Las facturas
Dorotea estaba furiosa. Sí. Alienada con su vecino Omar porque, sabiendo que siempre el cartero le coloca en el buzón las facturas de Omar y a Omar en su latita humilde para la correspondencia las facturas de ella, éste no se las devolvía.
Dorotea levanta una tranquera heredada del abuelo de Omar, que indica el inicio de su predio usurpado y lo llama.
Sale un Omar desaliñado
- - ¿ Qué es lo que pasa?
- - Tengo la cortesía de traerle siempre estas boletas a nombre de María Isabel López y las mías siempre están en pleito continuo con usted, porque nunca tiene la amabilidad de alcanzármelas a mi casa. Claro, que si usted tuviese educación esto no pasaría.
- - No me juzgue. Mire una de las boletas que me ha dado: es de la universidad de Belgrano. Cartoneo para pagarla.
Dorotea tragó saliva.
- - Ya me llamaba la atención que fuese la única que no venía a nombre de María Isabel López, la dueña de esto que ocupa.
- - María Isabel fue mi amor de juventud y no tiene herederos… Sé que no le molestaría que yo viva aquí. ¿ Qué sabe usted del amor?
- - Del amor supe antes de enviudar.
- - Por eso Dorotea usted gasta tanta energía eléctrica…De la ansiedad de dormir sola.
- - Y usted gasta tanta… ahora veo…por estudiar.¿ Y por qué su factura de gas- bah…la de María Isabel- es nula prácticamente?
Omar no contestó
Dorotea se estremeció
- - Debes pasar mucho frío.
- - No puedo abarcar todo con el cartón…
La furia de Dorotea se había disipado… Comprendió que las circunstancias no siempre son los que parecen.
- - Ven a darte un baño calentito a casa, Omar. Y tengo en el fuego un guisado de lentejas para compartir.
Comentarios
Facturas que unen...a mi me suelen más bien provocar leves traumas, pero me alegro de que al menos en la ficción no sea siempre así
Gracias por tus palabras tan agradables. Llenan un poco al alma.