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Reflexiones en un martes de tristeza.

Hola buen día, soy nuevo en el foro y en el ejercicio de escribir, aprovecho mis primeras incursiones para compartir un texto que preparé hace algún tiempo atrás. Muy interesante el espacio, saludos a todos.



Reflexiones en un martes de tristeza:

 

Que haces joven muchacho, escondido en un cuarto de luces falsas, mirando la pantalla de un monitor. Sintiendo como se consume tu vista poco a poco, completando planillas, haciendo números, escribiendo informes.

¿Es este el camino de la felicidad?

¿Al final del recorrido me espera la dicha, el conocimiento, podré ver la profundidad del alma humana y aprender que soy?

¿Esta es la tierra prometida que los textos bíblicos tanto alardean?

¿Una oficina en la ciudad? ¿Eso es? ¿De qué me perdí?

En qué giro hice la vista gorda que ahora me carcome la idea de que todo lo que estoy haciendo está mal, por dónde empezar… ¿Con quién hablar o dónde buscar?

¿Es esto lo que sentían los maestros de la música, la escultura, las letras y tantos otros que parecían vivir eternamente atormentados? Mera superficialidad en la existencia. Por lo menos ellos eran genios en su arte, yo a duras penas puedo pagar las cuentas a tiempo. ¿Es este el final del anhelo de las personas? Dejemos de querer cambiar el mundo y pensemos en ser un poco más realistas, más terrenales. Consigue un buen sueldo, busca una mujer, invierte, has ejercicio, ten un seguro y busca una tarje con la cual comprar cosas.

Me duele la cabeza, me duele mi propia angustia, veo a los demás y no tienen color, es como si quedara solo el contorno de algo que fueron, que dejaron de ser.

¿Yo también me estoy perdiendo? ¿Es este el principio del fin? ¿Cómo se siente cerrar los ojos por última vez y dejar de querer ser alguien diferente?

O acaso debo levantarme e irme en este instante… ¿Es eso? ¿Tengo que quemarlo todo y buscar la verdad? Buscar el conocimiento, la fuente de mi anhelo es ver la verdad detrás de toda máscara, más allá de las luces y sonidos turbulentos, pero estoy acá, escondido en un puesto estable de trabajo. Mi pequeña caja donde todo lo sé y todo lo veo, no controlo nada porque nada es real, pero los pequeños hilos que me toca mover son míos o eso parece.

Me duele pensar, me duele la vista, creo que tengo demasiada exposición a las pantallas. ¿la gente vive con dolor de cabeza? No lo parece. ¿acaso si me entrego voy a dejar de sentir? Asi podría reírme de programas de tv superfluos y aberrantes. Tal vez mi camino es la droga, todo es una droga últimamente. ¿Siempre fue así? Si, tal vez debería dormir así, inducido de por vida, entendiendo que no debo entender, que entender es doloroso y es inútil sentir ese dolor. Pasar los años de un confort en otro, sin ver demasiado, ni sentir por más intenso que sea, y así despertar algún día siendo viejo, sabiendo que la vida ya pasó y no estuvo tan mal.

¿Esta es la tierra prometida? ¿Siendo una persona funcional la encontraré?

Me sigue doliendo la cabeza, ayer me tomé una pastilla para dejar el dolor por un rato. Me angustia, quiero llorar. ¿cómo salgo de este lugar?

Es todo tan perfectamente hecho para no poder bajar, con solo unos días de rebeldía se desperdicia una vida entera de trabajo, es una cadena que no se ve ni se escucha. Sos libre de hacer lo que quieras es la mentira más horrible que te puedan decir en este lugar. No somos libres de hablar, ni de ir, ni de actuar, casi ni de pensar a no ser que sea necesario para una función que les sea de provecho.

Somos libres de hacer lo que nos dicen o asumir las consecuencias, esa es nuestra libertad.

¿Nuestro espíritu muere en ese camino? ¿Seguimos siendo algo después de obedecer al todo?

Mi madre trabajó toda su vida, ahora cojea, no tiene fuerzas y siempre está cansada como hundida en un profundo trance. ¿Ella está muerta? ¿Se puede morir en vida? ¿Estoy angustiado porque yo también muero lentamente?

¿O solo me quejo de lleno? Hay gente que muere de hambre, enfermedad y frío en el mundo. ¿Qué derecho tengo de sentirme sufrido?

Ya es tarde, acabo de pedir algo de comer, creo que solo eso nos queda, comer, alcoholizarnos y buscar el placer sexual hasta el hartazgo. Deformándolo todo sin asco, comiendo hasta matar todo, tomando hasta vomitar, retorciendo el sexo hasta sacar las últimas gotas de algo que ya está desfigurado en montones de morbos y degradaciones. Sacar el placer de todo porque nada nos llena. ¿Se supone que acá voy a encontrar la paz en mi interior? Entender los mecanismos del universo, los principios fundamentales de la vida, las innumerables interconexiones entre los seres vivos de la tierra. ¿se aprenden desde un puesto gerencial?

¿El dinero da poder y el poder da paz mental o profundidad en el ser? ¿Así funciona?

El sistema está mal, yo estoy mal, no quiero más, ya nada tiene sentido, nada vale ni me llega de alguna forma. Incluso el dolor ajeno me desliza, me cuesta sentir empatía, es un esfuerzo, un gasto de energía que apenas tengo, pensar si lo que el otro dice es válido o no, si puedo ayudar, si debería, todo es tan falso, tan extraño. Es un lugar lleno de apariencias donde nada es realmente lo que muestra ser, hay que leer entre líneas o te podes sentir estafado en un instante. Es cansador, y no tengo energía más que para hacer algunas pequeñas cosas por mí mismo. Lo demás se lo lleva el trabajo, mi tiempo, mi energía, mi paciencia, mi voluntad. Mi amada voluntad, de la que presumí tantas veces ahora es una cosa gris y flácida que espera a que sea el tiempo y el lugar indicado para mover este cuerpo.

Qué hago, que soy además de un empleado, cuando dejé de ser, tal vez nunca fui nada, nací en esta ciudad, ella me crió a su imagen y semejanza, ahora soy un ladrillo más que se queja de ser cuadrado, que ironía la del bloque que no quería ser parte del muro.

Creo que soy una máquina que hicieron en algún momento, tal vez no nací así, pero si me hicieron de a poco, ahora no sé qué es mi voluntad y que es una voluntad ajena. ¿esto que pienso es lo que me enseñaron a pensar?

La austeridad humana es el precio de las civilizaciones modernas. Un alma austera pesa menos y es más fácil de llevar. ¿Esa es una máxima inevitable con la que hay que vivir?

Recuerdo un tatuaje que vi en alguien alguna vez, decía “este corazón no está envenenado”. Tal vez si lo está, quizá todos tenemos un poco de veneno dentro y simplemente seguimos caminando con él. ¿Eso es mi dolor? ¿Solo debo acostumbrarme con el tiempo? Enfocarme en mis pequeños placeres, engullir lo que me den sin saber qué es, de donde viene, porqué, qué soy, qué somos, qué quieren de nosotros, qué pudimos haber sido…

Hoy mi angustia me aprieta el cuello y se forma un nudo en mi garganta, tal vez mañana también sea así, pero si lo pienso, incluso esto me es útil. Es un recuerdo, una promesa, una certeza de que algún día voy a estar parado del otro lado de la calle, donde la luz es del sol y no de un artefacto eléctrico. Quizá ahí no hallan más verdades de las que hay en este lugar, tal vez el conocimiento existe más allá de todo sitio, pero cuando ese día llegue y vea desde afuera mi caja con hilos, sé que algo nuevo voy a aprender, ese día algo de mi humanidad volverá a estar conmigo.


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