hola soy Germán, soy el taquillero entre otras cosas, como veo que no viene nadie aprovecho para presentarme. Hago un poco de todo, aunque en realidad soy cámara de cine.
- Hola, encantada - sonrió Sara -, sí, esto está un poco muerto, día laborable, primera sesión.
- Por la noche se anima más, bueno espero que te vaya bien si necesitas algo estaré en la taquilla, despierto o dormido profundamente.
Los dos rieron y se despidieron.
Pasaron otras dos horas, no entró nadie. Llegó la noche, la última sesión.
Germán tenía razón, las salas 3 y 2 se llenaron a medias, y la sala 1 se abarrotó de espectadores, pero no era el público que Sara esperaba que llegara. Era gente extraña. Una pareja de enamorados y un chico con gafas eran los únicos normales, adolescentes. Entre esta gente exótica, había un obeso calvo que la miraba fijamente, una mujer también rolliza, con el pelo de color rosado, con al menos seis pendientes en la cara, le había pedido palomitas grandes y dos refrescos de naranja, con cierta antipatía. Reparó en otro tipo chocante, tan flaco como un poste eléctrico con un parche en el ojo derecho y un gran tatuaje en el brazo izquierdo del número “13”. Vestían ropas oscuras y eran muy pálidos. << Ojalá no sea así todas las noches, esta gente da grima, pero si es así me tendré que acostumbrar, no puedo dejar un empleo como este… >>, su pensamiento fue interrumpido por la voz de Germán que apareció delante del mostrador.

- Hola Sara - saludó con una sonrisa - Ya ves, a esta hora se hace el dinero.
- Si ya veo, eh, ¿Siempre es así? - Preguntó Sara.
- ¿Qué? - Inquirió Germán confuso.
- Pues, ¿Has visto a la gente?
- Ah, ya se de que hablas. Sara así es la gente de este cine, son verdaderos cinéfilos de terror, vienen aquí porque saben que somos los mejores, nosotros sabemos hacer un buen cine de terror - Respondió Germán.
- ¿Qué sabes hacer buen cine? ¿Es que las películas son vuestras?
- Sí, ya te dije que soy cámara, Casandra es la directora productora y Curtis el guionista.
- Ya, yo me lo como.
- Exacto - apuntó Germán y soltó una carcajada -. Nuestras películas tienen un público muy minoritario, ninguna productora comerciaría con nuestros films.
- No te ofendas, pero me considero una experta y nunca he visto ninguna de sus películas, ni anuncios ni nada.
- Aquí en nuestro país sólo los muy expertos las conocen, las vendemos en el mercado negro o a productoras del extranjero poco conocidas. Pero si quieres informarte puedes visitar nuestra web en thecinemahorror.com, todo seguido.
- Entiendo… - dijo Sara. En ese momento una chica salió corriendo de la sala dos al baño con las manos en la boca, iba a vomitar. Sara reconoció que la chica era la que venia con su novio, la pareja de adolescentes, pues éste la venia siguiendo y se dirigió con ella al baño - ¡Guao! Esto me demuestra que son buenas películas de terror - aseguró Sara con una pequeña risa.
- Pues, bueno, discúlpame, las funciones están a punto de terminar, voy a abrir las puertas, pero antes iré al baño, seguro que esa mujer lo ha dejado todo sucio - dijo Germán dirigiéndose a los lavabos.
A la media hora, los gritos de las salas cesaron, ya nadie quedaba en el local, pero algo la extrañó mucho. Recordó no ver pasar a la pareja del baño, ni a Germán. Terminó pensando que tal vez no se había dado cuenta del momento en el que salieron. Quizás mientras barría una de las salas. No obstante estaba feliz, ya había cumplido con su primer día de trabajo. Había sido muy sencillo.

Cuarenta minutos más tarde, en el apartamento compartido, se enteró de otra muy buena noticia, Alysson había sido contratada para una película, y para celebrar los nuevos empleos compraron una botella de vino y cenaron salmón ahumado.

- ¿Y de que va tu papel? - preguntó Sara. A ella también le hubiera gustado ser actriz, pero no tenia una buena figura, era castaña, rechoncha, baja, con gafas, tímida, la antítesis de su compañera, que era extrovertida, rubia, alta y guapa.
- ¡Seré la protagonista de un slasher de terror!




Inquietudes



Sara salió del edificiopara deshacerse de la basura que se acumulaba con exceso entre las butacas,cada día arrojaba al menos tres bolsas, la mayoría estaban llenas de las cajas de palomitas y nachos, y de los vasos de refrescos. Justo cuando salía vio como el camión del aseo urbano vaciaba el cubo dejándolo sin desechos. El motor rugió y se alejó del callejón.
Caminó hasta el contenedor de basura, y se detuvo extrañada. Había una sustancia roja en el fondo. Negra y viscosa. No se atrevió a tocar para comprobarlo. Le preguntaría a Germán. Después de terminar de barrer el pasillo enmoquetado del vestíbulo, tiró las dos bolsas llenas de inmundicia y volvió a entrar.
No vio a nadie en el pasillo, pasó por la sala dos y escuchó unos desesperantes gritos que provenían de la película que se estaba proyectando. Sintió curiosidad por ver ese famoso cine del que hablaba Casandra. Abrió la puerta y se asomó un poco. Al parecer la película se encontraba ya en su clímax. Vio una mujer con una máscara de porcelana con un cuchillo de carnicero en su mano. Cortó a otra mujer que estaba amarrada a una silla de metal, el lugar donde se encontraban parecía un enorme congelador, pues había pedazos de carne bovino colgando de ganchos, y una gran variedad de cuchillos puestos en una mesa.
La mujer enmascarada hizo algo que logró que Sara se estremeciera, le había seccionado un dedo a su víctima, que estaba en la silla retorciéndose y gritando horriblemente del dolor, <<¡Parece tan real! >> Se dijo Sara en su mente, era tan real que le provocaba nauseas, respiró profundamente y siguió distraída con el horror. Después de aplicarle varios cortes a la mujer de la silla, la torturadora se dio la vuelva y caminó hacia la pared contraria a ellas. La cámara enfocó a un hombre, otra victima apresada en otra silla metálica, tenía algo en la boca que le impedía gritar, pero lloraba, realmente lloraba. El rostro de las víctimas era imposible de ver, estaban en las sombras, manchados de sangre o envueltos con un saco de esparto. No obstante, aquel hombre le recordó a alguien, a alguien que había visto antes. Intentó recordar, algún extra o actor secundario de algún slasher poco conocido. Tenía buena memoria para las caras, no para los nombres.

-¿Qué haces Sara? - sorprendió Curtis, Sara dio un respingo y se rió. Antes de irse robó una última mirada, la mujer había degollado al hombre con el cuchillo de carnicero, y ésta se había empapado de la sangre que surgía del cuello mientras soltaba una carcajada.
- Oh, lo siento, sentía que tenía que fisgar.
- Tranquila puedes espiar todo lo que quieras, pero no entres nunca y te sientes en las butacas, daríamos una mala impresión.
- Oh no, claro que no, jamás haría eso - aseguró mientras caminaban por la moqueta -. ¿Hay alguna manera de conseguir sus películas? No las encuentro en tiendas ni webs.
- Bájatelas con Ares o Emule, Casandra no vende a nadie, pero tampoco podemos evitar que alguien entre con una cámara y...
- Entiendo - concluyó Sara.

A la mañana siguiente, Sara abrió el programa y empezó a bajarse todas las películas de Casandra. Títulos como; El Basurero Asesino, Descuartizamiento en 16:9, El Sótano Sangriento, Máquina Caníbal, Destripamiento al Atardecer… era una filmografía muy apreciada por los amantes del gore y el terror. Vio en la web de thecinemahorror.com, que efectivamente la productora alquilaba un local, durante dos años, y se trasladaba a otro, en una gira mundial sin repetir en el mismo sitio. Palermo, Lyón, Oviedo, Singapur, Lumpur, Goteborg, Ankara, Sant Peters, no eran ciudades muy conocidas pero muy remotas y distantes entre si.
Reparó en uno de los últimos proyectos, Cena de Antropófagos, reparó en la actriz principal. Se llenó de alegría.

- Hola Sara - anunció Alysson entrando por la puerta.
- ¡Felicidades Alysson! - exclamó y se levantó para abrazarla - ¡Vas a trabajar en una película de culto!


Continua....

Comentarios

  • DanieduardoDanieduardo Pedro Abad s.XII
    editado abril 2008
    Desaparecidos



    Sara caminaba hacia el trabajo. Reparó en las paredes. Había una gran cantidad de carteles de personas desaparecidas, pegados en los árboles, farolas y muros. Cuando fijó su vista hacia el suelo, vio en el impreso la fotografía de dos adolescentes. Pareja desaparecida rezaba el cartel. Vio los retratos y quedó paralizada. Sorprendida se agachó y lo tomó para corroborar su temor. Efectivamente, reconoció a la mujer y al hombre al momento, eran los dos jóvenes que entraron en los aseos y no volvieron a salir. Se fijó en otro cartel, otro desaparecido, un tal Julián Plaza, tenía un tatuaje en el brazo con el número 13. Esa imagen se repitió en su mente, ese brazo tatuado. Aparecía en una escena de los trailers de las películas de Casandra, amputado. Guardó varios carteles en su bolso y siguió su camino. Llegó a su trabajo.

    Hizo su rutina diaria en el local, un poster colgado en la pared del pasillo llamó su atención. Anunciaba la película que Alysson protagonizaría Cena de Antropófagos, Próximamente en The Cinema Horrorpublicaba. Estaba feliz por ella, hace dos días, ahora la preocupación la consumía. Sara intentó comportarse de forma normal, sin levantar sospechas, sonriendo a Germán como todos los días.

    Curtis pasó a su lado, pero no dijo nada, el se dirigía a la calle, para tirar las bolsas de basura. Fue en ese instante cuando sintió pánico.

    Sara recordó a los dos actores de las películas, casi nunca mostraban los rostros, antes de terminar su turno le preguntaría a Cassandra sobre eso, seguro que ella sabia algo, pero no encontró a la directora. Cambió de parecer, pensó lo contrario. Mejor no comentar nada a sus compañeros ni a su propia jefa. Sara sabía mucho de cine, aquellos efectos especiales eran demasiado buenos para ser artificiales, o que Casandra pudiera incluirlos en su presupuesto limitado. Al llegar a casa comprobó en la red que las desapariciones acompañaban a la productora por su insólita gira mundial. Los actores no aparecían en ninguna base de datos, ni siquiera sus nombres reales. Sólo un idiota negaría lo que estaba pasando. Quiso advertir a su amiga, pero durante el fin de semana viajaba a las estaciones de esquí con su pareja y era prácticamente ilocalizable. Alysson no volvería hasta el martes, así que tenía todo el lunes para averiguar y confirmar sus temores.
    Al acabar la jornada, el domingo a las 00.14 de la noche decidió explorar el local. Todas las puertas estaban cerradas con candados. No había nada sospechoso. Escuchó un rumor. Salió a la calle. Vio al basurero retirar las bolsas.
    Era el momento.
    Corrió sin pensar hacia la parte trasera del vehículo, sin que nadie la viera. Se agarró fuerte y aguantó los baches de la carretera.
    El camión abandonó la vía pública y se internó por un camino de tierra que atravesaba el campo, alejándose de la ciudad. Sintió un escalofrío al ver que se dirigían hacia un viejo caserón. Aquello no era la planta de reciclaje. Saltó y cayó rodando por la tierra. Por suerte el camión aminoraba la marcha y no sufrió más que rasguños y manchas de barro.
    El conductor se bajó, señaló hacia el remolque de carga. Una mujer apareció. Era Casandra. Los dos tomaron las bolsas y entraron en la vieja mansión.
    Sara temblaba entre los matorrales. Realmente no sabía que hacer, era una estúpida.
    Quería salir de ese lugar, pero no podía, aun tenia que investigar, estaba obligada. Se armó de coraje y sin hacer ruido se acercó a la ventana, el vidrio estaba descuidado, manchado por el polvo. Aun así podía ver a través de el, vio una sala, y en unos muebles oscuros estaba Cassandra un poco despeinada. Estaba descansando, y también Germán. El basurero se había marchado. En el suelo había dos bultos negros, eran las bolsas de basura, de repente algo hizo que Sara se separase rápidamente del cristal, una mujer apareció de entre la oscuridad, en el umbral de una puerta abierta en aquella estancia. Ataviada con un vestido negro y con un cigarrillo en la mano se sentó al lado de Cassandra. Sara se alivió al ver que la dama no se percató de ella.

    - Deshazte de eso Béatrice - ordenó Cassandra señalando al suelo.
    - Lo haré en cuanto termine mi cigarro - protestó tomando una calada - ¿Cuándo será la próxima?
    - Este miércoles comenzaremos el rodaje, encontré una actriz perfecta, será una muy buena película.
    - ¿La rubia, no? ¿Cómo se llama?
    - Alysson - Respondió Cassandra.
    Algo le llamó la atención a Sara, una mascara de porcelana colgada en la pared, parecía manchada de gotas oscuras, imaginó a Béatrice con esa mascara puesta y su pánico aumentó. Alarmada se alejó de allí.
    Jadeando bajó las escaleras de madera del porche. Tenía que llegar a la comisaría lo antes posible. Dobló la esquina, en la oscuridad no vio un roñoso palo de mocho apoyado contra la pared. Tropezó y provocó un ruido fuerte.
    Cassandra y Béatrice miraron hacia la ventana.
    - Malditos gatos - exclamó Cassandra.
    - ¡Germán! - rugió Beatrice -. Mueve tu seboso culo y sal a investigar.
    Con un gruñido al romper su somnolencia el tumbado gigante se levantó y caminó como un troll hacia la puerta.
    Sara oyó los crujientes pasos del hombre, escuchó las pisadas detrás de ella, aun estaba en el suelo, dolorida. Se dio la vuelta y vio a Germán, se quedó parado un momento. Sacó de su bolsillo una navaja. Sara temblaba, vio el resplandor del cuchillo con la luna llena, un viento fuerte y frío le revolvió el cabello. Germán levantó la mano y cuando se disponía a apuñalarla, un grito, largo y fuerte, los espantó a los dos. Los grandes ojos de Germán que miraban con enojo, desaparecieron cuando el se volvió hacia Cassandra, que se aproximaba hacia ellos corriendo. Ella había detenido el asesinato, tenía mejores intenciones.
    - ¡Puede servirnos para otra película, inútil! - Gritó furiosa.

    Germán se guardó la navaja, e hizo desmayar a Sara de una rápida y vigorosa patada en la cara.



    Sara despertó por un inmenso dolor de cabeza, al principio veía borroso pero al cabo de unos segundos pudo distinguir que se encontraba en un espacioso baño. Podía ver su reflejo en el piso de cerámica blanca, y unas gotas de sangre. Seguramente, eran suyas, ya que le sangraba la nariz. Estaba encadenada con esposas al lavabo. Una palabra “¡Acción! La hizo mirar a su derecha, y allí estaba Cassandra, sentada en la silla de director. Detrás de ella estaban Curtis con un guión en la mano y Germán, que la enfocaba con una cámara. Entró en escena Béatrice, la reconoció pese a la mascara, aunque para alivio de Sara, sin armas, caminó hasta encontrarse frente a ella, se agachó y le susurró:

    - Hola, Sara, esta vez tú serás la protagonista.

    Sara no le respondió, pensó en gritarle pero iba a ser inútil, seguramente en el lugar donde se encontraba nadie la auxiliaría. De repente Béatrice empezó a golpear a Sara, fuertes puñetazos en la cara, ella no pudo contener sus lagrimas, que se derramaron como también la sangre lo hizo desde su boca, Sara ágilmente alzó una pierna y le pegó una fuerte patada al rostro de su atacante, la máscara se partió y ella cayó en el suelo gritando del dolor, escupió una muela ensangrentada. Cassandra detuvo a Germán que al ver la escena se dirigió a ayudar a Béatrice.
    Sara se revolvió enloquecida, intentando aprovechar el desconcierto para tratar al menos de escapar, pero resbaló y cayó sobre si misma, se rompió el pulgar. El sonido del “Crack” fue espantoso, pero gracias a eso logró liberarse, el pulgar ya no evitaba que retirase la mano del grillete. Cassandra la apuntó con un revolver y le dijo en voz baja:

    - Pelea o te mato.

    Sara saltó furiosa encima de Béatrice, que había sacado un pequeño cuchillo del bolsillo de su vestido, este salió volando para caer en el retrete. Sara dio golpes con sus rodillas en el estomago de su oponente, mientras ella le rasguñaba la cara y le arrancaba mechones de pelo. Beatriz quedó estática cuando Sara se levantó y le pisó fuertemente la nariz con su tacón. Béatrice, empezó a chillar y llorar del dolor.

    - ¡Corten! - Gritó Cassandra.

    Germán y Curtis tomaron a Sara y le inyectaron un sedante que la hizo desplomarse al instante, mientras Cassandra alejaba a su hermana que agonizaba, del centro del escenario.

    - ¡No estamos siguiendo el guión! - protestó Curtis -. ¡Vamos a salto de mata como Uwe Boll!
    - Pues es culpa tuya, tú eres el guionista - rebatió Germán.
    - Pero si apenas he tenido quince minutos para escribir con prisas…
    - Esto está saliendo perfecto - interrumpió Cassandra -. Curtis aprovecha este giro argumental, nunca la asesina ha sido tumbada por una de sus víctimas, además el realismo de la pelea supera las escenas eliminadas de ese Jakie Chang. Nos está saliendo la mejor obra independiente de terror, deberías sentir el arte que estamos elaborando, la emoción de nuestra obra maestra.

    Curtis y Germán, no decían nada. Parecían hechizados,

    - Está bien, pensaré un título - concluyó Curtis.



    Continua...
  • DanieduardoDanieduardo Pedro Abad s.XII
    editado abril 2008
    Alysson
    Pasados dos días.

    - ¿No crees que es extraño?
    - ¿Qué? - preguntó Matt.
    - Que Sara no esté aquí, a esta hora siempre duerme - Respondió Alysson, sentándose junto a Matt en el sillón.
    -Tal vez salió a algún bar.
    -No, no. Ella no es de salir, además mañana tiene que trabajar - dijo Alysson y recordó algo que la hizo sonreír -. Bueno, seguro que esta bien. Recuerda que mañana comienza el rodaje de mi película ¡Me conviene dormir!
    -Vaya tienes razón, y debes actuar perfectamente - respondió Matt y la besó -. Mi pequeña actriz.
    Matt se despidió de su pareja, encendió el motor de su coche y se alejó hacia su hogar. Alysson esperó media hora a Sara, hasta que el sopor pudo con ella. Durmió profundamente, deseaba que llegara el día siguiente, para filmar su primera película.


    El reloj despertador la sobresaltó, pero hizo su cometido, la levantó de la cama. Alysson se dio una larga ducha y luego se atavió con sus mejores y voluptuosas prendas. Se roció con uno de su colección de perfumes (la mayoría regalados por Matt). Desayunó y partió al “The cinema horror” por el mismo camino que recorría Sara todos los días desde que comenzó a trabajar allí. Lo encontró cerrado. Entonces recordó que Cassandra le había citado en su mansión. <<¡Tonta!>> Se dijo y se dio una palmada en la cabeza. Detuvo un taxi y se dirigió hacia la mansión alejada de la ciudad. Veinte minutos después, tocó el timbre de la sombría residencia rodeada de bosque. <<En realidad este lugar es perfecto para una película de terror>> pensó, cinco segundos después un robusto hombre la invitó a pasar, le resultó amable.

    -Hola, te esperábamos, soy Germán, el cámara - se presentó, Alysson le saludó y se adentró en la morada -. Cassandra te espera en la biblioteca, allí grabaremos la primera escena.


    Los pasos en el piso superior, despertaron a una maltrecha Sara. Aquellos asesinos la habían torturado sin compasión. No podía ver por su ojo izquierdo, tenía una raja desde su mejilla hasta su frente, y le faltaba media mano de ese lado, también. Las vitaminas y las drogas habían evitado que ella muriera o se desmayara. Incluso habían curado sus heridas. Cassandra había explicado que unirían la trama de la intromisión de Sara, como una nueva introducción para la película con Alysson.
    Por suerte, ellos desconocían la relación entre Sara y Alysson. Los gritos y los golpes se sucedieron en el piso de arriba. Seguramente Alysson había sido puesta al corriente de su verdadero papel, y destino.
    Sara enfureció, intentando en vano romper las esposas. Forzó con todas sus fuerzas. En este momento se abrió la puerta y apareció Béatrice. Se aproximó a ella con un machete. Sara supo entonces que iba a morir.
    - Bueno, mi pequeña y rolliza actriz amateur, ya llegó la protagonista principal, y aunque has tenido una actuación estelar, no puede haber dos estrellas en un mismo film, problema de eclipses, ya sabes… llegó tu escena final - sonrió Béatrice como una enajenada -. ¿Tienes alguna frase final en tu diálogo?

    Sara, moribunda, inofensiva, alzó la vista.

    - Sí - afirmó Sara con un parche manchado de sangre reseca -. Última escena de Béatrice La Cabrona, Vieja Cañería.
    - ¿Cómo…?

    El movimiento fue tan rápido que apenas lo vio. Un segundo después, un reguero de sangre brotaba de la garganta abierta de Béatrice. Sin poder gritar, con los ojos completamente abiertos, vio la mano derecha de su víctima, sujetada por el grillete, éste asido a la cañería, vieja y rota, fácil de arrancar, con un reborde dentado, desigual y afilado.
    Béatrice murió entre gorgoteos, retorciéndose por el suelo.
    Sara se escondió detrás de la puerta al escuchar unos pasos.

    - Bueno ya tenemos a la otra… - dijo Curtis al abrir la puerta. Vio a Béatrice en el suelo -. ¿Pero qué…?

    Sara armada con el machete lo alzó por encima de su cabeza.

    - Ya tengo título para tu guión, ¡La Rompecráneos!

    El machete descendió con furia y se incrustó en la frente del guionista. Curtis murió en el acto, cayendo de espaldas, con la boca completamente abierta.
    Sara ascendió temblando de miedo y adrenalina. Cada escalón era un nuevo temor. Alguien escucharía algo, ella se desmayaría, ellos bajarían de improvisto… pero nada sucedía y ella seguía ascendiendo. Llegó a la planta baja. Recorrió un pasillo. Entró en la biblioteca y vio a su amiga, llorosa y amordazada.

    - ¡Tranquila Aly, voy a soltarte! - susurró Sara, le liberó las manos y la mordaza, pero se detuvo, alguien se acercaba. Le volvió a poner la mordaza y se escondió.

    - ¡Ha escapado, Cassandra, esa puta chica ha escapado! - gritó y miró hacia Alysson. La agarró del cuello -. ¿No sabrás tu donde está verdad?
    - Dame a la chica, - ordenó Cassandra entrando en el salón -, yo me voy al local, seguramente esa puta está por aquí, quema toda la casa, destruye las pruebas.

    Germán obedeció, vio partir a Cassandra que se llevó a Alysson en el maletero del coche. El gigante empezó a verter gasolina por todos los suelos de la casa. Encendió un cigarro y tiró el fósforo. Las llamas pronto de levantaron.

    - ¡Sal ratita, quiero verte la colita! - gritó Germán mientras reía como un poseso.

    Sara apareció por detrás, desde la cortina de uno de los ventanales. Asestó un golpe de machete al talón del coloso. Germán cayó de rodillas con un gruñido de dolor. Se giró y vio a Sara, henchida de rabia. La muchacha golpeó nuevamente, pero Germán le sujetó el brazo, le quitó el machete y la tiró al suelo.
    Paredes, techos y la mansión entera, ardía con las llamas. Sara se arrastraba hacia la salida principal, mientras las tablas encendidas caían a su lado. Estaba a punto de conseguir salir, cuando algo la sujetó. Vio la mano grande de Germán agarrarla con fuerza y tirar de ella. El techo envuelto en fuego, empezó a desplomarse encima de ellos. Sara, reptaba, grita, se ahogaba con el humo y lloraba. Atrás, un loco tiraba de ella hacia la muerte. Sus carcajadas cesaron cuando el techo cayó sobre él. Sara se vio liberada y rodó hacia el exterior.
    Se levantó tambaleándose, con la mansión consumida en llamas. Vio un vehículo. Subió y se dirigió con prisas al cine del horror. En el asiento de copiloto vio la cámara de Germán, debía de ser su coche. En la guantera encontró una pistola.

    - ¡Aguanta Alysson, ya voy!



    Venganza



    La humareda que dejaba atrás era el objetivo de los coches de policía y bomberos. No repararon en la alta velocidad que llevaba Sara. En quince minutos dejó mal estacionado el coche en el callejón trasero del local. Entró con la pistola al frente por la puerta de servicio. No había nadie en los despachos, en las salas, en una de ellas, la 1, se proyectaba una película por estrenar. Era la tortura de Sara, se veía a Béatrice rajándole la cara y sacándole un ojo entre gritos. Eso enfureció a Sara. Cassandra estaba destruyéndola moralmente, quizás la estaba grabando en esos momentos.
    Bajó al sótano, el único lugar que quedaba por registrar. Si la asesina seguía allí, era el único lugar posible. Entró en una habitación. Encontró a Alysson inmóvil, inconsciente. Le tomó el pulso, seguía viva. Entonces escuchó como una botella se rompía detrás de ella y la puerta se cerraba. Intentó abrirla, pero la nube de cloroformo pronto la dejó sin fuerzas.

    Al despertar Sara se vio esposada a una silla. Estaban en otra estancia. Un gran congelador, lleno de cuerpos humanos y refrescos. Alysson estaba delante de ella, con un largo cuchillo en su mano.

    - ¡Vamos, tortúrala! - ordenó Cassandra apuntando a Alysson con la pistola y grabando con una cámara en la otra -. ¡Tortúrala o te volaré la cabeza!

    Alysson sollozaba, atrapada en una encrucijada cruel. No quería pero tuvo que provocar varios cortes en el brazo a su amiga Sara. Ante los gruñidos de dolor de su victima, ya no aguantó más y desistió. Se apartó de Sara. Cassandra, hinchada de ira le disparó y le traspasó la espalda. La mujer cayó hacia atrás y ya no se movió más. La asesina apoyó la cámara en un trípode, se puso la máscara de Béatrice y apuntó a Sara en la frente.

    - Si quieres hacer algo bien, lo tienes que hacer tú misma - dijo Cassandra -, bueno pequeña cerdita, llegó la escena final.

    Amartilló el arma y cuando estaba apunto de disparar, soltó la pistola de golpe. Un chorro de sangre surgió de su hombro derecho, partido de un cuchillazo. Cassandra cayó al suelo aullando de dolor. Alysson cogió las llaves, sangraba con abundancia por su pecho, liberó a Sara y cayó al suelo helado.

    - Lo siento Sara, no quería hacerte daño… - pidió disculpas Alysson y sus ojos se quedaron mirando al vacío.

    Sara se quedó un largo minuto llorando sobre su amiga. Ese momento fue interrumpido por una moribunda Cassandra que trataba de escapar a rastras. Sara tomó el cuchillo, apuntó la cámara hacia la asesina, y se dirigió hacia ella. La arrastró hacia atrás con el cuchillo clavado en la pierna de Cassandra, ella se volteó y le atestó un puñetazo a Sara en sus hinchadas mejillas, desenterró el puñal de su pierna y trató de levantarse, corrió cojeando, Sara la tumbó al suelo otra vez al sujetarla por su cabello, en la mano se le quedó un gran mechón de pelo que desechó rápidamente para golpear a Cassandra en la cara, pero se detuvo al ver que la apuntaba con el cuchillo.

    - ¡Aléjate! – Amenazó arrastrándose, alejándose de Sara - ¡Aléjate o te mato!

    Pero Sara se acercó rápidamente sin hacer caso a su advertencia y pateó la mano de Cassandra, el cuchillo cayó a dos metros de ellas y Sara lo tomó, la iba a matar, Pero, ¿No se merecía algo peor? ¿Iba a morir allí, rápidamente en vez de sufrir tanto como le hicieron sufrir a ella? Con el cuchillo tomado desde el filo Sara empezó a pegarle con el mango, se cortó un poco su mano pero logró dejarla inconsciente después de cuatro golpes. Se acercó a la cámara y la detuvo, para continuar después.




    Protagonista
    Sara se acercó a la moribunda Cassandra y le susurró:

    -Hola Cassandra, esta vez tú serás la protagonista – Y se alejó de ella para ir a la cámara que estaba justo al frente, en la otra silla de metal, Sara la encendió, estaba destinada a grabar el congelamiento de Cassandra, dejó prendida la luz, salió y cerró la puerta.

    Caminó por el pasillo del “The cinema horror”, se podían oír como levemente resonaban los gritos de Cassandra. Estaba pensando en todo lo que había pasado, en lo todo lo que había hecho, en lo que le habían hecho,¿Qué iba a hacer ahora?

    Entró a la primera sala, donde anteriormente se había proyectado su película, ahora no había nada en la gran pantalla, se sentó en una butaca, y quedó dormida.

    Sara despertó, era de noche ya, salió de la sala y entró al congelador, Cassandra ya estaba muerta, tiesa como una estatua, con los ojos cerrados y con la cabeza recostada al hombro. Sara apagó la cámara, se la llevó y salió del congelador, no antes de apagar la bombilla y echar otro vistazo al cadáver pálido.

    Allí estaba ella otra vez en el pasillo, caminando sin rumbo, fue entonces cuando se le ocurrió una maravillosa idea, entró al despacho de Cassandra, y después de un largo rato buscando Sara había encontrado la recaudación. Había cerca de cien millones de dólares. El dinero no pertenecía a nadie. Lo dejó donde estaba, miró el reloj colgado en la pared, marcaba la doce. Salió a la calle, y se escondió detrás del contenedor de basura.

    El camión de la limpieza paró en el callejón. El conductor bajo con pesadez, agarró el cubo y se giró. Atrás de él alguien lo agarró y puso un cuchillo en su cuello.

    -¿Quien eres? – Preguntó asustado.
    -La nueva dueña del “The cinema horror” – Dijo Sara cortándole la garganta. Tiró el cadáver al contenedor, escondió el camión en el callejón (ya contrataría personas). Y finalmente disfrutó de unas palomitas y refresco mirando las opciones cinematográficas que su cine ofrecía actualmente.


    FIN
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