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Aniversario

PietroPietro Pedro Abad s.XII
editado febrero 2008 en Narrativa
El Capitán de Navío Ilich Ivanovich Petrov vestía esa noche el uniforme de gala, con una prestancia
casi ajena a sus setenta y cinco años de edad.
Parado en la puerta de la cocina, inspeccionó detenidamente la sencilla habitación. Todo estaba
listo; sobre el gastado mantel de la pequeña mesa una botella de vodka, un cenicero, un cajetilla de
cigarrillos franceses sin filtro, y ocho vasos.
La lámpara de pantalla verde colgaba exactamente al centro de la mesa dejando casi en penumbras
el resto del ambiente.
El marino tomó asiento, dispuso ante sí siete vasos y colocó el octavo en el puesto de enfrente,
destapó la botella y vertió en los recipientes así distribuidos el total de su contenido.
Sacó su reloj del bolsillo del chaleco y lo dejó abierto sobre la mesa, calculó que faltaba aún una
hora, por lo menos, para que llegara su antiguo asistente, el Cabo León Petrovich Moronov . Esa
noche se cumplían treinta años de la batalla naval donde había perdido su barco y noventa y tres de
sus ciento doce tripulantes. Durante los últimos diez años su antiguo subordinado venía a visitarlo
en esa fecha, compartían el vodka y el oficial vaciaba su alma frente a su amigo.
Apuró de un sorbo el contenido de uno de los vasos para darse valor y lo dejó boca abajo, sacó de
su bolsillo la foto de su esposa, muerta once años atrás y la colocó dulcemente sobre la mesa.
Sus ojos se humedecieron y otro vaso quedó vacío y vuelto del revés, su mente se perdió entre los
recuerdos, la noche siguió avanzando y cuando el vaso de la mitad de la fila también fue vaciado se
dio cuenta que su camarada estaba ya sentado frente a él.
Vestía el sencillo uniforme de los suboficiales, el paño azul estaba limpio y bien planchado, la gorra
blanca sin visera descansaba sobre la rodilla de su pierna derecha, cruzada sobre la izquierda, estaba
sentado de perfil al Capitán, mirando fijamente la puerta del refrigerador, como si en ella estuviera
escrito el guión de lo que se esperaba que hiciera.
Ilich Ivanovich le ofreció un cigarrillo, el cabo lo rechazó con un gesto respetuoso pero firme,
rodeaba su vaso de vodka con la mano derecha.

- Gracias por venir, tovarich– Las palabras salieron lentamente mientras sus ojos permanecían fijos

en el sexto vaso, que aún seguía lleno entre sus manos agrietadas.

- Terminemos con esto Capitán, no vengo por gusto, nunca quise venir, cada año usted me convoca,
cada año escucho sus recuerdos, habla usted de sus hombres, del destructor que hace treinta años
descansa en el fondo del Mar Báltico, bebe usted hasta quedar inconsciente, y olvidamos todo hasta
el próximo año, pero esta vez no será igual Capitán, este año es distinto, ya es hora de que venga
conmigo. -

El sexto vaso quedó boca abajo mientras el cabo hablaba y el viejo comandante rodeo con sus dedos
el séptimo y último, las palabras de su camarada habían convertido su sonrisa en una mueca.

- ¿Ya es hora? -

- Si mi Capitán, ya es hora – León seguía mirando la puerta del refrigerador.

El dueño de casa se puso de pié empujando hacia atrás la silla con las piernas;

-Brindemos León Petrovich, brindemos por los vivos y por los muertos –

El Cabo se levantó con el vaso fuertemente asido y giró para ponerse de frente a su superior; el lado
izquierdo de su rostro estaba horriblemente desfigurado, el fuego había quemado su labio superior
hasta dejar al descubierto una fila de dientes amarillos e irregulares, una gruesa herida cruzaba su
sien mostrando el hueso del cráneo y la sangre coagulada oscurecía su cabello rubio.
Ambos marinos alzaron sus vasos mirándose de frente

- Por lo vivos – recitó con voz queda Ilich Ivanovich.

- Por los muertos – contestó León Petrovich.

Los camaradas vaciaron sus vasos de un sorbo y al mismo tiempo los depositaron boca abajo sobre
el gastado mantel.
El Capitán de Navío Ilich Ivanovich Petrov se desplomó al piso de la cocina, muerto sobre el
linóleo deslucido, treinta años después que su asistente.

Comentarios

  • rocinanterocinante Garcilaso de la Vega XVI
    editado febrero 2008
    ¡¡Extraordinario"!! con un desenlace final que el lector no puede imaginarse, - al menos yo no me lo esperaba-.

    Relato corto, pero grandes en su contenido. No se puede decir mas en tan pocas lineas, pero además de una lectura que va subiendo de interés por cada frase. Sin rodeos, sin evasiones de lo que rodea a los protagonista, directo al tema y contado con una claridad envidiable.

    Me ha gustado porque lo vale.


    Mis felicitaciones.

    Rocinante
  • mariaelenamariaelena Francisco de Quevedo s. XVII
    editado febrero 2008
    El cuento me ha atrapado hasta el final inesperado.
    Contiene todos los detalles sin despreciar ninguno, incluso la horrible cara de León Petrovich.
    Felicitaciones, Pietro
    y un abrazo,
  • PietroPietro Pedro Abad s.XII
    editado febrero 2008
    Gracias Mariaelena y Rocinante, me gustan los finales inesperados, sorprende al lector, y las descripciones que lo lleven a sentir lo qu sinten los personajes.
    Gracias por vuestros elogios.

    un abrazo
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