Levanto la cabeza de mi ordenador, y ahí está, inquisitivo, sin quitarme sus ojos de enmedio, en un duelo de miradas digno de Western. Es Ramírez, compañero de trabajo; seco en el trato, frío en sus palabras, sarcástico e individualista. Hoy se ha atrevido a mirarme fijamente, con sus ojos de comadreja, negros y pequeños.
Llevamos con este singular cara a cara cinco minutos, y es cuando descubro el hilo de sangre asomando por su boca, seguido de una convulsión violenta, para acabar en el suelo.
Tengo que dejar de matar a mis compañeros de trabajo cada vez que me retan con la mirada...
Comentarios
Tú deja de matarles, yo te tomo el turno y empiezo con los míos.
Al que te refieres entiendo que no le pilles la gracia, pues fue un burdo intento de hacer algo de escritura automática; es decir, escribir lo primero que te venga a la cabeza e intentar hacer una especie de relato. De esos tengo muchos, y sigo entrenando duro para ver si en el futuro sea capaz de depurar esta técnica de la escritura automática jejeje.
Y éste, pues lo he definido como género negro por aquello de la muerte y las miradas asesinas; pero sí, también podría considerarse algo humorístico. Para gustos, los colores.
Gracias por tus comentarios, y no mates demasiados en tu turno
Saludos