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Adiós , Pequeña, adiós.

FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
editado marzo 2015 en Narrativa
Suina, Sunita, para que no se te canse el dedo ni te líes, y para que a nadie más le pasé lo que a ti, publico el nuevo relato como cuento independiente y, también, dentro de My Way.

Adiós, Pequeña, adiós.



- ¡Cariño!- grito desde el baño- ¿crees que estoy bien para mi edad?
- Sí, amor, - dice él sin levantar los ojos de su libro- estás tan guapa como siempre.


Suelto un gruñido.


- Más guapa que nunca- se apresura en enmendar su error.
Mi chico es muy inteligente: no cabe duda de que sabe lo que le conviene.


Levanto los párpados con los índices y mis ojos, milagrosamente, vuelven a ser los de aquella niña de dieciocho años que se enamoró por primera vez. En cuanto los suelto, caen de nuevo y regresa mi mirada , la de una mujer madura, la de una madre.
Suerte que el espejo no es de cuerpo entero, porque me evita ver otras cosas que se han rendido ya ante el imperio de las leyes gravitatorias.


Me meto en la cama. En lugar de acurrucarme, como siempre, contra la espalda de mi marido, me pongo a mirar el techo con los brazos cruzados debajo de la nuca y los ojos muy abiertos, tanto que empiezan a picarme y a lagrimear.


¿Qué me sucede? ¿Por qué, de golpe, me siento mayor?


Es que hoy he experimentado el paso del tiempo como un plomo sobre mis hombros. He tenido la certeza de que un día no muy lejano los doblegará, venciéndome por fin.


Mi niña, mi pequeña se ha enamorado.


Hasta hace dos días peinábamos juntas a sus muñecas. Nos metíamos bajo una manta, para comer palomitas mientras veíamos una película de dibujos animados.


En verano, íbamos al parque, donde yo leía. Ella se columpiaba:


- Mira , mami, llegaré a las nubes.


Cuando empezó a crecer, salíamos a pasear; o a la biblioteca para que le ayudase a elegir un libro; o nos probábamos modelitos en las tiendas de moda. Lo era todo para ella. Lo sentía , lo sabía cuando estiraba sus brazos para atraer mi oreja hasta su boca. Entonces, me decía:


- Te quiero mil montones de millones de montones.


Ella era mía, mi pequeña.


Hoy, la he visto paseando con él. No tendría que haberme sorprendido porque se ha pasado horas perorando sobre sus cualidades y acerca de su atractivo.


-Kenny, Kenny...
¡Pero si hasta tiene nombre de amiguito de la muñeca Barbie! Eso no es un nombre como Dios manda. ¿Y las pintas que me lleva? Los calzoncillos le asoman por encima de la cinturilla de los pantalones. Y sus pendientes son más grandes que los míos. Lleva las cejas depiladas, así que miedo me da imaginar qué otras cosas suyas estarán artificialmente libres de vello.


Ella le mira con los ojos brillantes, extasiada. Le sonríe y le anima como si cada una de sus bobadas fuesen la palabra del Altísimo. Kenny la lleva cogida de la cintura con tanta fuerza que sólo falta que le ponga un cartel que diga :
"Está mujer es mía".


Mi niña es una mujer. Y ya no es mía. Si no va a ser de éste - de Kenny- será de otro. O será suya, de sí misma. Pero mía no. Ya no.
En un susurro le digo:
- Adiós, Pequeña, adiós.


Finalmente, cierro los ojos y las lágrimas resbalan por mis sienes. He de aclarar mis ideas. ¿En realidad, lloro por ella? ¿O sufro porque, en el mismo instante en el que ella deje de ser mi pequeña, yo me habré hecho mayor? Detesto ser la que se queda en el puerto, mirando cómo los demás se embarcan para correr aventuras.


Los brazos, entumecidos por una postura antinatural, protestan. Los dejo descansar en la espalda de mi marido. Él, en sueños, masculla algo así como:
- Bésame.
O "déjame", quizás. Como no le he entendido bien, elijo la opción que me parece mejor. Le besuqueo las orejas, la nuca y el mentón. Siempre apuesto al caballo ganador y sé que esos besos pequeños - mordisqueos, casi- le despiertan de golpe.
Mientras me saca el camisón y yo le acarició la espalda, pienso:


- Hija, ¡qué bien te entiendo!, es muy bonito estar enamorada.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado enero 2015
    Que difícil es cuando se van con personas que no son lo que quisiéramos para ellas, pero es su elección:cool:
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    Francesca escribió : »
    .

    Pues mi dedito te lo agradece mucho Cesca :rolleyes2:¡Qué detallazo!

    Los hijos son nuestros, hasta que dejan de serlo, y entonces, por fin, son de sí mísmos, y eso es todo un triunfo...aunque echemos de menos las mamis a nuestros pequeños. No hay nada peor que una madre egoista aferrada a un hijo adulto....bueno si, un hijo adulto que no crece agarrado a su madre.

    Hay que dejar que los pajaritos vuelen, aunque has descrito bien el comienzo del vuelo de tu niña.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Gracias a ambas, Amparo y Suina, por detenernos a comentar mi texto.


    Supongo que debe de ser difícil dejar que los hijos vivan su vida. Yo aún no me he visto en ese trance. Mis hijos son jovencitos y están en casa. De todas maneras, siempre les digo que estamos educándoles para que un día puedan volar solos sin necesitar a papá y a mamá. Conociéndome - y conociendo a mi chico- les echaremos de menos pero estaremos bien, disfrutando de la mutua compañía y de nuestras aficiones, como viajar. Todo tiene que llegar. Así que sólo espero que no nos cueste adaptarnos a las nuevas situaciones que la vida nos plantee.


    Mi protagonista se adaptará, me da la sensación por la manera en la que acaba la historia.




    Aprovecho la ocasión para despedirme de vosotras por un tiempo. Os agradezco a ambas vuestra acogida y vuestra amabilidad. Dejaré de escribir y de participar en el Foro por un tiempo, desconozco cuánto.


    Os deseo todo lo mejor.
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    Espero que no sea una despedida definitiva, seguro que cuando con el tiempo volverás, ya verás que sí Cesca. Cuidate mucho mucho, un beso cálido y hasta pronto compañera.
  • XocasXocas Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Hilvanas espléndidamente bien tus letras, acudes aqui y allá, vuelves de nuevo, y siempre queda una sensación de vida muy real, muy de cada día. Siempre he pensado lo duro que debe ser educar a alguien para dejarlo marchar después. Y no necesariamente con alguien que te gusta, eso es más difícil aún.
    Hasta la vuelta y que vaya todo bien, espero volver a leerte no tardando mucho.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado marzo 2015
    Gracias por tu amable comentario, Xocas.
    Mi rincón, My Way, intenta ser eso: un reflejo de de la vida real.


    Creo que, por ahora, he vuelto.
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