Como os veo muy ociosos os propongo un juego nuevo que agudice vuestra creatividad. Afilad el lápiz.
El juego: Se trata de crear un microrelato a partir de una imagen. Una persona propone una imagen, solo debe subirla aquí, sin dar más datos ni títulos.
Las Reglas: Solo subir una imagen cada vez, no os volváis locos porque si todo el mundo sube imágenes no sabremos a donde apuntar. Lo ideal es decir "Empieza el juego" (ya, muy friki y da miedo, pero mola) y subir la imagen. entonces abrimos un espacio hasta el final del día. En ese tiempo la gente sube sus relatos y el que quiera los comenta. Al día siguiente ya se puede subir una nueva imagen. Cuando se sube una nueva imagen ya no se puede/debe subir ningún relato de la imagen anterior, es para no liarnos más que nada. El microrelato puede ser desde una frase a tres o cuatro párrafos, lo ideal no superar las 1000 palabras.
Quien gana: Pues tu principalmente, después todos los demás que disfrutamos de tu relato.
¿Te apuntas?
Comentarios
Como es nuevo os subo la primera imagen, como es tarde dejamos hasta el viernes para subir la siguiente. A ver que se os ocurre. Esta es fácil.
Empieza el juego
El capitán del navío se colocó detrás del timón y gritó: «Creí que contraté fornidos marines. ¿Unas simples gotas os asustan? ¿Una suave brisa os molesta? Si las olas os hacen vaciar las tripas, que el viento os de en el cogote cuando saquéis la cena». Con estás palabras sin sentido abandonó la cubierta.
Una vez en su cabina empezó a observar el mapa. Sin querer había penetrado en la tormenta. Conducía a su tripulación a la muerte. Ya no había ratas de cuatro patas en el barco.
Buscó la botella de ron y la vació de un solo trago.
25 de marzo de 1808
Y el capitán del velero, que no navío, propulsado por energía eólica, en un momento de euforia, gritó :
¡Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín!
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar!
(Parte de la "Canción del Pirata" de
José de Espronceda)
(No sé exactamente si esto se adapta al juego)
(Me permito hacer un inciso, al margen del objetivo de este hilo, basándome en lo que dice Nacho "No os cortéis en dejar comentarios sobre los textos de los demás si lo consideráis oportuno")
AïdaM dijo:
Gracias. Vi que el discurso carecía de motivación y... En el próximo intentaré ser más coherente.
He observado (sigo tus escritos y comentarios) que con frecuencia te disculpas, con una humildad casi molesta, con esa coletilla tuya de el próximo intentaré ser más coherente, cuando en realidad no he leído nada tuyo que sea incoherente. Escribes bien, con sentido. Ya te dije en una ocasión que que tanto tú como Diodama sois dos importantes pilares de este foro, y ahora lo corroboro. No decaigas, Aida, me agrada leerte.
Saludos
Capitán de alta mar
Esta es la humilde poesía de un grumete
Un grumete que lo observa navegar
Mientras la inclemencia del viaje lo arremete
Voy en su barco, Capitán
Téngame por uno más
De los que al mar se dan
Con su vida y su compás
Lo observo con fijación
Mientras a mi empresa me doy
Y, o es mi imaginación
O es el mar dichoso también hoy
Desde que partimos en el puerto
No entiendo el rumbo que surcamos
Pues todo es azul desierto
Y los hombres murmuran sus sarcasmos
Veo a lo lejos otra tormenta
Quizá esta sea la definitiva
Tengo miedo a lo que argumenta
Pues me siento a la deriva
No nací para ser yo capitán
Dios me libre de semejante presunción
Pero tal vez en un catamarán
Habría desarrollado mejor su vocación
Alcemos pues la cabeza
Marineros y doncellas
Pues en esta travesía se reza
Desde que usted postró sus huellas
Y si morimos en el embate
Y si logramos avistar tierra
Que no se haga mucho debate
Sobre quien nos condujo a esta guerra
Porque el Nuevo Mundo nos espera
Según dicen las personas de bagaje
Aunque yo ni mucho menos quisiera
Colonizarlo como un salvaje
Espero simplemente que este mocho
Deje el barco inmaculado
Para por si damos con algún morocho
No vean que nos han inoculado
Tengo una historia terminada y me da pereza revisarla para que vea la luz.
Vaya Navuk, ¿te lo has currado ahora? enhorabuena.
Ahí va
Ah, disculpa, buscaré una imagen
Y la lluvia y el viento y el mar; tres fenómenos de la madre Naturaleza que los evoco como dioses lares desde mi pueblo. Era ya la tercera estación del año y al primer soplo otoñal, las pocas acacias que quedaban en el pueblo se estremecían frioleras, y sus hojas dejaban sobre el suelo sus últimos círculos de oro. El Cielo llenaba su gran vasija de nubes grises y blancas, las cuales desbordaban en el redondo horizonte sobre la tierra, como la leche en ebullición. En los anocheceres quedaban quietas mientras duraba el crepúsculo, que se iba descomponiendo en una deslumbrante orgía de colores. Nunca me cansaba de recrearme en aquella maravilla.
Salimos bien entrada la noche para presenciar la lluvia de Perseidas.
El cielo estaba raso, terso en su serena desnudez; una gran piedra pulida que emitía una palpitación remota. El fenómeno empezó de madrugada: punzadas de vertiginosa incandescencia atravesaban la atmósfera, surcando raudas el éter para disiparse en un polvo pálido que profundizaba la altura de la noche.
"También se las llama lágrimas de San Lorenzo", nos informó mi padre, emocionado, dividido entre los prismáticos y la cámara de fotos. "Id pensando deseos, rápido".
Durante una hora mágica el firmamento se cuajó de aquellas "lágrimas" volátiles, que nos arrancaban exclamaciones ahogadas de asombro: un esplendor ausente que nos estremecía.
Mi hermano y yo, investidos de pronto de aquel poder mágico instantáneo, no atinábamos a escoger nuestros deseos.
Cuando cesó el espectáculo mi padre nos preguntó, sonriendo, qué habíamos deseado. Nos dio vergüenza confesar que sólo habíamos pedido juguetes, menudencias, cosas materiales.
"¿Y tú?", le pregunté a mi padre.
Él hizo un gesto negativo, un poco melancólico.
"No se me ha ocurrido desear nada", dijo, acariciándonos la cabeza. "Era demasiado bonito"
Me lo explicó un oscense