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Despertar

HazygnomeHazygnome Anónimo s.XI
editado febrero 2010 en Narrativa
He aquí un ejercicio que nos encargaron en el curso de Escritura Creativa al que estoy asistiendo. Cada alumno planteaba un conflicto y otro alumno debía escribir un relato sobre él.

A mí me tocó un tema muy manido: una persona que cree estar viva, pero en realidad está muerta. ¿Os suena? :D

Esto es lo que escribí. El espacio estaba limitado a un máximo de dos páginas. A ver que os parece. Luego os diré qué opinó el profesor... :rolleyes:



Debo haberme quedado dormido. No he oído el despertador. ¡Pero estoy tan cansado! Cinco minutos más. Sólo cinco minutos más, y abriré los ojos para comprobar la hora y rodar fuera de la cama, como cada mañana, ir a lavabo y cumplir con el aburrido ritual de todos los días: Aliviar la vejiga, cepillarme los dientes, ducharme, ponerme desodorante, echarme colonia en el pelo y volver a la habitación para ponerme el disfraz de persona con que me presento todos los días en la oficina.
¡Pero hoy estoy tan cansado!
Recuerdo que anoche me sentía mal. La cabeza se me iba cuando levantaba la mirada, y una indefinible angustia me bailaba en la boca del estómago. Creo que tenía algo de fiebre. Ahora no. No siento dolor, ni malestar, ni mareo. Sólo cansancio.
Abro los ojos. O eso creo. Nada cambia. La oscuridad sigue ahí, impertérrita, espesa, pesada como las mantas con las que me refugio del frío invierno. Qué extraño. Ya debería ser de día. La luz de la mañana debería derramarse sobre mi cama, a través de las rendijas de la persiana y la fina tela de la cortina, permitiéndome hacer el inventario diario de los objetos inútiles que llenan mi habitación. Lo primero que suelo ver es la cómoda, plantada frente a los pies de mi cama, gobernada por un gran espejo que me tortura con la imagen desvaída de un rostro que se marchita lenta pero visiblemente con el paso de los meses. Luego mis ojos resbalan invariablemente hacia la mesita, hacia el despertador que me indica la dirección a seguir con sus brazos, como un guardia urbano en un cruce. Finalmente son las zapatillas las que me miran con impaciencia y algo de irritación por mi pereza, hasta que no puedo soportar su reproche y las acallo con mis pies.
Pero no esta vez. No veo nada. No oigo nada. La presión del aire en mis oídos es más fuerte de lo normal, como si estuviera en un lugar pequeño y cerrado.
Voy a encender la luz. Tal vez no es tan tarde como creía, y me he despertado de madrugada. No sería la primera vez. De cuando en cuando, el insomnio se ríe de mí y me tortura con largas horas de inútil lucha por recuperar el sueño que sé que voy a necesitar para afrontar el día, y su cómplice el despertador remata la faena rompiéndolo cuando por fin consigo encontrarlo. Tal vez sea una de esas malditas noches.
No encuentro el interruptor. Mejor dicho, no siento mi brazo. No sé si lo he movido. Es como si no lo tuviera. No sé qué me pasa. Debo despertar. Tengo que levantarme, e ir a trabajar. Debo volver a la rutina que odio, pero que me tranquiliza con su acostumbrada normalidad.
Me estoy poniendo nervioso. Intento respirar hondo para tranquilizarme, pero mi pecho no se mueve. No noto el cosquilleo del aire en mi nariz. Tampoco siento el latido de mi corazón, al que el miedo debería llevar al galope en estos momentos. Lo único que hay es silencio, y negrura.
Creo que estoy muerto.
Sí, eso debe ser. Estoy muerto y enterrado. Y sin embargo, mi mente sigue funcionando. ¿Esto es lo que llaman la otra vida? ¿Y ahora qué va a suceder? ¿Vendrán los ángeles a buscarme para llevarme al Reino de los Cielos? ¿O serán los demonios los que me arrastren al infierno para torturarme por toda la eternidad? Tal vez no ocurra nada. Tal vez me quede así para siempre, a solas con mis pensamientos, hasta que el tedio se haga tan insoportable que anhele la extinción con todas mis fuerzas. Es una perspectiva espantosa.
¡Un momento! Oigo algo. Un rumor encima de mí. Intento concentrarme en él. Suena como si alguien escarbara. Cada vez es más fuerte. ¿Me estarán exhumando? Tal vez he sido asesinado, y el juez ha ordenado que me saquen para comprobar de nuevo las causas de mi muerte. O tal vez sean saqueadores de tumbas. Pero yo nunca he poseído nada de valor. ¿Por qué alguien se molestaría en sacarme de aquí?
Oigo un golpe seco, de metal contra madera. Han llegado hasta mí. Ahora sé que tengo los ojos abiertos. Noto la sequedad en ellos, pero no consigo parpadear. Otro golpe. Ruido de madera rota. Y de repente, la luz.
Un disco plateado me ilumina la cara. Tras unos segundos de desconcierto, reconozco la luna llena. El cuello me arde, e instintivamente me llevo la mano a él. Al fin puedo moverme. Las yemas de mis dedos palpan en él dos cráteres redondos.
La luna se oculta por una cara aún más pálida que ella. Dos ojos negros como la noche me escrutan con ironía, acompañados de una sonrisa de colmillos puntiagudos.
-¡Bienvenido a la muerte, hermano!

Comentarios

  • ausenteausente Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado febrero 2010
    Me había gustado hasta que llegué al final. Pensé en un relato existencial pero obviamente es culpa mía.
    Sin embargo, y dejando de lado que no me agraden los cuentos, escribes muy bien. Me tuviste leyendo con mucho interés y sin pensar que algo pudo haberse escrito mejor (sólo creo que me hubiese gustado un contexto distinto pero eso es cosa de uno).
    Muy buen trabajo a mi parecer.
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado febrero 2010
    Tecnicamente está bien escrito, pero las sensaciones descritas y el entorno no van más allá de un consabido relato vampírico.
  • HazygnomeHazygnome Anónimo s.XI
    editado febrero 2010
    Ciertamente el desenlace no es nada original, pero tenía que ceñirme al tema planteado y la verdad es que está tan explotado que no se me ocurrió nada más.

    En realidad el objetivo del ejercicio era analizar la estructura del relato y buscar en ella fallos o cosas que se pudieran mejorar. El profesor me sugirió que habia dado la respuesta demasiado pronto (cuando el protagonista llega a la conclusión de que está muerto) y que debería haber mantenido la ambiguedad hasta el final, para mantener la tensión del lector.

    Gracias por vuestros comentarios.
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado febrero 2010
    Pienso que con tu capacidad estilística te puedes permitir ir más allá de un tema obligado, herramienta no te falta. ¡Ánimo!
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