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Recopilación de consejos literarios

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Comentarios

  • WatasiWatasi Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2010
    Bien, bien. Creo que siempre lo he hecho correctamente de forma un poco inconsciente, o más bien debería decir de forma lógica. Pero pensando en ello, pues oye, te fijas y ya está. Gracias, Zan.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado junio 2010
    De nada, de nada.

    Había antes series antiguas en las que salía cada disparate... Excusas para sacar al prota de apuros y cosas así. Hay que ser prudente con esto y que no dé la sensación de que se toma el pelo al lector.
  • WatasiWatasi Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2010
    Zanbar escribió : »
    De nada, de nada.

    Había antes series antiguas en las que salía cada disparate... Excusas para sacar al prota de apuros y cosas así. Hay que ser prudente con esto y que no dé la sensación de que se toma el pelo al lector.

    Pues sí. Pero, eso sí, también hay que hacerlo a veces con mucha sutileza. Sobre todo en los casos en los que el final es sorpresivo. A veces es muy complicado, porque, o el lector puede tender a sentirse engañado, o bien el relato puede perder el efecto pretendido con la sorpresa (por dar más info de la cuenta, o insistir en exceso sobre ello).
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado junio 2010
    Es que también depende de lo disparatado que sea el deus ex machina (lo del insecticida suena a disparate, por ejemplo). Pero la idea es mostrarlo con sutileza, cuanto más sutil (pero tampoco oculto), más sorpresivo.

    En el equilibrio está la gracia. Ahora, que esto es la "norma", luego en la práctica de cada historia hay que ver qué funciona y qué no.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado junio 2010
    CONSEJO 9. ¡NO ME CONCENTROOOOO!

    Esta es una pequeña recomendación para aquellos momentos en los que tropiezas en algún párrafo o, sencillamente, no encuentras el modo de volver a arrancar en una historia que ya has iniciado.

    Cada escritor es un mundo muy personal, y por lo tanto la mente de cada uno funcionará de distinto modo en su proceso creativo. Para aquellos a los que les pase en algún momento lo que a mí: estar a mitad de una frase o párrafo con la idea en la cabeza pero sin encontrar las palabras adecuadas, distrayéndote con una mosca, regresando al texto y atascándote una y otra vez... Que no cunda la ansiedad; respira hondo (más, quiero que respires más), relee la frase o párrafo anterior y vocaliza en voz muy bajita (para que los demás no crean que estás loco de remate) cuál era tu objetivo; es decir, cuál era la idea que querías expresar y qué elementos querías introducir en ella.

    Una vez lo hayas hecho, es posible que encuentres una palabra o palabras que, aunque torpes, te sirvan para arrancar de una vez. Incluso puedes probar a escribirlas. Luego puedes revisar el texto y pulirlas como tantas otras frases que retocas para que queden mejor.

    Bueno, y si el problema es de inspiración general, tómate un descanso pequeño, que el hecho de escribir sea una diversión y no una tortura.



    ***

    La dinámica actual en la que me encuentro es la de tener poco tiempo al día para escribir (una hora o menos), y muchas veces arrancar revisando la página escrita el día anterior, y luego quedarme mirando la pantalla en blanco intentando comenzar un nuevo párrafo.

    En estos casos es fácil distraerse fácilmente o sentir que todo lo que se te ocurre no fluye bien, y que son como piezas sueltas mal encajadas.

    El estado mental y emocional influye mucho, así que, en la línea de lo dicho en el cosejo, lo recomendable es tratar de disfrutar, relajarse, y soltarse poco a poco, sin agobiarse debido a que se ha escrito poco o nada. Cualquier intento es útil y va moviendo la maquinaria para tenerla lista en el momento adecuado, ese que encontramos de cuando en cuando y que nos permite comenzar a teclear como posesos ;)

    En fin, este consejo está muy abierto a nuevas consideraciones y opiniones, ahí lo dejo.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2010
    CONSEJO 10. EL ATAQUE DE LOS CLONES

    A Lovecraft le fallaban los diálogos; no eran realistas.

    A muchos escritores de cuando en cuando nos pasa lo siguiente: no se trata de que no seamos capaces de crear conversaciones verosímiles para la realidad narrada, sino de que nuestro lenguaje y modo de expresarnos (el del escritor) impregna a todos o a casi todos los personajes.

    A veces, esto es un recurso estilístico deliberado; por ejemplo, cuando queremos que nuestro texto posea un determinado tono y deseamos que esté presente una y otra vez, diálogos incluidos.

    Pero, en la mayor parte de las ocasiones, lo que nos ocurre es que narramos y dialogamos con nuestros personajes con una voz única, la nuestra. Si observamos con detenimiento, vemos cómo todos los personajes utilizan las mismas expresiones, coletillas y tono; es decir, hablan de la misma forma.
    Tampoco se trata de hacer a cada personaje tartamudo, parco o gangoso para darle singularidad. No, de lo que se trata es de que el escritor conozca el perfil psicológico de los personajes y que trate sutilmente de individualizarlos. Claro está que personajes de una misma cultura, raza, que vivan en la misma localidad y que además sean amigos presentarán muchas similitudes, pero NO TIENEN POR QUÉ HABLAR IGUAL, y hay veces en que esto se hace (torpemente) patente: por ejemplo, cuando todos los personajes repiten mucho expresiones del tipo “o sea”, o recalcan con el vocativo: “Claro que sí, López, claro que sí”.

    Otras veces será preciso mirar con lupa, sobre todo en narraciones en primera persona, en donde se detecta demasiada similitud en las construcciones de las oraciones cuando se describe o se cuenta un hecho y cuando estamos frente a un diálogo en el que participen personajes que nada tengan que ver con la voz narrativa.
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado julio 2010
    En general, cuando empiezo un nuevo escrito, primero lo imagino en mi cabeza, como si lo viese. Durante varios días lo voy elaborando a mente, repasando y ampliando el texto hasta que lo "siento" completo y bien formado. Entonces es cuando me pongo realmente a escribir, en el ordenador, o a falta de éste en papel, de corrido.
    Luego dedico tiempo, si es un trabajo largo pueden ser meses, a pulirlo y completarlo.
    Los diálogos me resultan artificiales y pesados, y estoy de acuerdo con la aportación de Zanbar. Suelo tropezarme raramente con ellos, sólo cuando son absolutamente necesarios para la historia.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2010
    Yo procuro ponerme ante la pantalla y teclear, aunque sí es cierto que primero paso un tiempo haciendo esquemas en papel, y luego frente a la pantalla me cuesta arrancar porque voy imaginándomelo.

    A mí sí me gustan los diálogos, y es la parte que más fluida me sale, pero a veces son laboriosos, y tampoco me gustan las novelas o historias en las que solo hay diálogos, es decir, prefiero también narración pura y dura.
  • PilarPilar Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2010
    Estupendo encontrarme aquí también con tus consejos, Zanbar, me han ayudado mucho siempre. Como decía Malube, aunque los hayamos leído anteriormente, me encanta hacerlo de nuevo.

    Te siguiré con muuuucha atención ;).
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2010
    Gracias, guapa!!!!:)
  • MalubeMalube San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2010
    Con los diálogos yo me tengo que reprimir para evitar que no parezca una obra de teatro. Es lo que más fácil me sale, pero es cierto que hay que huir de los clones y a veces cuesta darle a cada uno su propia voz. Muy buenas reflexiones, Zanbar
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2010
    Gracias, Malube ;)

    Las coletillas de los personajes se repiten un montón, me tengo que andar con un ojo... Eso de que todos los personajes digan: "Bueno, pues..." y cosas así, uffff.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2010
    (Este consejo lo escribí en plena labor con una novela de terror, y se me ocurrió que podía compartirlo. Va más orientado a este género, aunque el problema de fondo, la visceralidad, el punto de vista del narrador, es extensible a otros géneros)


    CONSEJO 11. REFLEXIÓN MACABRA

    Pongamos el siguiente ejemplo: queremos describir una escena en la que el protagonista contempla cómo le cortan la cabeza a alguien conocido (no necesariamente vinculado emocionalmente a él).

    Pues bien, para los aficionados al cine de terror, y simplificando, cabrían dos opciones; a) el protagonista ve cómo cae a sus pies la cabeza, mirándole con ojos extraviados, o b) el protagonista visualiza la escena en un plano lejano, menos efectista, pero sí brusco, brutal.

    Ahora, reflexionemos; para el protagonista que “vive” esa escena, ver la cabeza tan de cerca, casi pudiendo tocarla, debe de resultar más traumático. Para el lector o el espectador, el recurso gore y morboso de ver la cabeza rodando hacia la cámara (salvo para estómagos sensibles) no impacta tanto por lo manido de la situación como verla en un plano distinto, menos adornado con efectos visuales, lejano, crudo, como en un vídeo casero.

    ¿Cómo la describimos entonces?

    Si de lo que se trata es de que sintamos lo que siente el protagonista, y el protagonista se traumatiza más, en teoría, viendo la cabeza de cerca, deberemos pues añadir algo a la narración (pensamientos, sensaciones, recursos narrativos de diversa índole) para que no nos quede una escena trillada, de menor calado.

    La otra opción es inundar al lector (o espectador, si hablamos de cine) con el malestar que nosotros recreamos, independientemente de que el impacto en el protagonista sea ligeramente inferior. De este modo, una escena que no dejaría de ser dura en cualquier caso salva el “obstáculo” gore y mantiene, incluso potencia, el efecto traumático deseado por cualquier escritor de terror.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado agosto 2010
    - CONSEJO 12. COSAS QUE TÚ SUPONES, PERO YO NO.

    Existen por ahí metáforas que al escritor le pueden parecer muy bien traídas, ese tipo de comparaciones que se hacen para realzar el sentido de una oración, pero que en realidad solo ha entendido él.

    Hay que tener mucho cuidado con los recursos y comentarios que se usan, no siempre el lector está en la misma sintonía que nosotros. Lejos de tratar de tonto al lector, habría que utilizar un lenguaje más universal, o como mínimo un lenguaje local pero que se entienda en el contexto, es decir, en el conjunto de la historia; así, si se está utilizando una jerga de barrio, por ejemplo, el escritor, con su narrador, ya se habrá cuidado de habituarnos y explicarnos cómo se expresan los personajes de su historia, qué es para ellos importante y con qué conviven diariamente.

    Siguiendo en una línea similar, hay veces que el escritor da por supuesto que el lector entenderá de la misma forma una determinada expresión o aclaración, como si ambos, escritor y lector, tuviesen la misma concepción de las cosas.

    Ejemplo: Las últimas decepciones conyugales hicieron de Alberto un hombre más amargado de lo que ya era. Su vida, el deporte, ni siquiera conseguía distraerle lo suficiente de sus problemas, problemas de futbolista de Segunda División.

    En el texto anterior, ¿cuáles son esos problemas de futbolista de Segunda División? El escritor aclara que el personaje de Alberto ha sufrido decepciones conyugales, que el deporte no le basta para abstraerse de sus problemas, y ¿cuáles son esos problemas?; y lo más importante, ¿por qué se empeña el escritor en pretender aclararlo diciendo “problemas de futbolista de Segunda División”? La mayoría de lectores no entenderán en concreto a qué tipo de problemas se refiere, debería explicarlo, mostrar aunque sea de pasada cuáles son algunas de las dificultades que puede atravesar un futbolista de Segunda División y, más específicamente, cuáles sufre el protagonista.

    En definitiva, se trata de no suponer que el lector comparte la misma información que nosotros o la misma visión del mundo. El escritor está ahí para eso, para crear la visión particular de los personajes de su historia. Los chistes y alusiones privados del escritor deben evitarse en lo posible. Otra cosa es que exista un significado oculto para el texto, o una visión más profunda y evocadora de las cosas, pero se trata de que el texto, en cualquiera de sus interpretaciones, se entienda y no confunda creando una falsa complicidad.

    Dicha complicidad solo puede existir si el escritor la ha creado, si ha informado previamente al lector sumergiéndolo en su particular universo sin omitir información importante.
  • MalubeMalube San juan de la Cruz XVI
    editado agosto 2010
    Como siempre, fenomenales los consejos. Este último es de los problemáticos, porque es difícil salir de las propias convenciones y conocimientos y no dar por supuesto cosas que no todo el mundo tiene que interpretar igual.
    También es cierto que escritores de gran reputación se pasan ese criterio por el forro y a veces escriben con metáforas que son muy difíciles cuando no imposibles de entender por un lector medio, pero tal vel no busquen ese lector medio y por eso les de lo mismo.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado septiembre 2010
    Gracias, Malube, no había visto las respuestas. Un día hablaremos de los localismos, que es otro tema peliagudo. Cien años de soledad los emplea con insistencia, pero a mí en la próxima edición no me dejan poner ni dos murcianismos jajajajaj.


    Bueno, otro consejo:

    EL ADJETIVO "HORROROSO" NO HACE HORROROSA UNA ESCENA

    Aquí va una pequeña reflexión sobre el género de terror, una más, aunque con los debidos matices se podría aplicar a cualquier tipo de género.
    A veces tengo entre manos una escena de terror y pretendo que sea impactante, o al menos que produzca sensaciones más allá de la descripción gore. Esto es muy difícil y depende de muchos factores que sería preciso analizar en otro momento. La cuestión que nos incumbe ahora es que, muchas veces, y esto lo he leído en muchos autores del género bastante conocidos, la inclusión de adjetivos “de género” en las oraciones no induce la debida emoción; y me estoy refiriendo a adjetivos del tipo: terrorífico, horroroso, terrible, espantoso, tremendo, escalofriante, etc.

    No quiero decir que estos adjetivos no puedan emplearse, pero sí que muchas veces solo aportan una trillada forma de contar una historia de suspense, de una manera forzada que no logra emocionar de verdad, aunque en sí misma no sea incorrecta. En ocasiones, si lo que se quiere es dar mayor presencia a una escena, vale más, por ejemplo, no adjetivar y dejar que el lector sienta a partir de una descripción austera. La “fuerza” expresiva de un relato suele provenir de cómo esté construida, con qué ritmo y con qué palabras (no calificativos como los enumerados arriba). Un ejemplo:

    (adjetivado, en negrita)
    ... Algo me devolvió a la impactante concreción de las formas: la terrible visión de una carretilla cargada de pedazos humanos similares a los que se removían ahora sobre el improvisado y siniestro mostrador, cuando el hacha caía de nuevo, produciendo ese espantoso sonido encharcado...

    (sin adjetivar)
    ... Algo me devolvió a la concreción de las formas: una carretilla cargada de pedazos humanos similares a los que se removían ahora sobre el improvisado mostrador, cuando el hacha caía de nuevo, produciendo ese sonido encharcado...

    Puede que en el ejemplo (he recortado mucho la escena para no extenderme demasiado) no se note mucho la diferencia de impacto con la supresión de los adjetivos, pero sí que se ve con claridad que son innecesarios y que para describir algo terrorífico muchas veces no es necesario insistir al lector con que está leyendo algo espantosamente terrorífico de la muerte.
  • WatasiWatasi Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado septiembre 2010
    Muchísimo mejor el segundo ejemplo, sí señor. Es difícil, y seguro que a veces le vienen muy bien los adjetivos, pero siempre hay que tener mucho cuidado con ellos. Y ya no digamos en poesía. Enemigo absoluto, aunque amigo en ocasiones. Pero... ¿cuándo es amigo? Ahí está el quid.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado septiembre 2010
    Yo en la poesía en verso es que me pierdo un poco, cuando la leo, a veces me siento como un chucho mirando un cuadro, jejeje, bueno, exagero un poco.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado octubre 2010
    CONSEJO 14 - UN ANTICONSEJO PUEDE SER UN BUEN CONSEJO

    Hay cosas que se supone no deben hacerse en una novela o relato. La interpelación al lector o una referencia demasiado familiar de los personajes son ejemplos de esto: dirigirse al lector (no digo ya haciendo juicios de valor sobre los personajes, lo cual sí sería grave), sino haciéndole partícipe de la historia directamente, como si le estuviésemos contando una historia a la luz de la hoguera en donde, en algún punto del relato, le preguntásemos “¿Y tú qué crees que va a pasar ahora?”; o también podríamos decir aquello de “nuestro protagonista hizo... (esto o aquello)”. En ambos casos, estamos ante formas de expresión anticuadas o inapropiadas en literatura. Eso dicen.
    En realidad, no me voy a meter en debates sobre lo apropiado o no. Hay gente que sigue empleando la descripción de personajes al estilo decimonónico, una síntesis en donde en unos pocos párrafos se detallen todos o casi todos los rasgos que necesitamos saber para “conocer” a un personaje concreto.

    La cuestión aquí es determinar cuándo un “anticonsejo”, es decir, apostar por lo “prohibido” o poco recomendable en literatura puede convertirse en un recurso válido. Tampoco hay una solución clara al respecto. Eso creo yo.
    Puede que, en ocasiones, busquemos determinado efecto haciendo que el narrador trate con familiaridad a los personajes y que haga copartícipe al lector. O puede que encontremos divertido y útil interpelarle, pedir su aprobación de una manera directa para reforzar la inseguridad del personaje que nos narra, o vaya usted a saber por qué motivos más.

    Esa es la cuestión: mientras seamos conscientes de los recursos que estamos empleando y de por qué lo hacemos, la cosa puede ir bien. Tal vez el resultado no convenza a mucha gente, tal vez sea un error. Pero, qué diablos, de vez en cuando podemos jugar con las letras, al más puro estilo Cortázar, si lo deseamos, y juntarlaspalabrasparavolverlocoallector... ¿Por qué no?

    Simplemente, hay que ser consciente del posible efecto que provocaremos. Unir las palabras durante demasiado tiempo puede ser agotador y resultar contraproducente para una buena lectura. No se trata de volvernos demasiado modernos porque sí y de saltarnos las normas de ortografía y de buscar excusas para escribir mal.

    Pero tampoco conviene ser dogmático en ningún momento. Recordad: un anticonsejo puede ser un buen consejo.
  • ZaratustraZaratustra Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado octubre 2010
    Zanbar escribió : »
    CONSEJO 14 - UN ANTICONSEJO PUEDE SER UN BUEN CONSEJO
    ¡Buen Dios!, ¡Un surrealista!




    Ps. gracias por los consejos.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado octubre 2010
    De nada, jejeje ;)
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado octubre 2010
    CONSEJO 15 - LO ABSTRACTO E INVISIBLE, LO CONCRETO Y VISIBLE

    Muy relacionado con esa recomendación básica de mostrar en lugar de decir, a veces estamos mostrando algo al lector, pero sin embargo seguimos utilizando términos abstractos, generales y poco visibles. Un ejemplo; supongamos que queremos dibujar una escena en la que el protagonista intenta, nervioso, encender la luz de una habitación. Estaríamos “diciendo” si hubiésemos escrito eso mismo: “El protagonista, nervioso, intenta encender la luz de la habitación”. La distinción entre decirlo así y “mostrarlo” ya la deberíamos haber aprendido bien de cualquier manual sobre cómo mejorar la escritura. Pero lo que nos importa ahora es de qué manera estamos “mostrando”. Atención a estas dos formas de hacerlo:

    - “... metió el brazo, buscó el interruptor y lo pulsó con torpeza”

    -“... metió el brazo y pulsó el interruptor a manotazos”

    En un texto completo se podrían haber añadido muchos detalles en esta línea y crear una sensación generalizada e intensa de nerviosismo, pero esas dos oraciones nos sirven para fijarnos en qué detalles nos conducen de lo general y abstracto a lo concreto y visible. En la primera, estamos mostrando al lector qué hace el personaje para encender la luz (buscar el interruptor y pulsarlo), hasta aquí todo bien. Sin embargo, dentro de este nivel de “mostrar” estamos a su vez explicando que lo hace con torpeza, pero ¿en qué consiste esa torpeza? No lo sabemos. En la segunda oración, por contra, le estamos indicando al lector exactamente qué hace el protagonista: dar manotazos para encender un interruptor. En un párrafo en el que además se reflejasen elementos de suspense, de acción, está claro que “dar manotazos” es exactamente lo que podría hacer alguien que está nervioso, puesto que normalmente, si uno está tranquilo y no sabe dónde está el interruptor, lo que hace es tantear hasta dar con él.

    Tampoco se trata de detallarle al lector si un personaje se hurga la nariz con el dedo índice o con el meñique, sino de no emplear conceptos demasiado generales cuyas definiciones expliquen las acciones de por sí, ya que eso genera una lectura distante, pobre, espesa y descolorida.
  • PilarPilar Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2010
    Este es uno de mis consejos preferidos. Y qué útil cuando lo usas bien. ;)
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado octubre 2010
    Gracias, Pilarín ;)
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado noviembre 2010
    - CONSEJO 16. LA DESCRIPCIÓN DEL PERSONAJE, ¿CUÁNDO?

    ¿Se debe describir física y psicológicamente al principio, de golpe, o hay que hacerlo progresivamente? Si yo quiero describir a un personaje con muchos tics, manías, cicatrices, tatuajes, prendas de vestir, además de toda clase de ideas y pensamientos, ¿cómo lo hago?

    Esto está relacionado con lo de “mostrar” y “decir” (esa regla básica de la escritura), de modo que podríamos decir cómo es nuestro personaje, al estilo decimonónico, al comienzo de la presentación del mismo, atribuyéndole adjetivos como que es astuto, mujeriego y muy apasionado, por ejemplo. O también podríamos mostrar cómo es en el curso de la acción, describiendo qué hace y dice, y si acaso qué piensa.

    Pues bien, la duda sigue siendo si conviene soltarlo todo desde el principio o si por el contrario, especialmente en una novela, es mejor ofrecer una pincelada cada vez. En el primer caso está claro que si el espacio del que disponemos es breve y tenemos que describir al personaje, lo haremos “diciendo” cómo es, y lo haremos con calificativos por norma general. Esto puede ayudarnos cuando es un personaje que no va a volver a aparecer o si creemos que conviene una descripción general y puntual para poner en situación al lector.

    Como todos los recursos, su uso depende siempre de la intención del autor. Yo prefiero mostrar cómo son los personajes en lugar de decirlo, salvo que sea una referencia que hace un protagonista sobre otro personaje que ni siquiera aparece en la historia pero al que se le menciona por un motivo u otro. Los personajes se van desarrollando, y es preferible dejar que el lector se haga una idea de cómo son conforme avanza la historia.

    Es como si un día te presentan a alguien y pretenden contarte en cinco minutos todo sobre esa persona. Parece un poco forzado, no contextualizado (podemos ser personas “distintas” en escenarios distintos), y además no nos permite profundizar en su psicología ni entender cómo evoluciona con la historia, cómo aprende.

    Por supuesto, tú puedes decir cómo es un personaje en líneas generales y al principio del texto o capítulo, y a lo largo de la historia mostrar lo que hace y aportar más información, pero yo, aunque depende del caso, me ahorraría esas presentaciones decimonónicas y el exceso de información inicial en resúmenes o ráfagas de calificativos.
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado diciembre 2010
    - CONSEJO 17. ESO ESTÁ MUY VISTO YA

    Evita lo manido y las frases hechas. Lo que escribes puede volverse impersonal (que no se diferencia de lo que ha podido escribir cualquier otro), las descripciones tópicas y prefabricadas (que muestran fotografías insulsas, como una postal con el mismo paisaje mil veces visto sin detalles de interés), los diálogos sin intensidad (conversaciones de culebrón, como si pronunciar la palabra “amor” sirviera para demostrar toda la intensidad de este sentimiento, en lugar de mostrarla con acciones concretas).

    Todo esto pasa cuando nos dedicamos a usar refranes, cuando hacemos comparaciones tópicas como “verde como una lechuga”, cuando siempre usamos las mismas marcas y los mismos orígenes para todo (puros cubanos), cuando usamos expresiones prefabricadas como “llorar como una magdalena”.

    A veces escribimos cosas de carrerilla y nuestra forma habitual de expresarnos y los conceptos que hemos aprendido, y también las coletillas, nos salen de forma natural, y ayudan a que expresemos una idea con fluidez e incluso con gracia. Pero creo que en una revisión del texto debemos detectar este tipo de topicazos y emplear términos más personales, más concretos, más originales quizá. Un buen ejercicio para esto es contradecir el tópico: que no todos los ricachones conduzcan un Mercedes o un BMW, que no todas las aguas de una playa paradisíaca sean “aguas cristalinas”, que no todos los personajes expresen su amor diciendo siempre lo mismo (“no sabes cuánto te quiero, amor mío”).

    Y como en toda regla o recomendación, siempre hay excepciones cuando las usamos de manera deliberada para lograr un efecto determinado (ver “Un anticonsejo puede ser un buen consejo”). ¿Qué tal si queremos describir a un personaje que se encuentra en la típica fiesta con la típica gente que hace lo de siempre y a él le aburre sobremanera?
  • WatasiWatasi Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado enero 2011
    Grande. Sigue recordándonos datos de interés. ;)
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado enero 2011
    Gracias ;-)
  • Lectora_AnnaLectora_Anna Anónimo s.XI
    editado enero 2011
    Muchas gracias por los consejos :) sin duda, serán de gran ayuda (con rima y todo) :p
  • ZanbarZanbar San juan de la Cruz XVI
    editado enero 2011
    De nada, espero que sirvan a los demás como me sirvieron a mí cuando los aprendí ;)
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