Hoy en el alto Ebro se vendimia bajo la lluvia destilada. Las máquinas exprimen la vid, mientras el trigo intenta despertar tras la última batalla. Algunas espigas sobreviven orgullosas y se dejan bañar por el agua de otoño mientras la tierra se prepara para los primeros fríos. Ya sabes que hace años que las máquinas sustituyeron los brazos, hace años que se guardaron los aperos de vendimia, hace años que llegaste a esta tierra mamá. Mañana volveré a casa y aunque llueva, respiraré el sol escondido antes de abrazarte. Hoy saldré pronto del trabajo para comprarte un regalo, y te sonreiré desde la distancia antes de irme a dormir. En el desayuno te oiré al compás de la cafetera y reconoceré tus manos en la bolsa del pan. Te echo tanto de menos ahora que no compartimos nuestros silencios, ahora que no me cepillas el pelo, ahora que no ves lo guapa que salgo todos los días de casa. Cada vez duermo más, al principio me costaba superar la lejanía, y abría todas las ventanas intentando oíros y apretaba los párpados con rabia hasta que el cansancio daba paso a los sueños obligados. Imagino que ahora en el pueblo los remolques llenos de uva os tendrán entretenidos, ya queda menos para acabar, el invierno se acerca y el campo también tiene que dormir. Ya iremos juntas a ver como cae la uva, y me cuentas otra vez las historias del pasado, ese pasado que viví y que no recuerdo.
Los viernes se abre nuestro mundo mamá, los viernes me saben a confitura de mora, los viernes siempre me ves más delgada. Ya queda menos para verte y para despedirme nuevamente de ti.
Comentarios
gracias por escribir.
un beso.
Cada día escribes mejor amiga mía!!
Besos
Dorchy
Gracias por compartirlos.
Un fuerte abrazo.
Gracias por el deleite que me han producido tus palabras
Saludos, Lilitu