Claro que estoy cansado, y por supuesto me siento mal, la vida es difícil y lo sé, pero, ¿Sabes porque no me quejo? Porque jamás ví a mi padre hacerlo.
Aunque me sienta agotado y desanimado, el ejemplo de mi padre me enseñó a no quejarme. Opto por enfrentar los desafíos en silencio, encontrando fortaleza en su serenidad. Todos deberíamos valorar más a nuestros padres mientras aún los tengamos.
Los padres siempre dejan alguna enseñanza, son un espejo en el que nos vemos reflejados, yo tuve mucha suerte con el mío. Desearía que mis hijos piensen eso de mí.
Comentarios