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Ella fue, la que encontrándonos
con ese amor de palidez cadavérica,
-y jugo de carne de conejo-
jugó con la linterna corroída,
hacia donde estabas tú.
Y es allí, en el desierto,
donde tiembla ahora esa sustancia de los juguetes rotos.
Y era una luz perversa para luego seguir.
No sé. ¿te quiere?
Deleitosa pregunta.
Cuántas veces se había licuado la arcilla
hasta convertirse en lodo sobre tus hombros.
Te pierdo, como un perverso veneno transparente.
¿Y qué quieres?
¿Perderte una vez más?
Espero un final feliz, para cuando los caníbales de religión pestilente,
a veces,
se disculpen delante de la mano muerta de mi madre.
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Comentarios
Cuando me entran como un zapping, no soy capaz.
Algunas sacudidas son auténticos desgarros, y por la rotura asoma
un ojo atormentado.
Pero puedo escoger una línea, que me ha traspasado:
Te pierdo, como un perverso veneno transparente
Los tentáculos debieran ser rabas da calamar.
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