Carne nocturna en primavera

Kundry

Carne nocturna en primavera


Carne nocturna
llanto
risas
suspiros melódicos
oscurecidos por la tórrida posesión.
Dedos maestros
bucólicas liras
que ejecutan maravillosos acordes
sobre el lienzo sin mácula.


Tibia boca
seso
colmillos
manos que derogan la moral y el tiempo.
Ojos brillantes y táctiles,
sensuales
en el gozo tierno que ofrecen.
Me olvido de respirar.
Te olvidas de respirar
escarbando en los placeres impúdicos,
en el singular e insaciable apetito.

Decides ser pagano en el sagrado templo
de nuestros órganos más íntimos.
Oficias la negra misa
en la que toda virtud debe morir
cuando la bestia se despierta y agita…
Cuando se desliza entre mis muslos virulentamente.


Veo tus brazos estirados hacia mí
en la clandestinidad meticulosamente preparada,
sin embargo, antes de participar en esta delirante batalla
mi cuerpo se abandona
un instante
cae lentamente en el trance de la magia,
en los campos de trigo aún no convertidos en eral,
en los azulados dominios de Orión.
¿Quién te hizo mujer en un instante?
Susurra la iridiscente luz
de las estrellas que, en sus confines, mueren cada día…

Noto el dulzor de un profundo beso húmedo.
Su intrincado cuerpo desnudo
en los juegos que aniquilan la inocencia.
Tú eres mi aurora y mi crepúsculo…
Mi mano busca tu vientre
hasta llegar a la textura de seda de tu sexo turgente,
la desbordante expectativa que precede al amor.


Arribo a tus continentes
meridianos
paralelos,
vuelo en círculos por encima de tus esferas
y tus hermosas líneas imaginarias.
A pesar del tiempo y las palabras
en cada mapa, que memorizo, siempre aparece tu miembro erecto…
Como cruz de guía y faro
en el torbellino de las locas aguas
que hacen zozobrar los cuerpos.

Dos miradas en la encrucijada de lo sublime.
Latigazos negros
electrificados
paroxísticos
en el imperio de lo vivo.