Viniste a recibirme al aeropuerto de Fortworth con un lado de la cara pintado de azul y rojo, un dibujo concéntrico perfectamente acoplado a la geometría de tu mejilla izquierda.
Dijiste que te habías hermanado con los indios Karakawa, por encontrarte en aquella parte de Texas donde aún vagaban sus almas. Te sentías amparado y protegido por los espíritus benignos de sus ancestros y sus talismanes de plata y turquesas, así como por el cuarzo que llevabas en el bolsillo derecho del pantalón y que manoseabas sin recelo incluso en público.
La pintura parecía otorgarte título de gran jefe. Ahí estabas entre ellos para salvarte de terapias y dolores con los efectos benéficos de su presencia en el polvo de las praderas.
El horizonte en Texas es tan plano y extenso que los ocasos nunca tienen fin. En el largo atardecer, el paisaje árido y límpido se colorea de púrpura mientras la noche espera lánguidamente entre las sombras, como una novia inexperta.
En cambio, tu insesperada muerte llegó como la oscuridad repentina, de la misma forma en que se entra en una partida de ajedrez cuando las jugadas clave ya han sido decididas.
Desde entonces he regresado a menudo aquí, porque sé que en algún lugar del desierto, Luna Que Sonríe te acaricia la mejilla con una pluma de cenzontle gris.
A mi padre.
Comentarios
Besos
Dorchy
Saludos,
Shai
Acabo de recordar que éste ya lo había leído.
Mira, a mi me parece que es gran escrito, condensado y emotivo, muy bien trazado, como ya es habitual en tí.
Es dificil, es muy dificil escribir sobre las personas que queremos, más aún cuando ya no están. Lo intenté también con mi padre, pero la tendencia era edulcorar demasiado su recuerdo.
Es un colorista homenaje sentido del que se sentiría orgulloso tu enorme padre.
Un abrazo compañera.
Saludos
Es una carta muy colorista.
Un abrazo.
Me gustó especialmente esta forma de definir una enfermedad incurable: Y se sigue jugando, con espíritus, con amuletos, con esperanza..., aunque la muerte nos halla dado jaque mate.
Un abrazo de pésame (yo también tuve un padre que perdió) y admiración.
Coincido con la opinión de Alhaken.
Saludos cordiales