Descarna al corazón
el reflujo de los adioses.
Ácido, como el individuo que mora en mí.
Taciturna la luz en las lámparas.
Senil el infortunio, ebrio de maldad.
Y, todo a tientas
se vuelve difuso
como cristal abigarrado
como los miedos que vuelven
y desvelan fechorías marchitas.
Y yo,
somnier insomne,
madriguera en espera
al milagro de lo porvenir,
amilanada aquí, en infortunio
vivo otros cuerpos
muero otras vidas.
Comentarios
Saludo. Muchos abrazos, linda.
tanta yema que casi rosa sus letras
&
admito
fechorías marchitas.
Y alguna otra que estan en esta misma poesia suya me resultan tan sublimes, que no entiendo como pasan tan desapercibidas para los demas, aunque intuyo que no existen los demas, ahi debe estar el asunto.
Que la paz siempre esté contigo...
Recibe, desde México, un abrazo.
Gracias digo.le mientras sigo leyendo_la-
Ifigenia, no la había visto por aquí...me alegra que le guste.