Me he visto en esa fragilidad.
He vivido esos segundos que en la eternidad
buscan la respuesta.
He sentido el temblor de la duda,
me ha dolido el alma en el vacío de un eco mudo.
He creído que mi cuerpo se diluía en un olvido oscuro.
Y cuando pensaba que ya no había esperanza,
amanecía el nuevo día.
Y al enfrentarme una vez más con la rutina,
de un ritmo cotidiano, de un camino ya andado,
es cuando en la mañana que apenas despunta,
a solas me encuentro, con la eterna pregunta.