Celebrando la página número 100 de este libro que inició Negu.
Oliverio Girondo
Yo no sé nada
Yo no sé nada
Tú no sabes nada
Ud. no sabe nada
El no sabe nada
Ellos no saben nada
Ellas no saben nada
Uds. no saben nada
Nosotros no sabemos nada
La desorientación de mi generación tiene su expli-
cación en la dirección de nuestra educación,cuya
idealización de la acción, era - ¡sin discusión!-
una mistificación, en contradicción
con nuestra propensión a la me-
ditación, a la contemplación y
a la masturbación. (Gutural,
lo más guturalmente que
se pueda.) Creo que
creo en lo que creo
que no creo. Y creo
que no creo en lo
que creo que creo
«C a n t a r d e l a s r a n as»
¡Y ¡Y ¿A ¿A ¡Y ¡Y
su ba llí llá su ba
bo jo es es bo jo
las las tá? tá? las las
es es ¡A ¡A es es
ca ca quí cá ca ca
le le no no le le
ras ras es es ras ras
arri aba tá tá arri aba
ba!... jo!... !... !... ba!... jo!...
Eh vos
tatacombo
soy yo
dí
no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto,
desde el yo mero mínimo al verme yo, harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando
y yoyollando siempre
por qué
Si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo...
Las flores cuyos nombres olvidamos,
esta conversación que mantenemos
y el silencio por el que discurrimos
son la ilusión del tiempo que sumamos,
la anamnesia de a qué pertenecemos
y el ser que, si presente, inadvertimos.
Somos el eco en curso hacia la ausencia
de imágenes con alma, la conciencia
de una vida que apenas intuimos.
(Luis Izquierdo)
Gracias, pepeto, amigo ....:-O:-O
Gracias por acompañarme ...
ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.
hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
Los ausentes soplan grismente y la noche es densa.
La noche tiene el color de los párpados del muerto.
Huyo toda la noche, encauzo la persecución y la fuga, canto un
canto para mis males, pájaros negros sobre mortajas negras.
Grito mentalmente, me confino, me alejo de la mano crispada,
no quiero saber otra cosa que este clamor, este resolar en la noche,
esta errancia, este no hallarse.
Toda la noche hago la noche.
Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae
lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca.
Entre mis manos vives
en confusión de nacimiento y corazón herido,
como desvanecerse o contemplar
un alto simulacro de ruinas;
sobre mis dedos mueres,
materia pensativa que se abate
bajo el murmullo de mi tacto,
y eres tristeza en mí,
suave como la forma de la nieve,
como cerrar la puerta
o mirar la inocencia de una pluma.
Nacida para mi caricia,
con un perdón que olvida y un comienzo
de éxtasis y aromas,
me acerco hacia tu aliento,
tu oído con mis labios toco y digo
que nuestro amor es agonía,
que escuches mi temor y mi palabra de humo
y que yo, como tú, de noche oigo
cómo se pierde el pensamiento,
confuso entre mi carne y tu recuerdo.
Mas retiro mi rostro de tus ojos
porque ya no podré pensar una palabra
que no habite tu nombre,
y porque surges hasta del silencio
como enemiga que desdeña el arma
y de improviso nace entre las sombras,
cuando sin ti yo no sería
sino un olvido abandonado
entre las ruinas de mi pensamiento.
Con apenas un año de vida, mi hija se asoma al balcón: sus
pulmones son una pecera.
Dentro del plástico le flota una piraña; bajo la lengua, una
brújula apunta al suelo:
el mecanismo de la vida de mi hija me vino por correo aéreo,
desmontado.
Desde un segundo piso, mi hija disfruta con las cosas
brillantes, los estribillos de dos sílabas, las alturas. ¡Está
muy mayor para su edad!
Asoma su cabeza entre las rejas del balcón: tiene su mismo
aspecto.
Se lanza frente a Él.
Contra el suelo. Tiene su mismo aspecto.
Esta sensación me salpica los zapatos: como si me atravesaran
el esternón con un cuchillo y extrajesen una porción
que se exhibiera, por los siglos de los siglos, en una
urna, sobre un cojín púrpura;
como si nos inventásemos salmos
para recitar en el colegio, entre segundo plato y postre, yendo
de paseo, al irnos a dormir, al decirnos te quiero y
abrazarnos,
para limpiarte la conciencia cuando untes en tu desayuno
tostadas con la miel de la vida de mi hija,
manual de instrucciones para amortiguar el golpe.
Igual que tú, tiemblo.
.
[FONT="]LO QUE DIJO JUDAS ESA NOCHE [/FONT][FONT="]
Los discípulos se miraban unos a otros, pues
no sabían de quién hablaba.
Jn 13, 22
Largamente adiestrados en la sospecha, y hartos
de mentirnos los unos a los otros,
canallas que sonríen
mientras sorben sus whiskys.
Tiempo de contrición: nos hemos hecho daño.
Y hoy, si intento mirarnos como quien desde fuera
alcanza a ver el centro de las cosas,
veo monstruos perfectos: moscas contra un cristal.
Y sin embargo,
hubo un tiempo de rosas salvajes en el mundo
que habitamos a solas como amantes plurales,
y era buena esa mano distraída en un hombro,
beber del mismo vaso en lentas ceremonias de saliva,
desnudos de verdad
contra el cielo borracho de una noche inventada.
La noche es el salón que llenamos de humo casi a oscuras.
Tengo miedo a la noche que nos quita lo poco que aún nos queda:
esas rosas, las manos sobre el hombro.
Amigos tantas veces traicionados:
después de las mentiras, perdonémonos
aún, mientras hay tiempo.
En el fondo seguimos siendo aquellos amantes.
Luego, si la verdad sólo nos hace daño,
volvamos a mentirnos, pero esta vez en serio, como entonces.
Refugiémonos juntos en una gran mentira redentora:
la cascada salvaje donde nadar desnudos,
las copas de cristal,
cabezas reposando sobre pechos tranquilos.
Ah, no quiero, no quiero
que muera lo que acaso dura un día,
su huella inolvidable frente al humo disperso de este bar.
Porque la noche, el humo, nos asfixian;
somos agua de hielo sin sabor,
bultos entre la niebla. Nos estamos muriendo
y qué poco os importa.
Se hace tarde. Pensad en esa música
silbada entre dos luces, cuando sonríe el agua
y los cuerpos están en paz consigo.
Juguetes de calor, islas agradecidas.
¿Preferís la verdad de un destino automático?
Adiós, mis traicionados amigos. Mucho tiempo
amé vuestras facciones que ya otra luz afea y enrarece.
Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
(qué grande es García Montero; cada día más brillante)
Otro para leer, leer, leer
ESTOS POEMAS
Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.
Sólo la amistad es un hecho consumado Sully Prudhomme
Nos vemos a menudo. Cenamos mucho juntos.
A veces, a la hora peor, cogiendo el taxi,
los miro como a extraños. Despedirse
y sonreirnos tanto son muecas del alcohol. ¿Quiénes son estos?
O a la vuelta del viaje -se ha pasado muy bien-,
súbitamente singularizados
por el próximo lunes de estupor y tareas sin amigos,
mientras se da por hecho la siguiente
y yo siento ese vértigo de volver a ser yo tras un nosotros
demasiado compacto y comprensible.
Hemos hablado tanto... No me acuerdo de nada.
Eh, vayamos por partes. Si recuerdo
con un pequeño esfuerzo, copa en mano,
al que dice en plural de pareja la frase
de moda entre nosotros: Os queremos,
aún se puede salvar la noche de parejas sin hijos que se quieren
unas a otras, cenan civilizadamente
y toman copas juntas.
Es curioso:
los amigos que tengo ya tengo que salvarlos
con arduos subterfugios de la benevolencia.
A ver. Tiempos de crisis: alguien te da la mano
con un pequeño alivio, dos mil duros.
Confidencias: nos dimos la ocasión unos a otros
de parecer a un tiempo complicados
y vulnerables. Se puede querer mucho
e inteligentemente a alguien así.
Qué más. Las vacaciones: nos bañamos desnudos y era rabiosamente
bello y salvaje.
Una hermosa victoria -pero no muy secreta (imprescindible)
sobre los bebedores de café.
Como follamos todos, es un placer el préstamo de cuartos, sin pre-
guntas:
connivencia de iguales. No cambiamos las sábanas.
Canciones boquiabiertas en fotos sonrientes,
esa mirada grave de padecer-con cuando algún problema,
postales -os queremos- y postales,
diminutivos cómplices, etcétera y etcétera.
Pues la verdad:
nos vamos a morir de amor de amigos.
Pero entonces, ¿por qué tanta extrañeza
y el vértigo inquietante de no saber a quién, por qué, qué tanto, al des-
pedirnos?
Será que amar es eso, que nos quieran
-susurra el generoso corazón-
después de los mil duros y bañarse y las fotos y demás,
como una consecuencia: todo es lógico.
Y quizá es que me asustan innecesariamente
las cosas que entendemos con esa claridad rotunda de que dos y dos
sean cuatro
en un mundo tan cómodo, tan fácil
como pasarlo bien con los amigos en una noche ociosa y solidaria.
Desprevenidos, tontos
de puro no saber ni preguntarse,
con la intoxicación amable de quererse sin culpas, no temiendo
que el día menos pensado nos estalle en las manos el engaño aritmé-
tico de la felicidad.
El hecho consumado no precisa razones.
Sin embargo, lo siento, esto es muy raro
y yo aún no sé qué coño pintamos todos juntos.
En la profundidad de Java, entre las sombras
territoriales: aquí está el palacio iluminado,
Paso entre arqueros verdes, adheridos
a los muros, entro
en la sala del trono. Está el monarca,
apoplético cerdo, pavo impuro,
cargado de cordones, constelado,
entre dos de sus amos holandeses,
mercaderes ceñudos que vigilan.
Qué repugnante grupo de insectos, còmo arrojan
sobre los seres concienzudamente
paladas de vileza.
Los centinelas sòrdidos
de las lejanas tierras, y el monarca
como un saco ciego, arrastrando
su carne espesa y sus estrellas falsas
sobre una humilde patria de plateros.
Pero entraron dé pronto
desde el remoto fondo del palacio
diez bailarinas, lentas como un sueño
bajo las aguas.
Cada pie se acercaba
de costado avanzando miel nocturna
como un pez de oro, y sus máscaras ocre
llevaban sobre el pelo de aceitada espesura
una corona fresca de azahares.
Hasta que se situaron
frente al sátrapa, y con ellas la música, un rumor
de élitros de cristal, la danza pura
que creciò como flor, las manos claras
construyendo una estatua fugitiva,
la túnica golpeada en los talones
por un golpe de ola o de blancura,
y en cada movimiento de paloma
hecha en metal sagrado, el susurrante
aire del archipiélago, encendido
como un árbol nupcial en primavera.
(...)
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
(...)
Hoy me otorga la noche
su lamento más triste, su balada
de luces condolidas:
la luna, las estrellas, las farolas...
Nada escapa al dolor, ni el aire
que gime en los tejados
ni el ruido intempestivo
de unos pasos anónimos.
El búho de la sombra
es un quejido hondo, una
espesa lágrima de bronce:
sollozan las maderas,
llora el perro, los árboles
alientan sus tambores fúnebres...
Sí, todo tiende al llanto:
ése que brota en las paredes
delgadas de la pena original.
De pronto ha anochecido sobre el mundo y tú estarás sola, preguntándote a dónde se han ido todos.
Parece que ha pasado un instante, o tal vez medio año. La casa estaba llena de gente que charlaba y en medio estabas tú, cegadora e intensa: una nova.
Ahora te recuerdo como si dieras vueltas y más vueltas, faro de cualquier barco. Ocupabas el centro mismo del universo.
O quizá no. Es tan sólo la música y ese estar tú y yo juntos del modo que sabemos. Te dije que el amor sería para siempre. Te mentí.
Pero entonces llenabas todas las copas, lo mismo que llenabas el mundo con tu risa. Me rozabas el hombro levemente al pasar: no podría ignorarte aunque quisiera.
¿Dónde están todos esos invitados? Si coges el teléfono ¿cuántos contestarían?
Tu soledad es un gran agujero negro. El mundo gira y tú no estás en él. Piensa en todos los días que han sido sobre el mundo y en sus noches de espanto.
Y ojalá hubieras sido capaz de detener el transcurso del tiempo, retenernos a todos en un sueño de eones, mientras seguías tú llenando copas, sonriendo y brillando de luz blanca. Pero esta noche a solas ya estaba escrita. Pequeña nova. Niña. Faro de nadie.
Que el dolor nos redima a todos juntos, en esta soledad que ninguno podemos compartir. Y que no sufras. Que tengas buenos sueños.
He salido al mundo, bruja poseída,
amenaza del aire negro, más valiente en la noche;
soñando el mal, vagabunda, he viajado
a lomos de las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con sus doce dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He buscado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, tallas, estantes,
armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado las cenas de los gusanos y los elfos:
aullando, componiendo las hileras rotas.
A una mujer así nadie la comprende.
Yo he sido de ésas.
Montada en tu carro, arriero, he saludado
con los brazos desnudos a los pueblos que iban quedando atrás,
mientras me aprendía las últimas rutas de la claridad, superviviente
de tu fuego que aún me muerde el muslo
y de mis costillas que crujen bajo el vértigo de tus ruedas.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
Es tan bonita,
que no le silban por la calle,
la tararean.
Deberías verla,
la poesía no alcanza su belleza.
Da igual lo que escriba, no la abarca,
no rozo siquiera su silueta.
Es como pretender hablar del sol,
poniendo como ejemplo una bombilla.
Como en un triste charco de domingo,
querer reproducir toda la lluvia.
Deberías verla
caminar como si en su reloj
siempre fueran menos cinco
y cada paso adelante conllevara un atajo.
Como si el equilibrio estuviera enamorado
de la suela de sus zapatos
y tras su ausencia, dejara a los bordillos
borrachos de nostalgia y abandono.
(He sido su bordillo muchas veces
por eso se muy bien de lo que hablo)
Sus manos son pequeñas sin embargo,
le cabe en una palma mi existencia,
sus dedos son diez naúfragos heridos,
la isla es una curva de mi espalda.
Su pelo es casi negro
(y digo casi)
nunca una oscuridad ha brillado tanto,
su boca es casi dulce
(y digo casi)
nunca un adiós me supo tan amargo.
Deberías verla
sonreír como quien deja de propina un billete grande,
conseguir con la amplitud de su presencia
que también la próxima estrella que muera
lleve su nombre,
sonrojar con tres palabras de ternura
al macarra que me habita aquí en el pecho.
Verla,
floreciendo como una rosa en la terraza,
bailando casi desnuda canciones de la radio,
buscando enfadada las llaves en el bolso,
mi vida en su bolsillo,
la luna en los tacones.
Quejándose frente al espejo de la mentira de los kilos,
lamiendo la cuchara del helado
hasta pervertir su reflejo y mi memoria.
Reírse,
volver a reírse,
equivocarse de día,
de mes,
de año.
De vida.
Llegar tarde,
que perdón y orgasmo sean sinónimos
y mi nombre un adjetivo.
Deberías verla, en serio,
llorar por la muerte de un oso en el ártico,
salvar a una araña del peso de mi pie,
robarme la almohada cuando ya me he dormido,
volver a la infancia en un solo relámpago
y que un abrazo le baste
para espantar a los monstruos.
Deberías verla,
aunque eso conlleve que después
ya no puedas olvidarla.
Sé muy bien todo lo que quiere decir
que me encuentre tan contento.
Un instante de un pasado verano
no se me va del pensamiento.
Las piedras, tibias de luna,
y en la hierba se impacienta el viento de mar.
Por una escalera que se arruina
suben ella y un borracho.
La muchacha en blue-jeans se propone
ser buena con el hombre incierto.
No rehúye verse en el ojo de niebla
ni burla el paso que se pierde.
Ahora la lleva un sentido de ofrenda:
le han dicho siempre que lo ahogase.
Y eso, ella solita,
mi chica lo ha hecho.
" Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos. Pensaré en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos, prolongándome, vivo, hacia la muerte, se pasarán de mano en mano de corazón a corazón, de carne a carne, el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que me lleva a tu lado sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma."
"Cuando sonríes, yo te reconozco,
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame".
-Si es un sueño no quiero que nada me despierte
-decías con El ángel que nos mira en la mano
y corriendo bajo la lluvia- decías
la tormenta es un tigre,
el tigre tiene un movimiento de árbol
que va entrando en la noche.
Bajo la lluvia,
a solas con tu vida entre cielos e infiernos,
entre nada ya es suficiente y demasiado no basta,
mirabas caer la oscuridad en los parques
-como un sonido de campanas sobre el agua-
y decías una canción es sólo
la forma de salir de un callejón sin salida,
mirabas la oscuridad,
con tu corazón perseguido por los leones,
con tus plumas azules y tus sortijas árabes.
20 años después, mientras me hablas
de pequeñas ciudades -me pregunto
si un recuerdo es algo que conservamos
o algo que hemos perdido-, de pequeñas ciudades junto al mar,
yo comprendo que sólo fuiste un sueño. Y como dice
Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed,
en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades.
La última playa es fría y tiene una luz extraña,
una luz blanca hecha de pájaros caídos.
20 años después, desde este mundo
de las cosas tal como son, tenemos
nuestras propias preguntas. y respuestas
que huyen de tu nombre
como animales asustados por un trueno.
El sueño es dulce, sientes
grandes ruedas de fuego en el calor del día.
y Lou Reed también dice
que si cierras la puerta
tal vez la noche dure para siempre.
Tú buscas a tu amor en la vida
Yo temo a la muerte del amor.
Pero los trenes desfilan como bestias
y las plañideras ya no existen más que en el metro.
Lloran por nosotros unas estrellas muy altas.
Yo me muero por quererte
y tú matas el amor.
O Captain! my Captain! our fearful trip is done,
The ship has weathered every rack, the prize we sought is won,
The port is near, the bells I hear, the people all exulting,
While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring;
But O heart! heart! heart!
O the bleeding drops of red,
Where on the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.
O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up--for you the flag is flung--for you the bugle trills,
For you bouquets and ribboned wreaths--for you the shores a-crowding,
For you they call, the swaying mass, their eager faces turning;
Here Captain! dear father!
This arm beneath your head!
It is some dream that on the deck
You´ve fallen cold and dead.
My Captain does not answer, his lips are pale and still,
My father does not feel my arm, he has no pulse nor will.
The ship is anchored safe and sound, its voyage closed and done,
From fearful trip the victor ship comes in with object won;
Exult O shores, and ring O bells!
But I, with mournful tread,
Walk the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.
Walt Whitman
(Leaves of Grass, 1865)
Versión en castellano:
¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, nuestro espantoso viaje ha terminado,
la nave ha salvado todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!
¡oh rojas gotas que caen,
allí donde mi capitán yace, frío y muerto!
¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, levántate y escucha las campanas,
levántate, por ti se ha izado la bandera, por ti vibra el clarín,
para ti ramilletes y guirnaldas con cintas,
para ti multitudes en las playas,
por ti clama la muchedumbre, a ti se vuelven los rostros ansiosos:
¡Ven, capitán! ¡Querido padre!
¡Que mi brazo pase por debajo de tu cabeza!
Debe ser un sueño que yazcas sobre el puente,
derribado, frío y muerto.
Mi capitán no contesta, sus labios están pálidos y no se mueven,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
la nave, sana y salva, ha anclado, su viaje ha concluido,
de vuelta de su espantoso viaje, la victoriosa nave entra en el puerto.
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad campanas!
Mas yo, con tristes pasos,
recorro el puente donde mi capitán yace,
frío y muerto.
Me habéis preguntado qué hila el crustáceo entre sus
patas de oro
y os respondo: El mar lo sabe.
Me decís qué espera la ascidia en su campana transparente? Qué
espera?
Yo os digo, espera como vosotros el tiempo.
Me preguntáis a quién alcanza el abrazo del alga Macrocustis?
Indagadlo, indagadlo a cierta hora, en cierto mar que conozco.
Sin duda me preguntaréis por el marfil maldito del
narwhal, para que yo os conteste
de qué modo el unicornio marino agoniza arponeado.
Me preguntáis tal vez por las plumas alcionarias que tiemblan
en los puros orígenes de la marea austral?
Y sobre la construcciòn cristalina del pòlipo habéis barajado,
sin duda,
una pregunta más, desgranándola ahora?
Queréis saber la eléctrica materia de las púas del fondo?
La armada estalactita que camina quebrándose?
El anzuelo del pez pescador, la música extendida
en la profundidad como un hilo en el agua?
Yo os quiero decir que ésto lo sabe el-mar, que la vida en sus
arcas
es ancha como la arena, innumerable y pura
y entre las uvas sanguinarias el tiempo ha pulido
la dureza de un pétalo, la luz de la medusa
y ha desgranado el ramo de sus hebras corales
desde una cornucopia de nácar infinito.
Yo no soy sino la red vacía que adelanta
ojos humanos, muertos en aquellas tinieblas,
dedos acostumbrados al triángulo, medidas
de un tímido hemisferio de naranja.
Anduve como vosotros escarbando
la estrella interminable,
y en mi red, en la noche, me desperté desnudo,
única presa, pez encerrado en el viento.
Comentarios
Oliverio Girondo
Yo no sé nada
Yo no sé nada
Tú no sabes nada
Ud. no sabe nada
El no sabe nada
Ellos no saben nada
Ellas no saben nada
Uds. no saben nada
Nosotros no sabemos nada
La desorientación de mi generación tiene su expli-
cación en la dirección de nuestra educación,cuya
idealización de la acción, era - ¡sin discusión!-
una mistificación, en contradicción
con nuestra propensión a la me-
ditación, a la contemplación y
a la masturbación. (Gutural,
lo más guturalmente que
se pueda.) Creo que
creo en lo que creo
que no creo. Y creo
que no creo en lo
que creo que creo
«C a n t a r d e l a s r a n as»
¡Y ¡Y ¿A ¿A ¡Y ¡Y
su ba llí llá su ba
bo jo es es bo jo
las las tá? tá? las las
es es ¡A ¡A es es
ca ca quí cá ca ca
le le no no le le
ras ras es es ras ras
arri aba tá tá arri aba
ba!... jo!... !... !... ba!... jo!...
Yolleo
Eh vos
tatacombo
soy yo
dí
no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto,
desde el yo mero mínimo al verme yo, harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando
y yoyollando siempre
por qué
Si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo...
esta conversación que mantenemos
y el silencio por el que discurrimos
son la ilusión del tiempo que sumamos,
la anamnesia de a qué pertenecemos
y el ser que, si presente, inadvertimos.
Somos el eco en curso hacia la ausencia
de imágenes con alma, la conciencia
de una vida que apenas intuimos.
(Luis Izquierdo)
Gracias, pepeto, amigo ....:-O:-O
Gracias por acompañarme ...
ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.
hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
Alejandra Pizarnik
Los ausentes soplan grismente y la noche es densa.
La noche tiene el color de los párpados del muerto.
Huyo toda la noche, encauzo la persecución y la fuga, canto un
canto para mis males, pájaros negros sobre mortajas negras.
Grito mentalmente, me confino, me alejo de la mano crispada,
no quiero saber otra cosa que este clamor, este resolar en la noche,
esta errancia, este no hallarse.
Toda la noche hago la noche.
Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae
lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca.
Palabra por palabra yo escribo la noche.
Alejandra Pizarnik
.
.
.
que se arroja ácido a la cara durante los recitales
y escribe en el cielo preprogramado de California
con humo de aeroplanos
y me impresiona la calidad de esta ética laboral
tan a la altura
de nuestros tiempos de paleocapitalismo posmoderno:
todo por la patria
por el patrón
por el poder
por la poesía...
pero me temo
que ni siquiera con tanto sacrificio
consigue durar más de diez segundos en los telediarios.
Prefiero
otra estrategia lateral, contraria:
escribir en la arena
y hablar en voz muy baja
para que tú me oigas.
Borrar las huellas.
-Jorge Riechmann-
****************************
Entre mis manos
Entre mis manos vives
en confusión de nacimiento y corazón herido,
como desvanecerse o contemplar
un alto simulacro de ruinas;
sobre mis dedos mueres,
materia pensativa que se abate
bajo el murmullo de mi tacto,
y eres tristeza en mí,
suave como la forma de la nieve,
como cerrar la puerta
o mirar la inocencia de una pluma.
Nacida para mi caricia,
con un perdón que olvida y un comienzo
de éxtasis y aromas,
me acerco hacia tu aliento,
tu oído con mis labios toco y digo
que nuestro amor es agonía,
que escuches mi temor y mi palabra de humo
y que yo, como tú, de noche oigo
cómo se pierde el pensamiento,
confuso entre mi carne y tu recuerdo.
Mas retiro mi rostro de tus ojos
porque ya no podré pensar una palabra
que no habite tu nombre,
y porque surges hasta del silencio
como enemiga que desdeña el arma
y de improviso nace entre las sombras,
cuando sin ti yo no sería
sino un olvido abandonado
entre las ruinas de mi pensamiento.
Alí Chumacero
Con apenas un año de vida, mi hija se asoma al balcón: sus
pulmones son una pecera.
Dentro del plástico le flota una piraña; bajo la lengua, una
brújula apunta al suelo:
el mecanismo de la vida de mi hija me vino por correo aéreo,
desmontado.
Desde un segundo piso, mi hija disfruta con las cosas
brillantes, los estribillos de dos sílabas, las alturas. ¡Está
muy mayor para su edad!
Asoma su cabeza entre las rejas del balcón: tiene su mismo
aspecto.
Se lanza frente a Él.
Contra el suelo. Tiene su mismo aspecto.
Esta sensación me salpica los zapatos: como si me atravesaran
el esternón con un cuchillo y extrajesen una porción
que se exhibiera, por los siglos de los siglos, en una
urna, sobre un cojín púrpura;
como si nos inventásemos salmos
para recitar en el colegio, entre segundo plato y postre, yendo
de paseo, al irnos a dormir, al decirnos te quiero y
abrazarnos,
para limpiarte la conciencia cuando untes en tu desayuno
tostadas con la miel de la vida de mi hija,
manual de instrucciones para amortiguar el golpe.
Igual que tú, tiemblo.
Ya no puedo llorar.
Elena Medel
.
.
.
Elena Medel era la del bikini verdad?
La misma que viste y calza un 39.
.
[FONT="]LO QUE DIJO JUDAS ESA NOCHE [/FONT][FONT="]
Los discípulos se miraban unos a otros, pues
no sabían de quién hablaba.
Jn 13, 22
Largamente adiestrados en la sospecha, y hartos
de mentirnos los unos a los otros,
canallas que sonríen
mientras sorben sus whiskys.
Tiempo de contrición: nos hemos hecho daño.
Y hoy, si intento mirarnos como quien desde fuera
alcanza a ver el centro de las cosas,
veo monstruos perfectos: moscas contra un cristal.
Y sin embargo,
hubo un tiempo de rosas salvajes en el mundo
que habitamos a solas como amantes plurales,
y era buena esa mano distraída en un hombro,
beber del mismo vaso en lentas ceremonias de saliva,
desnudos de verdad
contra el cielo borracho de una noche inventada.
La noche es el salón que llenamos de humo casi a oscuras.
Tengo miedo a la noche que nos quita lo poco que aún nos queda:
esas rosas, las manos sobre el hombro.
Amigos tantas veces traicionados:
después de las mentiras, perdonémonos
aún, mientras hay tiempo.
En el fondo seguimos siendo aquellos amantes.
Luego, si la verdad sólo nos hace daño,
volvamos a mentirnos, pero esta vez en serio, como entonces.
Refugiémonos juntos en una gran mentira redentora:
la cascada salvaje donde nadar desnudos,
las copas de cristal,
cabezas reposando sobre pechos tranquilos.
Ah, no quiero, no quiero
que muera lo que acaso dura un día,
su huella inolvidable frente al humo disperso de este bar.
Porque la noche, el humo, nos asfixian;
somos agua de hielo sin sabor,
bultos entre la niebla. Nos estamos muriendo
y qué poco os importa.
Se hace tarde. Pensad en esa música
silbada entre dos luces, cuando sonríe el agua
y los cuerpos están en paz consigo.
Juguetes de calor, islas agradecidas.
¿Preferís la verdad de un destino automático?
Adiós, mis traicionados amigos. Mucho tiempo
amé vuestras facciones que ya otra luz afea y enrarece.
Va a amanecer el día sobre las flores secas.
Clausuremos el mundo con un beso.
Jose Luis Piquero
.
.
.[/FONT]
En mí hay siempre
despedida:
como uno que se ahoga
cuyas ropas
pesadas del agua de mar
regala su último afecto
a una nube pequeña.
En mí hay siempre
fe,
como si la cuerda de oro fuera
quienquiera que la arroje
al llamador de socorro
solemnemente debida.
Hilde Domin
Luis García Montero
El amor
Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
Otro para leer, leer, leer
ESTOS POEMAS
Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.
Ángel González
http://felipe-benitez-reyes.blogspot.com.es/2009/05/angel-gonzalez-por-luis-garcia-montero.html
http://www.alfaguara.com/es/libro/manana-no-sera-lo-que-dios-quiera/
Amigos
Sólo la amistad es un hecho consumado
Sully Prudhomme
Nos vemos a menudo. Cenamos mucho juntos.
A veces, a la hora peor, cogiendo el taxi,
los miro como a extraños. Despedirse
y sonreirnos tanto son muecas del alcohol. ¿Quiénes son estos?
O a la vuelta del viaje -se ha pasado muy bien-,
súbitamente singularizados
por el próximo lunes de estupor y tareas sin amigos,
mientras se da por hecho la siguiente
y yo siento ese vértigo de volver a ser yo tras un nosotros
demasiado compacto y comprensible.
Hemos hablado tanto... No me acuerdo de nada.
Eh, vayamos por partes. Si recuerdo
con un pequeño esfuerzo, copa en mano,
al que dice en plural de pareja la frase
de moda entre nosotros: Os queremos,
aún se puede salvar la noche de parejas sin hijos que se quieren
unas a otras, cenan civilizadamente
y toman copas juntas.
Es curioso:
los amigos que tengo ya tengo que salvarlos
con arduos subterfugios de la benevolencia.
A ver. Tiempos de crisis: alguien te da la mano
con un pequeño alivio, dos mil duros.
Confidencias: nos dimos la ocasión unos a otros
de parecer a un tiempo complicados
y vulnerables. Se puede querer mucho
e inteligentemente a alguien así.
Qué más. Las vacaciones: nos bañamos desnudos y era rabiosamente
bello y salvaje.
Una hermosa victoria -pero no muy secreta (imprescindible)
Como follamos todos, es un placer el préstamo de cuartos, sin pre-
guntas:
connivencia de iguales. No cambiamos las sábanas.
Canciones boquiabiertas en fotos sonrientes,
esa mirada grave de padecer-con cuando algún problema,
postales -os queremos- y postales,
diminutivos cómplices, etcétera y etcétera.
Pues la verdad:
nos vamos a morir de amor de amigos.
Pero entonces, ¿por qué tanta extrañeza
y el vértigo inquietante de no saber a quién, por qué, qué tanto, al des-
pedirnos?
Será que amar es eso, que nos quieran
-susurra el generoso corazón-
después de los mil duros y bañarse y las fotos y demás,
como una consecuencia: todo es lógico.
Y quizá es que me asustan innecesariamente
las cosas que entendemos con esa claridad rotunda de que dos y dos
sean cuatro
en un mundo tan cómodo, tan fácil
como pasarlo bien con los amigos en una noche ociosa y solidaria.
Desprevenidos, tontos
de puro no saber ni preguntarse,
con la intoxicación amable de quererse sin culpas, no temiendo
que el día menos pensado nos estalle en las manos el engaño aritmé-
tico de la felicidad.
El hecho consumado no precisa razones.
Sin embargo, lo siento, esto es muy raro
y yo aún no sé qué coño pintamos todos juntos.
José Luis Piquero
.
.
.
Amanecí
Dichosamente
Herido
De
Muerte
Natural
Efraín Huerta
En la profundidad de Java, entre las sombras
territoriales: aquí está el palacio iluminado,
Paso entre arqueros verdes, adheridos
a los muros, entro
en la sala del trono. Está el monarca,
apoplético cerdo, pavo impuro,
cargado de cordones, constelado,
entre dos de sus amos holandeses,
mercaderes ceñudos que vigilan.
Qué repugnante grupo de insectos, còmo arrojan
sobre los seres concienzudamente
paladas de vileza.
Los centinelas sòrdidos
de las lejanas tierras, y el monarca
como un saco ciego, arrastrando
su carne espesa y sus estrellas falsas
sobre una humilde patria de plateros.
Pero entraron dé pronto
desde el remoto fondo del palacio
diez bailarinas, lentas como un sueño
bajo las aguas.
Cada pie se acercaba
de costado avanzando miel nocturna
como un pez de oro, y sus máscaras ocre
llevaban sobre el pelo de aceitada espesura
una corona fresca de azahares.
Hasta que se situaron
frente al sátrapa, y con ellas la música, un rumor
de élitros de cristal, la danza pura
que creciò como flor, las manos claras
construyendo una estatua fugitiva,
la túnica golpeada en los talones
por un golpe de ola o de blancura,
y en cada movimiento de paloma
hecha en metal sagrado, el susurrante
aire del archipiélago, encendido
como un árbol nupcial en primavera.
Pablo Neruda
.
.
..
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
(...)
Octavio Paz
Hoy me otorga la noche
su lamento más triste, su balada
de luces condolidas:
la luna, las estrellas, las farolas...
Nada escapa al dolor, ni el aire
que gime en los tejados
ni el ruido intempestivo
de unos pasos anónimos.
El búho de la sombra
es un quejido hondo, una
espesa lágrima de bronce:
sollozan las maderas,
llora el perro, los árboles
alientan sus tambores fúnebres...
Sí, todo tiende al llanto:
ése que brota en las paredes
delgadas de la pena original.
Mariano Estrada
.
.
.
De pronto ha anochecido sobre el mundo y tú estarás sola, preguntándote a dónde se han ido todos.
Parece que ha pasado un instante, o tal vez medio año. La casa estaba llena de gente que charlaba y en medio estabas tú, cegadora e intensa: una nova.
Ahora te recuerdo como si dieras vueltas y más vueltas, faro de cualquier barco. Ocupabas el centro mismo del universo.
O quizá no. Es tan sólo la música y ese estar tú y yo juntos del modo que sabemos. Te dije que el amor sería para siempre. Te mentí.
Pero entonces llenabas todas las copas, lo mismo que llenabas el mundo con tu risa. Me rozabas el hombro levemente al pasar: no podría ignorarte aunque quisiera.
¿Dónde están todos esos invitados? Si coges el teléfono ¿cuántos contestarían?
Tu soledad es un gran agujero negro. El mundo gira y tú no estás en él. Piensa en todos los días que han sido sobre el mundo y en sus noches de espanto.
Y ojalá hubieras sido capaz de detener el transcurso del tiempo, retenernos a todos en un sueño de eones, mientras seguías tú llenando copas, sonriendo y brillando de luz blanca. Pero esta noche a solas ya estaba escrita. Pequeña nova. Niña. Faro de nadie.
Que el dolor nos redima a todos juntos, en esta soledad que ninguno podemos compartir. Y que no sufras. Que tengas buenos sueños.
Acuéstate y olvida.
Yo también.
.
.
.
(Poema inédito)
Muy bello
Gracias
He salido al mundo, bruja poseída,
amenaza del aire negro, más valiente en la noche;
soñando el mal, vagabunda, he viajado
a lomos de las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con sus doce dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He buscado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, tallas, estantes,
armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado las cenas de los gusanos y los elfos:
aullando, componiendo las hileras rotas.
A una mujer así nadie la comprende.
Yo he sido de ésas.
Montada en tu carro, arriero, he saludado
con los brazos desnudos a los pueblos que iban quedando atrás,
mientras me aprendía las últimas rutas de la claridad, superviviente
de tu fuego que aún me muerde el muslo
y de mis costillas que crujen bajo el vértigo de tus ruedas.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
Anne Sexton
Es tan bonita,
que no le silban por la calle,
la tararean.
Deberías verla,
la poesía no alcanza su belleza.
Da igual lo que escriba, no la abarca,
no rozo siquiera su silueta.
Es como pretender hablar del sol,
poniendo como ejemplo una bombilla.
Como en un triste charco de domingo,
querer reproducir toda la lluvia.
Deberías verla
caminar como si en su reloj
siempre fueran menos cinco
y cada paso adelante conllevara un atajo.
Como si el equilibrio estuviera enamorado
de la suela de sus zapatos
y tras su ausencia, dejara a los bordillos
borrachos de nostalgia y abandono.
(He sido su bordillo muchas veces
por eso se muy bien de lo que hablo)
Sus manos son pequeñas sin embargo,
le cabe en una palma mi existencia,
sus dedos son diez naúfragos heridos,
la isla es una curva de mi espalda.
Su pelo es casi negro
(y digo casi)
nunca una oscuridad ha brillado tanto,
su boca es casi dulce
(y digo casi)
nunca un adiós me supo tan amargo.
Deberías verla
sonreír como quien deja de propina un billete grande,
conseguir con la amplitud de su presencia
que también la próxima estrella que muera
lleve su nombre,
sonrojar con tres palabras de ternura
al macarra que me habita aquí en el pecho.
Verla,
floreciendo como una rosa en la terraza,
bailando casi desnuda canciones de la radio,
buscando enfadada las llaves en el bolso,
mi vida en su bolsillo,
la luna en los tacones.
Quejándose frente al espejo de la mentira de los kilos,
lamiendo la cuchara del helado
hasta pervertir su reflejo y mi memoria.
Reírse,
volver a reírse,
equivocarse de día,
de mes,
de año.
De vida.
Llegar tarde,
que perdón y orgasmo sean sinónimos
y mi nombre un adjetivo.
Deberías verla, en serio,
llorar por la muerte de un oso en el ártico,
salvar a una araña del peso de mi pie,
robarme la almohada cuando ya me he dormido,
volver a la infancia en un solo relámpago
y que un abrazo le baste
para espantar a los monstruos.
Deberías verla,
aunque eso conlleve que después
ya no puedas olvidarla.
Ernesto Pérez Vallejo
Sé muy bien todo lo que quiere decir
que me encuentre tan contento.
Un instante de un pasado verano
no se me va del pensamiento.
Las piedras, tibias de luna,
y en la hierba se impacienta el viento de mar.
Por una escalera que se arruina
suben ella y un borracho.
La muchacha en blue-jeans se propone
ser buena con el hombre incierto.
No rehúye verse en el ojo de niebla
ni burla el paso que se pierde.
Ahora la lleva un sentido de ofrenda:
le han dicho siempre que lo ahogase.
Y eso, ella solita,
mi chica lo ha hecho.
Gabriel Ferrater
Angel González
"Cuando sonríes, yo te reconozco,
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame".
Ángel González
-Si es un sueño no quiero que nada me despierte
-decías con El ángel que nos mira en la mano
y corriendo bajo la lluvia- decías
la tormenta es un tigre,
el tigre tiene un movimiento de árbol
que va entrando en la noche.
Bajo la lluvia,
a solas con tu vida entre cielos e infiernos,
entre nada ya es suficiente y demasiado no basta,
mirabas caer la oscuridad en los parques
-como un sonido de campanas sobre el agua-
y decías una canción es sólo
la forma de salir de un callejón sin salida,
mirabas la oscuridad,
con tu corazón perseguido por los leones,
con tus plumas azules y tus sortijas árabes.
20 años después, mientras me hablas
de pequeñas ciudades -me pregunto
si un recuerdo es algo que conservamos
o algo que hemos perdido-, de pequeñas ciudades junto al mar,
yo comprendo que sólo fuiste un sueño. Y como dice
Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed,
en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades.
La última playa es fría y tiene una luz extraña,
una luz blanca hecha de pájaros caídos.
20 años después, desde este mundo
de las cosas tal como son, tenemos
nuestras propias preguntas. y respuestas
que huyen de tu nombre
como animales asustados por un trueno.
El sueño es dulce, sientes
grandes ruedas de fuego en el calor del día.
y Lou Reed también dice
que si cierras la puerta
tal vez la noche dure para siempre.
Benjamín Prado
Yo temo a la muerte del amor.
Pero los trenes desfilan como bestias
y las plañideras ya no existen más que en el metro.
Lloran por nosotros unas estrellas muy altas.
Yo me muero por quererte
y tú matas el amor.
O Captain! my Captain! our fearful trip is done,
The ship has weathered every rack, the prize we sought is won,
The port is near, the bells I hear, the people all exulting,
While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring;
But O heart! heart! heart!
O the bleeding drops of red,
Where on the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.
O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up--for you the flag is flung--for you the bugle trills,
For you bouquets and ribboned wreaths--for you the shores a-crowding,
For you they call, the swaying mass, their eager faces turning;
Here Captain! dear father!
This arm beneath your head!
It is some dream that on the deck
You´ve fallen cold and dead.
My Captain does not answer, his lips are pale and still,
My father does not feel my arm, he has no pulse nor will.
The ship is anchored safe and sound, its voyage closed and done,
From fearful trip the victor ship comes in with object won;
Exult O shores, and ring O bells!
But I, with mournful tread,
Walk the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.
Walt Whitman
(Leaves of Grass, 1865)
Versión en castellano:
¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, nuestro espantoso viaje ha terminado,
la nave ha salvado todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!
¡oh rojas gotas que caen,
allí donde mi capitán yace, frío y muerto!
¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, levántate y escucha las campanas,
levántate, por ti se ha izado la bandera, por ti vibra el clarín,
para ti ramilletes y guirnaldas con cintas,
para ti multitudes en las playas,
por ti clama la muchedumbre, a ti se vuelven los rostros ansiosos:
¡Ven, capitán! ¡Querido padre!
¡Que mi brazo pase por debajo de tu cabeza!
Debe ser un sueño que yazcas sobre el puente,
derribado, frío y muerto.
Mi capitán no contesta, sus labios están pálidos y no se mueven,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
la nave, sana y salva, ha anclado, su viaje ha concluido,
de vuelta de su espantoso viaje, la victoriosa nave entra en el puerto.
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad campanas!
Mas yo, con tristes pasos,
recorro el puente donde mi capitán yace,
frío y muerto.
.
Me habéis preguntado qué hila el crustáceo entre sus
patas de oro
y os respondo: El mar lo sabe.
Me decís qué espera la ascidia en su campana transparente? Qué
espera?
Yo os digo, espera como vosotros el tiempo.
Me preguntáis a quién alcanza el abrazo del alga Macrocustis?
Indagadlo, indagadlo a cierta hora, en cierto mar que conozco.
Sin duda me preguntaréis por el marfil maldito del
narwhal, para que yo os conteste
de qué modo el unicornio marino agoniza arponeado.
Me preguntáis tal vez por las plumas alcionarias que tiemblan
en los puros orígenes de la marea austral?
Y sobre la construcciòn cristalina del pòlipo habéis barajado,
sin duda,
una pregunta más, desgranándola ahora?
Queréis saber la eléctrica materia de las púas del fondo?
La armada estalactita que camina quebrándose?
El anzuelo del pez pescador, la música extendida
en la profundidad como un hilo en el agua?
Yo os quiero decir que ésto lo sabe el-mar, que la vida en sus
arcas
es ancha como la arena, innumerable y pura
y entre las uvas sanguinarias el tiempo ha pulido
la dureza de un pétalo, la luz de la medusa
y ha desgranado el ramo de sus hebras corales
desde una cornucopia de nácar infinito.
Yo no soy sino la red vacía que adelanta
ojos humanos, muertos en aquellas tinieblas,
dedos acostumbrados al triángulo, medidas
de un tímido hemisferio de naranja.
Anduve como vosotros escarbando
la estrella interminable,
y en mi red, en la noche, me desperté desnudo,
única presa, pez encerrado en el viento.
.
.
.