Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla (17 febrero 1836, y falleció en Madrid, 22 diciembre 1870), pero era más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, que fue un poeta y narrador español perteneciente, importantemente, al movimiento del Romanticismo, aunque la historiografía literaria concuerda en que realmente pertenece al Posromanticismo, por fechas, temas y estilo literarios. En vida ya alcanzó fama, pero solo después de su muerte y tras la publicación del conjunto de sus escritos obtuvo el prestigio que hoy en día tiene, merecidamente.
Su obra más célebre es "Rimas y Leyendas", un conjunto de poemas dispersos y relatos reunidos en uno de los libros más populares de la literatura hispana.
Lástima que estos cuatro eminentes poetas murieran tan jóvenes
Miguel Hernández Gilabert. Nació 30 octubre 1910 Orihuela - Falleció 23 marzo 1942 Alicante. 31 años
Federico García Lorca Nació 5 junio 1898 Fuente Vaquero - Falleció 18 agosto 1936 Granada. 38 años
Antonio Machado Ruiz Nació 25 julio 1875 Sevilla - Falleció 22 febrero 1939 Colliure (Francia). 61 años
Gustavo Adolfo Bécquer Nació 17 febrero 1836 Sevilla - Falleció 22 diciembre 1870 Granada. 34 años
Hace más sorprendente lo que vivieron (o cómo lo vivieron) y escribieron en tan corto espacio de tiempo. Y no sólo el tiempo sino las circunstancias. De Bécquer lo que más me gusta son las "Cartas desde mi celda" , que escribió aquejado por la enfermedad. Y Miguel Hernández, tan joven, compuso algunos de los mejores poemas en la cárcel.
Me ha sorprendido la edad tan temprana de la muerte de Machado. Le hacía mayor, creo que por las famosas últimas fotos de Colliure.
Como yo del amor me entrego a la corriente y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado, mi corazón, y estrecho contra mí , locamente, un ser idolatrado.
Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza forma, que puede helarse de pronto, sombra vana, y que ese corazón de llama y ceniza será polvo mañana.
Y que no saldrá nada. Ni una chispa siquiera que se huya a esa mansión romántica imposible... Polvo no más, y acaso una piedra ligera con la muerte impasible.
Y han de venir serenos en la postrera hora cuando la carne del espíritu se evade, ante aquellos despojos donde el alma no ora ¡a hablar de eternidades!.
¡La eternidad! Extraña y tremenda amenaza al amante que gime destrozado en su duelo; lanzarle aquella frase que enloquece y abrasa: ¡la eternidad, el cielo!
¡El cielo aún ! detrás de aquel hoyo profundo ¿se abriría al objeto de mi pasión celosa? No quiero, entre ella y yo, los abismos de un mundo, basta con una fosa.
Se me replica en vano para calmar mi llanto el ser del cual la muerte sin piedad te separa. ¿Qué dirías si el cielo que tú maldices tanto, por fin, te lo entregara?
Entregármelo ¡oh Dios!. mas, distinto, cambiado, con otros pensamientos y otro amor diferente, sin que quedara en él nada del ser amado ¡y amado locamente!
¡Ah, no! ¡Qué todo muera con ella! Lo prefiero y no encontrarla nunca, no verla nunca más; que el dolor que en sus garras me destroza prefiero ¡al consuelo que das!
Y ahora, cuando siento bajo leve caricia mi corazón que vivo palpita apresurado, mientras sobre hondo caos, en olas de delicia le mantengo estrujado.
Sin pesares inútiles y sin amargas quejas me dejo así mecer por la cruel realidad. No quiero, ¡oh, Dios! que , loca quimera, por mí tejas tu absurda eternidad.
¿Qué haría yo de aquel más allá insoportable yo, que no soy sino ternura y vehemencia? Mi cielo está aquí abajo, horrible o adorable. ¡No quiero tu clemencia!
Durar no es nada, al fin, madre naturaleza, y si el amor se enciende bajos tus hondos ritos que importa el ser fugaces, si habemos la certeza ¡que somos infinitos!.
Voluptuosidad es sublime heroísmo lanzar en el vacío la mirada perdida. Se ama más hondo cuando se ama sobre un abismo. donde oscila la vida.
Cuando venga la muerte y este lazo invisible se deshaga de pronto que nos sujeta ahora y sienta yo en el alma la agonía terrible de su postrera hora, tendré valor. Mi propio dolor me dará brío ante lo que nos va por siempre a separar. Y habrá bastante amor este corazón mío ¡para nada esperar!
María Monvel
(Curioso que hayas plasmado algo de la gran poetisa chilena Ercilia Brito Letelier (ella (escribía bajo el seudónimo de María Monvel). Ese poema "Palabras de un amante" lo presenté yo (coma basa principal), unido a unos pareados míos, en el Ateneo de Sevilla, en el año 1975 o 1976. ¡Me encantan los pareados, y más todavía los pareados dobles en una misma estrofa!)
Esa mano que muere no está sola. El anillo dorado la devuelve a una danza de bodas y a sus giros. A una siesta de parrales ardientes. A los vinos guardados para las grandes fechas. Está el metal redondo sosteniendo que todo fue verdad. El anillo de bodas de mi padre, en la mano, en la vida de mi padre. En el día de la muerte de mi padre.
Suena mi oscura juventud y suena
mi corazon extrañamente grave.
Es silencioso Dios. Yo no. Quién sabe
por qué esta y tanta cantidad de pena.
Parece que es dolor lo que me llena
hasta la altura de los ojos. Cabe
vida y muerte en mi voz, pero no hay llave para abrir el amor; sólo hay cadena.
Lumbre lejana que me estás quemando
y no me dejas verte y no me tocas:
esto es un hombre, pero está llorando.
Solo quiere vivir, pero en caliente.
Dime: ¿qué hago con las ganas locas
de ser agua en la sed, sed en la Fuente?
Y que yo me la lleve al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena, yo me la lleve del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. La regalé un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río.
No necesito un hijo que me quiera, ni que sea feliz, ni hermoso, ni que triunfe y me sonría, ni un hijo que me cuide, me proteja, me tutele. Necesito, simplemente, un hijo que me sobreviva y al que poder amar hasta el final. Si me faltara, ¿qué haría yo con tanto amor como me crece para él cada mañana?
Cada vez que te sientas a escribir el poema, te tiembla la mano. Es la resistencia que hay en ti y que se tensa como una cuerda que se opone a tu necesidad y a tu deseo. Sabes que no es solo tuya, que sin este temblor, el poema nunca explotaría en el corazón de nadie.
El amor no lo es todo: no es comida ni bebida Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia; Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse; El amor no puede llenar de aire el pulmón herido Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido; Aun así, en este instante en que te hablo Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor. Podría ser que en un momento difícil, Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad, Vendiese yo tu amor por un poco de paz, O cambiara la memoria de esta noche por comida. Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.
El amor no lo es todo: no es comida ni bebida Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia; Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse; El amor no puede llenar de aire el pulmón herido Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido; Aun así, en este instante en que te hablo Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor. Podría ser que en un momento difícil, Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad, Vendiese yo tu amor por un poco de paz, O cambiara la memoria de esta noche por comida. Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.
Adelantada a su tiempo: culta, lectora, viajera, amante de las artes y amiga de los escritores e intelectuales más destacados de la Granada del siglo XX. Sin embargo, su figura ha sido silenciada hasta ahora; la eterna secundaria de los libros, un personaje al que los biógrafos e historiadores no dieron demasiada importancia, nunca en el papel principal. Emilia actuó como un faro para iluminar a personalidades que formaron parte de la popular tertulia de El Rinconcillo, y tuvo un papel destacado en hechos dramáticos que han marcado un antes y un después en la historia, como la detención y el asesinato de Federico García Lorca, al que idolatró hasta el fin de sus días.
Durante casi cinco años la escritora y profesora granadina Lola Manjón ha buceado en cientos de documentos y cartas para escribir el libro Emilia Llanos Medina. Una mujer en la Granada de Federico García Lorca (Editorial Comares), una publicación que acaba de ver la luz. El libro está estructurado en cuatro partes que nos acercan a la vida de una mujer extraordinaria: Retratos de Emilia, un recorrido desde 1885 hasta 1917; Antes de 1917, un retrato de Emilia a través de los documentos familiares; 1917-1936, en la que se reconstruye la vida de Llanos gracias a las cartas de amigos e intelectuales de la época; y una última, Después de agosto del 36, un resumen de su vida desde esa fecha hasta su muerte.
En 2018, se cumple un siglo del primer encuentro con García Lorca, con quien tuvo una gran amistad. Con Juan Ramón Jiménez mantuvo correspondencia y quedan retratos juntos en sus visitas a Granada. Queda reflejada su amistad con el pintor Ismael García de la Serna; sirvió de conexión entre Falla y Lorca, cuando tuvieron diferencias notables.; el fotógrafo catalán Mas, se vinculó con los intelectuales granadinos, a través de Emilia.
Ella se sintió culpable por no haber subido a avisar a Falla, para salvar a García Lorca. Tras un largo tiempo de silencio, dio valiosa información y documentos al investigador Penon, y apoyó activamente la creación de la Casa Museo Manuel de Falla.
Nacida en las tierras de olivos de Villanueva, Emilia Llanos murió en Granada, “la mujer que miraba los chopos encendidos” (contraportada del libro y texto Diario Ideal 14 de enero de 2018) . La Moraleja 85
En 2018, se cumple un siglo del primer encuentro con García Lorca, con quien tuvo una gran amistad. Con Juan Ramón Jiménez mantuvo correspondencia y quedan retratos juntos en sus visitas a Granada. Queda reflejada su amistad con el pintor Ismael García de la Serna; sirvió de conexión entre Falla y Lorca, cuando tuvieron diferencias notables.; el fotógrafo catalán Mas, se vinculó con los intelectuales granadinos, a través de Emilia.
Ella se sintió culpable por no haber subido a avisar a Falla, para salvar a García Lorca. Tras un largo tiempo de silencio, dio valiosa información y documentos al investigador Penon, y apoyó activamente la creación de la Casa Museo Manuel de Falla.
Nacida en las tierras de olivos de Villanueva, Emilia Llanos murió en Granada, “la mujer que miraba los chopos encendidos” (contraportada del libro y texto Diario Ideal 14 de enero de 2018) . La Moraleja 85
Según un historiador de Granada capital y con seudónimo "granaíno", Federico García Lorca sentía atracción física por Emilia Llanos Medina. Esto es de novedad porque es sabido que el famoso poeta era de tendencia homosexual
Comentarios
Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla (17 febrero 1836, y falleció en Madrid, 22 diciembre 1870), pero era más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, que fue un poeta y narrador español perteneciente, importantemente, al movimiento del Romanticismo, aunque la historiografía literaria concuerda en que realmente pertenece al Posromanticismo, por fechas, temas y estilo literarios. En vida ya alcanzó fama, pero solo después de su muerte y tras la publicación del conjunto de sus escritos obtuvo el prestigio que hoy en día tiene, merecidamente.
Su obra más célebre es "Rimas y Leyendas", un conjunto de poemas dispersos y relatos reunidos en uno de los libros más populares de la literatura hispana.
poetas murieran tan jóvenes
Miguel Hernández Gilabert.
Nació 30 octubre 1910 Orihuela - Falleció 23 marzo 1942 Alicante. 31 años
Federico García Lorca
Nació 5 junio 1898 Fuente Vaquero - Falleció 18 agosto 1936 Granada. 38 años
Antonio Machado Ruiz
Nació 25 julio 1875 Sevilla - Falleció 22 febrero 1939 Colliure (Francia). 61 años
Gustavo Adolfo Bécquer
Nació 17 febrero 1836 Sevilla - Falleció 22 diciembre 1870 Granada. 34 años
Hace más sorprendente lo que vivieron (o cómo lo vivieron) y escribieron en tan corto espacio de tiempo. Y no sólo el tiempo sino las circunstancias.
De Bécquer lo que más me gusta son las "Cartas desde mi celda" , que escribió aquejado por la enfermedad. Y Miguel Hernández, tan joven, compuso algunos de los mejores poemas en la cárcel.
Me ha sorprendido la edad tan temprana de la muerte de Machado. Le hacía mayor, creo que por las famosas últimas fotos de Colliure.
Bocas de ira
Miguel Hernández
María Monvel
Palabras de un amante
Como yo del amor me entrego a la corriente
y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado,
mi corazón, y estrecho contra mí , locamente,
un ser idolatrado.
Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza
forma, que puede helarse de pronto, sombra vana,
y que ese corazón de llama y ceniza
será polvo mañana.
Y que no saldrá nada. Ni una chispa siquiera
que se huya a esa mansión romántica imposible...
Polvo no más, y acaso una piedra ligera
con la muerte impasible.
Y han de venir serenos en la postrera hora
cuando la carne del espíritu se evade,
ante aquellos despojos donde el alma no ora
¡a hablar de eternidades!.
¡La eternidad! Extraña y tremenda amenaza
al amante que gime destrozado en su duelo;
lanzarle aquella frase que enloquece y abrasa:
¡la eternidad, el cielo!
¡El cielo aún ! detrás de aquel hoyo profundo
¿se abriría al objeto de mi pasión celosa?
No quiero, entre ella y yo, los abismos de un mundo,
basta con una fosa.
Se me replica en vano para calmar mi llanto
el ser del cual la muerte sin piedad te separa.
¿Qué dirías si el cielo que tú maldices tanto,
por fin, te lo entregara?
Entregármelo ¡oh Dios!. mas, distinto, cambiado,
con otros pensamientos y otro amor diferente,
sin que quedara en él nada del ser amado
¡y amado locamente!
¡Ah, no! ¡Qué todo muera con ella! Lo prefiero
y no encontrarla nunca, no verla nunca más;
que el dolor que en sus garras me destroza prefiero
¡al consuelo que das!
Y ahora, cuando siento bajo leve caricia
mi corazón que vivo palpita apresurado,
mientras sobre hondo caos, en olas de delicia
le mantengo estrujado.
Sin pesares inútiles y sin amargas quejas
me dejo así mecer por la cruel realidad.
No quiero, ¡oh, Dios! que , loca quimera, por mí tejas
tu absurda eternidad.
¿Qué haría yo de aquel más allá insoportable
yo, que no soy sino ternura y vehemencia?
Mi cielo está aquí abajo, horrible o adorable.
¡No quiero tu clemencia!
Durar no es nada, al fin, madre naturaleza,
y si el amor se enciende bajos tus hondos ritos
que importa el ser fugaces, si habemos la certeza
¡que somos infinitos!.
Voluptuosidad es sublime heroísmo
lanzar en el vacío la mirada perdida.
Se ama más hondo cuando se ama sobre un abismo.
donde oscila la vida.
Cuando venga la muerte y este lazo invisible
se deshaga de pronto que nos sujeta ahora
y sienta yo en el alma la agonía terrible
de su postrera hora,
tendré valor. Mi propio dolor me dará brío
ante lo que nos va por siempre a separar.
Y habrá bastante amor este corazón mío
¡para nada esperar!
María Monvel
(Curioso que hayas plasmado algo de la gran poetisa chilena Ercilia Brito Letelier (ella (escribía bajo el seudónimo de María Monvel). Ese poema "Palabras de un amante" lo presenté yo (coma basa principal), unido a unos pareados míos, en el Ateneo de Sevilla, en el año 1975 o 1976. ¡Me encantan los pareados, y más todavía los pareados dobles en una misma estrofa!)
Ercilia Brito Letelier (María Monvel)
Esa mano que muere
no está sola.
El anillo dorado
la devuelve
a una danza de bodas
y a sus giros.
A una siesta
de parrales ardientes.
A los vinos
guardados
para las grandes fechas.
Está
el metal redondo
sosteniendo
que todo fue verdad.
El anillo de bodas
de mi padre,
en la mano, en la vida
de mi padre.
En el día de la muerte
de mi padre.
Susana Cabuchi (1948-)
.
.
.
María Monvel: no conocía hasta ahora a esta poeta, es maravillosa.
Me recuerda mucho a Storni en la mezcla del tono pasional y la melancolía.
"¿Qué haría yo de aquel más allá insoportable
Tengo dos hijos,
y tengo
Suena mi oscura juventud y suena
mi corazon extrañamente grave.
Es silencioso Dios. Yo no. Quién sabe
por qué esta y tanta cantidad de pena.
Parece que es dolor lo que me llena
hasta la altura de los ojos. Cabe
vida y muerte en mi voz, pero no hay llave para abrir el amor; sólo hay cadena.
Lumbre lejana que me estás quemando
y no me dejas verte y no me tocas:
esto es un hombre, pero está llorando.
Solo quiere vivir, pero en caliente.
Dime: ¿qué hago con las ganas locas
de ser agua en la sed, sed en la Fuente?
Antonio Gamoneda"Cecilia". Antonio Gamoneda
Nanas de la Cebolla
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel Hernández
La casada infiel
Y que yo me la lleve al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua me
sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la lleve del río.
Con el aire se batían las
espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Federico García Lorca
Tus hombres blancos,
ni pueden hacer que los Cristos vuelvan a
hacer el bien con el sangrado.
Nosotros somos los que sangramos.
¡Apártate! ¡No ayudamos en nuestra pérdida!
Somos demasiado pesados para nuestra cruz,
y caemos y te aplastamos a ti y a tu simiente.
¡Me caigo, me desmayo!
Miro al cielo:
las nubes se rompen en mi cerebro;
estoy flotando, como si fuera a morir
del dolor exquisito de la libertad.
En el nombre del niño blanco,
esperándome en la oscuridad de la muerte,
donde podemos besarnos y estar de acuerdo.
Hombres blancos, los dejo a todos libres de maldiciones.
¡En mí el desdén del corazón roto!
Elizaberth Barrett Browning
antonio chavez dijo:
Nocturnos de la ventana - Lorca (Tomás Galindo)
ni que sea feliz, ni hermoso,
ni que triunfe y me sonría,
ni un hijo que me cuide,
me proteja, me tutele.
Necesito, simplemente,
un hijo que me sobreviva
y al que poder amar hasta el final.
Si me faltara,
¿qué haría yo con tanto amor
como me crece para él
cada mañana?
Begoña Abad
Cada vez que te sientas a escribir el poema, te tiembla la mano. Es la resistencia que hay en ti y que se tensa como una cuerda que se opone a tu necesidad y a tu deseo. Sabes que no es solo tuya, que sin este temblor, el poema nunca explotaría en el corazón de nadie.
Corina Oproae
Julio Llamazares
Voz lúgubre en un texto no menos lúgubre, aunque profundo, la de este poeta chileno. Parece que padece de Parkinson.
Feliz salida y entrada de año, guapa
Feliz salida y entrada de año, guapa
Muchas gracias, un abrazo
El amor no lo es todo: no es comida ni bebida
Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;
Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden
Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;
El amor no puede llenar de aire el pulmón herido
Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;
Aun así, en este instante en que te hablo
Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor.
Podría ser que en un momento difícil,
Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada
O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,
Vendiese yo tu amor por un poco de paz,
O cambiara la memoria de esta noche por comida.
Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.
Edna St. Vincent Millay
La letra de este es preciosa, y realista
Emilia Llanos Medina: La novia imposible de Lorca
Adelantada a su tiempo: culta, lectora, viajera, amante de las artes y amiga de los escritores e intelectuales más destacados de la Granada del siglo XX. Sin embargo, su figura ha sido silenciada hasta ahora; la eterna secundaria de los libros, un personaje al que los biógrafos e historiadores no dieron demasiada importancia, nunca en el papel principal. Emilia actuó como un faro para iluminar a personalidades que formaron parte de la popular tertulia de El Rinconcillo, y tuvo un papel destacado en hechos dramáticos que han marcado un antes y un después en la historia, como la detención y el asesinato de Federico García Lorca, al que idolatró hasta el fin de sus días.
Durante casi cinco años la escritora y profesora granadina Lola Manjón ha buceado en cientos de documentos y cartas para escribir el libro Emilia Llanos Medina. Una mujer en la Granada de Federico García Lorca (Editorial Comares), una publicación que acaba de ver la luz. El libro está estructurado en cuatro partes que nos acercan a la vida de una mujer extraordinaria: Retratos de Emilia, un recorrido desde 1885 hasta 1917; Antes de 1917, un retrato de Emilia a través de los documentos familiares; 1917-1936, en la que se reconstruye la vida de Llanos gracias a las cartas de amigos e intelectuales de la época; y una última, Después de agosto del 36, un resumen de su vida desde esa fecha hasta su muerte.
Portada del libro de Emilia Llanos Molina
En 2018, se cumple un siglo del primer encuentro con García Lorca, con quien tuvo una gran amistad. Con Juan Ramón Jiménez mantuvo correspondencia y quedan retratos juntos en sus visitas a Granada. Queda reflejada su amistad con el pintor Ismael García de la Serna; sirvió de conexión entre Falla y Lorca, cuando tuvieron diferencias notables.; el fotógrafo catalán Mas, se vinculó con los intelectuales granadinos, a través de Emilia.
Ella se sintió culpable por no haber subido a avisar a Falla, para salvar a García Lorca. Tras un largo tiempo de silencio, dio valiosa información y documentos al investigador Penon, y apoyó activamente la creación de la Casa Museo Manuel de Falla.
Nacida en las tierras de olivos de Villanueva, Emilia Llanos murió en Granada, “la mujer que miraba los chopos encendidos” (contraportada del libro y texto Diario Ideal 14 de enero de 2018) . La Moraleja 85
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Según un historiador de Granada capital y con seudónimo "granaíno", Federico García Lorca sentía atracción física por Emilia Llanos Medina. Esto es de novedad porque es sabido que el famoso poeta era de tendencia homosexual