Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
[OCULTAR]Abriendo un hilo sobre pájaros, y empezando con Cortazar, he de editar aquí, y a continuación, obligatoriamente a la coleccionista de lapiceros de colores.
Uno de los poemas dedicados a su siquiatra particular.[/OCULTAR]
EL DESPERTAR
a León Ostrov
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay mounstros
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Còmo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
[OCULTAR]La Pizarnik, los pájaros, las lilas, el seconal a granel, la autodestrucción (...)[/OCULTAR]
PEREGRINAJE
a Elizabeth Azcona Cranwell
Llamé, llamé como la náufraga dichosa
a las olas verdugas
que conocen el verdadero nombre
de la muerte.
He llamado al viento,
le confié mi ser.
Pero un pájaro muerto
vuela hacia la desesperanza
en medio de la música
cuando brujas y flores
cortan la mano de la bruma.
Un pájaro muerto llamado azul.
No es la soledad con alas,
es el silencio de la prisionera,
es la mudez de pájaros y viento,
es el mundo enojado con mi risa
o los guardianes del infierno
rompiendo mis cartas.
Para empezar el día, anoto aquí
que de todos los pájaros que yo he visto y oído
el más mío de todos es sin duda el jilguero.
Cuando digo su nombre mi infancia entera
vuelve,
y desando el camino y de nuevo retorno
a aquella casa blanca cuyos muros se alzaban
en medio de los campos, en el centro
del corazón del mundo y del verano.
Y me veo a mí mismo en la mañana de oro
-igual que en el comienzo prometedor de un
mito-
por vez primera oyendo un canto que venía
de dónde, de qué ser maravilloso y puro.
Escucha, escucha, niño, y acércate despacio
al lugar del que brota sin cesar
esa música hermosa. No hagas ningún ruido.
Y poco a poco llegas con tus pequeños pasos
hasta el pie de un almendro. Pero miras
hacia arriba y no ves más que hojas verdes
y cielo azul. Insiste. No te muevas, y observa
con atención. Insiste. Sí, ya veo, parece
que algo se está moviendo en esa rama.
Por fin, por fin lo ves: es un jilguero.
Lo ves hoy y lo has visto para siempre.
Quién podría olvidarlo. Lo viste, sí. Y yo ahora
lo sigo viendo aún con nitidez
y apunto emocionado en mi cuaderno
ese cuerpo menudo que al cantar se estremece,
e intento dibujar también la gracia
de su rojo antifaz y la delicadeza
de su ropaje pardo que se adorna
con pinceladas blancas, amarillas y negras.
Canta, canta el jilguero en la mañana
remota del origen. Y después alza el vuelo
y se va por el aire. Mas desde entonces vibra
en tu oído, en mi oído y en la verdad más
honda
su canto de aquel día, su milagroso canto.
Yo no le veo el encantamiento, pero bueno. Gracias, estrofa.
Trece maneras de mirar a un mirlo
1
Entre veinte cerros nevados
lo único que se movía
era el ojo de un mirlo.
2
Yo era de tres pareceres,
como un árbol
en el que hay tres mirlos.
3
En el viento de otoño giraba el mirlo.
Tenía un papel muy breve en la pantomima.
4
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
5
Yo no sé si prefiero
la belleza de las inflexiones
o la belleza de las insinuaciones,
si el nido silbando
o después.
6
El hielo cubría el ventanal
de cristales bárbaros.
La sombra del mirlo
lo cruzaba de un lado a otro.
La fantasía
trazaba en la sombra
una causa indescifrable.
7
Oh, delgados hombres de Haddam,
¿por qué imagináis pájaros dorados?
¿No veis cómo el mirlo
anda entre los pies
de las mujeres que os rodean?
8
Conozco nobles acentos
e inevitables ritmos lúcidos;
pero también conozco
que el mirlo anda complicado
en lo que conozco.
9
Cuando el mirlo se perdió de vista
señaló el límite
de un círculo entre otros muchos.
10
Al ver mirlos
volar en la luz verde,
hasta los charlatanes de la eufonía
gritarían agudamente.
11
Viajaba por Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez le entró el miedo,
por haber confundido
la sombra de su equipaje
con mirlos.
12
El río se mueve.
Estará volando el mirlo.
13
Toda la tarde fue de noche.
Nevaba,
iba a seguir nevando.
El mirlo se detuvo
en la rama del cedro.
[SIZE=+1]Yo no sé de la infancia[/SIZE]
[SIZE=+1]más que un miedo luminoso[/SIZE]
[SIZE=+1]y una mano que me arrastra[/SIZE]
[SIZE=+1]a mi otra orilla.[/SIZE][SIZE=+1]Mi infancia y su perfume[/SIZE]
[SIZE=+1]a pájaro acariciado.[/SIZE]
Ana Paula Daumal Cerro Chaltén, Santa Cruz, 15 de Enero de 1992
Las condiciones del pájaro solitario son cinco.
La primera, que se va a lo más alto;
La segunda, que no sufre compañía
aunque sea de su naturaleza;
La tercera, que pone el pico al aire;
La cuarta, que no tiene determinado color;
La quinta, que canta suavemente.
San Juan de la Cruz
Dichos de luz y amor
A mil trescientos metros de altura
Ana Paula Daumal cuelga apenas
de las cuerdas del viento.
Entre violines de espanto trepa Ana Paula,
los dedos de musgo
entrando en la pared sur del Chaltén.
Sursum corda
se repite Ana Paula
y el viento dice que no, dice que no.
Con el corazón no alcanza, dice Ana Paula
y clava los ojos en las grietas
y a la mirada le crecen músculos
jadeos, sudor de luz.
Allá abajo duermen todavía,
como en un nido de nieve,
tres italianos y un español.
Uno de ellos
-no sabe cuál -
le ha entrado en el cuerpo
hace apenas dos horas.
En los muslos siente todavía
los rastros de calor de esas manos tan desconocidas
y tan necesarias.
Al fin y al cabo todos los hombres son iguales
se ríe Ana Paula
(pero el viento dice que no, dice que no)
Vení conmigo, vení conmigo
había gemido Ana Paula
debajo de los estertores del hombre
que se vaciaba en ella.
Pero él ya se había dormido
sobre pequeña hoguera o pecho de mujer.
Qué raro, pensó Ana Paula,
los hombres vacíos pesan más,
el deseo los hace livianos por un rato,
pero después caen a plomo y se duermen
o se mueren.
Ana Paula empujó con piernas y brazos
buscando el desahogo
y comenzó a vestirse con lentitud de novia
y de caballero medieval.
La montaña es un dragón de hielo
todavía dormido.
Ana Paula se disculpa cada vez
que clava acero en el lomo de hierro:
No te despiertes, susurra Ana Paula
sólo soy yo
sólo soy yo
tu Ana Paula Daumal
trayéndote el fuego.
Prometeo desencadenado
en camino de regreso
arde Ana Paula Daumal:
confunde cóndor con buitre
instante con llanura
cima con eternidad
arde Ana Paula
se quema en el alto puente
donde el deseo de vivir
es como el deseo de morir.
No me vas a matar dos veces
dice Ana Paula
y hunde en la nieve dura
todos los clavos
todas las cruces
- sobre todo una-
del cementerio andino
de allá abajo
en otra montaña
que es y no es la misma
que la mató la primera vez.
Al fin y al cabo
todas las montañas son iguales
jadea Ana Paula
y el viento dice que sí
y el viento dice que no
pero Ana Paula
ya no escucha,
los pies envueltos
en una nube de luz
que se ha encendido de repente:
entre nubes negras
ha venido el sol.
Ana Paula ya no escucha el viento
ni las voces terrestres
que gritan
que no
que vuelva
que ya viene la tormenta.
Los ojos también necesitan respirar
piensa Ana Paula
mientras aprieta fuertemente los párpados
la mirada ahogada en la nube luminosa
que la encierra y la algodona,
diamante de carne endurecida
por la voluntad
y el cardumen que el dolor
soltó por sus músculos
como andanada de flechas de plata.
Pero el viento perro
perro fiel
muerde la nube allá arriba y la desgarra
y Ana Paula ve la cima
al alcance de los dedos
y más allá un pozo de cielo
y Ana Paula siente que cae en ese agujero
que no puede más de azul
y sin darse cuenta llega
y siente que la montaña la sostiene
y la levanta
antorcha pagana
sobre las oscuridades del mundo.
Ana Paula sabe que es hora de bajar.
Saca la foto del hombre muerto
y la deja en un pequeño altar de roca y nieve.
Ahora te voy a prestar mis ojos, dice,
para que veas lo que no pudiste ver.
Y Ana Paula mira
y en la mirada hay el doble de brillo
y hay un deseo doble.
Hay silencio alrededor:
la tormenta se ha quedado inmóvil
como un gato antes del salto final.
La mirada de Ana Paula
le pesa
y le dobla las piernas
y Ana Paula aprende,
mientras cae de rodillas,
no se puede sostener a la vez
la propia mirada
y la mirada de los muertos
(porque los muertos siempre piden más)
En la belleza camino
con la belleza ante mí camino
con la belleza detrás de mí camino
con la belleza encima y alrededor de mí camino
todo termina en belleza
todo termina en belleza (1)
Ana Paula Daumal apenas alcanza
a escuchar esa otra voz dentro de su voz
mientras canta suavemente
y se duerme.
(1) Yeibichai (El Camino de la noche) Cántico navajo
Poemas pertenecientes a "Crónicas de muertes dudosas" Bruno Di Benedetto
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.
luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica][OCULTAR]Fragmento de una obra teatral de Camilo José Cela,María Sabina, inspirada en la celebrada mujer de conocimiento mazateca. Fue escrita en 1965 y publicada en 1967. [/OCULTAR][/FONT]
María Sabina
Soy una mujer que llora
Soy una mujer que escupe
Soy la mujer que mea
Soy una mujer que ya no da leche
Soy una mujer que habla
Soy una mujer que grita
Soy la mujer que vomita
Soy una mujer asquerosa pero sé luchar contra la muerte y contra las yerbas que crían el veneno
Soy una mujer que da la vida
Soy una mujer que ya no pare
Soy una mujer que flota sobre las aguas
Soy una mujer que vuela por los aires
Soy una mujer del aire
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer que bebe la sangre de los corderos
Soy una mujer que bege la sangre de los muertos
Soy una mujer que bebe la sangre del león
Soy una mujer que bebe la sangre de los niños
Soy una mujer que bebe la sangre de los mozos
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer de luz
Soy una mujer que anda sola
Soy una mujer que anda sola
Sou una mujer derribada
Soy una mujer pura
Soy una mujer hambirenta y sedienta
Soy una mujer sin memoria
Soy una mujer de trapo
Soy una mujer que no miente
Soy una mujer que tampoco miente
Soy una mujer metida en un baúl estrecho
Soy una mujer que come flores
Soy una mujer que come peces vivos y saltamontes
Soy una mujer capaz de pasar hambres
Soy una mujer que pasa hambres
Soy una mujer que pasa muchas hambres
Soy una mujer que no recuerda haber comido jamás
Soy una mujer al que cocieron en chocolate
Soy una mujer calva
Soy una mujer a la que dejaron calva rociándole la cabeza con chocolate
Soy una mujer sin lengua
Soy una mujer de palo
Soy una mujer con ojos que ni miran ni brillan
Soy una mujer que ve en la tiniebla
Soy una mujer que palpa la gota de rocio posada sobre la yerba
Soy una mujer a la que asesinó el marido hace ya muchos años
Soy una mujer que murió en la cárcel porqué fue acusada de haber asesinado a su marido
Soy una mujer que efectivamente asesinó a su marido
Soy una mujer valerosa y que no tiembla
Soy una mujer que duerme sola
Soy una mujer de arena
Soy una mujer que vela eternamente
Soy una mujer que tiene un agujero en la garganta
Soy una mujer que mastica lacre ardiendo
Soy una mujer de carne ruin
Soy una mujer que tiene molleja de gallina
Soy una mujer de plumas de gallina
Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado
Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre
Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada
Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja
Soy una mujer condenada a muerte
Soy una mujer de inclinaciones sencillas
Soy una mujer que cría viboras y gorriones en el escote
Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco
Soy una mujer que cria musgo en el pecho y en el vientre
Soy una mujer a la que nadie besó jamas con entusiasmo
Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca
Soy una mujer que no tiene dientes
Soy una mujer con dos filas de dientes
Soy una mujer con tres filas de dientes
Soy tina mujer a la que nacen dientes en el paladar
Soy una mujer que come tierra
Soy una mujer que se cura las llagas con tierra
Soy una mujer que no salta con alegría por encima de los tejados
Soy una mujer sin pezones
Soy una mujer con seis tetas como las perras
Soy una mujer a la que enterraron viva
Soy una mujer que gozó al ser enterrada viva
Soy una mujer que bebe el semen del padre en la flor de la mandrágora
Soy una mujer que fuma yerbas aromáticas en una pipa hecha de vértebras de martir desangrado
Soy una mujer casi ciega
Soy una mujer casi sorda
Soy una mujer casi muda y paralítica
Soy una mujer que ronda los urinarios y los desmontes
Soy una mujer a la que canta el vientre
Soy una mujer que ignora el pecado
Soy una mujer que se desnuda y se viste con libertad
Soy una mujer que ríe sin motivo
Soy una mujer fiel
Soy una mujer respetuosa
Soy una mujer indecente
Soy una mujer que cría ranas y culebras de agua en el lavabo
Soy una mujer envuelta en un sudario de colores
Soy una mujer con las uñas quebradizas
Soy una mujer que se está quedando sin uñas
Soy una mujer que ya ni recuerda cuando perdió las uñas
Soy una mujer que no sabe solfeo
Soy una mujer que alimenta pulgas por caridad
Soy una mujer de aliento fétido
Soy una mujer gorda y poco sana
Soy una mujer a la que cosieron el sexo y el ano
Soy una mujer a la que nadie mira de frente
Soy una mujer que se cobija donde puede, por ejemplo bajo los puentes o en la cama de los leprosos
Soy una mujer que ama el fuego
Soy una mujer que lleva el fuego de un lado para otro
Soy una mujer incapaz de escupir fuego
“Nos sobrevuela / nos sobrepasa / nos sobrecoge / sobresalta / ese pájaro atormentado // Nos traspasa / nos trasciende / nos traspone / es imprevisto pájaro // nos despoja / desalienta / distorsiona // Nos aplaca / nos acuna / nos aroma / para terminar al fin / abandonándonos // Ese discreto pájaro // nos declina / nos decanta / nos desdice / ese precipitado pájaro // Ese pájaro precipitado / que es la vida”
No soy de la estirpe
de pájaros que anidan,
me acompañan mi plumaje
mi vuelo de águila
y los bailes rituales
para los apareos;
ojo certero para la presa
y una inconmensurables ganas
de migrar al este
siguiendo al sol,
siempre al sol,
mi vida eterno día
hasta que se quemen las pupilas
y mi esqueleto emplumado
se detenga en un museo
de historia natural.
Los cisnes son las alas de las almas,
las alas de las alas,
las alas de las almas de las alas,
los álamos del alma,
las almas de los álamos,
las alas de las almas de los álamos
las almas de los álamos del alma,
las almas de las almas,
las alas en las alas de las alas,
las alas en las almas de las alas,
las olas de las almas,
las olas desoladas de las almas,
las olas de las alas,
las olas de las alas de las almas,
las alas de las olas de las alas,
las alas de las olas de las almas,
las almas de las olas de las alas,
las almas de las alas de las olas,
las olas de las olas,
las alas,
las olas,
las alas.
—Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?
Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquilany tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.
¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
Arriba, en la azotea,
dibujan círculos
alrededor de los tinacos,
como buscando prolongar
el vuelo que los une,
pero la inspiración se ha ido.
No volverán como vinieron.
Hay un dicho entre los pájaros:
la parvada que te lleva
no es la misma que te trae.
Y a veces no hay parvada de regreso
y cada cual, como lo supo Ulises,
vuelve solo y como puede.
Y debe de haber pájaros
que se resisten a dejarse ir en una
y luchan por no ver ni oír
un cielo que se surca
por gusto y no por hambre,
y, si las ven pasar,
se quedan a cubierto,
entre las hojas y las ramas,
sin acudir a su llamado.
Les hablan de una Troya que no han visto,
no creen en la existencia de los Cíclopes
y no han probado qué se siente
cuando de pronto se vacían los nidos,
se enciende un vuelo sin un fin preciso
y cada cual mide su ser de pájaro sin árbol,
de pájaro entre los pájaros,
un árbol de puros pájaros, sin ramas.
Santiago del Cusco:
Cumbia tristeza y un borracho llorando frente al cementerio.
¿Puedes creerlo? Comer vale menos que matar al gusano.
Sí, tengo un gusano bailando aquí dentro.
Dios lo llama dolor;
Dolor es el premio de consuelo.
Lo he perdido todo
menos el dolor de dientes que no me deja pensar.
¿Pensar en qué? ¿En quién?
¿Acaso no ven al buitre?
Lleva siguiéndome cuatro días
mañana caigo mañana
caigo entre vendedores ambulantes, ropa usada,
pandilleros peleando por una hembra.
Marianita tiene un culo demiúrgico,
santo cielo cultivado en la tierra.
Nalguitas listas para rebanar,
cuerpito poema revolucionario cuerpito de selva
lastima que estoy tan borracho como para reconocerte en el baratillo,
y golpear a los pirañas que te manoseen mientras pasas
ayudando a tu padre que busca un martillo
para clavarte a su casa
para prohibirte salir a mi sexo, bailar aquí dentro
junto al gusano que me ahorca,
cumbia gusano
buitre gusano
cuatro días gusanos
mañana caigo mañana
caigo en manos de tu padre por hacerte el amor en el baño del colegio,
por meterte el dedo todas las noches
mientras esperamos que la Metalera nos llame para chuparnos unas cañas
frente al hospital de los pobres (dónde me sacaran la muela) o
frente al cementerio de los vivos (dónde me extirparán por fin al gusano).
Ahora lloro porque estoy solo y el buitre me ha sacado los ojos.
Ahora lloro porque veo todo como realmente es:
negro negro negro negro negro
negro negro negro negro negro
negro negro negro negro negro
negro negro negro negro negro
Nadie me habló de esto. Nadie me advirtió que podía ser gusano
en el estómago del mundo,
si sólo hallara esa tumba, esa paz de la que hablan los suicidas
no tendría que escapar más y más, cada vez más lejos,
con mi cumbia, mi tristeza, mi buitre
en el espejo interno un gusano agoniza
he quedado solo, al fin solo, llorando frente al cementerio.
Arribé al islote
enfermo
fatigado el remo
buscando
el descanso de un árbol.
No vi tierra
sino huesos.
De orilla a orilla
huesos
y esqueletos de aves,
plumas calcinadas,
hedor
de muerte,
moribundos
pájaros marinos,
graznidos
de agonía,
trinos tristes
y alguna
trémula
osamenta
aún erguida
con el pico
abierto al viento.
Con débil brazo
moví los remos
y di la espalda
al cementerio
del canto.
Con la huída de los últimos pájaros
la ciudad perfila su destino sombrío
Es mucho más el cielo en apariencia
aunque se colme de ondas invisibles
de cables y de verbos
La sinfonía plumífera ha cesado
Las antenas
Como una acupuntura cósmica
pulsan la medida azul del aire
Un licor sonoro
emborrachante
va descendiendo en el declive de la noche
y el ruido y el pájaro
inmolados juntos
se llevan los secretos
del quinto día creativo
para que en la atmósfera intrascendente
de algún living
los pichones del hombre
duerman su sueño eléctrico.
Poeta provinciano,
pajarero,
vengo y voy por el mundo,
desarmado,
sin otrosí, silbando,
sometido
al sol y su certeza,
a la lluvia, a su idioma de violín,
a la sílaba fría de la ráfaga.
Sí sí sí sí sí sí,
soy un desesperado pajarero,
no puedo corregirme
y aunque no me conviden
los pájaros a la enramada,
al cielo
o al océano,
a su conversación, a su banquete,
yo me invito a mí mismo
y los acecho
sin prejuicio ninguno:
jilgueros amarillos,
tordos negros,
oscuros cormoranes pescadores
o metálicos mirlos,
ruiseñores,
vibrantes colibríes,
codornices,
águilas inherentes
a los montes de Chile,
loicas de pecho puro
y sanguinario,
cóndores iracundos
y zorzales,
peucos inmóviles, colgados del cielo,
diucas que me educaron con su trino,
pájaros de la miel y del forraje,
del terciopelo azul o la blancura,
pájaros por la espuma coronados
o simplemente vestidos de arena,
pájaros pensativos que interrogan
la tierra y picotean su secreto
o atacan la corteza del gigante
o abren el corazón de la madera
o construyen con paja, greda y lluvia
la casa del amor y del aroma
o jardineros suaves
o ladrones
o inventores azules de la música
o tácitos testigos de la aurora.
Yo, poeta
popular, provinciano, pajarero,
fui por el mundo buscando la vida:
pájaro a pájaro conocí la tierra;
reconocí dónde volaba el fuego:
la precipitación de la energía
y mi desinterés quedo premiado
porque aunque nadie me pagó por eso
recibí aquellas alas en el alma
y la inmovilidad no me detuvo.
Soy un pájaro, ciego de nacimiento,
vuelo bajo el cielo abierto,
la tristeza en los ojos se asentó como polvo.
Pero veo: como la luna se quiebra en trozos,
en la melancolía plana del agua,
oigo: las afluencias y el derrame de los amaneceres,
y los frutos del resplandor lejano,
y los ojos atigrados de los relámpagos cercanos,
y cómo se separa el día de la noche,
y cómo los pedacitos de las nubes
aspiran a conservar el sol poniente,
y cómo se turba la tarde sin fondo.
Yo sé:
cómo la lluvia nocturna juzgará el calor del mediodía,
cómo enfurece el viento salvaje,
extinguiéndose y encendiéndose de nuevo,
y cómo la hoja, jinete verde
sabe montar este viento.
¿Qué ven ustedes a través de su cordial espejo?
El mundo es un espejo, en él, solo pasó rápidamente
la sombra del imponderable pájaro grisáceo,
pájaro, ciego de nacimiento,
de la extraña barnizada apariencia del mundo.
Por eso - yo elijo:
mi vuelo solitario,
mi altura, mi voluntad,
mi grito, la fiesta, la sinrazón,
¡mi mejor canción no fue cantada!
Observaciones relacionadas con la exuberante actividad de la "confabulación fonética" o "lenguaje de los pájaros" en las obras de J. P. Brisset, R. Rousel, M. Duchamp y otros
a. A través de su canto los pájaros
comunican una comunicación
en la que dicen que no dicen nada.
b. El lenguaje de los pájaros
es un lenguaje de signos transparentes
en busca de la transparencia dispersa de algún significado.
c. Los pájaros encierran el significado de su propio canto
en la malla de un lenguaje vacío;
malla que es a un tiempo transparente e irrompible.
d. Incluso el silencio que se produce entre cada canto
es también un eslabón de esa malla, un signo, un momento
del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma.
e. Para la naturaleza no es el canto de los pájaros
ni su equivalente, la palabra humana, sino el silencio,
el que convertido en mensaje tiene por objeto
establecer, prolongar o interrumpir la comunicación
para verificar si el circuito funciona
y si realmente los pájaros se comunican entre ellos
a través de los oídos de los hombres
y sin que estos se den cuenta.
NOTA:
Los pájaros cantan en pajarístico,
pero los escuchamos en español.
(El español es una lengua opaca,
con un gran número de palabras fantasmas;
el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).
Hoy la tristeza es capicúa
se encierra en una torre consumista
llena de garabatos,
su tiempo de deshoras
es la llamada
del silencio,
es la mujer que llora
abriendo su vientre
de pájaros negros,
es el andén
y los pasos que fueron,
es la sonrisa obligada
y los árboles viejos,
el empeño por vivir al desvivirse,
iniciar cada día
una pirámide inversa
que se llena de mar
que se ahoga.
Esta tristeza
lleva piernas largas
y abre senderos
en las manos del olvido.
No quiero hoy
que llegues a casa
con un rastrojo lánguido
de lo que fue ayer
de la tibieza que no hubo
de los besos que olvidamos darnos.
Hay demasiada tristeza, hoy,
demasiada arquitectura
de lo que nunca será.
A la taxista de Madrid
que después de una noche
de juerga y de pecado
intenso me condujo hasta el hotel
y hablaba de sus hijos y llevaba
un jersey con pelusas y unas gafas
antiguas y una trenza
de amor sobre la espalda;
a la taxista que decía
que aparcaba a las ocho
y se iba para el piso
del barrio de San Blas
a hacer el desayuno; a la taxista
que no volveré a ver y que a la hora
en que las azoteas de Madrid
se teñían de rosa y algún pájaro
mostraba en el reverso de sus alas
un rosa aún más intenso
sin duda proveniente
del lado de la aurora; a la taxista
que vio mi vida entera
desfilar por mis ojos
en el retrovisor de la mañana,
la vida que salvó,
la mía, aquí le dejo.
No trates de hacer tu cama sobre el frío, que los gorriones dolerán:
yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
si es que tienes frío: y las jaulas torcerán sus barrotes sobre mi cara
si es que no te prevengo, si es que yo no te tapo con un trozo de pan.
Sobre un gorrión dormido en la estrella polar, yo no haré mi cama,
y no me haces caso. Tú no me sigues y caes sobre el viento,
y le mendigo a la noche un pedazo de cobija. Y te vuelves morado.
Le mendigo a los perros un trozo de piel para no ver tus dientes.
No trates de hacer tu cama sobre el frío ¡No estaré para lavarte!
No estaré para darte el vapor en la frente, leyéndote las aguas.
No estaré para contarte la saga de mis padres que un día partieron
a la aurora boreal -más allá de estos pastos- con zapatos de hielo.
Yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
si es que yo me olvido y no fundo los zapatos que tú te pusiste.
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos! José Martí
Los niños en mi pueblo lloran
porque los pájaros ya no cantan.
El sol nos asta entre
toros o muertos que aún no descansan.
La luna ayuda al enemigo
en el terrado
o en la era.
La broca
juega con los granos
que en las espaldas se encrespan
como riscos en las alturas.
El campesino llora o ríe con el verano
o quizá tiembla con la lluvia
hasta ver destruir o crecer su siembra.
El gusano seca al plátano.
Las papayas lloran por la cebolla
que crecen silvestremente como ellas.
Los hijos y los padres
sonríen en sus tazas
hasta afrontar el agua sin leche.
Las polillas nos comen las costillas
deseando pringar el corazón más débil.
Más que alegre
mi pueblo ríe con el cerro
prolongando rigor y sentencia
de ver cómo pocos roban sus sueños.
Lima tu letargo hermano
ingéniate en aplastar
polillas de toda laya.
Haz de tu alforja un lugar sin fondo
donde tu dolor azote el hambre de los que,
con lastre hicieron llorar tu nombre.
Más que alegre
para no ver sus carnes de forma lastimera
mi pueblo trabaja
con la libertad o el sueño.
mecha vaugham vivió la mayor parte en su uteró
lejos de otros ruidos del mundo o mundanales
y conoció paisajes raros llenos de pájaros nerviosos
y conoció paisajes
"oh bichos" decía dirigiéndose a los bichos
que poblaban su cuerpo y mucho más su sueño
aleteando picoteándole el alma
"oh bichos que me despiertan la voz"
decía mecha vaugham callándose de pronto o intentando volar
"¿qué es esto que me pega al piso?" decía
zangoloteando chapoteando
con gran horror o fastidio de los vecinos del 3
"pies que piesan en vez de alar o cómo /
sería el mundo el buey lo que se hija /
si no nos devoráramos /
si amorásemos mucho" decía mecha vaugham
"si fuéramos o fuésemos / como rostros humanos /
empezando de a dos /
completos en el resto" decía mecha derrumbándose
finalmente en el suelo
un día pasó lo que sigue:
pájaro de voz tenor que la amoraba mucho
antes de ser devorado del todo
plantó un arbolito en su alma
mecha vaugham devoró al pajarito pero
el arbolito creció creció
empezó a cantarle de noche
el tenorino
no la dejó dormir
no la dejó vivir y cuando mecha vaugham murió
salió otra vez volando del árbol
el pájaro ese pájaro
a mecha vaugham le alfombraron la tumba
con pedacitos de su mismo uteró
todos los pájaros del mundo al atardecer picoteaban allí o aleteaban
todos del mundo menos uno
Comentarios
Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor
Julio Cortazar
Uno de los poemas dedicados a su siquiatra particular.[/OCULTAR]
EL DESPERTAR
a León Ostrov
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay mounstros
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Còmo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
Alejandra Pizarnik
.
.
.
PEREGRINAJE
a Elizabeth Azcona Cranwell
Llamé, llamé como la náufraga dichosa
a las olas verdugas
que conocen el verdadero nombre
de la muerte.
He llamado al viento,
le confié mi ser.
Pero un pájaro muerto
vuela hacia la desesperanza
en medio de la música
cuando brujas y flores
cortan la mano de la bruma.
Un pájaro muerto llamado azul.
No es la soledad con alas,
es el silencio de la prisionera,
es la mudez de pájaros y viento,
es el mundo enojado con mi risa
o los guardianes del infierno
rompiendo mis cartas.
He llamado, he llamado.
He llamado hacia nunca.
Alejandra Pizarnik
.
.
.
Para empezar el día, anoto aquí
que de todos los pájaros que yo he visto y oído
el más mío de todos es sin duda el jilguero.
Cuando digo su nombre mi infancia entera
vuelve,
y desando el camino y de nuevo retorno
a aquella casa blanca cuyos muros se alzaban
en medio de los campos, en el centro
del corazón del mundo y del verano.
Y me veo a mí mismo en la mañana de oro
-igual que en el comienzo prometedor de un
mito-
por vez primera oyendo un canto que venía
de dónde, de qué ser maravilloso y puro.
Escucha, escucha, niño, y acércate despacio
al lugar del que brota sin cesar
esa música hermosa. No hagas ningún ruido.
Y poco a poco llegas con tus pequeños pasos
hasta el pie de un almendro. Pero miras
hacia arriba y no ves más que hojas verdes
y cielo azul. Insiste. No te muevas, y observa
con atención. Insiste. Sí, ya veo, parece
que algo se está moviendo en esa rama.
Por fin, por fin lo ves: es un jilguero.
Lo ves hoy y lo has visto para siempre.
Quién podría olvidarlo. Lo viste, sí. Y yo ahora
lo sigo viendo aún con nitidez
y apunto emocionado en mi cuaderno
ese cuerpo menudo que al cantar se estremece,
e intento dibujar también la gracia
de su rojo antifaz y la delicadeza
de su ropaje pardo que se adorna
con pinceladas blancas, amarillas y negras.
Canta, canta el jilguero en la mañana
remota del origen. Y después alza el vuelo
y se va por el aire. Mas desde entonces vibra
en tu oído, en mi oído y en la verdad más
honda
su canto de aquel día, su milagroso canto.
Eloy Sánchez Rosillo
Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.
La Pizarnik
.
.
.
Abrí este hilo recordando un poema que pasó la barrera del encantamiento hacia más allá, al leerlo...
Pájaros
I
El pájaro que se desliza de una rama...
Quedo, casi silencioso, húmeda de limo
la piel.
No dice nada. Desmenuza un fruto rojo.
Su pulso amniótico se abre; exhala.
Come el fruto rojo hasta allanarle
el corazón.
Inhala lento exhala. El fruto rojo duerme.
El pájaro que se desliza de una rama...
No dice nada.
Sueña con la muerte.
II
un pájaro
de pecho asmático
raquítico
enhebrándose a una rama
como una ajorca
en la muñeca
de qué sirve el parloteo
-trino
inveterado-
destinado
a erradicar
el tácito
silencio
Sarasvati
Trece maneras de mirar a un mirlo
1
Entre veinte cerros nevados
lo único que se movía
era el ojo de un mirlo.
2
Yo era de tres pareceres,
como un árbol
en el que hay tres mirlos.
3
En el viento de otoño giraba el mirlo.
Tenía un papel muy breve en la pantomima.
4
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
5
Yo no sé si prefiero
la belleza de las inflexiones
o la belleza de las insinuaciones,
si el nido silbando
o después.
6
El hielo cubría el ventanal
de cristales bárbaros.
La sombra del mirlo
lo cruzaba de un lado a otro.
La fantasía
trazaba en la sombra
una causa indescifrable.
7
Oh, delgados hombres de Haddam,
¿por qué imagináis pájaros dorados?
¿No veis cómo el mirlo
anda entre los pies
de las mujeres que os rodean?
8
Conozco nobles acentos
e inevitables ritmos lúcidos;
pero también conozco
que el mirlo anda complicado
en lo que conozco.
9
Cuando el mirlo se perdió de vista
señaló el límite
de un círculo entre otros muchos.
10
Al ver mirlos
volar en la luz verde,
hasta los charlatanes de la eufonía
gritarían agudamente.
11
Viajaba por Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez le entró el miedo,
por haber confundido
la sombra de su equipaje
con mirlos.
12
El río se mueve.
Estará volando el mirlo.
13
Toda la tarde fue de noche.
Nevaba,
iba a seguir nevando.
El mirlo se detuvo
en la rama del cedro.
Wallace Stevens
[SIZE=+1]más que un miedo luminoso[/SIZE]
[SIZE=+1]y una mano que me arrastra[/SIZE]
[SIZE=+1]a mi otra orilla.[/SIZE][SIZE=+1]Mi infancia y su perfume[/SIZE]
[SIZE=+1]a pájaro acariciado.[/SIZE]
[SIZE=+1]Pizarnik[/SIZE]
[/SIZE]
[OCULTAR]Quinti, estás poesido por la Pizarnick : -)[/OCULTAR]
Frío de límites
Huyen heridas por el amanecer, laten sobre las aguas y su blancura se
abre en ti: avefrías.
Viajan de lo visible a lo invisible. Ya
sólo hay invierno en las ramas inmóviles.
¿Es la luz esta sustancia que atraviesan los pájaros?
En el temblor del sílice se depositan cuarzo y espinas pulimentadas
por el vértigo. Sientes
el gemido del mar. Después,
frío de límites.
Antonio Gamoneda (España, 1931)
Cerro Chaltén, Santa Cruz, 15 de Enero de 1992
La primera, que se va a lo más alto;
La segunda, que no sufre compañía
aunque sea de su naturaleza;
La tercera, que pone el pico al aire;
La cuarta, que no tiene determinado color;
La quinta, que canta suavemente.
San Juan de la Cruz
Dichos de luz y amor
A mil trescientos metros de altura
Ana Paula Daumal cuelga apenas
de las cuerdas del viento.
Entre violines de espanto trepa Ana Paula,
los dedos de musgo
entrando en la pared sur del Chaltén.
Sursum corda
se repite Ana Paula
y el viento dice que no, dice que no.
Con el corazón no alcanza, dice Ana Paula
y clava los ojos en las grietas
y a la mirada le crecen músculos
jadeos, sudor de luz.
Allá abajo duermen todavía,
como en un nido de nieve,
tres italianos y un español.
Uno de ellos
-no sabe cuál -
le ha entrado en el cuerpo
hace apenas dos horas.
En los muslos siente todavía
los rastros de calor de esas manos tan desconocidas
y tan necesarias.
Al fin y al cabo todos los hombres son iguales
se ríe Ana Paula
(pero el viento dice que no, dice que no)
Vení conmigo, vení conmigo
había gemido Ana Paula
debajo de los estertores del hombre
que se vaciaba en ella.
Pero él ya se había dormido
sobre pequeña hoguera o pecho de mujer.
Qué raro, pensó Ana Paula,
los hombres vacíos pesan más,
el deseo los hace livianos por un rato,
pero después caen a plomo y se duermen
o se mueren.
Ana Paula empujó con piernas y brazos
buscando el desahogo
y comenzó a vestirse con lentitud de novia
y de caballero medieval.
La montaña es un dragón de hielo
todavía dormido.
Ana Paula se disculpa cada vez
que clava acero en el lomo de hierro:
No te despiertes, susurra Ana Paula
sólo soy yo
sólo soy yo
tu Ana Paula Daumal
trayéndote el fuego.
Prometeo desencadenado
en camino de regreso
arde Ana Paula Daumal:
confunde cóndor con buitre
instante con llanura
cima con eternidad
arde Ana Paula
se quema en el alto puente
donde el deseo de vivir
es como el deseo de morir.
No me vas a matar dos veces
dice Ana Paula
y hunde en la nieve dura
todos los clavos
todas las cruces
- sobre todo una-
del cementerio andino
de allá abajo
en otra montaña
que es y no es la misma
que la mató la primera vez.
Al fin y al cabo
todas las montañas son iguales
jadea Ana Paula
y el viento dice que sí
y el viento dice que no
pero Ana Paula
ya no escucha,
los pies envueltos
en una nube de luz
que se ha encendido de repente:
entre nubes negras
ha venido el sol.
Ana Paula ya no escucha el viento
ni las voces terrestres
que gritan
que no
que vuelva
que ya viene la tormenta.
Los ojos también necesitan respirar
piensa Ana Paula
mientras aprieta fuertemente los párpados
la mirada ahogada en la nube luminosa
que la encierra y la algodona,
diamante de carne endurecida
por la voluntad
y el cardumen que el dolor
soltó por sus músculos
como andanada de flechas de plata.
Pero el viento perro
perro fiel
muerde la nube allá arriba y la desgarra
y Ana Paula ve la cima
al alcance de los dedos
y más allá un pozo de cielo
y Ana Paula siente que cae en ese agujero
que no puede más de azul
y sin darse cuenta llega
y siente que la montaña la sostiene
y la levanta
antorcha pagana
sobre las oscuridades del mundo.
Ana Paula sabe que es hora de bajar.
Saca la foto del hombre muerto
y la deja en un pequeño altar de roca y nieve.
Ahora te voy a prestar mis ojos, dice,
para que veas lo que no pudiste ver.
Y Ana Paula mira
y en la mirada hay el doble de brillo
y hay un deseo doble.
Hay silencio alrededor:
la tormenta se ha quedado inmóvil
como un gato antes del salto final.
La mirada de Ana Paula
le pesa
y le dobla las piernas
y Ana Paula aprende,
mientras cae de rodillas,
no se puede sostener a la vez
la propia mirada
y la mirada de los muertos
(porque los muertos siempre piden más)
En la belleza camino
con la belleza ante mí camino
con la belleza detrás de mí camino
con la belleza encima y alrededor de mí camino
todo termina en belleza
todo termina en belleza (1)
Ana Paula Daumal apenas alcanza
a escuchar esa otra voz dentro de su voz
mientras canta suavemente
y se duerme.
(1) Yeibichai (El Camino de la noche) Cántico navajo
Poemas pertenecientes a "Crónicas de muertes dudosas"
Bruno Di Benedetto
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.
luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?
Charles Bukowski
María Sabina
Soy una mujer que escupe
Soy la mujer que mea
Soy una mujer que ya no da leche
Soy una mujer que habla
Soy una mujer que grita
Soy la mujer que vomita
Soy una mujer asquerosa pero sé luchar contra la muerte y contra las yerbas que crían el veneno
Soy una mujer que da la vida
Soy una mujer que ya no pare
Soy una mujer que flota sobre las aguas
Soy una mujer que vuela por los aires
Soy una mujer del aire
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer que bebe la sangre de los corderos
Soy una mujer que bege la sangre de los muertos
Soy una mujer que bebe la sangre del león
Soy una mujer que bebe la sangre de los niños
Soy una mujer que bebe la sangre de los mozos
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer que bebe el humo
Soy una mujer de luz
Soy una mujer que anda sola
Soy una mujer que anda sola
Sou una mujer derribada
Soy una mujer pura
Soy una mujer hambirenta y sedienta
Soy una mujer sin memoria
Soy una mujer de trapo
Soy una mujer que no miente
Soy una mujer que tampoco miente
Soy una mujer metida en un baúl estrecho
Soy una mujer que come flores
Soy una mujer que come peces vivos y saltamontes
Soy una mujer capaz de pasar hambres
Soy una mujer que pasa hambres
Soy una mujer que pasa muchas hambres
Soy una mujer que no recuerda haber comido jamás
Soy una mujer al que cocieron en chocolate
Soy una mujer calva
Soy una mujer a la que dejaron calva rociándole la cabeza con chocolate
Soy una mujer sin lengua
Soy una mujer de palo
Soy una mujer con ojos que ni miran ni brillan
Soy una mujer que ve en la tiniebla
Soy una mujer que palpa la gota de rocio posada sobre la yerba
Soy una mujer a la que asesinó el marido hace ya muchos años
Soy una mujer que murió en la cárcel porqué fue acusada de haber asesinado a su marido
Soy una mujer que efectivamente asesinó a su marido
Soy una mujer valerosa y que no tiembla
Soy una mujer que duerme sola
Soy una mujer de arena
Soy una mujer que vela eternamente
Soy una mujer que tiene un agujero en la garganta
Soy una mujer que mastica lacre ardiendo
Soy una mujer de carne ruin
Soy una mujer que tiene molleja de gallina
Soy una mujer de plumas de gallina
Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado
Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre
Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada
Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja
Soy una mujer condenada a muerte
Soy una mujer de inclinaciones sencillas
Soy una mujer que cría viboras y gorriones en el escote
Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco
Soy una mujer que cria musgo en el pecho y en el vientre
Soy una mujer a la que nadie besó jamas con entusiasmo
Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca
Soy una mujer que no tiene dientes
Soy una mujer con dos filas de dientes
Soy una mujer con tres filas de dientes
Soy tina mujer a la que nacen dientes en el paladar
Soy una mujer que come tierra
Soy una mujer que se cura las llagas con tierra
Soy una mujer que no salta con alegría por encima de los tejados
Soy una mujer sin pezones
Soy una mujer con seis tetas como las perras
Soy una mujer a la que enterraron viva
Soy una mujer que gozó al ser enterrada viva
Soy una mujer que bebe el semen del padre en la flor de la mandrágora
Soy una mujer que fuma yerbas aromáticas en una pipa hecha de vértebras de martir desangrado
Soy una mujer casi ciega
Soy una mujer casi sorda
Soy una mujer casi muda y paralítica
Soy una mujer que ronda los urinarios y los desmontes
Soy una mujer a la que canta el vientre
Soy una mujer que ignora el pecado
Soy una mujer que se desnuda y se viste con libertad
Soy una mujer que ríe sin motivo
Soy una mujer fiel
Soy una mujer respetuosa
Soy una mujer indecente
Soy una mujer que cría ranas y culebras de agua en el lavabo
Soy una mujer envuelta en un sudario de colores
Soy una mujer con las uñas quebradizas
Soy una mujer que se está quedando sin uñas
Soy una mujer que ya ni recuerda cuando perdió las uñas
Soy una mujer que no sabe solfeo
Soy una mujer que alimenta pulgas por caridad
Soy una mujer de aliento fétido
Soy una mujer gorda y poco sana
Soy una mujer a la que cosieron el sexo y el ano
Soy una mujer a la que nadie mira de frente
Soy una mujer que se cobija donde puede, por ejemplo bajo los puentes o en la cama de los leprosos
Soy una mujer que ama el fuego
Soy una mujer que lleva el fuego de un lado para otro
Soy una mujer incapaz de escupir fuego
(...)
.
.
.
Arabella Salaverry
No soy de la estirpe
de pájaros que anidan,
me acompañan mi plumaje
mi vuelo de águila
y los bailes rituales
para los apareos;
ojo certero para la presa
y una inconmensurables ganas
de migrar al este
siguiendo al sol,
siempre al sol,
mi vida eterno día
hasta que se quemen las pupilas
y mi esqueleto emplumado
se detenga en un museo
de historia natural.
Dinko Pavlov (Argentina, 1943-2010)
Los cisnes son las alas de las almas,
las alas de las alas,
las alas de las almas de las alas,
los álamos del alma,
las almas de los álamos,
las alas de las almas de los álamos
las almas de los álamos del alma,
las almas de las almas,
las alas en las alas de las alas,
las alas en las almas de las alas,
las olas de las almas,
las olas desoladas de las almas,
las olas de las alas,
las olas de las alas de las almas,
las alas de las olas de las alas,
las alas de las olas de las almas,
las almas de las olas de las alas,
las almas de las alas de las olas,
las olas de las olas,
las alas,
las olas,
las alas.
Juan Eduardo Cirlot
ADÁN Y EVA (IV)
—Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?
Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquilany tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.
¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.
Jaime Sabines
.
.
.
Arriba, en la azotea,
dibujan círculos
alrededor de los tinacos,
como buscando prolongar
el vuelo que los une,
pero la inspiración se ha ido.
No volverán como vinieron.
Hay un dicho entre los pájaros:
la parvada que te lleva
no es la misma que te trae.
Y a veces no hay parvada de regreso
y cada cual, como lo supo Ulises,
vuelve solo y como puede.
Y debe de haber pájaros
que se resisten a dejarse ir en una
y luchan por no ver ni oír
un cielo que se surca
por gusto y no por hambre,
y, si las ven pasar,
se quedan a cubierto,
entre las hojas y las ramas,
sin acudir a su llamado.
Les hablan de una Troya que no han visto,
no creen en la existencia de los Cíclopes
y no han probado qué se siente
cuando de pronto se vacían los nidos,
se enciende un vuelo sin un fin preciso
y cada cual mide su ser de pájaro sin árbol,
de pájaro entre los pájaros,
un árbol de puros pájaros, sin ramas.
Fabio Morábito
Santiago del Cusco:
Cumbia tristeza y un borracho llorando frente al cementerio.
¿Puedes creerlo? Comer vale menos que matar al gusano.
Sí, tengo un gusano bailando aquí dentro.
Dios lo llama dolor;
Dolor es el premio de consuelo.
Lo he perdido todo
menos el dolor de dientes que no me deja pensar.
¿Pensar en qué? ¿En quién?
¿Acaso no ven al buitre?
Lleva siguiéndome cuatro días
mañana caigo mañana
caigo entre vendedores ambulantes, ropa usada,
pandilleros peleando por una hembra.
Marianita tiene un culo demiúrgico,
santo cielo cultivado en la tierra.
Nalguitas listas para rebanar,
cuerpito poema revolucionario cuerpito de selva
lastima que estoy tan borracho como para reconocerte en el baratillo,
y golpear a los pirañas que te manoseen mientras pasas
ayudando a tu padre que busca un martillo
para clavarte a su casa
para prohibirte salir a mi sexo, bailar aquí dentro
junto al gusano que me ahorca,
cumbia gusano
buitre gusano
cuatro días gusanos
mañana caigo mañana
caigo en manos de tu padre por hacerte el amor en el baño del colegio,
por meterte el dedo todas las noches
mientras esperamos que la Metalera nos llame para chuparnos unas cañas
frente al hospital de los pobres (dónde me sacaran la muela) o
frente al cementerio de los vivos (dónde me extirparán por fin al gusano).
Ahora lloro porque estoy solo y el buitre me ha sacado los ojos.
Ahora lloro porque veo todo como realmente es:
negro negro negro negro negro
negro negro negro negro negro
negro negro negro negro negro
negro negro negro negro negro
Nadie me habló de esto. Nadie me advirtió que podía ser gusano
en el estómago del mundo,
si sólo hallara esa tumba, esa paz de la que hablan los suicidas
no tendría que escapar más y más, cada vez más lejos,
con mi cumbia, mi tristeza, mi buitre
en el espejo interno un gusano agoniza
he quedado solo, al fin solo, llorando frente al cementerio.
Willni Dávalos
.
.
.
Arribé al islote
enfermo
fatigado el remo
buscando
el descanso de un árbol.
No vi tierra
sino huesos.
De orilla a orilla
huesos
y esqueletos de aves,
plumas calcinadas,
hedor
de muerte,
moribundos
pájaros marinos,
graznidos
de agonía,
trinos tristes
y alguna
trémula
osamenta
aún erguida
con el pico
abierto al viento.
Con débil brazo
moví los remos
y di la espalda
al cementerio
del canto.
Pablo Antonio Cuadra
Con la huída de los últimos pájaros
la ciudad perfila su destino sombrío
Es mucho más el cielo en apariencia
aunque se colme de ondas invisibles
de cables y de verbos
La sinfonía plumífera ha cesado
Las antenas
Como una acupuntura cósmica
pulsan la medida azul del aire
Un licor sonoro
y el ruido y el pájaro
de algún living
los pichones del hombre
duerman su sueño eléctrico.
Eduardo Espósito (Argentina, 1956)
Poeta provinciano,
pajarero,
vengo y voy por el mundo,
desarmado,
sin otrosí, silbando,
sometido
al sol y su certeza,
a la lluvia, a su idioma de violín,
a la sílaba fría de la ráfaga.
Sí sí sí sí sí sí,
soy un desesperado pajarero,
no puedo corregirme
y aunque no me conviden
los pájaros a la enramada,
al cielo
o al océano,
a su conversación, a su banquete,
yo me invito a mí mismo
y los acecho
sin prejuicio ninguno:
jilgueros amarillos,
tordos negros,
oscuros cormoranes pescadores
o metálicos mirlos,
ruiseñores,
vibrantes colibríes,
codornices,
águilas inherentes
a los montes de Chile,
loicas de pecho puro
y sanguinario,
cóndores iracundos
y zorzales,
peucos inmóviles, colgados del cielo,
diucas que me educaron con su trino,
pájaros de la miel y del forraje,
del terciopelo azul o la blancura,
pájaros por la espuma coronados
o simplemente vestidos de arena,
pájaros pensativos que interrogan
la tierra y picotean su secreto
o atacan la corteza del gigante
o abren el corazón de la madera
o construyen con paja, greda y lluvia
la casa del amor y del aroma
o jardineros suaves
o ladrones
o inventores azules de la música
o tácitos testigos de la aurora.
Yo, poeta
popular, provinciano, pajarero,
fui por el mundo buscando la vida:
pájaro a pájaro conocí la tierra;
reconocí dónde volaba el fuego:
la precipitación de la energía
y mi desinterés quedo premiado
porque aunque nadie me pagó por eso
recibí aquellas alas en el alma
y la inmovilidad no me detuvo.
Pablo Neruda
Soy un pájaro, ciego de nacimiento,
vuelo bajo el cielo abierto,
la tristeza en los ojos se asentó como polvo.
Pero veo: como la luna se quiebra en trozos,
en la melancolía plana del agua,
oigo: las afluencias y el derrame de los amaneceres,
y los frutos del resplandor lejano,
y los ojos atigrados de los relámpagos cercanos,
y cómo se separa el día de la noche,
y cómo los pedacitos de las nubes
aspiran a conservar el sol poniente,
y cómo se turba la tarde sin fondo.
Yo sé:
cómo la lluvia nocturna juzgará el calor del mediodía,
cómo enfurece el viento salvaje,
extinguiéndose y encendiéndose de nuevo,
y cómo la hoja, jinete verde
sabe montar este viento.
¿Qué ven ustedes a través de su cordial espejo?
El mundo es un espejo, en él, solo pasó rápidamente
la sombra del imponderable pájaro grisáceo,
pájaro, ciego de nacimiento,
de la extraña barnizada apariencia del mundo.
Por eso - yo elijo:
mi vuelo solitario,
mi altura, mi voluntad,
mi grito, la fiesta, la sinrazón,
¡mi mejor canción no fue cantada!
De nuevo un falso mezzosoprano…
Shajriza Bogatyreva
a. A través de su canto los pájaros
comunican una comunicación
en la que dicen que no dicen nada.
b. El lenguaje de los pájaros
es un lenguaje de signos transparentes
en busca de la transparencia dispersa de algún significado.
c. Los pájaros encierran el significado de su propio canto
en la malla de un lenguaje vacío;
malla que es a un tiempo transparente e irrompible.
d. Incluso el silencio que se produce entre cada canto
es también un eslabón de esa malla, un signo, un momento
del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma.
e. Para la naturaleza no es el canto de los pájaros
ni su equivalente, la palabra humana, sino el silencio,
el que convertido en mensaje tiene por objeto
establecer, prolongar o interrumpir la comunicación
para verificar si el circuito funciona
y si realmente los pájaros se comunican entre ellos
a través de los oídos de los hombres
y sin que estos se den cuenta.
NOTA:
Los pájaros cantan en pajarístico,
pero los escuchamos en español.
(El español es una lengua opaca,
con un gran número de palabras fantasmas;
el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).
Juan Luis Martínez (Chile, 1942-1993)
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Hoy la tristeza es capicúa
se encierra en una torre consumista
llena de garabatos,
su tiempo de deshoras
es la llamada
del silencio,
es la mujer que llora
abriendo su vientre
de pájaros negros,
es el andén
y los pasos que fueron,
es la sonrisa obligada
y los árboles viejos,
el empeño por vivir al desvivirse,
iniciar cada día
una pirámide inversa
que se llena de mar
que se ahoga.
Esta tristeza
lleva piernas largas
y abre senderos
en las manos del olvido.
No quiero hoy
que llegues a casa
con un rastrojo lánguido
de lo que fue ayer
de la tibieza que no hubo
de los besos que olvidamos darnos.
Hay demasiada tristeza, hoy,
demasiada arquitectura
de lo que nunca será.
Aída Acosta Alfonso, (Cáceres. 1976-)
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Yo tenía un amigo
que sin mediar palabra, lentamente
una tarde, tomó la ruta de los pájaros.
Yo tenía un jardín lleno de estrellas,
donde cada mañana
anidaba el rocío entre las rosas.
Yo tenía un laurel alto y hermoso,
bajo cuyas ramas buscaba
su fresquísima sombra en el verano.
Yo tenía un amor que decidió aniquilarse
bajo el frío polar de una tarde de invierno.
Yo tenía una isla, un rayo de luz irrepetible,
dos corazones adornando mis bolígrafos,
mis rotuladores… mi pluma…
Yo tenía… un corazón,
la suavidad del tacto cuando se aceleran los latidos,
una mirada tierna,
la sonrisa más fresca e inocente…
Ahora no sé si tengo algo,
y recurro fiel a la esperanza
con la que a diario ilumino
la vida que se me presta.
Juana J. Marín Saura.
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A la taxista de Madrid
que después de una noche
de juerga y de pecado
intenso me condujo hasta el hotel
y hablaba de sus hijos y llevaba
un jersey con pelusas y unas gafas
antiguas y una trenza
de amor sobre la espalda;
a la taxista que decía
que aparcaba a las ocho
y se iba para el piso
del barrio de San Blas
a hacer el desayuno; a la taxista
que no volveré a ver y que a la hora
en que las azoteas de Madrid
se teñían de rosa y algún pájaro
mostraba en el reverso de sus alas
un rosa aún más intenso
sin duda proveniente
del lado de la aurora; a la taxista
que vio mi vida entera
desfilar por mis ojos
en el retrovisor de la mañana,
la vida que salvó,
la mía, aquí le dejo.
Antonio Praena Segura
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1
No trates de hacer tu cama sobre el frío, que los gorriones dolerán:
yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
si es que tienes frío: y las jaulas torcerán sus barrotes sobre mi cara
si es que no te prevengo, si es que yo no te tapo con un trozo de pan.
Sobre un gorrión dormido en la estrella polar, yo no haré mi cama,
y no me haces caso. Tú no me sigues y caes sobre el viento,
y le mendigo a la noche un pedazo de cobija. Y te vuelves morado.
Le mendigo a los perros un trozo de piel para no ver tus dientes.
No trates de hacer tu cama sobre el frío ¡No estaré para lavarte!
No estaré para darte el vapor en la frente, leyéndote las aguas.
No estaré para contarte la saga de mis padres que un día partieron
a la aurora boreal -más allá de estos pastos- con zapatos de hielo.
Yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
si es que yo me olvido y no fundo los zapatos que tú te pusiste.
Pedro Montealegre (Chile, 1975-2015)
O nos salvamos los dos!
José Martí
Los niños en mi pueblo lloran
porque los pájaros ya no cantan.
El sol nos asta entre
toros o muertos que aún no descansan.
La luna ayuda al enemigo
en el terrado
o en la era.
La broca
juega con los granos
que en las espaldas se encrespan
como riscos en las alturas.
El campesino llora o ríe con el verano
o quizá tiembla con la lluvia
hasta ver destruir o crecer su siembra.
El gusano seca al plátano.
Las papayas lloran por la cebolla
que crecen silvestremente como ellas.
Los hijos y los padres
sonríen en sus tazas
hasta afrontar el agua sin leche.
Las polillas nos comen las costillas
deseando pringar el corazón más débil.
Más que alegre
mi pueblo ríe con el cerro
prolongando rigor y sentencia
de ver cómo pocos roban sus sueños.
Lima tu letargo hermano
ingéniate en aplastar
polillas de toda laya.
Haz de tu alforja un lugar sin fondo
donde tu dolor azote el hambre de los que,
con lastre hicieron llorar tu nombre.
Más que alegre
para no ver sus carnes de forma lastimera
mi pueblo trabaja
con la libertad o el sueño.
Roger García Clavo es poeta peruano.
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mecha vaugham vivió la mayor parte en su uteró
lejos de otros ruidos del mundo o mundanales
y conoció paisajes raros llenos de pájaros nerviosos
y conoció paisajes
"oh bichos" decía dirigiéndose a los bichos
que poblaban su cuerpo y mucho más su sueño
aleteando picoteándole el alma
"oh bichos que me despiertan la voz"
decía mecha vaugham callándose de pronto o intentando volar
"¿qué es esto que me pega al piso?" decía
zangoloteando chapoteando
con gran horror o fastidio de los vecinos del 3
"pies que piesan en vez de alar o cómo /
sería el mundo el buey lo que se hija /
si no nos devoráramos /
si amorásemos mucho" decía mecha vaugham
"si fuéramos o fuésemos / como rostros humanos /
empezando de a dos /
completos en el resto" decía mecha derrumbándose
finalmente en el suelo
un día pasó lo que sigue:
pájaro de voz tenor que la amoraba mucho
antes de ser devorado del todo
plantó un arbolito en su alma
mecha vaugham devoró al pajarito pero
el arbolito creció creció
empezó a cantarle de noche
el tenorino
no la dejó dormir
no la dejó vivir y cuando mecha vaugham murió
salió otra vez volando del árbol
el pájaro ese pájaro
a mecha vaugham le alfombraron la tumba
con pedacitos de su mismo uteró
todos los pájaros del mundo al atardecer picoteaban allí o aleteaban
todos del mundo menos uno
Juan Gelman
Diariamente me fugo
:::::::::::::::::::::hacia la nada
un grito de luz
origen de herrumbre
el aire es un cristal rojo
difuminado entre dos lunas
(dos manos que se estiran)
ante el nuevo enigma
soy el pájaro anidado
en la curvatura del silencio
Fernando Carrera es poeta mexicano (1983-)
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