Es profeta hasta el junco hasta el agua y la noche: sé que me estoy muriendo. Oh, amor, aguja de reloj congelada en mi fuego, sólo soy un sonido de luna, y te llamo y te escucho en el eco del llanto. Sé que me estoy muriendo.
Animal de recuerdos, lento y triste animal, ya no vives, sólo recuerdas. Ya no vives, sólo recuerdas haber vivido alguna vez en alguna parte. Felicidad suprema, la hora de escribir los versos. No los versos astillados, apresurados, que escribías, sino los versos solemnes —¿solemnes?— del recuerdo. Te permites recordar con un paisaje y todo: las butacas del cine, el film que se proyectaba, al que no hicisteis ningún caso, claro está; y evocas la Albereda, las ranas del río, las carcasas abriéndose en el cielo de la feria, toda Valencia en llamas la noche de San José mientras hacíais el amor en aquella terraza. Animal de recuerdos, lento y triste animal, ahora evocas y piensas en la carne fresca y suave por donde tus manos o tus besos andaban, la gloria de unas telas alegres y ligeras, los caballetes de tejas enmohecidas, la maleza que crecía, adorable, de pronto, entre unas tejas. Animal de recuerdos, lento y triste animal.
Aquí, sin novia y con hermano casado hace muy poco (con problemas laborales pequeños y prolijos detalles sobre el piso), tú eres el convidado menos importante.
Se te recuerda apenas que has de sentirte solo en la casa ya grande, con tus padres, o quizá te pregunten para cuándo será lo tuyo (pero a Lo Tuyo hoy no la han invitado).
Mientras, tu hermano fuma y bebe con confianza, esgrimiendo el pitillo como un bastón de mando. Sabe tal vez que son copa y pitillo signos de alguna cosa, mínimos correlatos de la Declaración, de los Permisos, de las Letras del Coche y de la Esposa.
Te queda tu papel: ser invisible y atento, sonreír y tomar nota de los temas viriles. Aprender.
Seguro que el futuro te reserva a ti también mejor puesto en el clan, banquete con familia que aconseja, pitillo no casual, copa sin freno.
No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto, cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son (y si lo supiesen, ¿qué sabrían?) Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente, calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta, con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres, con el de la muerte que traza manchas húmedas en las paredes, con el del destino que conduce al carro de todo por la calle de nada.
Hoy estoy convencido como si supiese la verdad, lúcido como su estuviese por morir y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida, y la hilera de trenes de un convoy desfila frente a mí y hay un largo silbido dentro de mi cráneo y hay una sacudida en mis nervios y crujen mis huesos en la arrancada.
Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó, hoy estoy dividido entre la lealtad que debo a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Fallé en todo. Como no tuve propósito alguno tal vez todo fue nada. Lo que me enseñaron lo eché por la ventana del traspatio. Ayer fui al campo con grandes propósitos. encontré sólo hierbas y árboles y la gente que había era igual a la otra. Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas! ¡Y hay tantos que piensan ser esas mismas cosas que no podemos ser tantos!
¿Genio? En este momento cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno, y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas. No, no creo en mí. ¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas! Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto? No, en mí no creo. ¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando? ¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas -sí, de veras altas y nobles y lúcidas- quizá realizables, no verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?
El mundo es para los que nacieron para conquistarlo no para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón. He soñado más que todas las hazañas de Napoleón. He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant. Pero soy y seré siempre el de la buhardilla, aunque no viva en ella. Seré siempre el que no nació para eso. Seré siempre sólo el que tenía algunas cualidades, seré siempre el que aguardó que le abrieran la puerta frente a un muro que no tenía puerta, el que cantó el cántico del Infinito en un gallinero, el que oyó la voz de Dios en un pozo cegado. ¿Creer en mí? Ni en mí ni en nada. Derrame la naturaleza su sol y su lluvia sobre mi ardiente cabeza y que su viento me despeine y después que venga lo que viniere o tiene que venir o no ha de venir. Esclavos cardíacos de las estrellas, conquistamos al mundo antes de levantarnos de la cama; nos despertamos y se vuelve opaco; salimos a la calle y se vuelve ajeno, es la tierra y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, muchacha, ¡Come chocolates! Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates, mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería. ¡Come, sucia muchacha, come! ¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes! Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño, echo por tierra todo, mi vida misma.)
Queda al menos la amargura de lo que nunca seré, la caligrafía rápida de estos versos, pórtico que mira hacia lo imposible. Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas, noble al menos por el gesto amplio con que arrojo, sin prenda, la ropa sucia que soy al tumulto del mundo y me quedo en casa sin camisa.
(Tú que consuelas y no existes, y por eso consuelas, Diosa griega, estatua engendrada viva, patricia romana, imposible y nefasta, princesa de los trovadores, escotada marquesa del dieciocho, cocotte célebre del tiempo de nuestros abuelos, o no sé cual moderna -no acierto bien la cual- sea lo que seas y la que seas, ¡si puedes inspirar, inspírame! Mi corazón es un balde vacío. Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco, me invoco a mí mismo y nada aparece. Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta. Veo las tiendas, la acera, veo los coches que pasan, veo los entes vivos vestidos que pasan, veo los perros que también existen, y todo esto me parece una condena a la degradación y todo esto, como todo, me es ajeno.)
Viví, estudié, amé y hasta tuve fe. Hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por ser él y no yo.
En cada uno veo el andrajo, la llaga y la mentira. y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste (Porque es posible dar realidad a todo esto sin hacer nada de todo esto.) Tal vez has existido apenas como la lagartija a la que cortan el rabo Y el rabo salta, separado del cuerpo.
Hice conmigo lo que no sabía hacer. Y no hice lo que podía. El disfraz que me puse no era el mío. Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí. Cuando quise arrancarme la máscara, la tenía pegada a la cara. Cuando la arranqué y me vi en el espejo, estaba desfigurado. Estaba borracho, no podía entrar en mi disfraz. Lo acosté y me quedé afuera, Dormí en el guardarropa como un perro tolerado por la gerencia por ser inofensivo. Voy a escribir este cuento para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles, quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice y no encontrarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente: Pisan los pies la conciencia de estar existiendo como un tapete en el que tropieza un borracho o la esterilla que se roban los gitanos y que no vale nada.
El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta y se instala contra la puerta. Con la incomodidad del que tiene el cuello torcido, con la incomodidad de un alma torcida, lo veo. El morirá y yo moriré. El dejará su rótulo y yo dejaré mis versos. En un momento dado morirá el rótulo y morirán mis versos. Después, en otro momento, morirán la calle donde estaba pintado el rótulo y el idioma en que fueron escritos los versos. Después morirá el planeta gigante donde pasó todo esto. En otros planetas de otros sistemas algo parecido a la gente continuará haciendo cosas parecidas a versos, parecidas a vivir bajo un rótulo de tienda, siempre una cosa frente a otra cosa, siempre una cosa tan inútil como la otra, siempre lo imposible tan estúpido como lo real, siempre el misterio del fondo tan cierto como el misterio de la superficie, siempre ésta o aquella cosa o ni una cosa ni la otra.
Un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?), y la realidad plausible cae de repente sobre mí. Me enderezo a medias, enérgico, convencido, humano, y se me ocurren estos versos en que diré lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos y saboreo en el cigarro la libertad de todos los pensamientos. Fumo y sigo al humo con mi estela, y gozo, en un momento sensible y alerta, la liberación de todas las especulaciones y la conciencia de que la metafísica es el resultado de una indisposición. y después de esto me reclino en mi silla y continúo fumando. Seguiré fumando hasta que el destino lo quiera.
(Si me casase con la hija de la lavandera quizá sería feliz). Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana. El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio en la bolsa del pantalón?), ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica. (El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta). Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce; me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza y el Dueño de la tabaquería sonríe.
El salvadoreño Roque Dalton fue un buen poeta, periodista y ensayista, y también un activista político, que esa última actividad suya tuvo mucha culpa de que fuese asesinado. ¡Ay, la controvertida política, cómo no!
Fui feliz en los bancos de la escuela, feliz en el cuartel y en el colegio, y en aquellos veranos sin más agua que la del pozo aquel del patio. Si tuve sinsabores supe olvidarlos al debido tiempo. Viajé en un tren colgante sobre un río entre bosques y fábricas, y en vaporcitos entre los canales de ciudades marinas. Fue azul mi vida como el mar, blanca como la nieve, y tuve, cómo no, mis horas bajas, de ésas que abren en el alma el surco, difícil de llenar, de los remordimientos
El salvadoreño Roque Dalton fue un buen poeta, periodista y ensayista, y también un activista político, que esa última actividad suya tuvo mucha culpa de que fuese asesinado. ¡Ay, la controvertida política, cómo no!
Lo lamentable es que fuera asesinado por sus compañeros y la impunidad de los verdugos, no su activismo político en sí; sin este no se entiende su obra, que atraviesa y define su compromiso político.
No hay que deplorar todas las formas de implicación política; sobre todo cuando, como en este caso, se trata de un compromiso ético y vital coherente, al margen de las consecuencias.
La "controvertida política" es la controvertida vida, ni más ni menos.
Hijas: muy poco les he escrito, y hoy lo hago de prisa. Quiero decirles que si también este momento pasa y puedo estar de nuevo con ustedes, en el sillón, oyendo el radio, cómo vamos a reírnos de estas cosas, de estos versos y de estas botas, y de la cara que ponían algunos, y hasta del traje que ahora llevo.
Pero si esto no pasa, y no hay sillón para estar juntos, y no vuelven las botas, sepan que no podía actuar de otra manera.
Estén contentas de ese nombre que arrastran como un hilo por papeles.
Disfruten de estar vivas, que es cosa linda, como nosotros lo hemos disfrutado.
Quieran mucho las cosas. Y recuérdenme alguna vez, con alegría.
Roberto Fernández Retamar
Este me ha calado más, será seguramente porque lo ha leído mi vena de padre, y precisamente dedicado a sus hijas, que yo tengo seis hembras, que adoro a todas ellas, y ellas a su vez me elevan a los altares. Reciprocidad: bonita palabra, especial para mí.
Hijas: muy poco les he escrito, y hoy lo hago de prisa. Quiero decirles que si también este momento pasa y puedo estar de nuevo con ustedes, en el sillón, oyendo el radio, cómo vamos a reírnos de estas cosas, de estos versos y de estas botas, y de la cara que ponían algunos, y hasta del traje que ahora llevo.
Pero si esto no pasa, y no hay sillón para estar juntos, y no vuelven las botas, sepan que no podía actuar de otra manera.
Estén contentas de ese nombre que arrastran como un hilo por papeles.
Disfruten de estar vivas, que es cosa linda, como nosotros lo hemos disfrutado.
Quieran mucho las cosas. Y recuérdenme alguna vez, con alegría.
Roberto Fernández Retamar
Este me ha calado más, será seguramente porque lo ha leído mi vena de padre, y precisamente dedicado a sus hijas, que yo tengo seis hembras, que adoro a todas ellas, y ellas a su vez me elevan a los altares. Reciprocidad: bonita palabra, especial para mí.
Seis hijas (hembras) es un número rotundo 😀
Y si has conseguido dicha reciprocidad con todas ellas es porque bastantes cosas has hecho bien de tu parte.
Es un poema entrañable, muy bonito.
"El mejor requiebro que me pueden echar. Y yo, feliz por arrancar risas o sonrisas, tan necesarias y a la vez tan escasas en los tiempos que corren"
A menudo me sacas alguna sonrisa, que nunca es moco de pavo y no me viene nada mal. Se agradece
Se ha ido hace unos días Francisco Sánchez Bautista, poeta murciano. Menciono lo de murciano porque era un poeta "del terruño" (y por paisano).
A TERESA (mi mujer)
Triunfará del olvido tu hermosura
por la magia del verso que te glosa.
¿Fue tan bella- dirá alguna envidiosa-
como dice el poeta en su escritura?
Ni grande ni pequeña de estatura;
proporcionada en todo y cada cosa.
Jamás le faltó su ángel; fue graciosa
desde niña hasta anciana su figura.
Y sus ojos melosos de ciruela
y su boca de guinda apresurada
y su pelo briznado de canela
y su acento de tórtola encelada
y su andar agraciado de gacela
me tendieron de amor esta emboscada.
Y si has conseguido dicha reciprocidad con todas ellas es porque bastantes cosas has hecho bien de tu parte.
Es un poema entrañable, muy bonito.
"El mejor requiebro que me pueden echar. Y yo, feliz por arrancar risas o sonrisas, tan necesarias y a la vez tan escasas en los tiempos que corren"
A menudo me sacas alguna sonrisa, que nunca es moco de pavo y no me viene nada mal. Se agradece
Y cuando a las seis engendré, al igual que a los dos varones, ya teníamos en casa radio y televisión, incluso en color. Esto va por ese manido dicho de la jerga de calle de... "claro, como en la casa no tienen radio... pues eso" . Noblemente reconozco que no he tenido la oportunidad de ser un buen marido (mucho negocio, muchos viajes profesionales, muchas reuniones...), pero presumo de haber sido y de ser aún un buen padre. El mayor patrimonio o herencia que les dejaré a todos mis hijos es mucho amor y protección hacia ellos y estudios superiores universitarios. Y, claro, la reciprocidad (preciosa palabra) sale disparada del corazón.
Río Chícamo, pequeño río que cruza Abanilla entre jarales, retamas y un lecho de duras guijas entre erosionadas gredas por donde el agua camina gorgoteante, deliciosa, lenta, transparente y limpia, escoltada de olivares y rodales de hortalizas y empenachadas palmeras haciéndole de vigías.
El agua baja filtrada desde El Cantón y Barinas, y el Chícamo la recoge con necesaria avaricia acumulando arroyuelos y aprovechando avenidas entre apretados oasis de árboles que fructifican: albarillos, tapalahojas, peras, dátiles, fresquillas; lo vegetal hecho azúcar al sol puro de Abanilla.
Cómo alegras nuestros ojos río de presencia mínima, alivio de secarrales cuando la sed los hostiga. Por ti se hacen más hermosas estas vegas escondidas entre gredosos barrancos que hablan de geologías hechas ramblas, pedregales y leves escorrentías, que a través del tiempo han hecho perenne germen de vida.
Río Chícamo, pequeño de nombre y de gracia esquiva, aquel que a tu lado pasa y en tus márgenes medita, asombrado se pregunta: ¿Dónde tú entraña nutricia, río casi arroyo, charco de agua emergente, o sumida entre oscuros minerales que con tu paso haces rica y jubilosa la tierra con sus dulces aguas mínimas?
Hijo de los manantiales y de las fuentes exiguas; oriundo de envenamientos y aprendiz de fontanillas. Por tu gracia tiene el ave breñal donde nidifica y un refugio de humedales donde la esquiva limícola y el picoverde, y el mirlo, y el laudino y la zurita, vienen a beber sus aguas cuando abrasa la canícula.
Y si has conseguido dicha reciprocidad con todas ellas es porque bastantes cosas has hecho bien de tu parte.
Es un poema entrañable, muy bonito.
"El mejor requiebro que me pueden echar. Y yo, feliz por arrancar risas o sonrisas, tan necesarias y a la vez tan escasas en los tiempos que corren"
A menudo me sacas alguna sonrisa, que nunca es moco de pavo y no me viene nada mal. Se agradece
Y cuando a las seis engendré, al igual que a los dos varones, ya teníamos en casa radio y televisión, incluso en color. Esto va por ese manido dicho de la jerga de calle de... "claro, como en la casa no tienen radio... pues eso" . Noblemente reconozco que no he tenido la oportunidad de ser un buen marido (mucho negocio, muchos viajes profesionales, muchas reuniones...), pero presumo de haber sido y de ser aún un buen padre. El mayor patrimonio o herencia que les dejaré a todos mis hijos es mucho amor y protección hacia ellos y estudios superiores universitarios. Y, claro, la reciprocidad (preciosa palabra) sale disparada del corazón.
Me satisface leerte que te saco sonrisas
Con radio y la tele en color, hay que ver. ¿Y con internet? 😂 Algo ha pasado, porque la tasa de natalidad ha caído en picado desde entonces.
El matrimonio, o la pareja, es un terreno propio, diferente, dentro de la familia.
Pero educar, querer y proveer a ocho hijos ya es cumplir sobradamente con la vida familiar y afectiva, que rara vez es plena y menos "perfecta".
Río Chícamo, pequeño río que cruza Abanilla entre jarales, retamas y un lecho de duras guijas entre erosionadas gredas por donde el agua camina gorgoteante, deliciosa, lenta, transparente y limpia, escoltada de olivares y rodales de hortalizas y empenachadas palmeras haciéndole de vigías.
El agua baja filtrada desde El Cantón y Barinas, y el Chícamo la recoge con necesaria avaricia acumulando arroyuelos y aprovechando avenidas entre apretados oasis de árboles que fructifican: albarillos, tapalahojas, peras, dátiles, fresquillas; lo vegetal hecho azúcar al sol puro de Abanilla.
Cómo alegras nuestros ojos río de presencia mínima, alivio de secarrales cuando la sed los hostiga. Por ti se hacen más hermosas estas vegas escondidas entre gredosos barrancos que hablan de geologías hechas ramblas, pedregales y leves escorrentías, que a través del tiempo han hecho perenne germen de vida.
Río Chícamo, pequeño de nombre y de gracia esquiva, aquel que a tu lado pasa y en tus márgenes medita, asombrado se pregunta: ¿Dónde tú entraña nutricia, río casi arroyo, charco de agua emergente, o sumida entre oscuros minerales que con tu paso haces rica y jubilosa la tierra con sus dulces aguas mínimas?
Hijo de los manantiales y de las fuentes exiguas; oriundo de envenamientos y aprendiz de fontanillas. Por tu gracia tiene el ave breñal donde nidifica y un refugio de humedales donde la esquiva limícola y el picoverde, y el mirlo, y el laudino y la zurita, vienen a beber sus aguas cuando abrasa la canícula.
¡Río Chícamo, tú llevas en tu pequeñez la vida!
Leí su "Elegía del Sureste" y no es exagerado asociarlo a Machado, o a Miguel Hernández. Un gran poeta.
Y si has conseguido dicha reciprocidad con todas ellas es porque bastantes cosas has hecho bien de tu parte.
Es un poema entrañable, muy bonito.
"El mejor requiebro que me pueden echar. Y yo, feliz por arrancar risas o sonrisas, tan necesarias y a la vez tan escasas en los tiempos que corren"
A menudo me sacas alguna sonrisa, que nunca es moco de pavo y no me viene nada mal. Se agradece
Y cuando a las seis engendré, al igual que a los dos varones, ya teníamos en casa radio y televisión, incluso en color. Esto va por ese manido dicho de la jerga de calle de... "claro, como en la casa no tienen radio... pues eso" . Noblemente reconozco que no he tenido la oportunidad de ser un buen marido (mucho negocio, muchos viajes profesionales, muchas reuniones...), pero presumo de haber sido y de ser aún un buen padre. El mayor patrimonio o herencia que les dejaré a todos mis hijos es mucho amor y protección hacia ellos y estudios superiores universitarios. Y, claro, la reciprocidad (preciosa palabra) sale disparada del corazón.
Me satisface leerte que te saco sonrisas
Con radio y la tele en color, hay que ver. ¿Y con internet? 😂 Algo ha pasado, porque la tasa de natalidad ha caído en picado desde entonces.
El matrimonio, o la pareja, es un terreno propio, diferente, dentro de la familia.
Pero educar, querer y proveer a ocho hijos ya es cumplir sobradamente con la vida familiar y afectiva, que rara vez es plena y menos "perfecta".
No, Internet a partir de mi sexto hijo (hija en este caso, Candela).
...no es exagerado asociarlo a Machado, o a Miguel Hernández. Un gran poeta.
Hombre, Machado era punto y aparte. Para mí, el único que quizás lo igualaba o quizás lo superaba era el grandísimo Federico García Lorca, porque éste era punto aparte de los apartes. Fíjate el legado que ha dejado, y eso que lo fusilaron cuando solo tenía 38 años, y no solo era reconocido como un enorme poeta en España, también en Europa, África y América, tanto en Norteamérica (sobre todo en Nueva York) como en Sudamérica (Argentina, Uruguay, Paraguay, Cuba...)
¿Imaginas hasta dónde hubiese llegado Lorca de haber alcanzado los 70 o 75 años, o más?
...no es exagerado asociarlo a Machado, o a Miguel Hernández. Un gran poeta.
Hombre, Machado era punto y aparte. Para mí, el único que quizás lo igualaba o quizás lo superaba era el grandísimo Federico García Lorca, porque éste era punto aparte de los apartes. Fíjate el legado que ha dejado, y eso que lo fusilaron cuando solo tenía 38 años, y no solo era reconocido como un enorme poeta en España, también en Europa, África y América, tanto en Norteamérica (sobre todo en Nueva York) como en Sudamérica (Argentina, Uruguay, Paraguay, Cuba...)
¿Imaginas hasta dónde hubiese llegado Lorca de haber alcanzado los 70 o 75 años, o más?
Entre esos dos nombres yo incluiría siempre a Miguel Hernández. Me gustan muchísimo Lorca y Machado, pero mi favorito es M. Hernández.
Del antiguo camino a lo largo, ya un pinar, ya una fuente aparece, que brotando en la peña musgosa con estrépito al valle desciende, y brillando del sol a los rayos entre un mar de verdura se pierde, dividiéndose en limpios arroyos que dan vida a las flores silvestres y en el Sar se confunden, el río que cual niño que plácido duerme, reflejando el azul de los cielos, lento corre en la fronda a esconderse.
No lejos, en soto profundo de robles, en donde el silencio sus alas extiende, y da abrigo a los genios propicios, a nuestras viviendas y asilos campestres, siempre allí, cuando evoco mis sombras, o las llamo, ellas respóndenme y vienen.
EN el umbral hay una figura de mujer. Temblor del cuerpo, leve palpitación del
prolongado gris del chal sobre el que se derramaban sus cabellos. Le pregunté: — ¿De dónde vienes? Sus ojos se perdieron en la tarde. Volví a decirle: —¿Adonde vas? Y regresó despacio a su mirada. Entonces comprendí que, en el umbral, no
era la mujer ni un antes ni un después. No era; estaba. Estaba, solamente.
Comentarios
La canción del profeta
Es profeta
hasta el junco
hasta el agua y la noche:
sé
que me estoy muriendo.
Oh, amor, aguja de reloj
congelada en mi fuego,
sólo
soy
un sonido de luna,
y te llamo y te escucho
en el eco
del llanto.
Sé
que me estoy muriendo.
Manu Cáncer
MAÑANA SERÁ UNA CANCIÓN
Ab dol, ab gauig, ab mal, ab sanitat.
Pere March
Animal de recuerdos, lento y triste animal,
ya no vives, sólo recuerdas. Ya no vives, sólo recuerdas
haber vivido alguna vez en alguna parte.
Felicidad suprema, la hora de escribir los versos.
No los versos astillados, apresurados, que escribías,
sino los versos solemnes —¿solemnes?— del recuerdo.
Te permites recordar con un paisaje y todo:
las butacas del cine, el film que se proyectaba,
al que no hicisteis ningún caso, claro está;
y evocas la Albereda, las ranas del río,
las carcasas abriéndose en el cielo de la feria,
toda Valencia en llamas la noche de San José
mientras hacíais el amor en aquella terraza.
Animal de recuerdos, lento y triste animal,
ahora evocas y piensas en la carne fresca y suave
por donde tus manos o tus besos andaban,
la gloria de unas telas alegres y ligeras,
los caballetes de tejas enmohecidas, la maleza
que crecía, adorable, de pronto, entre unas tejas.
Animal de recuerdos, lento y triste animal.
Vicent Andrés Estellés
Lo hace más atractivo para el lector la simpleza del vocabulario.
Banquete familiar
Aquí,
sin novia y con hermano
casado hace muy poco (con problemas
laborales pequeños y prolijos detalles
sobre el piso), tú eres
el convidado menos importante.
Se te recuerda apenas que has de sentirte solo
en la casa ya grande, con tus padres,
o quizá te pregunten para cuándo
será lo tuyo (pero
a Lo Tuyo hoy no la han invitado).
Mientras,
tu hermano fuma y bebe con confianza,
esgrimiendo el pitillo como un bastón de mando.
Sabe tal vez que son copa y pitillo
signos de alguna cosa,
mínimos correlatos
de la Declaración, de los Permisos,
de las Letras del Coche y de la Esposa.
Te queda tu papel: ser invisible
y atento, sonreír y tomar nota
de los temas viriles.
Aprender.
Seguro que el futuro te reserva
a ti también mejor puesto en el clan,
banquete con familia que aconseja,
pitillo no casual, copa sin freno.
Y a quién desplazarán tus asuntos domésticos?
José Luis Piquero (1967-)
José Watanabe
Por el tiempo pasas, lo cruzas, sales de él,
José Emilio Becerra
TABAQUERÍA (Traducción: ÁLVARO DE CAMPOS)
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son
(y si lo supiesen, ¿qué sabrían?)
Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente,
calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
con el de la muerte que traza manchas húmedas en las paredes,
con el del destino que conduce al carro de todo por la calle de nada.
Hoy estoy convencido como si supiese la verdad,
lúcido como su estuviese por morir
y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida,
y la hilera de trenes de un convoy desfila frente a mí
y hay un largo silbido
dentro de mi cráneo
y hay una sacudida en mis nervios y crujen mis huesos en la arrancada.
Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó,
hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Fallé en todo.
Como no tuve propósito alguno tal vez todo fue nada.
Lo que me enseñaron
lo eché por la ventana del traspatio.
Ayer fui al campo con grandes propósitos.
encontré sólo hierbas y árboles
y la gente que había era igual a la otra.
Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser esas mismas cosas que no podemos ser tantos!
¿Genio? En este momento
cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo
y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno,
y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto?
No, en mí no creo.
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-sí, de veras altas y nobles y lúcidas-
quizá realizables,
no verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?
El mundo es para los que nacieron para conquistarlo
no para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón.
He soñado más que todas las hazañas de Napoleón.
He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant.
Pero soy y seré siempre el de la buhardilla,
aunque no viva en ella.
Seré siempre el que no nació para eso.
Seré siempre sólo el que tenía algunas cualidades,
seré siempre el que aguardó que le abrieran la puerta frente a un muro que no tenía puerta,
el que cantó el cántico del Infinito en un gallinero,
el que oyó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? Ni en mí ni en nada.
Derrame la naturaleza su sol y su lluvia
sobre mi ardiente cabeza y que su viento me despeine
y después que venga lo que viniere o tiene que venir o no ha de venir.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos al mundo antes de levantarnos de la cama;
nos despertamos y se vuelve opaco;
salimos a la calle y se vuelve ajeno,
es la tierra y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates,
mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería.
¡Come, sucia muchacha, come!
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes!
Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño,
echo por tierra todo, mi vida misma.)
Queda al menos la amargura de lo que nunca seré,
la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico que mira hacia lo imposible.
Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble al menos por el gesto amplio con que arrojo,
sin prenda, la ropa sucia que soy al tumulto del mundo
y me quedo en casa sin camisa.
(Tú que consuelas y no existes, y por eso consuelas,
Diosa griega, estatua engendrada viva,
patricia romana, imposible y nefasta,
princesa de los trovadores, escotada marquesa del dieciocho,
cocotte célebre del tiempo de nuestros abuelos,
o no sé cual moderna -no acierto bien la cual-
sea lo que seas y la que seas, ¡si puedes inspirar, inspírame!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco,
me invoco a mí mismo y nada aparece.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, la acera, veo los coches que pasan,
veo los entes vivos vestidos que pasan,
veo los perros que también existen,
y todo esto me parece una condena a la degradación
y todo esto, como todo, me es ajeno.)
Viví, estudié, amé y hasta tuve fe.
Hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por ser él y no yo.
En cada uno veo el andrajo, la llaga y la mentira.
y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste
(Porque es posible dar realidad a todo esto sin hacer nada de todo esto.)
Tal vez has existido apenas como la lagartija a la que cortan el rabo
Y el rabo salta, separado del cuerpo.
Hice conmigo lo que no sabía hacer.
Y no hice lo que podía.
El disfraz que me puse no era el mío.
Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
la tenía pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi en el espejo,
estaba desfigurado.
Estaba borracho, no podía entrar en mi disfraz.
Lo acosté y me quedé afuera,
Dormí en el guardarropa
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo.
Voy a escribir este cuento para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice
y no encontrarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente:
Pisan los pies la conciencia de estar existiendo
como un tapete en el que tropieza un borracho
o la esterilla que se roban los gitanos y que no vale nada.
(Continúa...)
.
.
.
El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta y se instala contra la puerta.
Con la incomodidad del que tiene el cuello torcido,
con la incomodidad de un alma torcida, lo veo.
El morirá y yo moriré.
El dejará su rótulo y yo dejaré mis versos.
En un momento dado morirá el rótulo y morirán mis versos.
Después, en otro momento, morirán la calle donde estaba pintado el rótulo
y el idioma en que fueron escritos los versos.
Después morirá el planeta gigante donde pasó todo esto.
En otros planetas de otros sistemas algo parecido a la gente
continuará haciendo cosas parecidas a versos,
parecidas a vivir bajo un rótulo de tienda,
siempre una cosa frente a otra cosa,
siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
siempre el misterio del fondo tan cierto como el misterio de la superficie,
siempre ésta o aquella cosa o ni una cosa ni la otra.
Un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me enderezo a medias, enérgico, convencido, humano,
y se me ocurren estos versos en que diré lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
y saboreo en el cigarro la libertad de todos los pensamientos.
Fumo y sigo al humo con mi estela,
y gozo, en un momento sensible y alerta,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es el resultado de una indisposición.
y después de esto me reclino en mi silla
y continúo fumando.
Seguiré fumando hasta que el destino lo quiera.
(Si me casase con la hija de la lavandera
quizá sería feliz).
Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana.
El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio en la bolsa del pantalón?),
ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta).
Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce;
me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo
se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza
y el Dueño de la tabaquería sonríe.
Fernando Pessoa
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Aída, fusilemos la noche
Roque Dalton
El salvadoreño Roque Dalton fue un buen poeta, periodista y ensayista, y también un activista político, que esa última actividad suya tuvo mucha culpa de que fuese asesinado. ¡Ay, la controvertida política, cómo no!
Fui feliz en los bancos de la escuela,
feliz en el cuartel y en el colegio,
y en aquellos veranos sin más agua
que la del pozo aquel del patio.
Si tuve sinsabores
supe olvidarlos al debido tiempo.
Viajé en un tren colgante sobre un río
entre bosques y fábricas,
y en vaporcitos entre los canales
de ciudades marinas.
Fue azul mi vida como el mar,
blanca como la nieve,
y tuve, cómo no, mis horas bajas,
de ésas que abren en el alma el surco,
difícil de llenar, de los remordimientos
Aquilino Duque
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No hay que deplorar todas las formas de implicación política; sobre todo cuando, como en este caso, se trata de un compromiso ético y vital coherente, al margen de las consecuencias.
La "controvertida política" es la controvertida vida, ni más ni menos.
Sigo en la oscuridad sin rostro. Sufre
Justo Jorge Padrón
Rosario Castellanos
Roberto Fernández Retamar
El tal Roberto Fernández se ha despachado a su gusto en sus "Felices Normales"
Me hacen reír tus comentarios 😂
A mis hijas
Hijas: muy poco les he escrito,
y hoy lo hago de prisa.
Quiero decirles
que si también este momento pasa
y puedo estar de nuevo con ustedes,
en el sillón, oyendo el radio,
cómo vamos a reírnos de estas cosas,
de estos versos y de estas botas,
y de la cara que ponían algunos,
y hasta del traje que ahora llevo.
Pero si esto no pasa,
y no hay sillón para estar juntos,
y no vuelven las botas,
sepan que no podía
actuar de otra manera.
Estén contentas de ese nombre
que arrastran como un hilo
por papeles.
Disfruten de estar vivas,
que es cosa linda,
como nosotros lo hemos disfrutado.
Quieran mucho las cosas.
Y recuérdenme alguna vez,
con alegría.
Roberto Fernández Retamar
Este me ha calado más, será seguramente porque lo ha leído mi vena de padre, y precisamente dedicado a sus hijas, que yo tengo seis hembras, que adoro a todas ellas, y ellas a su vez me elevan a los altares. Reciprocidad: bonita palabra, especial para mí.
Sarasvati
Me hacen reír tus comentarios 😂
El mejor requiebro que me pueden echar. Y yo, feliz por arrancar risas o sonrisas, tan necesarias y a la vez tan escasas en los tiempos que corren
Seis hijas (hembras) es un número rotundo 😀
Y si has conseguido dicha reciprocidad con todas ellas es porque bastantes cosas has hecho bien de tu parte.
Es un poema entrañable, muy bonito.
"El mejor requiebro que me pueden echar. Y yo, feliz por arrancar risas o sonrisas, tan necesarias y a la vez tan escasas en los tiempos que corren"
A menudo me sacas alguna sonrisa, que nunca es moco de pavo y no me viene nada mal. Se agradece
Menciono lo de murciano porque era un poeta "del terruño" (y por paisano).
A TERESA (mi mujer)
Triunfará del olvido tu hermosura
por la magia del verso que te glosa.
¿Fue tan bella- dirá alguna envidiosa-
como dice el poeta en su escritura?
Ni grande ni pequeña de estatura;
proporcionada en todo y cada cosa.
Jamás le faltó su ángel; fue graciosa
desde niña hasta anciana su figura.
Y sus ojos melosos de ciruela
y su boca de guinda apresurada
y su pelo briznado de canela
y su acento de tórtola encelada
y su andar agraciado de gacela
me tendieron de amor esta emboscada.
Y cuando a las seis engendré, al igual que a los dos varones, ya teníamos en casa radio y televisión, incluso en color. Esto va por ese manido dicho de la jerga de calle de... "claro, como en la casa no tienen radio... pues eso" . Noblemente reconozco que no he tenido la oportunidad de ser un buen marido (mucho negocio, muchos viajes profesionales, muchas reuniones...), pero presumo de haber sido y de ser aún un buen padre. El mayor patrimonio o herencia que les dejaré a todos mis hijos es mucho amor y protección hacia ellos y estudios superiores universitarios. Y, claro, la reciprocidad (preciosa palabra) sale disparada del corazón.
Me satisface leerte que te saco sonrisas
Poema al río Chícamo
Río Chícamo, pequeño
río que cruza Abanilla
entre jarales, retamas
y un lecho de duras guijas
entre erosionadas gredas
por donde el agua camina
gorgoteante, deliciosa,
lenta, transparente y limpia,
escoltada de olivares
y rodales de hortalizas
y empenachadas palmeras
haciéndole de vigías.
El agua baja filtrada
desde El Cantón y Barinas,
y el Chícamo la recoge
con necesaria avaricia
acumulando arroyuelos
y aprovechando avenidas
entre apretados oasis
de árboles que fructifican:
albarillos, tapalahojas,
peras, dátiles, fresquillas;
lo vegetal hecho azúcar
al sol puro de Abanilla.
Cómo alegras nuestros ojos
río de presencia mínima,
alivio de secarrales
cuando la sed los hostiga.
Por ti se hacen más hermosas
estas vegas escondidas
entre gredosos barrancos
que hablan de geologías
hechas ramblas, pedregales
y leves escorrentías,
que a través del tiempo han hecho
perenne germen de vida.
Río Chícamo, pequeño
de nombre y de gracia esquiva,
aquel que a tu lado pasa
y en tus márgenes medita,
asombrado se pregunta:
¿Dónde tú entraña nutricia,
río casi arroyo, charco
de agua emergente, o sumida
entre oscuros minerales
que con tu paso haces rica
y jubilosa la tierra
con sus dulces aguas mínimas?
Hijo de los manantiales
y de las fuentes exiguas;
oriundo de envenamientos
y aprendiz de fontanillas.
Por tu gracia tiene el ave
breñal donde nidifica
y un refugio de humedales
donde la esquiva limícola
y el picoverde, y el mirlo,
y el laudino y la zurita,
vienen a beber sus aguas
cuando abrasa la canícula.
¡Río Chícamo, tú llevas
en tu pequeñez la vida!
El matrimonio, o la pareja, es un terreno propio, diferente, dentro de la familia. Pero educar, querer y proveer a ocho hijos ya es cumplir sobradamente con la vida familiar y afectiva, que rara vez es plena y menos "perfecta".
No, Internet a partir de mi sexto hijo (hija en este caso, Candela).
Sarasvati
...no es exagerado asociarlo a Machado, o a Miguel Hernández. Un gran poeta.
Hombre, Machado era punto y aparte. Para mí, el único que quizás lo igualaba o quizás lo superaba era el grandísimo Federico García Lorca, porque éste era punto aparte de los apartes. Fíjate el legado que ha dejado, y eso que lo fusilaron cuando solo tenía 38 años, y no solo era reconocido como un enorme poeta en España, también en Europa, África y América, tanto en Norteamérica (sobre todo en Nueva York) como en Sudamérica (Argentina, Uruguay, Paraguay, Cuba...)
¿Imaginas hasta dónde hubiese llegado Lorca de haber alcanzado los 70 o 75 años, o más?
Entre esos dos nombres yo incluiría siempre a Miguel Hernández.
Me gustan muchísimo Lorca y Machado, pero mi favorito es M. Hernández.
Del antiguo camino a lo largo,
ya un pinar, ya una fuente aparece,
que brotando en la peña musgosa
con estrépito al valle desciende,
y brillando del sol a los rayos
entre un mar de verdura se pierde,
dividiéndose en limpios arroyos
que dan vida a las flores silvestres
y en el Sar se confunden, el río
que cual niño que plácido duerme,
reflejando el azul de los cielos,
lento corre en la fronda a esconderse.
No lejos, en soto profundo de robles,
en donde el silencio sus alas extiende,
y da abrigo a los genios propicios,
a nuestras viviendas y asilos campestres,
siempre allí, cuando evoco mis sombras,
o las llamo, ellas respóndenme y vienen.
Rosalía de Castro
José Ángel Valente