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Un crecepelos para Jack

Tom BraheTom Brahe Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado abril 2008 en Terror
Un crecepelos para Jack

-¡Malditos hijos de putarrr!- bramó Jack con su acento anglosajón mientras alzaba el puño desafiante
Los transeúntes aceleraban el paso mirando a ambos lados de la calle
- ¡Vaya calvoooo!- se mofaban unos imberbes en la acera de enfrente
Jack, furioso como un morlaco, hizo ademán de cruzar la calzada, pero la zancada de los zagales y el denso trafico de la ciudad marbellí le hicieron recapitular una vez más.
¡Se acabó!- dijo, lo cual asustó a una pobre octogenaria que trataba de coordinar sus tullidas piernas para no pisar la comida digerida y excretada por el ano de algún bulldog francés, comunes en aquella urbe de alto nivel social y económico, pero con cagadas de perro, como la aldea más pobre del país.

Jack Sccetella era norteamericano, pero de padres polacos; lo cual le daba la nacionalidad del país europeo y se paseaba a sus anchas por toda Europa, aprovechando la herencia que le dejó un cuñado. Aún tenia 49 años pero ya estaba jubilado, y éste, como casi todos los veranos, viajaba a Marbella y se quedaba en la casa vacía de un familiar ausente en la zona en la temporada veraniega. Tenía un alto nivel de vida, sin duda.
Pero una buena mañana, mientras Jack se reventaba una espinilla facial, empezó a ver claridades en su bonito cabello. Mañana tras mañana había mas pelo en el peine que peine en el pelo. Y en un mes se quedó mas calvo que una bola de billar. Si su anatomía de por sí no era la más agraciada, este detalle de la alopecia le confirmaba como un hombre gordito, bajito, con rostro enjuto, y ahora sin un pelo de tonto… ni de listo.
Por eso tomó la decisión. Nunca se haría una liposucción, pero sí pagaría por una solución a su verdadero problema.

Sólo tardó 4 días en recibir el paquete. Lo compró en una pagina web japonesa, pero provenía de la zona de la Republica de Abjasia. Un distintivo postal de Sujumi lo confirmaba.
Era lo único que podía leer de todo aquello: la etiqueta del envío. En la pagina Web aseguraban que venia todo en ingles, su posología y composición, pero lo único que había en el paquete era un pequeño frasco con caracteres cirílicos, incomprensibles para Jack.

-¡Mierda!- exclamó. A Jack no le gustaba usar el español, pero le encantaba la sonoridad de los improperios y llevaba años empleándolos en New York.

Durante cinco minutos contempló el frasco ambarino con los 50 ml de crecepelo. 400 dólares, pero aseguraban resultados muy pronto.

Ya sabía lo que hacer, iría a por una botella de JB y después de varios cubatas, se probaría el crecepelo.

Tardó solo 5 minutos en traer consigo la botella, de la tienda de chinos que había a solo 2 manzanas de su chalet. Aceleró el paso al ver jóvenes paseando por la calle. Le pareció oír un "calvo" mientras giraba la llave de la puerta.
Cerró de un portazo la puerta blindada mirando la botella. - Calvooooo-calvoooo.
¿De dónde coño venían esas voces?
- Me estoy volviendo loco.
No oyó más calvos cuando estuvo enfrente del frasco de crecepelo.
Abrió la tapa y se masajeó su impoluto cráneo con la sustancia verdosa y viscosa.

Con el brebaje verde en la cabeza, se trincó de dos tragos la botella de whisky y durmió catorce horas. Soñó con bellas mujeres rubias acariciándole su suave y negro pelo hasta las orejas.

Despertó en medio de la orgía empezada en el sueño, y al abrir los ojos, sólo la negrura habitaba su campo visual..
Tardó poco en descubrir que era pelo lo que le tapaba la visión. La alegría se derrumbó cuando comprobó que la cortina de pelo era tal que estaba totalmente inmovilizado. El terror se apoderó de el, y sus gritos no salían de su ser. No podía mover nada, ni manos, ni pies. Cada vez le dolían más los parpados por la presión ejercida por el pelo en crecimiento desmedido. Solo 2 minutos después de despertarse, Jack murió, pero viendo otro color, el rojo de sus globos oculares estallando ante la presión del cabello. En 10 minutos la ventana reventó, dejando salir al exterior toneladas de pelo humano. En 20 minutos el chalet estaba casi oculto de pelo negro, de varios metros de espesor y con las paredes desgastadas de la presión que soportaban. El pelo salía a mas de 1 kilómetro por minuto, ocupando como un liquido cualquier espacio por ocupar, sin control alguno.
Solo 25 minutos después de la muerte de Jack, varios vecinos y policías, con el control de los bomberos, prendieron fuego a la casa, que en 3 horas quedó reducida a escombros, y ofreció a la ciudad un intenso aroma a pollo frito durante toda la noche.

A la mañana siguiente se tomaron pruebas para saber qué era eso que había puesto en jaque a toda una ciudad.
Sólo aparecieron escombros, y nada mas. La combustión había sido muy fuerte. No se encontró a Jack y se le dio por desaparecido. El incidente fue de actualidad en TV y prensa durante un par de días, pero poco a poco quedó como un hecho inexplicable.

En Moscú varios personajes acorbatados se pasaban ejemplares de diarios españoles y se felicitaban en ruso delante del presidente.
-Vayamos a celebrarlo, camaradas- dijo Vladimir Putin con una sonrisa de oreja a oreja.
Pronto, empezarían a distribuirlo por Norteamérica.

Comentarios

  • rocinanterocinante Garcilaso de la Vega XVI
    editado abril 2008
    Simpático, ocurrente y original relato, que empieza de la forma más cotidiana y nada agradable como la de perder pelo, para acabar con la explosión de una novedosa arma aniquiladora.

    creo que al protagonista le tenias que a ver dado unos minutos de vida para que hubiera contemplado antes de morir, algo, el sueño repetido y ansiado de todo calvo, el verse crecer por arte de magia, una exuberante y copiosa melena.

    Muy bueno el relato que por su contenido, se sale de la normalidad literaria.

    Enhorabuena.

    saludos.

    Rocinante
  • Marcelo_ChorenMarcelo_Choren Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado abril 2008
    En este relato podrías dar más desarrollo al despertar del personaje, darle más carga de horror y desesperación. Esos dos minutos, para él, deben durar una eternidad. Haz partícipe al lector de esa agonía.
  • AMBROSIOAMBROSIO Anónimo s.XI
    editado abril 2008
    es muy gracioso este cuento. me ha gustado mucho. Hasta sale un pais que no conocia. Mis felicitaciones
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