¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

BRUMA

Una amiga me ha pedido que le escriba una carta de amor para su novio, así tendrá un regalo estupendo para un día especial. Le sonrío y prometo que lo pensaré, pero que lo más probable es que no brote ni una sola palabra escrita. Nadie debiera escribir cartas de amor para otros, porque vendría a ser como suplantar al sol por una bombilla, que ambas dan luz, pero no son iguales.

No pude explicarle desde que lugar surgen y a la vez me sorprende su imposibilidad, porque una carta de amor no nace, ya está; quieta y dormida entre los brazos amorosos de quien decide escribirla. Se anota a si misma con la presencia de ese alguien.

El secreto fundamental para que nazca es sentir el alivio de saber que una carta de amor no es nada, de esta forma, te liberas de la presión de cuánto deseas alcanzar con ella y te concentras en engalanarla con palabras tiernas y símbolos románticos.   Sin embargo, a pesar del esfuerzo, se trata de un acto fallido al completo, la mayor de las frustraciones marcadas sobre celulosa; la imposibilidad con mayúsculas de intentar abarcar lo que no tiene limites ni bordes. El sueño estúpido de creer que puedes entregar a otro quién eres y lo que sientes.

Con suerte, sin importar qué palabras eliges o las metáforas que se busquen, lo que viene a quedar de ella es el resonar silencioso en el corazón y la mente de quien escribe.  El esfuerzo de alguien por intentar descifrar para otro lo que te acontece, sabiendo que jamás las palabras y tu amor llegarán a encontrarse en un mismo punto, pero que aun así necesitas intentarlo.

Sobre la carta, siempre ronda una bruma atada con lazos dulces y sabrosos del deseo de alguien por alguien más; densa y opaca a ratos, fría y distante en otros, envolvente y cálida otras cuantas. Es curioso como esta extraña bruma te penetra y te socava. Es ella la que dirige a tu carta, y es ella la que dicta el camino y el deseo, porque es imposible encarcelar entre cuatro puntas de una hoja escrita algo tan libre y tan salvaje, tan capaz de mutar y transformarse en cualquier momento. Tal vez, sea la bruma el amor que toma sentido y existencia.  La mano y el pensamiento sobre papel es la realidad y el alivio que pesa para alguien que necesita del otro. A veces deseamos construir cómplices porque es tan grande lo sentido que no basta un solo cuerpo.

¿Como hacerle comprender que si no sabe escribir una carta de amor tal vez es porque no la necesita? Si la bruma ya vino a envolverla, ¿para qué? Bastará con los ojos iluminados cuando le nombre; la altivez de su cabeza cada vez que le defina; sus labios pintados; su ropa elegida para un encuentro; los nervios que la hacen correr de aquí para allá esperando; el móvil atado a su cintura para no perder su voz en un descuido; su ganas de subirse a tacones para que el disfrute de una mujer soñada; sus renuncias a tiempos de otros para ser su  tiempo; su ganas de ser deseada para ser deseante y desear para que el no la olvide.  Como decirle que no hay carta de amor más bella que sus horas esperando en una estación de autobús y los cientos de kilómetros y de falta de sueño por estar juntos. El ya debería leer sobre su cuerpo y su mente todo lo que ella ya le está escribiendo de constante y sin darse cuenta.

Solo se escribe, cuando sólo quedan palabras escritas sin bruma, para que ellas vengan a llamarla y en el mejor de los casos retener por un instante fugaz, el recuerdo de lo que una vez si fue una verdadera carta de amor. Son el grito, el recuerdo y la petición.

 

PD: Para Noelia, que no necesita cartas de amor, porque ella misma es un poemario viviente. Disfruta del milagro que la vida te ha traído.


Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com