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Payaso enamorado
Había una vez un payaso de 20 años que tenía el maravilloso don de percibir a la gente que estaba triste, o que tenía muchas ganas de estar alegre. Cuando a un niño le pasaba esto, aparecía el payaso y se tiraba días enteros, e incluso semanas enteras con él haciéndole disfrutar de lo lindo, y luego desaparecía y se iba en busca de otro niño que tuviese el mismo problema.
Un día se fijó en una niña de 12 años,
que no estaba triste, pero se acercó a ella por curiosidad y empezó a hacerle
bromas en la puerta de su casa. Y el payaso iba cada día a la casa de la niña y
la niña disfrutaba con él y el payaso más. Pasaban tardes enteras y nunca jamás
se aburrían; al revés, querían más.
Pero un día el payaso se fijó demasiado en los ojos de la niña, y no paraba de mirarle los ojos. Y, claro, el payaso se enamoró de ella. No podía pasar un día sin saber de su niña. Despertaba pensando en ella. Dormía con sus ojos orientados hacia el balcón de la casa de ella, cuya casa resplandecía cada vez más.
A la niña le pasó lo mismo, que también se enamoró del payaso. No pasaba un dia sin que uno y otro se dijesen cosas bonitas. Al pasar el tiempo, este Amor fue nocivo para el payaso, porque le hizo decir cosas de Amor a la niña que no debió, sabiendo que la niña sólo tenía 12 años, y ya se sabe: los padres, la familia, un payaso adulto. Pero nunca se hubo entre ellos escenas de Amor, y esto era así porque el payaso tenía un alto concepto de la moralidad. Simplemente, un enamoramiento platónico era lo que los dos mantenían.
El payaso, triste, se dio cuenta de que no podía estar como hombre con su amada niña, hasta que ella cumpliese la mayoría de edad, y por eso decidió seguir con sus obligaciones como payaso bueno, y se fue. Y la niña quedó triste porque se había ido su payaso del alma. Pero lo que no sabía la niña era que el payaso se llevó todos los sentimientos de cariño que la niña le dio, los cuales los utilizó para hacer feliz a todos los niños que necesitaban su presencia.
Aun así, el payaso lloró porque quería que su niña le acompañase. Un día decidió volver, y se encontró con su niña llorando en el portal, el payaso también lloró, pero se dijo para sí que lo más triste que puede haber es que alguien viese un payaso llorar. Y por eso dejó de llorar para que su niña volviese a sonreír. Estuvo con ella un rato, y le dio todo el cariño que tenía guardado de antes. Y de nuevo se fue.
Nadie sabía el paradero del payaso, pero en un país lejano decían los habitantes que cuando las cosas iban mal se ponían todos a reír y, como magia, todo regresaba a la normalidad. ¿Y sabéis por qué…? Porque esa lluvia la causaba un payaso que vivía en un monte y que las gotas de lluvia eran sus lágrimas, y que las lágrimas estaban llenas de Amor que el payaso guardaba de su amada niña.
Y así pasó el tiempo hasta que la niña llegó a los 18 años, teniendo en entonces 28 años el payaso, diferencia de 10 años que no fue obstáculo para que ambos se uniesen en matrimonio y viviesen enamorados hasta el final de sus días.
Tuvieron descendencia: dos hijos varones, que, como no podía ser de otra forma, ambos ejercían de payasos buenos.