CONTRICIÓN
Se abre el cielo después de la tormenta
que ha lavado la tierra, antes plomiza.
Un torrente de azules se atomiza
en los charcos de agua soñolienta.
El aire es un olor fresco de menta
dilatando los campos. La caliza
que el paisaje pintaba de ceniza,
ha cedido ante la lluvia suculenta.
Comentarios
Me encantó el poema que escribiste. Una forma muy bella de hablar sobre algo que se hace y el arrepentimiento posterior. De como sacar afuera el sentimiento de culpa y hacerlo sensible a la lectura, adornándolo de matices muy bonitos, como este:
"Un torrente de azules se atomiza
en los charcos de agua soñolienta."
Gracias, Lily, por versear como versas :-)
Sabes que me gustan mucho los paralelismos de sentimientos humanos con la Naturaleza y en este poema lo expresas a través de la lluvia que purifica la atmósfera y la tierra con las lágrimas vertidas en el interior del alma para lavar las culpas propias.
¡Qué bonitos esos azules en los charcos! Veo sus irisaciones y respiro el olor a menta.
Mi felicitación.
Me encanta esta palabra. Me encantó el título. Me gustó el poema.
Me recordó un poema de José Luis Piquero.
pues no sabían de quién hablaba.
Mt. 13, 22
de mentirnos los unos a los otros,
canallas que sonríen
mientras sorben sus whiskys.
Tiempo de contrición: nos hemos hecho daño.
Y hoy, si intento mirarnos como quien desde fuera
alcanza a ver el centro de las cosas,
veo monstruos perfectos: moscas contra un cristal.
Y sin embargo,
hubo un tiempo de rosas salvajes en el mundo
que habitamos a solas como amantes plurales,
y era buena esa mano distraída en un hombro,
beber del mismo vaso en lentas ceremonias de saliva,
desnudos de verdad
contra el cielo borracho de una noche inventada.
La noche es el salón que llenamos de humo casi a oscuras.
Tengo miedo a la noche que nos quita lo poco que aún nos queda:
esas rosas, las manos sobre el hombro.
Amigos tantas veces traicionados:
después de las mentiras, perdonémonos
aún, mientras hay tiempo.
En el fondo seguimos siendo aquellos amantes.
Luego, si la verdad sólo nos hace daño,
volvamos a mentirnos, pero esta vez en serio, como entonces.
Refugiémonos juntos en una gran mentira redentora:
la cascada salvaje donde nadar desnudos,
las copas de cristal,
cabezas reposando sobre pechos tranquilos.
Ah, no quiero, no quiero
que muera lo que acaso dura un día,
su huella inolvidable frente al humo disperso de este bar.
Porque la noche, el humo, nos asfixian;
somos agua de hielo sin sabor,
bultos entre la niebla. Nos estamos muriendo
y qué poco os importa.
Se hace tarde. Pensad en esa música
silbada entre dos luces, cuando sonríe el agua
y los cuerpos están en paz consigo.
Juguetes de calor, islas agradecidas.
¿Preferís la verdad de un destino automático?
Adiós, mis traicionados amigos. Mucho tiempo
amé vuestras facciones que ya otra luz afea y enrarece.
Va a amanecer el día sobre las flores secas.
Clausuremos el mundo con un beso.