El bueno de Sixto no se jubilaSixto es un hombre vulgar: bajito, calvo, delgado, desdentado.... Tiene 82 años, y, a pesar de su su baja estatura y delgadez, desarrolla una actividad pasmosa: se mueve por la fábrica cual zarandillo: sube y baja y está a la vez en todas partes. Todos los compañero del trabajo decimos de él que parece que tiene el don de la ubicuidad.
Aunque lo conozco muy bien, a veces me sorprende con un algo absurdo, y otras, con un buen sentido “sanchopancesco”. A veces se muestra ingenuo y candoroso, como un niño, y otras, agudo y perspicaz.
Los años todavía no han empañado el brillo en sus ojos: se mueven con extraordinaria viveza, o se acurrucan en las cuencas, sumidos como dos puntos fulgentes. Su humanidad es inefable, y el rasgo más sobresaliente de su carácter es la modestia. Lo vemos queriendo sobresalir entre todos nosotros, a fuerza de querer ser, de sentirse insignificante
A Chávez LópezSevilla mar 2025