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Club de alterne
Una madrugada de julio, de esas que parece prometer secretos oscuros y placeres prohibidos, el distrito “caliente” de la gran ciudad vibraba con una energía electrizante; luces de neón titilaban y sombras misteriosas danzaban entre los callejones. En medio de esta vibrante escena, había un selecto club de alterne, famoso por ser un refugio de los deseos carnales y las fantasías más atrevidas.
Inma y Sofi, dos espectaculares hembras que trabajaban en el club, eran muy diferentes entre sí, pero compartían conexión. Inma, con su melena azabache y ojos verdes penetrantes, irradiaba una confianza arrolladora. Sofi, en cambio, con sus ojos del color del castaño, su pelo corto pelirrojo y su mirada dulce, tenía una sensualidad más sutil, casi inocente. Pero juntas eran un cóctel explosivo que atraía a esa clase de clientela que le gusta disfrutar de los encantos de la noche; hombres y mujeres que buscaban no sólo un placer carnal, sino una experiencia que los transportase más allá de la realidad cotidiana.
Esa noche, un nuevo cliente llegó al club: un hombre de unos 40 años, alto y con una planta imponente, Álvaro. Vestía traje gris marengo de lino, camisa celeste y corbata de seda, y tenía una sonrisa seductora, pero sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y deseo reprimido. Cuando entró, sus ojos se encontraron con los de Inma, y desde ese momento supo que ella iba a ser su guía en el viaje pasional que estaba a punto de emprender.
Inma, con esa capacidad que tienen las mujeres para darse cuenta del interés de un hombre por ellas, se acercó a él con una gracia felina y le ofreció una noche de amor. "Hola", dijo con una voz sedosa, "no te he visto nunca por aquí". Álvaro afirmó con la mirada, sintiendo una aleación de nerviosismo y anticipación. Inma sonrió, un gesto cargado de promesas, y cogió su mano. “Vente conmigo, te voy a presentar a alguien especial”.
Lo llevó a un cuarto decorado con terciopelo rojo y espejos estratégicamente puestos que reflejaban cada movimiento, cada suspiro. En un lateral del cuarto, echada de lado sobre una cama grande, se hallaba Sofi, envuelta en una bata de seda, que apenas cubría sus peligrosas curvas. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de timidez y deseo mientras se incorporaba lentamente, dejando que la bata resbalara hasta el suelo, mostrando una despampanante figura.
Inma llevó a Álvaro hasta la cama y lo hizo sentarse, posicionándose detrás de él mientras Sofi se acercaba: "relájate", le dijo Inma a sovoz, "déjate llevar por nosotras". Álvaro cerró los ojos, dejándose guiar por las sensaciones que lo rodeaban. Sentía las manos de Inma deslizarse por su espalda, masajeándola, mientras Sofi se arrodillaba frente a él, sus manos recorriendo sus muslos con una delicadeza que lo hacía estremecer.
Súbitamente, el cuarto se llenó de suspiros y de gemidos mientras las dos mujeres actuaban en perfecta sincronía. Inma se inclinó hacia adelante, sus labios rozando el cuello de Álvaro, mientras sus dedos desabotonaban su camisa, exponiendo su torso a lo numerosos toques sensuales de Sofi, que sus labios trazaban un camino de besos desde su abdomen hasta sus pezones, lamiéndolos y mordisqueándolos con una mezcla de sabiduría y pasión.
Álvaro, perdido en semejante maraña de sensaciones, dejó escapar un profundo gemido mientras sentía las manos de Inma deslizándose hacia su cintura, desabrochando su cinturón y bajando sus pantalones con una habilidad que sólo una maestra en estos menesteres posee. La presión de sus dedos sobre su piel desnuda era eléctrica, enviando oleadas de placer a través de su espectacular cuerpo.
Sofi, que ya estaba sin bata, mostraba su anatomía en todo su esplendor. Sus expertas manos acariciaban la entrepierna de Álvaro, causándole una erección descomunal. Con una mirada picante, lo miró a los ojos mientras bajaba su boca, sus labios encontraban la dureza de su masculinidad, que la envolvía en un calor húmedo y excitante.
Inma, sin dejar de acariciar y besar el cuerpo de Álvaro, observaba con satisfacción cómo Sofi ponía a trabajar su magia. "Mi amiga Sofi es única en su oficio", le susurró a Álvaro, a la vez que le lamía el lóbulo con lengua tibia. Álvaro, entregado, sólo pudo asentir, incapaz de pronunciar palabra mientras su mente se nublaba con el gozo tan intenso que estaba recibiendo.
El ritmo iba aumentando, las manos y las bocas de Inma y Sofi se movían con una sincronización asombrosa. Inma, sin dejar de estimular a Álvaro con sus lamidas y besos, se colocó detrás de él, presionando sus pechos desnudos contra su espalda, susurrándole fantasías y palabras sucias que lo hacían temblar. Sofi, con su habitual habilidad, aumentaba la intensidad de sus movimientos, sus labios y su lengua llevaban a Álvaro al borde de la locura.
Cuando el excitadísimo Álvaro no pudo contenerse más, su cuerpo se tensó y un fuerte gemido escapó de sus labios. Un explosivo y arrollador orgasmo lo dejaba extasiado, mientras las mujeres seguían con su danza sensual, prolongando su placer hasta el último segundo.
“Después”, Sofía se incorporó y empezó a limpiar los restos del placer de Álvaro, mientras Inma lo sostenía, susurrándole palabras de calma y dulzura. "Veo que has gozado", dijo Inma, con una mirada preguntona.
Álvaro, recuperándose todavía, sólo pudo mirar a las dos mujeres con una mezcla de asombro y gratitud. "Sí, este ha sido hasta ahora el encuentro sexual más intenso de mi vida", logró decir finalmente, su voz temblando ligeramente.
Inma y Sofi sonrieron, sabiendo que habían cumplido con creces su misión. Álvaro “pasó por caja”, dejando su billetera con quinientos euros menos, pero le mereció la pena. Pagar con tarjeta de crédito en estos lugares, puede ser peligroso
En ese rincón del mundo donde los sueños y los deseos más profundos cobraban vida, habían creado una experiencia inolvidable, un momento de pura conexión y placer que Álvaro llevaría consigo para siempre.