¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Dreams of Marius

MariusMarius Anónimo s.XI
editado septiembre 2013 en Fantástica
Saludos a todos, hoy por fin me he decidido a publicar una pequeña parte de mi novela, empezare publicando el primer capítulo, si veo que les gusta, el próxima día publicare la continuación. Debo de advertirles que la novela todavía no está hecha del todo y que me faltan pulir, editar algunos detalles.

No voy a hacer ni sinopsis ni nada, ya que revelan parte de la historia y eso quita emoción a la hora de leer, aunque voy a confesarles que este relato me lo saque de unos sueños bastante curiosos que tuve entre el periodo de mi infancia y adolescencia.

Por último me gustaría informarles, que he posteado mi relato en el apartado fantasía, creo que es lo que quizás se adapte mas a mi novela, aunque en realidad tiene varios géneros y es difícil decidirse por uno solo…

Siento haberme alargado tanto, aquí va el primer capítulo, espero que les guste.


Capítulo 1

Confieso que intentaré plasmar aquel inmenso mundo en estas páginas, mas no prometo ni aseguro que pueda hacerlo de forma satisfactoria pues la solidez y lo totalmente palpable de aquel sueño aquí tan solo es un pensamiento etéreo que se me escapa como agua entre los dedos…

En aquella realidad tan real como esta yo soy un niño de once años de edad, vivo en un pequeño pueblo lleno de mucha dualidad y claro-oscuro. Por lo que he logrado absorber con mi vista y con el resto de mis sentidos parezco estar a comienzos del siglo XIX, así que no hay electricidad, ni coches, ni celulares, ni ordenadores ni ninguna de esas cosas “indispensables” que ahora forman parte de nuestras artificiales vidas.


Las caras bellas de aquel prisma onírico residen en el paisaje de aquel lugar, un paisaje de una belleza incomparable; praderas verdes llenas de vida con flores multicolores y de formas exuberantes que seducen a tus ojos, en los horizontes se alzan altas montañas nevadas que parecen tocar el cielo en su cima, el agua de los diversos ríos es tan limpia, pura y cristalina que puedes mirar a través de ella y puedes beber con gozo y sin miedo. Los inviernos son blancos y fríos con temperaturas que descienden hasta los extremos, mientras que en las otras estaciones se puede disfrutar de un tiempo nublado, lluvioso y fresco. Así es el entorno natural de aquella realidad, hermoso, idílico, tanto que puedes pasar horas observándolo y sintiéndolo con tus cinco sentidos sin necesidad alguna de hacer absolutamente nada más, embriagado e hipnotizado… este es el aspecto que amo de mi sueño, la parte clara de él.


Después está la oscuridad, la parte turbia y opaca que en muchos sentidos es tan parecida a mi realidad de este mundo:


Yo vivo en una gran cabaña de madera situada en las afueras del pueblo, no conozco a mi familia verdadera y francamente su existencia y su paradero actual son dos cosas de total indiferencia para mí, ellos no pueden ser buenas personas si me abandonaron. Mi madre adoptiva, Marceline murió cuando era muy pequeño y muy pocas cosas recuerdo de ella, su cariño y su amabilidad son los únicos resquicios de memoria que poseo de esa mujer. Herman es mi padrastro, compartimos el mismo techo pero entre nosotros no compartimos palabras, sonrisas, afecto ni nada parecido a un nexo de padre e hijo, él me dio una cama en la cual dormir, comida para saciar mi hambre y el conocimiento de la escritura, la lectura y los números en un lugar en donde no existe escuela alguna, a mi padre le debo agradecimiento pero hacia él no siento cariño, amor ni ninguna otra sublime emoción. Quizá fue mi situación la que me condicionó a siempre sentir asco cuando observaba a otras familias unidas.



En aquel lugar la gran mayoría de los habitantes viven en la pobreza y muy pocos pertenecen a la clase media, yo formo parte de esta minoría pues mi padrastro posee algunas tierras.

Sin embargo yo soy pobre en otro aspecto que nada tiene que ver con el dinero y los bienes materiales, soy pobre en compañía… y la soledad es mi opulencia; Mis juegos y mis momentos lúdicos solo me incluían a mí y a nadie más, tenía un trineo para invierno que nunca compartía pues no había persona alguna a mi lado para tal acción, mi diversión consistía en observar nubes de formas caprichosas y en lanzar piedras en los estanques, realmente solía aburrirme y en momentos me sentía inferior, me sentía como una basura.

Pero mi soledad no era tanto una decisión propia, la culpable tampoco era la escasez de niños en el pueblo porque mentiría si dijera que en aquel lugar no existían muchas personas de mi edad. Mi marginación recaía en la misma causa en la que recae en este mundo como una especie de extraña maldición que se irradia en mis dos vidas: El maltrato y el rencor que el resto del mundo parecía sentir a hacia mi persona.


Cuando los niños de mi edad se acercaban a mí, siempre lo hacían con corruptas intenciones, burlas, golpes y humillaciones eran la constante en nuestros encuentros. Mas nunca entendí porque todos ellos me trataban de aquella manera tan ruin, y poco a poco me fui alejando de todas las personas y del mundo, me recluí en mi cabaña y en las praderas verdes, en mi hogar un tanto alejado del pueblo. Desde ahí observaba a la gente, y poco a poco yo reflejé la misma pútrida emoción con la que ellos me castigaron por tanto tiempo, empecé a sentir rencor hacía ellos y entre más los observaba mi odio se volvía más oscuro y más hondo pues no asimilaba el por qué yo tenía que estar tan solo… aunque siendo sincero también les tenía miedo por todas las cosas que me habían hecho en el pasado.

Así es aquel mundo, complejo y autentico, claro y oscuro al mismo tiempo. Muchas veces cuestionó a mi consciencia sobre cuál de mis realidades es la verdadera y cuál es la de ensueño… en ocasiones no puedo responder con convicción.

Y confieso que si hoy me dieran la oportunidad de elegir en que realidad vivir y que realidad desechar, desecharía está y elegiría aquella, mi realidad onírica. En ambos mundos poseo la misma problemática de soledad y desamparo, y en ambos mundos estoy lleno de odio y apatía hacia casi todo lo que me rodea, pero allá, en el mundo de sueños sólidos eventualmente yo encontraré una razón para vivir, para superarme y para seguir adelante, una razón para olvidar tanta amargura y podredumbre…

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado agosto 2013
    A ver que sale de tanto resquemor contra la vida...:rolleyes:
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado agosto 2013
    El primer capítulo es mas como una introducción o explicación, ahora es cuando realmente avanzaremos con la historia.

    Capítulo 2

    En mis sueños sólidos todo es intensamente contrastante y convulsivo, las cosas buenas, las alegrías y la felicidad son sentidas con mayor nitidez y claridad… pero eso también quiere decir que la tristeza, la vileza y la maldad adquieren una oscura e insondable profundidad.

    Era un día común de verano con un tiempo fresco que casi rozaba la sensación del frío, en lo alto las nubes cubrían el Sol con su gris espesura y aquí abajo el entorno tenía un aspecto opaco y nebuloso. Yo caminaba por las verdes praderas en las afueras del pueblo, no había experimentado gracia ni desgracia alguna ese día así que mi mente se encontraba en blanco e indiferente ante el mundo, el aburrimiento consumía poco a poco mis ánimos y este era ya un proceso natural en mí a causa de mi ineludible y perpetua soledad…simplemente me limitaba a avanzar.

    En los múltiples horizontes del campo podía observar a muchas criaturas silvestres moviéndose con total libertad, entre ellas se encontraban los conejos; en el pasado tuve el deseo de acercarme a uno de ellos y que este me permitiera hacerlo, sin embargo siempre huían de mí, era imposible seguirles cuando corrían pues eran demasiado rápidos y devoraban grandes distancias en segundos, era imposible atraparlos pues no importaba cuan finos y afilados fueran tus reflejos no había manera de predecir sus saltos. Mis deseos eran solo un intento de mitigar un poco mi desamparo; es natural que un humano que vive siendo rechazado por sus semejantes se harte de ellos y decida buscar la compañía en seres más inocentes y nobles… pero al parecer estos seres conocen bien la maldad del hombre y por eso se alejan de él.

    Continuaba con mi camino sin albergar ningún sinsabor y ninguna expectativa…y entonces mi vista se cruzó con una sorpresa que iba a iluminar aquella tarde nublada: Un polluelo yacía desamparado en medio de la pradera, estrechado en un rincón y recostado sobre sus patas el pequeño animal piaba y el sonido era como el de una aguda vocecita pidiendo refugio y ayuda. Me acerqué con lentitud pero con ansias hasta él, cuando me vio no pareció mostrar intenciones de huida, no me mostró miedo, esta criatura era tan inocente que parecía desconocer por completo la crueldad de mi especie. Pero yo no tenía intenciones de hacerle daño y de ninguna manera iba a dejarlo ahí abandonado, ambos estábamos en situaciones similares, estábamos solos sin compañía alguna a nuestro lado, él necesitaba hogar y cuidados, yo necesitaba un amigo. Cuando decidí tomarlo en mis manos el no opuso resistencia alguna y más bien encontró abrigo en el calor de estas, al observarlo detenidamente me di cuenta de que era como una esfera emplumada muy pequeña, todas las partes de su cuerpo eran diminutas, al sentirlo con mi tacto me di cuenta de que era lo más suave y lo más frágil que yo había tocado. Todo en el polluelo estimulaba mis deseos de proteger, de cuidar… e incluso de querer. Así que emocionado corrí a casa con una criatura indefensa y bella en mis manos, decidí acogerlo y criarlo. Una casita que lo cubriera del frío, comida y agua eso era todo lo que mi nuevo amigo necesitaba.

    Durante los siguientes días siempre me apresuraba para ir a visitar a la pequeña ave en el hogar que yo monté para ella. Quizá sonará osado de mi parte pues en mi vida he carecido de contacto humano y he conocido a muy pocas personas, sin embargo, me atreveré a decir que el polluelo ha sido uno de mis amigos más carismáticos, graciosos y entrañables, él poseía un sinfín de cualidades que te hacían adorarlo y amarlo antes de que te percataras de ello. Siempre me seguía a todas partes así que ya no volví a sentirme sumido en soledad desde que él llegó a mi vida, tenía la extraña costumbre de subirse a las pequeñas rocas y a mi regazo y me enternecía mucho verlo aletear, como si tratara de volar, como si tratara de ser más grande. Mi aburrimiento crónico desaparecía cuando estábamos juntos y en él encontré el cariño que tanta falta me hacía. Mi felicidad orbitó alrededor de esa criatura por cinco Soles y cinco Lunas…

    Pero en el sexto día las cosas cambiarían…cambiarían para mal. Me encontraba en el refugio de mi mascota, limpiaba y cambiaba su comida ansioso por terminar para poder jugar con mi polluelo, en ese momento tres chicos del pueblo irrumpieron entre nosotros dos con su discordante presencia, y desde la distancia comenzaron a llamarme y a insultarme con palabras agrias y crudas, esa clase de maltratos no eran nuevos para mí, años de sufrir las mismas agresiones me hicieron resistentes a ellas así que simplemente me limité a ignorarlos. Mas nunca intuí que esos tres imbéciles iban a llevar sus ataques más allá de las palabras; el líder se acercó acortando el espacio entre nosotros, ya antes me había topado con ese chico y su nombre no vale la pena mencionarlo ahora. Me llamó cobarde y de forma explosiva destrozó por completo el refugio de mi mascota, furioso intenté hacer algo pero los otros dos chicos comenzaron a arrasarme a golpes, y el mismo que se encargó de destruir el refugio fue quien se convertiría verdugo de mi frágil amistad.

    Me arrebató al polluelo y lo colocó en el suelo, lamentablemente fue su inocencia y su desconocimiento de la maldad humana lo que selló su destino, él no intentó huir, no intentó hacer nada. En medio de la lluvia de golpes que arremetían contra mí yo solo pude observar como aquél chico daba muerte a mi amigo con un contundente pisotón, es inútil explicar la emoción que experimenté en ese momento, sentí como si hubieran aplastado mi corazón, como si hubieran aplastado mi espíritu.

    Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas y mi furia fue tan grande y tan ciega que pude ignorar todo el dolor que la paliza había sembrado en mi cuerpo, me abalancé sobre él y con un impulso casi asesino lo tiré al suelo, uno tras otro mis dos puños impactaban sobre su rostro sin detenerse, sus dos compañeros lograron separarme de él con mucho esfuerzo, siempre había sido una persona pacifica y nunca había usado la violencia pero la atrocidad que cometieron esas personas activó la parte más brutal y salvaje de mi persona. Desconozco todo el daño que pude haberle hecho al asesino de mi polluelo si sus secuaces no me hubieran apartado de él.


    De su nariz rota fluía mucha sangre, él apenas pudo articular un par de palabras diciéndome que en el futuro pagaría caro mi osadía, los otros dos chicos me miraban asustados y con miedo, con muchos deseos de huir de mi rabia. Días después escuché que en el pueblo circulaba la noticia de lo que yo había hecho, me sentía satisfecho pues había logrado consumar mi venganza.
    Pero toda esa amarga satisfacción se veía absolutamente eclipsada y reducida por mi tristeza, por mi odio creciente hacia las personas, por mi desgracia. Así es el mundo de sueños sólidos; te regala la felicidad un día, la coloca en tus manos sobre bandeja de plata y después te la arrebata de forma ruin e inmisericorde. Y así es como el mundo de sueños sólidos trata a todas las criaturas inocentes y puras que habitan en él, son aplastadas y desechadas con crueldad y sin piedad.


    Ni siquiera fui capaz de darle un nombre a mi polluelo…
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado agosto 2013
    Capítulo 3


    El tiempo siguió marchando, después de la muerte del polluelo y de mi violenta venganza la paz y la calma se hicieron presentes en los días que acontecieron, calma y paz incómodas e incapaces de disfrutarse, a causa de la furia y la tristeza que los sucesos pasados habían depositado en mi interior yo veía el exterior como una llana y vaga ilusión.

    Y en una de esas mañanas llenas de falsa tranquilidad, Herman, mi padrastro me envió como mensajero a hacer un encargo; con una carta en mis manos, con la malagana aferrada a mis ánimos y dando pasos lentos por el camino de siempre, yo me dirigí a mi breve destino.

    Llegué a una casa en las cercanías del pueblo, más bien era una mansión grande con un amplio jardín rodeado y protegido por altas rejas, en el centro de aquel lugar se prolongaba un largo pasadizo de arboles que te llevaba hasta la entrada del imponente edificio si lo seguías. Yo simplemente decidí entrar por el portón cautelosamente…no esperaba nada parecido a lo que sucedería a continuación, y lo único que pude hacer fue limitarme a observar como una roca ahora convertida en un proyectil surcaba el aire con velocidad dirigiéndose hacia mí, la piedra se encontró con el suelo instantes después y por suerte no logró impactarse en mi cuerpo aún cuando yo no hice nada por evitarlo.

    Cuando levanté mi vista tenía a un chico frente a mí, su mirada reflejaba muy bien su desprecio hacia mi presencia y con su voz me dijo que me largara de inmediato. Ya había visto a este chico en el pasado muchas veces caminando por las calles del pueblo, su edad la conocía bien, era mayor que yo por dos años aunque no era muy alto pues nuestras estaturas se igualaban, tenía la fama de poseer una fortaleza física sobresaliente y todos decían que era el hijo de un destacado militar. Su nombre era Hans.

    Él ya me había regalado ofensas e insultos en el pasado, como todo el mundo. Yo simplemente ignoré sus palabras que se dispersaban con facilidad en el viento, lo único que quería hacer era entregar el recado y terminar con la pesada y aburrida tarea que mi padre me había impuesto. Pero él se puso en medio del camino y me preguntó con un aire de superioridad con su voz, qué tan idiota era yo. No respondí a su pregunta que era claramente retorica y malintencionada, ni siquiera me molesté en mirarlo a los ojos, y tratando de actuar con sobriedad y calma rodeé su persona y avancé hasta la puerta de la mansión…

    El lanzó una piedra hacia mí nuevamente, esta se encontró con el suelo instantes después pero antes de hacer eso rebotó en mi cabeza, finalmente había conseguido su vil propósito, logró golpearme usando una roca… y finalmente había logrado hacer surgir la furia suprimida y latente dentro de mí. Observé por unos segundos el proyectil tirado en el piso y cerca de mis pies, sentí el agudo dolor y el etéreo ardor del impacto naciendo e irradiándose a través de mis nervios. Después lo observé a él y con impetuosidad me acerqué y solté una patada con todas mis fuerzas, yo necesitaba pocas escusas y pocas razones para pelear con cualquiera que me provocara lo suficiente, estaba tan enojado y tan resentido por todas las desgracias que caían sobre mí, y la violencia prometía ser la catarsis que me ayudaría a sentir un poco de alivio. Pero fallé… él esquivo mi ofensiva y riéndose de mí me dio una certera y mucho más potente patada, las cosas empeoraban y la pelea era una confrontación desigual, era mucho más fuerte y mucho más ágil que yo, además, él sabía usar todos esos sucios trucos que se usan en las riñas; repentinamente mientras forcejeábamos me hizo caer al suelo con una zancadilla. La falsa calma y la hipócrita paz de los días anteriores ya se habían esfumado totalmente.

    Lo observé desde el suelo, antes de que pudiera levantarme para seguir luchando él tomo un palo y me comenzó a golpear frenéticamente y sin parar, el castigo venía de todas partes el dolor era insoportable, mis piernas no respondían así que no podía ponerme de pie, mis ojos comenzaban a derramar lagrimas de sufrimiento y humillación.

    Ya no podía resistirlo más ¿Acaso deseaba matarme?, y justo cuando comenzaba a perder la conciencia a causa de la tortura que padecía mi cuerpo, una voz muy suave y fina se interpuso entre nosotros dos, una voz que calmó un poco la insana crueldad de aquel chico.

    Yo no podía observar nada pues me encontraba de espaldas ante ellos dos, con la mirada clavada en el suelo y retorciéndome de dolor, pero si podía escuchar claramente lo que aquella voz femenina le decía a mi agresor; ella pedía que tanta violencia y brutalidad cesaran, al principio Hans no la escuchó para nada y continuó golpeándome sin mayor reparo. Yo sabía que simples palabras no lograrían hacerlo cambiar de parecer, mas no sabía lo que esta niña iba a hacer para protegerme, para salvarme; ella se lanzó sobre mí y me abrazó con insistencia, su cuerpo se sentía frágil, delicado, ligero, y podía percibir el calor de este sobre el mío.

    Los siguientes ataques de Hans impactaron sobre mi inesperada y osada defensora, esto de alguna manera hizo vacilar y dudar al chico, así que se detuvo. Ella se levantó sonriendo y mostrando tranquilidad, él parecía enfadado pues su macabra diversión había finalizado y antes de marcharse soltó una fuerte bofetada sobre el rostro de la chica que me había protegido. Ahora que mi tortura había terminado y la movilidad de mi cuerpo regresaba decidí hacer un esfuerzo para ponerme de pie, ella notó mis intenciones y con su apoyó logre incorporarme todavía muy adolorido y todavía muy aturdido.

    No sabía por qué esa chica había dado la cara por mí, ni qué la había motivado a convertirse en mi escudo humano, y más confundido me encontraba ahora que me regalaba una gran y radiante sonrisa preguntándome si me encontraba bien. La observé detenidamente; al parecer teníamos casi la misma edad y nuestras estaturas eran casi las mismas también, su cabello era largo, lacio y de un rubio dorado y brillante, su piel era blanca y pálida, nunca había visto una piel tan clara antes, y su rostro era angelical e hipnótico. Un vestido blanco roído y desgastado caía hasta sus rodillas, unas pantimedias de color negro oscuro y unas botas cortas de color marrón eran las prendas que se encargaban de abrigar su delgada y fina figura.

    Yo ignoré su pregunta y no contesté ni dije nada, estaba enormemente agradecido por todo lo que había hecho por mí, pero al mismo tiempo me sentía tan avergonzado de que ella me viera con lágrimas resbalando por mis mejillas, y también me sentía patético, no fui capaz de defenderme por mí mismo y al final una chica tan delicada como ella tuvo que salvarme.
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado agosto 2013
    Seguí con mi camino y está vez finalmente logré llamar a la puerta de la mansión, el señor de la casa salió y al parecer él era el padre del chico que me había propinado la salvaje paliza. El hombre simplemente leyó la carta sin demasiado interés, me dio las gracias de forma automática y fría y me entregó una pequeña bolsa de monedas para mi padre.

    Cuando terminé con tan pesada tarea fui corriendo a casa tan solo para aventar la bolsa de monedas en la mesa, no tenía intenciones de quedarme ahí. Volví a correr esta vez más rápido y llegué hasta las verdes praderas en donde solía jugar y pasar el tiempo en total soledad, ahí me acomodé en un rincón junto a un árbol y di rienda suelta a mi amargo y desesperado llanto.

    No me di cuenta de que aquella niña que lucía como un ángel me había seguido todo este tiempo, se acercó a mi lentamente y nuevamente me pregunto si me encontraba bien, yo seguí usando el silencio como mí respuesta y desvíe mi mirada de sus ojos, no podía confiar en ella, yo odiaba a todo el mundo, no podía mirarla, era incluso humillante que me viera llorando de esa manera, no podía hablarle, sentía demasiada vergüenza, demasiada timidez. Pero una vez más ella me sorprendía con sus acciones; sin decir y sin avisar se estrechó mucho hacia mí y me dio otro abrazo, el primero fue para protegerme… pero este era diferente.

    Me sentí sobrepasado y asustado, jamás en mi vida había recibido un abrazo y menos de una chica, dos de ellos en un mismo día era demasiado para mis emociones recién descubiertas, así que hice lo primero que mi instinto me recomendó hacer, la empujé y la aparté de mí. Ella me confesó su nombre, se llamaba Naomí, después preguntó por el mío pero mi silencio y mi aparente indiferencia fueron imbatibles ese día, me levanté y me marché a casa sin decir palabra alguna, ella se despidió a pesar de todo el rechazo que yo le mostré.

    Una nube negra de confusión soltaba su tormenta sobre mi cabeza. Todo el mundo en el pueblo me había mostrado su desprecio y su rencor… pero ella no ¿Por qué? ¿Por qué me había protegido?. Sus abrazos me causaron demasiado miedo y aversión… pero algo había en ellos, algo que despertó en mí interior emociones desconocidas hasta ahora, emociones que me habían gustado y que ayudaron a aliviar el dolor, tanto el físico como el etéreo…
    _____________________________________________________________________

    El capítulo no cabía del todo en el mismo sitio, así que tuve que dividirlo y hacer doble post.
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado agosto 2013
    Capítulo 4

    ¿Una vez que pierdes por completo tu fe en la humanidad, puedes recuperar al menos una pequeña parte de esta? ¿Puede una sola persona hacerte olvidar la crueldad, la maldad, y el rencor del mundo que te rodea? No lo sé, la verdad no lo creo… pero Naomí me hizo dudar, y desde que la conocí todo fue diferente, y desde entonces ya no pude dar respuesta certera a estas dos interrogantes…

    Al día siguiente después del dolor que me dejó la terrible paliza y después de los inesperados abrazos protectores de aquella chica, yo volví a la pradera verde para pasar las horas en soledad como siempre lo hacía, recuerdo que me senté en la hierba justo debajo de la sombra de un árbol para encontrar un poco de refugio y tranquilidad. De pronto mi efímera relajación se vio interrumpida por una dulce y suave voz, una voz que ya me era familiar, era ella, sorprendentemente era ella, Naomí.


    Nunca imaginé que entre nosotros dos fuera a darse un segundo encuentro, mi corazón comenzó a aumentar sus palpitaciones, mi ansiedad se hizo creciente y mis nervios se alteraron. Ella realmente estaba ahí a mi lado, con su cabello brillante y rubio, con su rostro que parecía haber sido moldeado por un maestro escultor, y con su mirada y su sonrisa que me hacían sentir una extraña y envolvente paz. Se sentó en el pasto conmigo y mirando mis ojos me dijo que quería conocer la razón de mi tristeza, yo bajé mi mirada y con este gesto traté de hacerle entender que no deseaba escucharla ¿Cómo sabía que me sentía deprimido si tan solo habíamos compartido una breve mirada? No podía confiar en ella, no quería hacerlo, no podía bajar la guardia, su presencia me causaba estupor y miedo.


    Naomí notó todo el cúmulo de malestares que su pregunta produjo en mí interior, se disculpó conmigo y con su voz melódica me hizo saber que no tenía que responder absolutamente nada si no deseaba hacerlo, después, colocó su mano en mi hombro como diciéndome sin palabras que me entendía, nuevamente había contacto físico entre nosotros y el instinto me decía que la apartara, que la alejara de mí, que ella no tenía porque tocarme, pero resistí el impulso, contuve los deseos de repelerla de mi espacio, ella era diferente, no se había acercado a mí ni para golpearme, ni para agredirme, ni para escupir sucias ofensas… Naomí solo deseaba hablar conmigo. Al final esta chica decidió gastar todo su día haciéndome compañía, trató de hacerme conversar y trató muchas veces más el crear al menos una pequeña y fugaz sonrisa en mis labios, quizá creyó que no lo consiguió pues apenas le dirigí un par de secas palabras y mi semblante siempre se mantuvo serio y pétreo… pero en mi tambaleante indiferencia y en mi aparente desinterés se ocultaban y se dejaban entrever los dos conceptos opuestos a estas palabras.


    Ella logró hacer que yo le confesara mi nombre y mi edad, no sé como lo hizo pero lo consiguió, tal vez fue su atrayente personalidad o tal vez fue su delicada insistencia. Cuando el Sol comenzó a ponerse y el cielo se tiñó de colores crepusculares Naomí me dijo que era el momento de despedirse, yo también debía de marcharme a casa mas no sabía qué decir o qué hacer así que simplemente me limitaría a retirarme caminando por el sendero habitual… y una vez más ella hizo algo que me dejó paralizado; acercó demasiado su rostro al mío, tanto que por un breve momento pude sentir su cálida respiración, antes de que pudiera hacer algo, antes siquiera de poder pensar en apartarla de mí, sus labios suaves y tiernos ya se encontraban acariciando mi mejilla. Naomí dijo adiós dándome un inocente y amable beso que hizo sonrojar mi piel y que causó que mi cara sintiera extraños cosquilleos por todos sus rincones. Fue la primera vez que alguien me trató así, nunca antes en toda mi breve y pesada existencia había experimentado el cariño, el interés y el cuidado de otra persona.


    En los días siguientes volví al mismo lugar, lleno de entusiasmo y con la curiosidad de saber si me encontraría con ella. Poco a poco me fui dejando llevar por su forma de ser, extrovertida y graciosa ella no paraba de hablar, a veces lograba salirse con la suya y me arrancaba sonrisas de brevísima duración después de muchos intentos, mis respuestas antes flojas y cortas cada vez eran más largas y seguras y la interacción entre nosotros comenzó a volverse más fluida y natural, poco a poco fui bajando la guardia, dejaba de temerle y empezaba a confiar en ella.


    Un día me dirigí casi corriendo a la pradera verde aguardando por nuestro encuentro…pero Naomí no apareció, la esperé y las horas se fueron acumulando una tras otra aguardando con la seguridad de que en cualquier momento vería su delgada y grácil figura acercarse por cualquier horizonte pero eso jamás pasó. Una nueva forma de tristeza que jamás había sentido comenzó a saciar su hambre con mis ánimos, y como suele hacerlo la mente humana, empecé a pensar en lo peor y a llenar mi cabeza de ideas negativas y paranoicas ¿Qué tal si al final mi frialdad y mis tratos ariscos terminaron por hartar hasta a la persona más tranquila del mundo? ¿Qué tal si solo estaba jugando conmigo? ¿Qué tal si nunca volvía a verla? Decepcionado y cabizbajo volví a casa con el cielo nocturno acompañándome muy desde lo alto.


    Sin embargo todo mi fatal pesimismo se vio completamente aplastado la siguiente mañana cuando vi la radiante sonrisa de Naomí en la verde llanura una vez más, se acercó a mí y me pidió una disculpa por no haber podido venir a la pradera el día anterior a causa de todo el trabajo que tenía que hacer y a causa de que sus padres se lo habían impedido, en realidad no había nada que disculpar.


    El Sol y la Luna continuaban con su natural ciclo de mostrarse y ocultarse, nosotros continuamos con nuestro ciclo de reunirnos todas las mañanas y de separarnos cuando la oscuridad comenzaba a mostrar su cuerpo inmaterial. Recuerdo una tarde por encima de las demás, en aquella ocasión Naomí me preguntó por mi familia; mis abuelos, mis padres, mis hermanos… yo no dije palabra alguna pues no tenía nada que decir, a mi verdadera familia jamás la conocí, mi madrastra murió demasiado pronto como para que pudiera recordarla y mi padrastro era tan solo un desconocido con el cuál compartía el mismo techo.


    Ella comprendió mi prolongado silencio, se dio cuenta de que esa era mi respuesta y después decidió contestar a su propia pregunta: Naomí me dijo que la familia con la que vivía ahora no era tampoco su verdadera familia, que Hans no era un hermano sino un hermanastro y que el señor al que yo había entregado la carta no era su padre sino su padrastro.


    Esto me sorprendió y decidí escuchar con mucha atención cada parte de su confesión. Me explicó que ella si había conocido a sus auténticos padres y que incluso vivió con ellos gran parte de su vida, nació en el lecho de una familia de clase alta muy acaudalada, todos eran muy felices y no había problemas con nadie ni con nada. Pero un mal día el padre de Naomí desapareció sin dejar rastro ni fortuna alguna y abandonando a esposa e hija, una hija que apenas tenía seis años de edad. El dinero y la estabilidad poco a poco fueron menguando y la pobreza junto con todas sus carencias se veían cada vez más cercanas, la madre de Naomí se vio obligada a viajar por todos los rincones de todas partes para encontrar el sustento que en el pasado poca falta hacía, pero no tuvo ningún éxito y a cualquier lugar a donde iba solo había puertas cerradas y respuestas negativas. Una de esas desesperadas travesías las trajo a ambas a este pueblo, y para bien o para mal la madre de Naomí tenía amistad con la gente de la gran mansión, ahí estuvieron un tiempo y cuando la señora caída en desgracia veía a su pequeña hija jugar felizmente con las dos niñas de la familia, decidió tomar una drástica y difícil medida; Se vio obligada a dejar a Naomí con esas personas, ya había perdido a su padre y ahora tendría que decir adiós a su madre, ese era el precio que había que pagar para salvarla del hambre, del frío y de la miseria con los que la pobreza castiga a los desafortunados que caen en ella, a partir de ese momento el niño y las dos niñas de la mansión serían sus nuevos hermanos, el señor y la señora que eran padres de aquellos chicos serían sus padres también, Naomí fue adoptada. El día en el que la verdadera madre se despidió de su verdadera hija hubo muchas lágrimas y tristeza, Naomí me dijo que abrazó a su mamá con todas sus fuerzas y que lloró demasiado, la señora también la abrazó con la misma intensidad y prometió que volvería por ella cuando tuviera trabajo y dinero para ya no sufrir más carencias… los años pasaron y nunca volvió a verla después de aquel sufrido adiós.

  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado agosto 2013
    Ahora lo entendía todo, finalmente pude comprender porque sus ropas siempre lucían tan desgastadas y roídas cuando sus hermanos siempre eran vestidos con ropas tan buenas y finas, por fin pude entender porque su aspecto no era nada similar al resto de sus familiares, por sus venas no corría la misma sangre. Quizá Naomí y yo éramos muy diferentes, ella siempre alegre, cálida y extrovertida, yo siempre triste, frío y solitario, pero con su confesión me di cuenta de que algo era común entre nosotros, y ese algo en cierta forma nos unía un poco.

    La noche empezaba a anunciar su llegada, ella me dio un abrazo y un beso para despedirse, estos gestos todavía causaban mucha alteración en mi interior pero al mismo tiempo despertaban sensaciones placenteras. Sinceramente empezaba a sentir amistad y confianza hacia ella…

    Recuerdo que Naomí me dijo que a pesar de todo todavía albergaba la esperanza de que algún día su madre volviera por ella. Yo nunca en mi vida había albergado esperanzas en absoluto, pero desde que la conocí a ella siempre esperaba ansioso la mañana siguiente pues nos volveríamos a encontrar ¿Se le pude llamar a esto esperanza?...
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado septiembre 2013
    Capítulo 5

    El cielo estaba nublado esa tarde mas no caía gota de agua alguna, yo en cambio no podía dejar de derramar lágrimas, no podía dejar de llorar.


    Naomí tenía la capacidad de leer mi interior con certeza, solo necesitaba mirarme a los ojos un instante para saber si me encontraba bien o si me encontraba mal. Ese día me sentía invadido de tristeza por mis constantes pesadillas, por mis desgracias pasadas y por la muerte del polluelo al que todavía extrañaba. Ella sabía que algo me pasaba, que algo me estaba haciendo sufrir, y también me conocía lo suficiente para saber que yo no iba a contar mis pesares por iniciativa propia, así que poco después de reunirnos en la pradera y de cubrirnos bajo la sombra del árbol, Naomí hizo uso de su dulce voz y junto con su atrapante mirada me preguntó qué tan deprimido me sentía. Yo no pude soportar los deseos de contárselo todo cuando sus ojos se fijaron en los míos, pero al intentar hablar sentí una enorme presión y un nudo en mi garganta, mi voz se quebraba, mis cejas se arqueaban y en mi corazón sentía un vacío extraño que iba acompañado de un envolvente calor.

    Mi amiga me tomó suavemente del cabello con sus delicadas manos y llevó mi cabeza sobre su pecho apoyándola en él, me hizo saber que si necesitaba llorar podía hacerlo cuanto quisiera pues estaría ahí a mi lado para comprenderme y para ayudarme a deshacerme del dolor. Yo obedecí y comencé a llorar de forma descontrolada e intensa, su voz y los latidos de su corazón poco a poco me llenaron de calma y sosiego. Mi tristeza desaparecía con rapidez con Naomí a mi lado.

    Poco a poco y sin darme cuenta comencé a obsesionarme con ella, siempre que oscurecía y debíamos de despedirnos el desánimo se apoderaba de mí y no podía esperar para volver a vernos pues en ese instante toda mi alegría se renovaba, sus besos y sus abrazos causaban un constante cosquilleo en los más profundo de mi vientre y esa sensación me llenaba de bienestar. Un día noté lo hermosa que Naomí era, no solo en sus sentimientos y personalidad, sino también por fuera, su aspecto físico era una perfecta proyección de su bello y sublime interior; mis deseos de tocar su cabello dorado y su suave y pálida piel eran cada vez más grandes, me gustaba contemplar su rostro de rasgos angelicales, y envolver su delicado y pequeño cuerpo con mis brazos era una cumbre de sentimientos y emociones.


    Mi desconocimiento casi absoluto de las relaciones humanas me hizo pensar que todo lo que sentía por Naomí era algo común, algo que todas las personas sentían hacia sus amistades, tiempo después me daría cuenta que mi sentir hacia ella no entraba perfectamente bien en el concepto de la amistad… se trataba de algo más.

    Pero todo era sumamente bueno como para durar demasiado, eventualmente la oscuridad del mundo volvió a mostrar sus corruptas facetas, empeñándolo todo de crueldad y de sucia maldad:


    En una tarde cualquiera, pasaba el tiempo junto con Naomí y me sentía bien, ella me dijo que tenía que cumplir con la tarea de recoger agua del pozo y me pidió que la acompañara, acepté encantado ya que ella solía rechazar mi ayuda en sus deberes y yo en cambio siempre deseaba hacerlo. Caminamos tranquilamente hasta la entrada de la mansión que era el hogar de Naomí, ella me dijo que esperara afuera y que me ocultara pues podría haber problemas si sus hermanastros me veían, no tardó mucho tiempo en ir y regresar pero esta vez con un enorme cubo vacío en el que ella casi podía entrar y que le costaba mucho trabajo levantar, yo insistí en ayudarla pues sus dos delgados brazos parecían estar sufriendo con tanto peso, sin embargo, ella se negó varias veces, al final, aceptó que no podía hacerlo todo por su cuenta y ambos partimos hacia el pozo tomando el cubo cada cual por uno de los lados.

    Al volver a la gran mansión una vez más me escondí y esperé por el retorno de mi amiga, probablemente regresaríamos a la pradera y podríamos olvidarnos de esta aburrida tarea, aunque estando con ella hasta las cosas más cansadas y monótonas dejaban de serlo, Naomí siempre estaba hablando y a mí me gustaba escuchar su linda voz, ella también sabía escuchar así que con el tiempo le fui revelando más detalles de mi persona; Mis preocupaciones, mis rencores, mis sinsabores con la gente del pueblo y mi situación familiar de abandono y adopción.

    Me encontraba distraído pensando en nuestro retorno a la llanura cuando un sonido brusco y súbito me trajo de vuelta al presente, y aquel extraño ruido que desentonaba con el sereno ambiente se repetía una y otra vez y venía desde el interior de la mansión. Con mucho cuidado y haciendo uso del sigilo me escabullí para poder lanzar un vistazo rápido, tenía curiosidad por saber que era lo que ocurría pero lo que vi dejaría helada mi sangre; La madre de familia, la señora de la mansión, golpeaba violentamente a Naomí usando una escoba, una y otra vez el objeto de castigo subía hasta lo más alto y luego descendía con velocidad furiosa para impactarse estremeciendo el frágil y débil cuerpo de la única persona que me importaba, la paliza continuaba y parecía eterna, Naomí usaba sus pequeñas manos para cubrirse del daño y llorando suplicaba perdón a su madrastra. Sus dos hermanas y su hermano, Hans, la miraban de forma similar a como un rey mira un esclavo, como si no fuera nada, como si lo mereciera y al mismo tiempo se burlaban de ella de la forma más cruda y vil imaginable.

    Mis piernas temblaban, mis ojos estaban enfocados hacia el vacío y mi alma petrificada solo podía sentir el miedo, la furia y la impotencia: El miedo pues temía que el castigo de Naomí se prolongara demasiado y provocara en ella daños irreversibles…o algo peor. La furia pues no comprendía la extraña manera en la que funcionaba esta maldita y podrida realidad en donde una niña tan buena y pura como Naomí era maltratada y humillada de una forma tan cruel. Y la impotencia, pues aunque la parte más instintiva y salvaje de mi ser me decía que tenía que actuar yo bien sabía que nada podía hacer, era incapaz de protegerla como ella me había protegido a mí.

    La golpiza terminó, respiré aliviado cuando aquella agonía cesó pues casi puedo jurar que cada impacto que Naomí recibía yo también lo sentía. Mi única amiga salió de aquella horrible mansión a la que no se le podía llamar hogar, me mostró una sonrisa y quizá esté gesto fue sincero pero detrás de él se ocultaba todo el dolor y el sufrimiento que padecía, me dijo que tenía que despedirse pues había surgido más trabajo, me abrazó y me besó para decir adiós. Yo traté de hacerle creer que no había visto nada y acepté su despedida con una falsa y forzada calma, me causaba demasiado miedo dejarla con esas personas pero también me preocupaba que si llegaban a verla cerca de mí podían volver a golpearla, lo único que podía hacer para protegerla era alejarme de ella.

    Volví a casa más temprano de lo normal y no podía dejar de pensar en aquella escena que se había incrustado en lo más profundo de mi memoria ¿Por qué maltrataban así a Naomí si su verdadera madre había confiado en ellos y además les había pagado una fuerte suma de dinero? ¿Cuánto tiempo llevaba ella sin aparecer? ¿Por qué no tuve el valor suficiente de defenderla cuando en el pasado ella si me defendió a mí? ¿Y cómo pudo sonreírme con sinceridad después de haber recibido semejante paliza?

    Ninguna de estas preguntas fueron contestadas y me persiguieron por mucho tiempo, al final solo fui capaz de llegar a dos certezas cuando el día llegó a su terminó. Si hubiera tenido el poder y la fuerza para salvarla sin duda lo habría hecho y hubiera sido capaz de llegar hasta las últimas consecuencias. No pude resistir ver el rostro de Naomí bañado en lágrimas, y cuando mi visión se desenfocó observé por un instante la expresión de la madrastra agrediendo y golpeando; lo hacía con desviada pasión, lo hacía sin detenerse… y lo estaba disfrutando.
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado septiembre 2013
    Capítulo 6

    La verdad, me dolía demasiado, cada golpe, cada herida y cada hematoma que veía… no en mi rostro ni en mi cuerpo sino en los de Naomí, para mí era imposible digerir y asimilar ver a mi amiga lastimada y dañada, era imposible que una chica tan buena y pura como ella pudiera despertar arranques de ira y violencia en otros, y sin embargo sucedió ¿Cómo podía existir alguien tan desalmado como para ser capaz de hacer daño a Naomí?



    Al día siguiente ella y yo volvimos a encontrarnos, era imposible no prestar atención a todas las marcas que el cruel castigo había dejado en su piel, yo al observarlas casi sentía como si fueran mías, casi las sentía haciendo padecer a mis nervios. Traté de ignorar todo aquello y de pasar el tiempo a su lado de forma armónica como siempre hacíamos los dos, pero la preocupación, la angustia y la inquietud ya habían echado raíces en el suelo de mi mente y no me dejaban en paz, al final solo pude mitigar un poco estas emociones cuando me atreví a preguntarle a Naomí qué era lo que había ocurrido, deseaba tanto que confesara la verdad.


    Mas no lo hizo, ella me dijo que no debía de prestar atención a sus moretones y a sus heridas ya que solo eran una molesta consecuencia de su trabajo y de su torpeza, supongo que no fue sincera conmigo pues no deseaba hacerme sentir mal con sus problemas, me mintió pero yo ya conocía toda la verdad y la había visto muy de cerca.

    Al llegar la noche llego el momento de separarnos, yo me despedí de Naomí con un fuerte y prolongado abrazo y con un beso en la mejilla, caminando a casa recordé lo que ella si se había atrevido a confesar sobre su familia; me dijo que sus hermanas se burlaban constantemente de ella y que Hans siempre la molestaba, que sus padres nunca le compraban ropa nueva y que la hacían dormir en los establos usando la paja como su cama. Y a pesar de todos los maltratos y del gran menosprecio de su falsa familia, Naomí me dijo que los quería mucho a todos ellos, para mí ese afecto era incomprensible ¿Cómo puedes querer a personas que son tan crueles y malas contigo? Al igual que muchos yo les hubiera pagado con odio… una vez más Naomí me mostraba sentimientos más elevados, sinceros y puros que los del resto del mundo.


    Una vez en la cabaña me encontré con mi padrastro, recién llegaba de su trabajo en el campo y comenzó a preparar la cena como acostumbraba hacerlo. Normalmente entre nosotros no existía ningún tipo de interacción pero esa noche me decidí a preguntarle sobre el hombre de la mansión al que yo había entregado una carta tiempo atrás. De inmediato una reacción de incomodad y un mal semblante se dibujaron en su rostro y con una voz golpeada me dijo que aquello no tenía porque importarme, sin embargo, segundos después pareció cambiar de parecer y me explicó las cosas; Se conocieron cuando eran jóvenes, ambos habían participado en una guerra que se dio antes de que yo naciera, y lleno de un amargo rencor me hizo saber que aquel hombre no era un gran soldado como muchos decían solo era un gran cobarde que de una forma u otra logro ascender muchos rangos por medios deshonestos durante el conflicto y cuando este terminó se hizo de mucha fama y fortuna. Luego, me confesó que años más tarde se casó con su actual mujer y del matrimonio surgieron tres hijos; Hans y las dos niñas y que con ellos también vivía otra chica la cual les servía de criada, sabía que estaba hablando de Naomí.

    En ese momento detuve el curso de sus palabras e hice otra pregunta, quería saber por cuánto tiempo había vivido esa niña junto a la familia de la mansión, a mi padre no pareció importarle demasiado la naturaleza de mi cuestionamiento y se limitó a dar una respuesta rápida; me dijo que desde su punto de vista esa chica tenía alrededor de cinco años viviendo y sirviendo en aquel lugar. La respuesta me sorprendió, por todo un lustro Naomí había esperado por el retorno de su madre mientras sufría los maltratos de todas esas corruptas personas.

    Cuando llego la hora de dormir yo pasé tiempo recostado en mi cama deduciendo toda la información que había recibido ese día. Naomí dijo adiós a su progenitora cuando solo tenía seis años de edad, ahora tenía once, cinco años era tiempo suficiente para encontrar trabajo y estabilidad… aunque no deseaba escucharlos mis pensamientos me decían que la verdadera madre había decidido abandonar a su hija, y que la promesa de volver por ella en el futuro era tan solo una mentira. La rabia, la impotencia y el dolor me invadían de nueva cuenta, no podía decirle a mi amiga que su madre jamás volvería por ella pero tampoco podía destruir su esperanza, Naomí creía con todo su corazón que algún día volvería a ver a la mujer que la había traído al mundo. Me sentía inútil, ella hacía tantas cosas por mí y yo no era capaz de hacer nada por ella.

    Pero al menos nos teníamos a los dos, juntos podíamos darle la espalda al mundo con sus problemas, y partir al mundo que habíamos creado solo para nosotros… nuestra unión comenzaba a ser más fuerte que todas estas turbias mentiras.

  • ZeildouxZeildoux Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2013
    ¿Podrías aumentar el tamaño del texto? Es que para los que usamos gafapasta como yo, nos cuesta carros y carretas leer algo tan pequeño en la pantalla del computador.
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado septiembre 2013
    No me deja reeditar los capítulos, así que no puedo agrandar el texto, pero prometo que a partir de ahora intentare poner el tamaño de texto mas grande.
  • ZeildouxZeildoux Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2013
    Marius escribió : »
    No me deja reeditar los capítulos, así que no puedo agrandar el texto, pero prometo que a partir de ahora intentare poner el tamaño de texto mas grande.

    Ya vi tu privado compañero escritor, en un ratillo te lo contesto.
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado septiembre 2013
    Capítulo 7

    Los días se convirtieron en semanas y las semanas se agruparon volviéndose meses, el verano finalmente se marchó y cedió su lugar al otoño y a hojas de arboles caídas. Durante esta época del año Naomí y yo pudimos seguir juntos, jugábamos, observábamos el cambio de la naturaleza con los nuevos vientos estacionales soplando e incluso algunas veces compartíamos gestos de afecto y caricias, siempre me vi ajeno al calor y al aprecio de otra persona, siempre me vi hundido en la soledad perpetua pero la vida se encargó de negar algo que yo asumía por hecho, Naomí llegó y sus abrazos y sus besos me demostraron que estaba equivocado, y poco a poco fui abandonando todas las ideas pesimistas que en mi mente se habían ido engendrando durante años. Nuestra relación comenzaba a hacerse cada vez más solida y profunda.

    Septiembre dio paso a octubre, y a los veintidós días de aquel mes la fecha de mi nacimiento se hizo presente, yo nunca había celebrado ninguno de mis cumpleaños tal vez porque nunca hubo gente con la cual festejar… aquella sería la primera ocasión. El día transcurrió de forma común y cotidiana pero al encontrarme con Naomí me di cuenta de que ella tenía preparado algo especial para mí, no sé cómo logró recordarlo pues solo dos veces le mencioné la fecha y de eso hacía ya un tiempo considerable, tampoco sabía cómo reaccionar pues nunca antes nadie había hecho nada por mi cumpleaños, lo único que pude hacer fue aceptar el gran y efusivo abrazo de Naomí, y sonreír con sinceridad al escuchar sus felicitaciones por mis doce años de edad. Recuerdo que cocinó unas deliciosas galletas solo para mí y recuerdo su hermosa voz cuando me cantó una melodía que hoy yace difusa y dispersa entre mis recuerdos.

    Empezaba a hacerse tarde y nuestra pequeña celebración comenzaba a ver su final, antes de decirnos adiós Naomí tomó mi brazo y me dio un regalo, algo muy valioso para ella y que a partir de ese día también sería valioso para mí; ella solía usar un brazalete de piedras preciosas y de color azul oculto bajo las mangas de su vestido, ahora era mío, me dijo que me lo regalaba pues me quería mucho y era una persona muy especial e importante para ella. También me confesó que esta era una posesión muy atesorada ya que fue lo único que su madre le dejó cuando se marchó. Sonrojado por los cumplidos yo le agradecí enormemente y le di un beso a su suave mejilla, coloqué el brazalete en mi muñeca y me despedí de la única persona a la que le importaba.

    Al día siguiente mientras me acercaba a la pradera para encontrarme con mi amiga aún sentía la felicidad y la sorpresa de ayer invadiéndome. Una vez juntos partimos hacia el pozo, yo la ayudé con su trabajo y en poco tiempo llegamos hasta su hogar con toda el agua que su familia le había ordenado llevar. Ella entró a la mansión y me dijo que esperara por su regreso, desde aquella vez en la que vi a Naomí siendo golpeada por su madre yo ya no podía estar en paz si no me escabullía para ver lo que ocurría dentro de aquellas altas paredes siempre que mi amiga se adentraba en ellas, normalmente no sucedía nada y entonces respiraba aliviado cuando veía que ella volvía intacta hacía mí… pero todo sería diferente esta vez, y es casi como una retorcida ley que en este mundo las pequeñas cosas buenas sean rápidamente contrastadas por aplastantes y enormes cosas malas. Cuando perdí de vista a Naomí decidí agazaparme e ir a echar un vistazo deseando con fuerzas que no ocurriera nada que pudiera hacerle daño pero mis deseos fueron ignorados;su hermano, Hans, al encontrarse cerca de ella, la empujó fuertemente sin razón alguna con la única intención de lastimarla, ella no resistió y su cuerpo cayó impactándose contra el suelo, el cubo de madera también llegó al piso partiéndose en pedazos y derramando todo su contenido

    Naomí se levantó y trató de enmendar el desastre que ella no había provocado, en segundos su madrastra apareció para volver aún más macabra la escena; la mujer dio una fuerte bofetada al rostro de mi amiga y la derribó de nueva cuenta, después comenzó a llamarla inútil mientras la castigaba una y otra vez usando una escoba. No era necesario seguir observando ahí paralizado y temblando de miedo, pues la cruel situación del pasado se estaba repitiendo frente a mis ojos perplejos una vez más, lo que en verdad hacía falta era preguntarme a mí mismo ¿Qué es lo que vas a hacer?...

    Cuando nos conocimos Naomí me defendió usando incluso su propio cuerpo para recibir y detener el castigo que yo estaba sufriendo, la primera vez que vi a Naomí siendo maltratada no fui capaz de intervenir solo contemplé lleno de ira y temor como ella lloraba y pedía piedad, después me alejé cobardemente creyendo que así podría protegerla. Posteriormente tampoco fui capaz de decirle la verdad acerca de su madre y no podía hacer nada para mejorar esta situación, únicamente esperar a que ella siguiera viviendo engañada con la esperanza de que algún día se reencontraría con su progenitora. Por último en mi cumpleaños ella hizo algo que nadie había hecho por mí. Sin embargo todo lo que Naomí significaba para mí iba más allá de lo material y de circunstancias específicas, ella era esa razón que yo mencioné al principio de esta historia, ella se convirtió poco a poco y sin darme cuenta en mi razón para vivir, para superarme y para seguir adelante, ella era esa razón para olvidar toda la amargura y el rencor que por tanto tiempo había padecido. Y ahora que tenía bien claro lo que ella representaba volví a hacerme la misma pregunta ¿Qué es lo que vas a hacer?...

    Esto no podía continuar, tomé el poco valor que me quedaba, ignoré el nudo que se estaba formando en el centro de mi garganta y grité ferozmente que la dejaran. La madre adoptiva escuchó mi iracundo reclamo y con una mirada de menosprecio me preguntó quién era yo y qué estaba haciendo ahí, yo no pude dar respuesta a sus preguntas pues sus dos hijas y Hans contestaron primero diciéndole todo lo que yo era y cubriéndome de ofensas en el proceso. Cuando la señora logró reconocerme tomó con fuerza el brazo de Naomí y comenzó a sacudirla con violencia mientras me decía que ella no era más que una interesada que solo buscaba dinero y que a partir de ahora jamás volvería a poner un pie fuera de la mansión.

    Las cosas que la madrastra de Naomí dijo hicieron crecer aún más mi coraje y el temor poco a poco lo iba olvidando, nuevamente decidí no prestar atención a todos los signos de mi cuerpo que me imploraban una huida, volví a alzar mi voz y le grité a la señora que estaba llenando su boca con mentiras. Ella me respondió con la misma intensidad diciéndome que todo era verdad y que era imposible que una persona como Naomí se acercara a alguien tan vulgar, inútil y patético como yo solo porque si y que era evidente que algún interés material debería existir de por medio. Con la sangre de mis venas ardiendo estuve a punto de acercarme para defender a Naomí de cualquiera que deseara hacerle daño pero me detuve al escuchar las amenazas de aquellas personas diciendo que mi padrastro se enteraría de todo lo sucedido, mi ímpetu se templó, toda mi determinación desapareció en un segundo cuando en mi mente imaginé el castigo que mi padre me impondría, el castigo de Naomí y todas las terribles consecuencias que mi intervención desencadenaría… en ese momento me di cuenta de que había cometido una gravísimo error al intentar proteger a mi amiga.

    Volví a casa, decepcionado y sintiéndome absurdo, traté de ayudar a Naomí y por mi culpa todo para ella se volvió más oscuro y terrible, probablemente las golpizas serían más sufridas y su libertad se había terminado, ya no vería el mundo más allá de los muros de esa mansión…y todo por mi causa. Al llegar a la cabaña mi padre me recibió con una fuerte bofetada que retumbó por mucho tiempo dentro de mi cabeza, me dijo que estaba enterado de todo lo que había hecho y de mi amistad con aquella chica, me encerró en mi habitación sin comida y me advirtió que si volvía a acercarme a cualquiera de esas personas incluyendo a Naomí, él se encargaría de echarme de la casa abandonándome a mi propia suerte.

  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado septiembre 2013
    Esa noche no dormí pues mis ojos no dejaban de derramar lágrimas de culpa y arrepentimiento, lloré demasiado y mi llanto se combinaba con una furia implacable conmigo mismo y con el mundo corrupto en el que vivía, era una ira abrasiva e incandescente que estaba incinerando todo lo bueno que había en mí. Toda la alegría del día de ayer se veía lejana, increíblemente lejana, todos nuestros recuerdos ahora parecían difusos y distantes y nuestra unión no era tan fuerte como yo creía que lo era, nos habían separado por tiempo indefinido… y quizá para siempre. Nunca sentí tantas emociones destructivas juntas como las sentí esa noche, creaban un cúmulo de absoluta negrura en el cual yo me hundía cada vez más… y ahora solo podía encontrar un ínfimo atisbo de consuelo en el brazalete que Naomí me había regalado, era todo lo que me quedaba de ella, lo tomaba con mis dos manos y me aferraba con mucha fuerza a él como si ahí estuviera toda mi vida…

    _______________________________________________________________
    Disculpen por los doble post, algunos capítulos ocupan mas de lo que esta permitido en el foro
  • MariusMarius Anónimo s.XI
    editado septiembre 2013
    Capítulo 8

    Por siete días permanecí aislado en las paredes de mi habitación, solo me limitaba a llorar, a hundirme en el hastío y a extrañar a mi amiga, mi voluntad no me permitía hacer nada más. Mientras cumplía con la sentencia que mi padrastro me había impuesto comencé a castigarme con la idea de no ser digno de recibir ningún regalo ni nada que viniera de Naomí así que retiré el brazalete de mi muñeca y lo coloqué en un cajón, de esta forma me desconecté del único objeto que me unía a ella y que mitigaba un poco el dolor de haber sido exiliado de su compañía.

    Cuando mi penitencia terminó pude abandonar por fin los estrechos muros de mi hogar con la severa advertencia de que no me acercara a la mansión del pueblo. Mi padre me había prohibido tajantemente ir a ese lugar pero él no sabía que yo acostumbraba reunirme con mi amiga en las praderas verdes, en mi primer día de libertad fui hasta allá con rapidez teniendo la latente esperanza de encontrarme una vez más con Naomí, sin embargo no había nadie ahí y aunque por muchas horas aguardé pensando que en cualquier momento ella vendría ni una sola persona se acercó a la llanura esa tarde y así sería por muchos días. Octubre y Noviembre fueron consumidos por el paso del tiempo, yo seguía frecuentando la pradera sintiendo como el pasado lejano revivía pues me encontraba completamente solo de nuevo y era una presa fácil del abandono, las cosas volvían a ser como antes de que Naomí llegara a mi vida e incluso en algunos momentos daba la impresión de que ella nunca había existido y que solo había sido una ilusión.

    Y cuanto más pasaba el tiempo más agonizaban mis esperanzas, comenzaba a creer que ella ya no quería saber nada de mí, a momentos recordaba todas las cosas que había dicho su madre aquella última vez que la vi, y en una parte de mi mente germinaba la idea de creer que aquellas crudas palabras que yo consideré mentiras quizá guardaban algo de verdad.

    Cuando el helado mes de Diciembre se hizo presente yo empecé a menguar en mis recorridos a través de la llanura verde pues las temperaturas descendían con rapidez y alcanzaban sus extremos más gélidos. El amanecer llegaba en las últimas horas de la mañana mientras que la noche imponía su presencia en la tarde temprana, las primeras ventiscas soplaban y las nieves comenzaban a caer, el invierno impregnaba el ambiente con su escarchado aliento, así la época más oscura del año daba inicio con la llegada de la última estación; en el pueblo había un gran número de personas pobres, tan pobres que no tenían techo alguno en el cual refugiarse del frío, si esta gente desamparada no encontraba fuego o un hogar en el cual resguardarse cuando la oscuridad nocturna llegaba su destino era morir congelada.

    Las iglesias y todos los sitios que ofrecían abrigo para el mortal abrazo del frío se vieron abarrotadas en poco tiempo y para empeorar la situación en los días posteriores comenzaron a llegar a la localidad un gran número de personas viajeras y nómadas pidiendo trabajo o limosna. Cada amanecer traía consigo la horrible visión de gente muerta, cuando el Sol se alzaba sobre lo alto se iluminaban los cadáveres de los desafortunados que no encontraron ni fuego ni calor y en cada nuevo día morían al menos una docena de personas; niños, mujeres, ancianos y hombres por igual…

    Todos aquellos que tenían un hogar ignoraban las suplicas y las peticiones de piedad de los pobres, los vagabundos y los limosneros, incluso cuando familias enteras se acercaban a pedir refugio las puertas nunca se abrían. Mi padrastro era también muy cruel pues recuerdo que todas las noches alguien se acercaba a la cabaña implorando por un techo en el cual dormir, él no prestaba atención a las desesperadas voces y yo nada podía hacer.

    El putrefacto escenario alcanzaba su punto más grotesco e inhumano cuando se empezaban a recolectar los cuerpos congelados y sin vida que se encontraban esparcidos por todas las calles de la región, después se cavaba un profundo hoyo en la tierra y ahí eran lanzados los cadáveres apilados de los condenados a muerte gélida. Más que una fosa común era como una especie de retorcido vertedero de restos humanos en donde se acumulaban y se desechaban como prendas viejas todas esas personas sin nombre y sin posesión alguna que no parecían despertar la empatía y la lástima en nadie. Viendo como muchos morían a mi alrededor comenzaba a preocuparme por Naomí, ella dormía en el establo de la mansión y me angustiaba el frío que podía sentirse en ese lugar aunque al mismo tiempo me aliviaba de una forma u otra saber que el castigo que había impuesto su madrastra le impedía salir de los muros de su hogar ya que mi amiga era una ser demasiado sensible y compasivo como para contemplar los horrores del invierno... tal vez no lo hubiera soportado.

    Pero a pesar de todo y a pesar incluso del panorama tan aplastante y oscuro yo seguía albergando esperanzas en mi errático espíritu, esperanzas de volver a encontrarme con ella y durante todo este período de tiempo el brazalete que mi compañera me regaló aquel día en el que yo no esperaba nada volvió a mi muñeca, era lo único que me impulsaba a seguir adelante, era lo que me daba fuerzas para hacerlo y era esa conexión que me llevaba de regreso a aquellos momentos en donde ella y yo jugábamos en las praderas y nada más en el mundo importaba, eran momentos que ahora añoraba. Y la razón más importante por la que volví a portar su brazalete era porque yo estaba convencido de que tarde o temprano volveríamos a vernos y en ese mágico instante yo podría devolverle su obsequio del cual jamás merecí…
  • RasthianRasthian Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado septiembre 2013
    A ver voy a dar mi humilde opinión.

    No hacer una sinopsis es un error. Lo primero que yo hago al mirar un libro es ver la portada y el título. Si me llama la atención miro la parte de atrás. En tu caso eso es imposible, así que una sinopsis ayudaría a tender una trampa al lector para que se enganche y quiera seguir leyendo.

    Yo pensaba lo mismo, pero hazte esta pregunta: ¿Tú leerías un texto sin saber nada de él? Yo no, a no ser claro que sea de Tolkien o de alguno de los grandes. Como no lo somos, nos toca hacer algo que sea seductor para la gente, aunque contemos parte del argumento. Aquí radica la pericia de cada uno para decir lo justo para no desvelar nada que sea impactante.

    Luego, con respecto al texto, tu mismo dices que no está del todo pulido. A mi eso ya me tira para atrás. Yo no lo hubiera hecho público si a mi no me termina de convencer.
  • ZeildouxZeildoux Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2013
    Rasthian escribió : »
    A ver voy a dar mi humilde opinión.

    No hacer una sinopsis es un error. Lo primero que yo hago al mirar un libro es ver la portada y el título. Si me llama la atención miro la parte de atrás. En tu caso eso es imposible, así que una sinopsis ayudaría a tender una trampa al lector para que se enganche y quiera seguir leyendo.

    Yo pensaba lo mismo, pero hazte esta pregunta: ¿Tú leerías un texto sin saber nada de él? Yo no, a no ser claro que sea de Tolkien o de alguno de los grandes. Como no lo somos, nos toca hacer algo que sea seductor para la gente, aunque contemos parte del argumento. Aquí radica la pericia de cada uno para decir lo justo para no desvelar nada que sea impactante.

    Luego, con respecto al texto, tu mismo dices que no está del todo pulido. A mi eso ya me tira para atrás. Yo no lo hubiera hecho público si a mi no me termina de convencer.

    Es que esto es un foro, aquí se viene a charlar e intercambiar ideas y textos. Marius hace muy bien en colgar lo que escribe, yo desde luego le felicito por su valentía.
  • RasthianRasthian Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado septiembre 2013
    Yo no he dicho lo contrario. Cualquier persona que decida lanzarse a la aventura de escribir merece una felicitación.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com