Así comienza mi libro "La asurda e inqueible historia de Edelmiro Páez"
La del alba sería, que diría Cervantes .Silencio y paz en el camping.
Pareciera que nunca iba a llegar la calma tal y como ponían el alma en beber, contar chistes y reír los bastardos acampados cinco parcelas más allá.
¡Juventud, divino tesoro ¡
Las primeras luces que se cuelan por las rendijas imposibles que los oscurecedores no acaban de oscurecer y dejan el interior de la caravana en una penumbra que, por momentos se aclara.
Los mirlos dando los buenos días con sus particulares y contagiosos trinos al débil pero incipiente rayo de sol que se filtra entre las ramas y hojas de los árboles y que se empiezan a hacer cansinos por lo insistentes y numerosos. Alguna urraca que se anima a imitarles sin ser consciente de que no ha nacido para el canto y, lo que es peor, sin desanimarse lo más mínimo.
Respiraciones acompasadas en la penumbra de la caravana sólo interrumpidas por alguna que otra vuelta esporádica en la cama para recomponer y acomodar la postura.
La mañana no es fría, pero el fresco de la madrugada impregna el ambiente dentro y se agradece acurrucarse bajo el cálido edredón.
Edelmiro, en el sopor del entresueño lamenta amargamente o así le parece en su semiinconsciencia, los excesos con la panceta de la barbacoa la noche anterior. Siente su boca amarga como la hiel.
Su agitación aumenta a medida que la presión de la vejiga le recuerda con saña creciente que está a tope de sangría y más bien temprano que tarde deberá aliviar la tensión.
Ese momento desagradable en que quieres dormir, pero tu cuerpo te boicotea el sueño.
Los gases intestinales, a cada vuelta en la cama que se trasladan de una parte a otra y de la otra a la una del intestino con dolorosas punzadas. De repente, los gases que se expanden un punto más y, con un sentimiento independentista incontrolable, toman la dirección de Toledo.
Edelmiro, que en su estado somnoliento no tiene voluntad alguna para pensar en la educación y las buenas formas ni para poner cortapisas a la naturaleza, que sin miramientos ni remilgos se abre camino.
De repente tocan diana abruptamente en forma de sonoro, largo, chirriante, áspero, vibrante, cavernoso, profundo, carraspeante, salvaje, irracional, prolongado, trompetero, húmedo y burbujeante ………………………………………………………………………………………………………………….………………… CUESCO.
De nuevo el silencio.
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