¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Todos putos

N.ZadenN.Zaden Anónimo s.XI
editado julio 2010 en Humorística
Muy buenas a tod@s. Este es mi primer mensaje en el foro. Quisiera compartir este relato con vosotros y vosotras. En principio se quedará como relato, pero como veo que lo voy alargando y alargando (me lo estoy pasando en grande con este protagonista), quién sabe, tal vez se convierta en algo más. Si no os molesta, iré actualizando el hilo si sigue habiendo interés en las peripecias de este personaje... un tanto especial. Por cierto, disculpad el uso de vocabulario soez, pero es una narración en primera con un protagonista un pelín escarmentado y con una personalidad propensa a la ansiedad y los tacos.

Antes de poner el primer "cacho", quisiera dedicar el escrito entero a un autor que me ha hecho reír como nunca y que, por desgracia, hace años que ya no está entre nosotros: Álvaro de Laiglesia.

Observación: no sé tabular en este editor, así que separaré los párrafos a doble espaciado, variando un poco la distribución original del texto.

--

Todos putos
Cacho 1

Todos putos

Hoy me ha venido a la cabeza terminar con todo. Postrado en mi silla de hierro forrada de plástico negro, bajo una opresiva luz anaranjada (sí, de esas que en los años setenta causaban bajas por depresión entre los administrativos de oficinas) y con sólo el aire de un climatizador del que, con timidez, entra sin apenas fuerza por la puerta de este dichoso cuarto, me ha venido la peor entre las peores ideas que un ser humano pueda tener: mandarlo..., bueno no, mandarlos a todos a la mierda.

Estoy hasta los mismísimos cojones. Comienzo a pensar si la lotería -la de verdad, la de los numeritos de la suerte del Estado- no es más que un fiel reflejo de lo que es la vida: una ínfima -y jodida- probabilidad de que, algún día (tal vez cuando esté bien muerto), me toque el premio gordo: ¡vivir sin que me la chupen (la dignidad)! O, calla, mejor aún: ¡que me dejen intentarlo! Difícil, ¿eh? Entre hienas muertas de hambre, buitres que más que hambre comen por joder y cavernícolas que piensan que ser feliz es lo mismo que ver a unos cuantos tíos con pantalón corto y camisetas de colorines rezumando por los cuatro costados, la cosa se complica hasta llegar a dimensiones ingentes. ¿Qué problema hay con el "vive y deja vivir"? Sí, mis tres ejemplos son una clara muestra de que tampoco me salvo de truncar este principio universal, pero coño, es que llega un momento en el que no puedes evitar vomitar toda la porquería que antes recibiste y verterla de nuevo encima de sus huéspedes originales. ¿Respeto? A tomar por saco el respeto. ¿A mí quien me respeta? Y no me vale lo de "quiérete a ti mismo primero, que ahí está el problema". Esa falacia la tengo más que estudiada y asimilada, ¡y ejecutada, por supuesto! No hay día que me levante y diga delante del espejo del lavabo: "Yo me quiero mucho a mí mismo. Sí, me quiero...", como si fuera un hipnotizador a punto de lograr que una constrictor no coma más carne en su puta vida. Y es que si Freud levantara la cabeza diría: "Joder, es cierto, el cabrón se quiere. Lo que ocurre es que es un pelín desgraciado." Por supuesto, antes de soltarle una ostia y dejarle la cara como el perfil de un cacahuete gigante, hubiera asentido, dándole incluso la razón a partir de mis ademanes. ¡Pero, eh! La ostia se la lleva. ¿Por qué? Pues porque me quiero, cojones. Y quien dice Freud, dice la gente de a pie; aunque, a decir verdad, éstos se llevarían algo más: un regalito en forma de esputo que iría a parar directo a lo más profundo de su ojo. (Sí, les perforaría la córnea. Soy muy hábil escupiendo; sobre todo mierda).

Reconozco que no siempre he sido tan desgraciado. Ha habido incluso épocas en las que rocé un poco el "nirvana", (se dice así, ¿no?). Eso fue cuando tuve mi propio negocio, por allá en el dos mil tres hasta el dos mil seis. Con esto no quiero decir que tú, que ya te noto avispado desde los renglones de esta hoja, cojas y te montes un negocio... Ejem... Has pensando en una tienda, ¿verdad? Qué guay eso de estar detrás del mostrador y sentirte amo de tu vida, ¿eh?... ¡Y una mierda! ¡Pero de las gordas, como las ensaimadas de las vacas montesas! Primero, eres más esclavo -a nivel burocrático- que un obrero egipcio en plena burbuja de pirámides; segundo, que montar una tienda es una mala idea si quieres vivir de ella sin echarte veintiocho horas diarias de las veinticuatro que, en teoría, existen; tercero, y tal vez la razón de más peso, que los chinos son los únicos capaces de llegar a ese umbral de las treinta horas sin que nadie se entere (de ahí lo de "en teoría"), así que allá tú con las consecuencias de enfrentarte a su ejército de hormigas trabajadoras. Con su filosofía oriental he llegado a comprender que para ellos el tiempo no es más que otra herramienta que pueden moldear a su antojo, unas técnica que los occidentales no dominaremos hasta que acabemos con las patatas bravas de todos los bares. A partir de ahí, tal vez veamos la realidad de las cosas y seamos capaces de comprender que si de verdad existió un Dios en este mundo, sin duda era chino.

Bien, a lo que iba, que me desvío... Y ya sé que, tras lo que he dicho sobre mis amigos de ojos hilvanados, esa época parece más otra pesadilla morbosa de mi vida que un paréntesis de esplendor. Pero créeme que no fue así, no del todo. Hubo algo de felicidad. Y no, no soy un insaciable masoquista que... ¡Déjame terminar, cojones, y no me distraigas más con tus ideas de bombero, ¿vale?!; sólo entonces sabrás por dónde van los derroteros... Bien, pues eso, que tuve un negocio, sí. Y sólo por ser más tocacojones, mira, era mitad tienda; la otra mitad, una sala recreativa para adolescentes sudorosos. Y no, no tengo ningún desvío extraño, señor Freud. (Me ha venido otra vez a la mente este cabrón, qué cosas) Monté esa empresa no porque me gusten los niños, que no me atraen en ninguna en sus formas (antes me ponía enfermo el pensar que un día podría ser padre y ahora lo que más deseo es ser director de un reformatorio donde se permita la Santa Inquisición), sino porque los videojuegos fueron, son y serán un hobby muy preciado en mi vida. Y un día pensé: "Coño, ¿y si monto un cíber, pero un cíber molón con tienda y cosas chachis?". Vaya, ese día creí haber descubierto la pólvora, obviando el detalle que ésta lleva más de nueve siglos inventada (por chinos, fíjate tú). Pero yo, optimista entonces y un poco gilipollas hasta hoy, seguí adelante. Y lo monté, porque me quiero mucho. Y porque tenía la pasta suficiente, qué coño.

Comentarios

  • N.ZadenN.Zaden Anónimo s.XI
    editado julio 2010
    Cacho 2

    Llegados aquí, te seguirás preguntando lo mismo: "¿Dónde están esos buenos momentos que abogas haber tenido? Sólo vomitas mierda y vas dando saltos de rama en rama". Y te respondo: Cierto, ahí te doy la razón, me he ido mucho por las nubes. Pero no te acostumbres a joderme el texto, que no está el horno para bollos. De todas formas, sí, me ratifico en lo dicho: los tuve, e incluso MUY buenos.

    Uno de los mejores fue sin duda cuando, un día de verano del dos mil cinco, y en el que gracias a Dios me había deshecho ya de los parásitos de mis socios, entró por la puerta de mi diáfano local una chica que hizo que mi corazón saltase de mi pecho como si ansiara sacar un café de la máquina expendedora. Me dejó sin aliento, sin lugar a dudas. Era bella, hermosa, inteligente (debía de serlo, aunque aún no había mediado palabra con ella), y tenía un bonito piercing en la oreja que me recordó, no sé muy bien por qué, a una pequeña concha de mar. Y tu estarás pensando: ¿Y?. Y yo te digo, por enésima vez: Cállate.

    Tras mi embriaguez emocional (o pichital, más bien), se acercó a mi barra recién pintada de color azul cielo, tan claro, tan... cursi y feo -cuando ahora lo recuerdo-, y me pidió algo que me hizo babear: quería entrar en internet y mirar sus cosas (esto último asaltó a mi mente como una esquirla morbosa de su personalidad). Por otro lado, pensarás: "Es lógico, ¿no? Si entra en tu local no va a ser para que la sodomices en tu mierda de barra sacada del attrezzo de Los Pitufos". Y yo te digo: Vale, vale... ahí me has dado. Pero mi mente es así, qué le vamos a hacer, retorcida cuando se trata de lidiar con estrógenos... Pero mejor sigo, que luego me tachas de irme "de rama en rama".

    Sin más preámbulos le abrí ficha, no le cobré el alta de socia y le adjunté un BioFrutas de regalo. Acto seguido la acompañé hasta el mejor sitio posible de mi local para que ella pudiera "hacer sus cositas". Sí, reconozco que la frase "menuda guarra" me vino también a la cabeza, entre otras. Pero era y soy un tío (mañana no lo sé), ahora un pelín más cabreado con el mundo y un poco resacoso de tanta juega videojueguil, pero un tío al fin y al cabo, que es capaz de soltar lo más bonito por la boca y lo más viscoso por el pene. Pero aun así, no le miré el escote. Qué conste.

    Buffff, miento. No puedo joderte así el relato. Sería una incongruencia en mi forma de ser. ¡Por supuesto que le miré el escote! Y no sólo eso, le miré el escote y deduje el color, el diámetro y la dirección a la que apuntaban sus pezones. Como no podía ser menos, ipso facto me empalmé cosa mala. Incluso podría haberle sacado partido a mi miembro y usarlo para "bajar bandera" una vez ella iniciara la búsqueda de "sus cositas" por internet. Pero me contuve. Por una vez en mi puta vida no quería estropear un encuentro así, por muy "en mi territorio" que ella estuviera. Cierto... Debía de ser cauto y buscar una mejor estrategia para cotejarla. Pero, por desgracia, la única que asaltaba a mi mente una y otra vez era la Blitzkrieg: atacar por todos los flancos, con todas las unidades táctiles a mi disposición y con toda la intensidad posible para someterla, en la mayor brevedad posible, a mi yugo llamado instinto. Pero, y aunque no te lo creas, me reprimí... una vez más. Recuerdo que al final me la quedé mirando en mi barra azul cielo (empalmado, eso sí), fijándome en cómo tecleaba (qué manos más suaves, por Dios) mientras se reía entre dientes con sus amiguitos del messenger. "Hijos de puta", pensé. "Cabrones con suerte, o pagafantas reprimidos, mejor dicho". Si yo estuviera en su lugar ya me habría presentado con el látigo, las esposas y un listado con los moteles más guarros de la ciudad. Le hubiera dicho: "Niña, deja el puto ordenador y ven que jugaremos a los simuladores aéreos. ¡Tengo el Force Feedback activado!". Aunque lo que vendría a continuación, creo que todos lo deducimos sin apenas esfuerzo: bofetada (o latigazo) por su parte, aprovechamiento de las esposas para ahorrarles trabajo a la policía y el listado de los moteles directo a la papelera, junto con los demás restos de mierda desechados por la sociedad. "Blitzkrieg", volví a pensar. Qué morbo de palabra.

    Pero mira, por suerte nada de eso ocurrió, amigo mío, porque fui cauto, como bien he dicho. Ni me precipité, ni le toqué un pezón, ni la acosé con instrumental médico o policial, ni saqué mi dentadura de depravado sexual del cajón de mi barra azul cielo, que la usaba para casos en los que ayudaba a féminas macizas en su eterna búsqueda de viajes baratos por el Google. No, no, no sucumbí ante nada de todo esto. Eso sí, ímprobos esfuerzos tuve que hacer para dejar de lado mis aficiones y no usarlas sobre aquel ángel, aquella chica tan perfecta... aquel ser que robó mi corazón (o mi pene) y que me dejó bien tieso durante largos minutos.

    Austeridad, esa es la palabra. Exacto... Esperé como un campeón a que terminase su sesión de "buscar cositas" para despedirme de ella y, por supuesto, para decirle que volviera cuando quisiese. Pero cogió, cerró la sesión y se fue con un detalle que provocó en mí una extraña felicidad y, al mismo tiempo, retazos de tristeza que pronto se convertirían en melancolía (sólo de un día, pero melancolía al fin y al cabo): una preciosa sonrisa dibujada en su rostro, la misma que también vaticinaba el fin de esta historia. A partir de esa mueca supe con certeza que no la volvería a ver nunca más.

    Sí, sí..., y ya sé que ahora viene la pregunta del millón: "¿Y dónde coño está ese gran momento?" Pues está en mi corazón, nene, pues fue uno de los pocos días en los que me sentí otra vez humano, con ganas de relacionarme con mis coetáneos. A partir de ahí, mi vida sentimental fue a peor, que ya es decir. Así que para mí fue una buena muestra de que no todo está perdido en mi podrido interior, que para cambiar siempre hay oportunidades. Y que la vida, nos guste o no, nos las da (no en bandeja), pero sí como aliño especial para rebozar nuestra efímera existencia y, por qué no, cambiarla. Otra cosa es que, al día siguiente, yo me lo pasase todo por el forro de los huevos (alias escroto) y volviese a mis andadas. Qué lo hice, como ya habrás deducido líneas atrás, pero con una diferencia: una sonrisa estúpida, aunque muy distante a la homónima de la chica, me duró y acompañó hasta finalizar el mes, y que justo se cortó cuando me llegaron por correo los trimestrales de la gestoría... Ahí todo el rollo terminó. Pero, ¡eh! ¡Aquí no has venido a llorar, ni trato de hacer prosa barata (pero sí vulgar)! No, no..., y para muestra de ello, y eliminar así el pútrido hedor a romanticismo que he dejado, te contaré una de las anécdotas más divertidas que recuerdo durante mi etapa como esclavo del sistema, digooo, autónomo. Pero eso será en otro cacho, que si no éste se hará muy largo.

    --

    Comentario: Si alguien sabe lo de las tabulaciones en el foro, me haría un gran favor en decírmelo. Me duele un poco que la estructura del texto tenga que representarse en párrafos de doble espaciado. Si no se puede, sobreviviré, jeje.
  • N.ZadenN.Zaden Anónimo s.XI
    editado julio 2010
    Bueno, el relato lo finalizo aquí. Hay más escrito, pero como ya he dicho, esto sólo ha sido una "prueba", una "parrada" que se traduce en "necesito escribir sin pensar mucho". Si he conseguido arrancar alguna sonrisa, me siento más que afortunado, si no, lo entiendo, el relato, junto con el personaje, es muy oscuro y todo contrasta con unas acciones demasiado hilarantes; además, que dan ganas de pegarle un tiro a este tío. Yo el primero.

    Aun así, me ha servido como experiencia de un día.

    Pd: Hay otro capítulo finalizado, pero no lo colgaré. No porque me parezca malo, es que simplemente no quiero que os dé un derrame cerebral por mi culpa; sin embargo, creo que ya he cumplido con lo que me he propuesto hoy. :)
  • Muy pillado con pinzas total para decir que eres un pervertido sin iniciativa, jaja
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com