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(LISTA) El pinar de los franceses.



El Pinar de los Franceses.

Esas tardes de domingo, en el campo, estábamos juntos toda la familia. Cuando hacía mal tiempo, no jugábamos afuera. Dentro del refugio, reunidos alrededor de la chimenea le pedíamos a mi abuelo Paco que nos contara una historia. Mi hermano mayor, Alejandro, iba por una copa de vino moscatel para animarle. El abuelo paco, que era un gran sabio, tras darle el primer buche al vasito, comenzaba como si fuese una gramola con las historias grabadas.

-Ocurrió en el eucaliptal que hay a la derecha del camino que va hacia la Isla. Hace unos doscientos años, las tropas francesas, que venían invadir España, acamparon allí para asediar Cádiz y controlar los alrededores.

Dos mil soldados construyeron un asentamiento provisional. Montaron casetas de campaña, un muro de madera y algunas zonas de vigilancia en lo mas alto. Entre los que aceres de la tropa, en algún momento, el joven soldado Jean Paul, que significa Misericordioso, Guerrero y agradable, salió a pasear. A través de la cortina de eucaliptos llegó a la marisma. Allí podía observar los pájaros revoloteando alrededor de las aguas estancadas. Llevaba varios días intentando ver de cerca un ave desconocida para el. Se adentró en la marisma siguiendo un camino estrecho. Cuando al fin, esquivando las zonas con lodo, llegó a la altiplanicie que circundaba el agua. Un sinfín de aves salieron volando a su alrededor describiendo círculos irregulares.

Jean Paul, ensimismado con el espectáculo, permaneció de pie, mirando hacia arriba con la boca abierta. Nunca, en sus años de observación de aves tuvo tan cerca tal exhibición de especies y variedades. Allí estuvo un instante, intentando grabar en sus retinas el momento. De repente advirtió una presencia entre los árboles, y temiendo que fuera un mando de su ejército, giró bruscamente su mirada hacia allí. El joven había llegado a Chiclana tras un largo viaje en un carro tirado por caballos. Traqueteando a través de caminos de piedra y tierra desde París, donde vivía. El joven hizo el viaje rodeado de soldados jóvenes, como él, pero donde no era muy popular.

Jean Paul, asombrado, vio entre los eucaliptos a una hermosa chica morena, con unos ojos negros y ajitanados. La chica, al verse descubierta permaneció inmóvil. El soldado, al darse cuenta, sin poder hablarle en su mismo idioma se acercó mostrando las palmas de las manos abiertas en señal de paz.

-Bonjour, je m'appelle Jan Paul. Je viens en paix. Je ne te ferai pas de mal.



La joven permaneció quieta. Ambos se miraron de cerca a los ojos y la bella chica le sonrió, se dio la vuelta y salió corriendo.

La chica era la hija del tabernero de la venta, a la entrada del eucaliptal, hoy conocida como la venta del burro. El tabernero, de nombre Antonio, un hombre corpulento y moreno, de patillas grandes que rodeaban la fuerte mandíbula odiaba a los franceses. Habían usurpado nuestro territorio impunemente y pretendían quedarse con todo. Noche tras noche, en la venta, se reunían vecinos y contaban historias tremendas sobre la invasión. Asesinatos, violaciones y ultrajes al honor de los españoles.

Entonces, el joven Jean Paul, se dio cuenta que sobre su flequillo llevaba varias plumas de aves, lo cual seguramente, era lo que había provocado la risa de la chica. Aquella noche el joven soldado no pudo dormir mucho, pensando que al menos, había hecho reír a la chica. Así que trazó un plan. Repetiría la incursión hasta que el encuentro se repitiera y entonces, regalaría un ramillete de flores silvestres a la bella joven.

Pasaron varios días hasta que Jean Paul volvió a ver a la chica morena. No fue en la marisma, a pesar de que todos los días repitió su paseo a la misma hora. Esos días estuvo con el flequillo bien peinado y un bonito ramillete de flores silvestres bien a mano. Pero la joven no apareció.

Continúará

Comentarios

  • El capitán Belmont, que en francés significa “bello monte” ordenó a nuestro joven amigo, que fuera a la venta a traer una bota del vino, ese tan dulce que hacían aquí. Como era muy raro que el capitán bebiera alcohol ante la extrañeza del soldado le apeteció darle una explicación.

    -Ce soir, je vais avoir une visite féminine et ils m'ont dit que ce vin les rend amusants. Je ne sais pas si tu me comprends, Jean Paul.


    Le dijo mascullando con la boca doblada mientras soltaba unas generosas monedas en la pálida mano del muchacho.


    -Bien sûr mon capitaine



    Cuando el joven soldado, despeinado y sucio, entró en la venta se reencontró de frente con la chica morena de ojos oscuros. Ella llevaba como cinco o seis vasos llenos de vino a la mesa del fondo. Allí un grupo de hombres la piropeaban riendo y tocando las palmas. Ella reía y soltando los vinos en la mesa, bailó dos segundos. Sólo dos segundos y todos los asistentes quedaron prendados. Los hombres rompieron a aplaudir mientras ella dió un giro tan fuerte sobre si misma, que su largo vestido claqueó el final de la escena. Iluminando toda la mugrienta dependencia con su sonrisa se volvió hacia la barra, miró a Jean Paul, al pasar junto a él. A este se le aflojaron las piernas como unos muelles viejos, pero hizo un esfuerzo para que no se notara.

    De la pequeña puerta tras la barra salió Antonio, el tabernero, que apenas cabía por ella. Levantando una gran sartén de acero reprendió a gritos a los hombres del fondo, que bajaron las voces y las risas, inmediatamente. Luego señaló a Jean Paul con la brillante sartén y le dijo:

    -¿y tu que demonios quieres, franchute?

    -Je veux juste une botte de vin, vraiment. Vin.


    -niña, dale al franchute paliducho ese una bota de vino moscatel, a ver si revienta.


    La chica morena le acercó sonriendo al muchacho una bota de vino. Al intercambiar el vino y las monedas sus manos se rozaron. Un rayo recorrió el cuerpo de Jean Paul de arriba a abajo y sus pálidos pómulos se incendiaron. El bueno de Antonio, el tabernero, vió la escena desde la puertecilla de la cocina y salió gritando como un oso enfurecido.


    -QUE TE LARGUES YA, MALDITO FRANCHUTE!


    Jean Paul anduvo rápidamente, hasta el campamento, mirando atrás cada tanto. Un desasosiego le acompañó desde entonces. No tenía hambre, no dormía bien y en el estómago sentía unas cosquillas extrañas. No obstante era el hombre más feliz del campamento, eso era evidente. Todos notaron su cambio de actitud, incluido el capitán Belmont.

    Aquella tarde, a las ocho, volvió a la entrada de la marisma. Esta vez llevaba su cuadernillo y sus lápices. En esas páginas estaba escribiendo un catálogo ilustrado de las aves que iba avistando. Tenía un dibujo del ave en cuestión en una cuartilla, en la siguiente una descripción escrita en la parte de superior y en la inferior el lugar donde la había visto, incluso a veces un pequeño mapa, cuando era difícil de situar con palabras el lugar. La siguiente cuartilla estaba en blanco. La reservaba para cuando pudiese, en la biblioteca de París, buscar información sobre el espécimen.

    El joven quería ver de cerca una de esas enormes aves blancas con llamativos malvas rosados en las alas. Cuello y patas larguísimas. Pico grande un poco curvado y negro en la punta. Nunca las había visto en París, pero aquí en la marisma los había en grupos de hasta varias decenas. Como eran muy huidizos no había podido dibujarlos bien, usando sólo su memoria visual. Esta vez, Jean Paul entró agazapado y silencioso. Casi arrastrándose llegó al montículo y apenas asomó los ojos a el agua estancada, allí había una pareja de especímenes adultos. Con mucho cuidado se sentó en una roca y abrió el cuadernillo. Al fín pudo ver su pequeño ojo redondo y concéntrico, la curva de unos treinta grados a mitad del pico, la graciosa doble curva suave en su largo cuello y las rodillas angulosas que se pliegan hacia adelante. De repente, las aves se asustaron, rápidamente abrieron las alas y tras una pequeña carrera levantaron el vuelo. Afortunadamente el dibujo estaba completo. El muchacho permaneció sentado como si nada, mirando hacia arriba sonriendo, hasta que cayó en la cuenta de porque se habían asustado. Se dio la vuelta y allí estaba la chica morena sonriendo. Nerviosamente se acercó a ella como quien ve una aparición.

    • Je m'appelle Jean Paul. ¿Comment tu t'apelles ?.

    • Ojú, no entiendo ná, chiquillo, ¿no sabe hablá españó ?

    • tu es la plus belle chose que j'ai jamais vue.

    • No pos parece que no, con lo guapo que ere.


    Los jóvenes se miraron un momento y luego se besaron con los ojos cerrados durante un instante. Jean Paul se abandonó a las sensaciones, nada existía en el mundo, solo ella. Sin darse cuenta aflojó la mano y la libretilla cayó al suelo, lo que interrumpió el mágico momento. La chica al verlo, se agachó rápidamente y lo cogió. Con un gesto le pidió permiso para verlo, como el joven asintió con la cabeza, abrió la libreta. Ojeó las páginas y le miró maravillada. Los dibujos eran extraordinarios, de un detalle y acabado que no había visto ni en los libros en los que su madre le enseñaba a leer. Al llegar al último, el que acababa de terminar, él lo señaló y puso cara de extrañeza.


    • E un flamenco, un ave migratoria.

    • ¿Fla mencou?

    • zi, zu coló ze debe a los moluscos que come en la agua estancada. Vienen en invierno huyendo del frío de otros lugares muy lejanos.


    Haciendo señas con las manos logró que el joven francés le entendiera. El le pidió la libreta y anotó con gran soltura.


    -Ya me tengo que ir, Yanpol, como mi padre te pille conmigo te da de sartenazo que te deja en el citio.

    Continuará.

  • Dijo divertidamente, haciendo con la mano como si se golpeara en la cabeza con algo y quedara inconsciente. El joven entendió los gestos claramente y se intentó despedir, cuando ella le plantó un beso en los labios y salió corriendo hacia los eucaliptos.


    Esos fueron los días más felices en la vida de Jean Paul. El capitán le convirtió en su hombre de confianza, según decía, el traía vino de mejor calidad de la venta y a nadie le extrañaba, claro. Todos en el campamento conocían ya el romance y agasajaban al joven con piropos a la chica y la suerte que el tenía. Bueno, todos no. Alphonse, que significa “guerrero preparado para el combate”, había dejado de ser la mano derecha del capitán. Además de su ya de por sí agriado carácter, los últimos días había protagonizado discusiones y una pelea incluso.



    Alphonse, contrariamente a lo que cabría esperar fue muy amable con Jean Paul. Eso puso contento a nuestro joven amigo. No conviene tener enemigos en nuestras propias filas. Incluso un par de días estuvieron Hablando y contando confidencias, cosa que extrañó a más de uno de sus compañeros.

    Como el viernes pasado, Belmont el capitán, mandó a Jean Paul a por vino en cuanto le vió. Para el muchacho era contradictorio, por que le hacía feliz ver a su amada, pero también iba a encontrarse con su padre y su sartén de acero.

    Con esa contradictoria sensación se dirigió el joven a la venta. Al encararla se percató de que algo ocurría. Antonio el tabernero se encontraba apoyado junto a la puerta de la misma con gesto serio. El estómago del soldado se estremeció, pero hizo como si nada. Le saludó e intentó entrar pero el hombre le cerró el paso con su brazo.


    -Franchute, me han dicho que te vé con mi hija. No te doy una paliza ahora mismo por no desatá un conflicto “internasioná”, a mi no me importa lo que me pase. Como me vuerva a enterá que la vé, te mato.


    -je ne compre pa, mesié.


    -zi, zi me entiende, mardito franchute. Como me vuerva a enterá que la vé, te mato. No lo diré una tercera vé.


    Dijo Antonio arrastrando su dedo gordo a lo largo de su ancho cuello. En ese momento salieron dos hombres españoles de la venta con mirada amenazante. El joven retrocedió unos pasos y agarró su fusil.


    -No tema, e una advertencia, toma tu bota de vino y lárgate pa ziempre.


    Antonio lanzó la bota a las manos de Jean Paul que la agarró a duras penas soltando el fusil y haciéndolo caer.


    Aquella tarde triste, el joven soldado, volvió a las ocho con su cuaderno a la marisma, atravesando la cortina de eucaliptos lánguidamente. Se apostó en el montículo de costumbre y se dispuso a divisar algún flamenco pero no había ninguno a menos de quinientos metros. Miró alrededor y allí, en la entrada de la marisma estaba la chica, pero estaba muy seria. El joven supo al instante que ocurría algo pero no huyó, ni siquiera cuando la chica gritó para que corriera.

    Continuará.
  • De entre los eucaliptos salieron Antonio y los dos hombres que le acompañaban en la venta. Rodearon al joven y acercándose lentamente le dijo:


    -Te lo advertí, franchute lechoso.


    -Je n'ai rien fait à ta fille.


    -Que sí, franchute, que me lo ha chivao un colega tuyo.


    De una certera cuchillada, el padre de la chica perforó mortalmente el corazón del joven soldado. Mientras la chica gritaba y gritaba agarrada por otro hombre en la entrada del camino. Esa fue la última vez que su padre oyó su voz, ya que en la vida volvió a hablar en su presencia.


    Jean Paul cayó de rodillas y moribundo, vio como el sol se ponía rodeado de aves huían asustadas por los gritos.


    Pocos días después tuvo lugar una sangrienta batalla a unos kilómetros del pinar. Miles de soldados españoles, portugueses, franceses e ingleses murieron sin que hubiera un claro vencedor. A partir de ahí las tropas francesas fueron abandonando la zona. Nadie volvió a saber de Jean Paul. Alphonse volvió a encargarse de ir por el vino del capitán, hasta consiguió que Antonio le diera el vino bueno al mismo precio, no se supo como. Llegando a ser invitado a las fiestas con chicas de Belmount.


    En la marisma, junto a el “pinar de los franceses”, podéis ver todos los años los flamencos venir desde muy lejos a comer esos crustáceos de color rosado. Así concluía el abuelo el relato, apurando el baso y degustando el cálido moscatel al pasar por su garganta.





    FIN


  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


    La chica era la hija del tabernero de la venta, a la entrada del eucaliptal, hoy conocida como la venta del burro. El tabernero, de nombre Antonio, un hombre corpulento y moreno, de patillas grandes que rodeaban la fuerte mandíbula odiaba a los franceses. Habían usurpado nuestro territorio impunemente y pretendían quedarse con todo. Noche tras noche, en la venta, se reunían vecinos y contaban historias tremendas sobre la invasión. Asesinatos, violaciones y ultrajes al honor de los españoles.

    Yo, Antonio, vendí mi venta hace ya muchos años  :)

    Cuando el joven soldado, despeinado y sucio, entró en la venta se reencontró de frente con la chica morena de ojos oscuros. Ella llevaba como cinco o seis vasos llenos de vino a la mesa del fondo. Allí un grupo de hombres la piropeaban riendo y tocando las palmas. Ella reía y soltando los vinos en la mesa, bailó dos segundos. Sólo dos segundos y todos los asistentes quedaron prendados. Los hombres rompieron a aplaudir mientras ella dió un giro tan fuerte sobre si misma, que su largo vestido claqueó el final de la escena. Iluminando toda la mugrienta dependencia con su sonrisa se volvió hacia la barra, miró a Jean Paul, al pasar junto a él. A este se le aflojaron las piernas como unos muelles viejos, pero hizo un esfuerzo para que no se notara.

    O sea, que era una mujer de rompe y rasga, morena y con ojos oscuros. Jean Paul quedó prendado y preso en sus encantos 
    :)



    - Ameno relato, que es real ese follón entre españoles, franceses e ingleses.
    - Tienes que cuidar más los signos ortográficos, sobre todo comas y tildes
    - También te faltan mayúsculas al comienzo de alguna frase
    - A veces, por querer adornar tanto lo que escribes, te repites

    Hasta el próximo, paisano Fran




     
  • Antonio, me gustaría que te extendieras un poco mas respecto a lo de adornar y me pusieras algún ejemplo sobre las comas, tildes y mayúsculas. Puede que sea algún cambio en el copia-pega, o yo tengo que aprender...o las dos cosas.
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    Fran

    No me ha parecido oportuno hacerte ver estas anomalías en mi primera lectura, sobre todo para que no me tildes de pedante o algo parecido. Pero ya que me lo solicitas expresamente, ahí llevas en negrillas y entre paréntesis los lapsus que he visto yo, que los achaco a falta de atención, más que a desconocimiento. Más adelante seguiré con la segunda y tercera parte. Un abrazo


    Acuarelista dijo:


    El Pinar de los Franceses.

    Esas tardes de domingo, en el campo, (fuera coma -,-) estábamos juntos toda la familia. Cuando hacía mal tiempo, no jugábamos afuera. Dentro del refugio, reunidos alrededor de la chimenea le pedíamos a mi abuelo Paco que nos contara una historia. Mi hermano mayor, Alejandro, iba por una copa de vino moscatel para animarle. El abuelo paco (Paco), que era un gran sabio, tras darle el primer buche al vasito, comenzaba como si fuese una gramola con las historias grabadas.

    -Ocurrió en el eucaliptal que hay a la derecha del camino que va hacia la Isla. Hace unos doscientos años, las tropas francesas, que venían (a) invadir (a) España, acamparon allí para asediar (a) Cádiz y controlar los alrededores.

    Dos mil soldados construyeron un asentamiento provisional. Montaron casetas de campaña, un muro de madera y algunas zonas de vigilancia en lo mas (más) alto. Entre los que aceres (quehaceres) de la tropa, en algún momento, (fuera coma -,-) el joven soldado Jean Paul, que significa Misericordioso, Guerrero y agradable, salió a pasear. A través de la cortina de eucaliptos llegó a la marisma. Allí podía observar los pájaros revoloteando alrededor de las aguas estancadas. Llevaba varios días intentando ver de cerca un ave desconocida para el (él). Se adentró en la marisma siguiendo un camino estrecho. Cuando al fin, esquivando las zonas con lodo, llegó a la altiplanicie que circundaba el agua. Un sinfín de aves salieron volando a su alrededor describiendo círculos irregulares.

    Jean Paul, ensimismado con el espectáculo, permaneció de pie, mirando hacia arriba con la boca abierta. Nunca, en sus años de observación de aves tuvo tan cerca tal exhibición de especies y variedades. Allí estuvo un instante, intentando grabar en sus retinas el momento. De repente (,) advirtió una presencia entre los árboles, y temiendo que fuera un mando de su ejército, giró bruscamente su mirada hacia allí. El joven había llegado a Chiclana tras un largo viaje en un carro tirado por caballos. Traqueteando a través de caminos de piedra y tierra desde París, donde vivía. El joven hizo el viaje rodeado de soldados jóvenes, como él, pero donde no era muy popular.

    Jean Paul, asombrado, vio entre los eucaliptos a una hermosa chica morena, con unos ojos negros y ajitanados (agitanados). La chica, al verse descubierta permaneció inmóvil. El soldado, al darse cuenta, sin poder hablarle en su mismo idioma se acercó mostrando las palmas de las manos abiertas en señal de paz.

    -Bonjour, je m'appelle Jan Paul. Je viens en paix. Je ne te ferai pas de mal.

    La joven permaneció quieta. Ambos se miraron de cerca a los ojos y la bella chica le sonrió, se dio la vuelta y salió corriendo.

    La chica era la hija del tabernero de la venta, a la entrada del eucaliptal, hoy conocida como la venta del burro. El tabernero, de nombre Antonio, un hombre corpulento y moreno, de patillas grandes que rodeaban la fuerte mandíbula (,) odiaba a los franceses. Habían usurpado nuestro territorio impunemente y pretendían quedarse con todo. Noche tras noche, en la venta, (fuera coma -,-) se reunían vecinos y contaban historias tremendas sobre la invasión. Asesinatos, violaciones y ultrajes al honor de los españoles.

    Entonces, el joven Jean Paul, se dio cuenta que sobre su flequillo llevaba varias plumas de aves, lo cual seguramente, (fuera coma -,-) era lo que había provocado la risa de la chica. Aquella noche el joven soldado no pudo dormir mucho, pensando que al menos, (fuera coma -,-) había hecho reír a la chica. Así que trazó un plan. Repetiría la incursión hasta que el encuentro se repitiera y entonces, (fuera coma -,-) regalaría un ramillete de flores silvestres a la bella joven.

    Pasaron varios días hasta que Jean Paul volvió a ver a la chica morena. No fue en la marisma, a pesar de que todos los días repitió su paseo a la misma hora. Esos días estuvo con el flequillo bien peinado y un bonito ramillete de flores silvestres bien a mano. Pero la joven no apareció.

    Continúará

  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII

    El capitán Belmont, que en francés significa “bello monte” (,) ordenó a nuestro joven amigo, (fuera coma -,-) que fuera a la venta a traer una bota del vino, ese tan dulce que hacían aquí. Como era muy raro que el capitán bebiera alcohol ante la extrañeza del soldado le apeteció darle una explicación.

    -Ce soir, je vais avoir une visite féminine et ils m'ont dit que ce vin les rend amusants. Je ne sais pas si tu me comprends, Jean Paul.

    Le dijo mascullando con la boca doblada mientras soltaba unas generosas monedas en la pálida mano del muchacho.

    -Bien sûr mon capitaine

    Cuando el joven soldado, despeinado y sucio, entró en la venta se reencontró de frente con la chica morena de ojos oscuros. Ella llevaba como cinco o seis vasos llenos de vino a la mesa del fondo. Allí (,) un grupo de hombres la piropeaban riendo y tocando las palmas. Ella reía y soltando los vinos en la mesa, bailó dos segundos. Sólo (Solo) dos segundos y todos los asistentes quedaron prendados. Los hombres rompieron a aplaudir mientras ella dió (dio) un giro tan fuerte sobre si misma, que su largo vestido claqueó el final de la escena (,) Iluminando toda la mugrienta dependencia con su sonrisa se volvió hacia la barra, miró a Jean Paul, al pasar junto a él. A este se le aflojaron las piernas como unos muelles viejos, pero hizo un esfuerzo para que no se notara.

    De la pequeña puerta tras la barra salió Antonio, el tabernero, que apenas cabía por ella. Levantando una gran sartén de acero reprendió a gritos a los hombres del fondo, que bajaron las voces y las risas, inmediatamente. Luego señaló a Jean Paul con la brillante sartén y le dijo:

    -¿y (Y) tu (tú) que (qué) demonios quieres, franchute?

    -Je veux juste une botte de vin, vraiment. Vin.

    -niña, (Niña) dale al franchute paliducho ese una bota de vino moscatel, a ver si revienta.

    La chica morena le acercó sonriendo al muchacho una bota de vino. Al intercambiar el vino y las monedas sus manos se rozaron. Un rayo recorrió el cuerpo de Jean Paul de arriba a abajo y sus pálidos pómulos se incendiaron. El bueno de Antonio, el tabernero, vió (vio) la escena desde la puertecilla de la cocina y salió gritando como un oso enfurecido.

    -(¡) QUE (QUË) TE LARGUES YA, MALDITO FRANCHUTE!

    Jean Paul anduvo rápidamente, (fuera coma -,-) hasta el campamento, mirando atrás cada tanto. Un desasosiego le acompañó desde entonces. No tenía hambre, no dormía bien y en el estómago sentía unas cosquillas extrañas. No obstante (,) era el hombre más feliz del campamento, eso era evidente. Todos notaron su cambio de actitud, incluido el capitán Belmont.

    Aquella tarde, (fuera coma -,-) a las ocho, (fuera coma -,-) volvió a la entrada de la marisma. Esta vez llevaba su cuadernillo y sus lápices. En esas páginas estaba escribiendo un catálogo ilustrado de las aves que iba avistando. Tenía un dibujo del ave en cuestión en una cuartilla, en la siguiente una descripción escrita en la parte de superior y en la inferior el lugar donde la había visto, incluso a veces un pequeño mapa, cuando era difícil de situar con palabras el lugar. La siguiente cuartilla estaba en blanco. La reservaba para cuando pudiese, en la biblioteca de París, buscar información sobre el espécimen.

    El joven quería ver de cerca una de esas enormes aves blancas con llamativos malvas rosados en las alas. Cuello y patas larguísimas. Pico grande un poco curvado y negro en la punta. Nunca las había visto en París, pero aquí en la marisma los (las) había en grupos de hasta varias decenas. Como eran muy huidizos no había podido dibujarlos bien, usando sólo (solo) su memoria visual. Esta vez, Jean Paul entró agazapado y silencioso. Casi arrastrándose llegó al montículo y apenas asomó los ojos a el (al) agua estancada, allí había una pareja de especímenes adultos. Con mucho cuidado se sentó en una roca y abrió el cuadernillo. Al fín (fin) pudo ver su pequeño ojo redondo y concéntrico, la curva de unos treinta grados a mitad del pico, la graciosa doble curva suave en su largo cuello y las rodillas angulosas que se pliegan hacia adelante. De repente, las aves se asustaron, rápidamente abrieron las alas y tras una pequeña carrera levantaron el vuelo. Afortunadamente (,) el dibujo estaba completo. El muchacho permaneció sentado como si nada, mirando hacia arriba sonriendo, hasta que cayó en la cuenta de porque (por qué) se habían asustado. Se dio la vuelta y allí estaba la chica morena sonriendo. Nerviosamente se acercó a ella como quien ve una aparición. 

    • Je m'appelle Jean Paul. ¿Comment tu t'apelles ?.

    • Ojú, no entiendo ná, chiquillo, ¿no sabe hablá españó ?

    • tu es la plus belle chose que j'ai jamais vue.

    • No pos parece que no, con lo guapo que ere.

    Los jóvenes se miraron un momento y luego se besaron con los ojos cerrados durante un instante. Jean Paul se abandonó a las sensaciones, nada existía en el mundo, solo ella. Sin darse cuenta aflojó la mano y la libretilla cayó al suelo, lo que interrumpió el mágico momento. La chica al verlo, se agachó rápidamente y lo cogió. Con un gesto le pidió permiso para verlo, como el joven asintió con la cabeza, abrió la libreta. Ojeó las páginas y le miró maravillada. Los dibujos eran extraordinarios, de un detalle y acabado que no había visto ni en los libros en los que su madre le enseñaba a leer. Al llegar al último, el que acababa de terminar, él lo señaló y puso cara de extrañeza.


    • E un flamenco, un ave migratoria.

    • ¿Fla mencou?

    • zi, zu coló ze debe a los moluscos que come en la agua estancada. Vienen en invierno huyendo del frío de otros lugares muy lejanos.


    Haciendo señas con las manos logró que el joven francés le entendiera. El le pidió la libreta y anotó con gran soltura.

    -Ya me tengo que ir, Yanpol, como mi padre te pille conmigo te da de sartenazo que te deja en el citio. (sitio)

    Continuará.


  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII

    Dijo divertidamente, haciendo con la mano como si se golpeara en la cabeza con algo y quedara inconsciente. El joven entendió los gestos claramente y se intentó despedir, cuando ella le plantó un beso en los labios y salió corriendo hacia los eucaliptos.

    Esos fueron los días más felices en la vida de Jean Paul. El capitán le convirtió en su hombre de confianza, según decía, el (él) traía vino de mejor calidad de la venta y a nadie le extrañaba, claro. Todos en el campamento conocían ya el romance y agasajaban al joven con piropos a la chica y la suerte que el (él) tenía. Bueno, todos no. Alphonse, que significa “guerrero preparado para el combate”, había dejado de ser la mano derecha del capitán. Además de su ya de por sí agriado carácter, los últimos días había protagonizado discusiones y una pelea incluso.

    Alphonse, contrariamente a lo que cabría esperar (,) fue muy amable con Jean Paul. Eso puso contento a nuestro joven amigo. No conviene tener enemigos en nuestras propias filas. Incluso un par de días estuvieron Hablando (hablando) y contando confidencias, cosa que extrañó a más de uno de sus compañeros.

    Como el viernes pasado, Belmont el capitán, mandó a Jean Paul a por vino en cuanto le vió. (vio) Para el muchacho era contradictorio, por que (porque) le hacía feliz ver a su amada, pero también iba a encontrarse con su padre y su sartén de acero.

    Con esa contradictoria sensación se dirigió el joven a la venta. Al encararla se percató de que algo ocurría. Antonio el tabernero se encontraba apoyado junto a la puerta de la misma con gesto serio. El estómago del soldado se estremeció, pero hizo como si nada. Le saludó e intentó entrar (,) pero el hombre le cerró el paso con su brazo.

    -Franchute, me han dicho que te vé ("vé") con mi hija. No te doy una paliza ahora mismo por no desatá ("desatá") un conflicto “internasioná”, a mi no me importa lo que me pase. Como me vuerva a enterá que la vé ("vuerva" a "enterá" que la "vé"), te mato.

    -je (Je) ne compre pa, mesié.

    -zi, zi me entiende, mardito franchute. Como me vuerva a enterá que la vé, te mato. No lo diré una tercera vé. (empezar el "Zi" con mayúscula y entrecomillar las palabras del dialecto andaluz)

    Dijo Antonio arrastrando su dedo gordo a lo largo de su ancho cuello. En ese momento (,) salieron dos hombres españoles de la venta con mirada amenazante. El joven retrocedió unos pasos y agarró su fusil.

    -No tema, e una advertencia, toma tu bota de vino y lárgate pa ziempre (entrecomillar todo lo andaluz)

    Antonio lanzó la bota a las manos de Jean Paul (,) que la agarró a duras penas soltando el fusil y haciéndolo caer.

    Aquella tarde triste, el joven soldado, (fuera coma -,-) volvió a las ocho con su cuaderno a la marisma, atravesando la cortina de eucaliptos lánguidamente. Se apostó en el montículo de costumbre y se dispuso a divisar algún flamenco pero no había ninguno a menos de quinientos metros. Miró alrededor y allí, en la entrada de la marisma estaba la chica, pero estaba muy seria. El joven supo al instante que ocurría algo (,) pero no huyó, ni siquiera cuando la chica gritó para que corriera.

    Continuará.

  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII

    De entre los eucaliptos salieron Antonio y los dos hombres que le acompañaban en la venta. Rodearon al joven y acercándose lentamente le dijo:

    -Te lo advertí, franchute lechoso.

    -Je n'ai rien fait à ta fille.

    -Que sí, franchute, que me lo ha chivao ("chivao") un colega tuyo.

    De una certera cuchillada, el padre de la chica perforó mortalmente el corazón del joven soldado. Mientras la chica gritaba y gritaba agarrada por otro hombre en la entrada del camino. Esa fue la última vez que su padre oyó su voz, ya que en la vida volvió a hablar en su presencia.

    Jean Paul cayó de rodillas y moribundo, vio como el sol se ponía rodeado de aves (que) huían asustadas por los gritos.

    Pocos días después tuvo lugar una sangrienta batalla a unos kilómetros del pinar. Miles de soldados españoles, portugueses, franceses e ingleses murieron sin que hubiera un claro vencedor. A partir de ahí (,) las tropas francesas fueron abandonando la zona. Nadie volvió a saber de Jean Paul. Alphonse volvió a encargarse de ir (a) por el vino del capitán, hasta consiguió que Antonio le diera el vino bueno al mismo precio, no se supo como (cómo). Llegando a ser invitado a las fiestas con chicas de Belmount. (creo que no encaja ese gerundio "llegando")

    En la marisma, junto a el “pinar de los franceses”, (fuera coma -,-) podéis ver todos los años los flamencos venir desde muy lejos a comer esos crustáceos de color rosado. Así concluía el abuelo el relato, apurando el baso (vaso) y degustando el cálido moscatel al pasar por su garganta.


    FIN



    Te recomiendo que te entregues más a las normas gramaticales. He visto absurdas faltas de ortografía, que huelga que te diga que se deberá más a una falta de atención que a desconocimiento. Puedes mejorar las sintaxis, que son las que dan un buen sentido a las frases. Repites, quizá en exceso, algunos adverbios . Me da la impresión de que no repasas los textos antes de plasmarlos. Ojo, que eso mismo me pasa a mí con cabreante frecuencia, pero tú eres un chaval, con la lucidez genuina de la gente joven, y yo soy un vejete, al que ya se le va acortando la concentración.

    Que te quede claro que el único fuero que me ha llevado a servirte de "lector beta", ha sido por propia petición tuya, lo cual no deja de ser una ironía, puesto que nunca me explayo así con mis propios textos. Con eso quiero decir que los míos estarán plagados de errores y omisiones de palabras, incluso palabras claves para armonizarlos; que no, modestia parte, en tener siempre presente no cometer faltas de ortografía ni tampoco omitir tildes, o comas o puntos y comas. La , (coma), por ejemplo, la defino yo como un descanso para la pluma, que a su vez es también un descanso para el lector

    Un fuerte abrazo, Fran

    :)  


  • Muchas gracias por el "curro", lo leeré atentamente, aprendo y te comento.

    Abrazote
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    Muchas gracias por el "curro", lo leeré atentamente, aprendo y te comento.

    Abrazote

    De acuerdo.

    No creas que pretendo vanagloriarme poniéndome medallas por hacer este trabajo, solo me empuja mi sempiterno afán por colaborar, me siento feliz por ello. Como te decía antes, ni con mis propias obras me entrego tanto. El hecho de que tomes buena nota ye pueda servir de mis variadas observaciones, es el mayor agradecimiento que me puedes hacer, máxime no dedicándome a este menester de "corrector", una delicada labor que requiere de mucha atención y concentración.

    Otro abrazote para ti

     :) 


  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII


    El hecho de que tomes buena nota y TE pueda servir...


  • De repente advirtió una presencia entre los árboles, y temiendo que fuera un mando de su ejército, giró bruscamente su mirada hacia allí. El joven había llegado a Chiclana tras un largo viaje en un carro tirado por caballos. Traqueteando a través de caminos de piedra y tierra desde París, donde vivía. El joven hizo el viaje rodeado de soldados jóvenes, como él, pero donde no era muy popular.

    Jean Paul, asombrado, vio entre los eucaliptos a una hermosa chica morena, con unos ojos negros y ajitanados. La chica, al verse descubierta permaneció inmóvil. El soldado, al darse cuenta, sin poder hablarle en su mismo idioma se acercó mostrando las palmas de las manos abiertas en señal de paz.

    Considero que eso que te señalé rompe un poco con el ritmo de la escena, deberías colocarlo más arriba, tal vez como parte de la introducción del personaje.

    La chica era la hija del tabernero de la venta, a la entrada del eucaliptal, hoy conocida como la venta del burro. El tabernero, de nombre Antonio, un hombre corpulento y moreno, de patillas grandes que rodeaban la fuerte mandíbula odiaba a los franceses. Habían usurpado nuestro territorio impunemente y pretendían quedarse con todo. Noche tras noche, en la venta, se reunían vecinos y contaban historias tremendas sobre la invasión. Asesinatos, violaciones y ultrajes al honor de los españoles.

    Como está escrito pareciera que es una opinión/información del autor más que una  opinión/pensamiento del tabernero. Tal vez, deberías dejar más en claro que se trata de su percepción como personaje, si no siento que el cambio de punto de vista entre Jean Paul (francés) y el tabernero (español) es un poco brusco, teniendo en cuenta que luego volvemos inmediatamente al punto de vista del primero. 

    En cuánto a lo demás, el relato me gustó, tiene un buen ritmo, más allá de los errores que bien te marcó Antonio. Lo que más me gustó fue el final, logra trasmitir la tristeza de la historia de Jean Paul, aunque lo sentí algo apresurado. Es decir, al soldado le advierten que no se vuelva a ver con la chica, pero poco tiempo después la vuelve a encontrar de casualidad. Ni siquiera llega a acercarse a ella cuando ya lo comienzan a atacar. Es como si los taberneros hubiesen estado ahí para tenderle una emboscada y creo que no era la idea que querías plasmar.

    ¡Espero que te sirva la devolución, buen trabajo!
  • Debo confesaros que me ha impactado la cantidad de correcciones gramaticales. Despistes, faltas, comas...algunas ni las comparto. Lo que indica que sé menos de lo que pensaba, porque doy por hecho que Antonio tiene razón.

    Intentaré mejorar eso, pero siendo sincero estoy sopesando dirigir ese esfuerzo a otras cosas. Ya veremos, no voy a tomar decisiones en caliente. Esto coincidió con una conversación el otro día con un escritor de mi ciudad en la misma línea, sin decirlo claramente, entendí que "había que darle un par de vueltas" y que no bastaba con una buena idea. 

    Por otro lado Kantos tiene razón, el final se fuerza un poco como en una trampa y no queda del todo bien explicado y el que lo acusa en falso es su compañero de filas, por eso pasa a acceder al mejor vino de la venta.



    Muchas gracias a ambos, me habéis ayudado mucho.
    Un saludo
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII

    Acuarelista

    Debo confesaros que me ha impactado la cantidad de correcciones gramaticales. Despistes, faltas, comas...algunas ni las comparto. Lo que indica que sé menos de lo que pensaba, porque doy por hecho que Antonio tiene razón.


    Fran, si quieres, dime cuáles son esas observaciones que no compartes, que con gusto te las aclararía, rectificando por mi parte si yo estuviera equivocado. Pero, sin que tengas que agradecerme nada, puedes dar por seguro que le eché tiempo a tu texto; porque, repito, yo no soy un corrector de textos profesional y además no suelo hacer esta clase de trabajos, solo a ti y porque tú me lo pediste.

    Un abrazo

     :) 

  • Ok, Antonio pero lo haremos por teléfono. Ahora mismo estoy "achicando aguas" pero buscaré el hueco. Gracias.
  • editado octubre 2021
    @Acuarelista,
    Estuve un poco perdida para encontrar el relato, encontré otro "Pinar... " y luego noté que no correspondía.

    Ahora que estoy por acá comento: esta historia me dividió en dos. Me explico:

    Por un lado tienes una historia con una idea atractiva y de potencial. Con una forma narrativa interesante, relatado en tercera persona como un cuento que me han contado. Un ambiente definido y personajes detallados.

    Por otro lado había inconsistencia en la sintaxis que me dejaban esperando un poco más. Tal vez por las mismas faltas con los signos. Ojo con esto, no estoy queriendo decir que está mal escrito, solo que faltó un poco de organización y detalle. Un hilo mejor redactado y eliminar algunas explicaciones y frases innecesarias como:

    "Nadie volvió a saber de Jean Paul"

    Aun así continua siendo un ameno relato, gracias.
  • Gracias por tus consejos Geraldine. Tengo que poner mas atención en los detalles pero en mi vida ese tiempo pude que no sea posible por ahora. Lo intentaré para la próxima.

    Un saludo afectuoso.
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    Hola @Acuarelista, Fran, por lo que leo.

    Yo, como ya es habitual en mí, llego muy tarde a este relato. Tal vez en ese tiempo de retraso hayas podido tomar un respiro y ya no te pille mi opinión "en caliente".
    No he leído con detalle los comentarios que te han hecho pero quedo con la idea de que ya han descendido los compañeros a las cuestiones puntuales de comas, faltas, gramática, etc. 
    En ese sentido solo te comento una cosa que me llamó la atención y te la explico. Cuando Antonio sale "gritando como un oso enfurecido", escribes sus palabras en mayúsculas. Ese es un código usado y entendido así, como grito, en redes y aplicaciones de mensajes, etc. Pero lo correcto realmente es ponerlo entre signos de admiración, delante y detrás, como máximo tres. Tú además has indicado previamente que grita, incluso añades esa comparativa con un oso enfurecido. Las mayúsculas ahí no solo son incorrectas, están de más. 

    La historia me parece buena, como en el caso anterior de "el pinar de los guisos", atractiva, y tienes detalles que me gustan mucho. Como lectora me siento bien en esta historia. Pero no en cómo la narras. 

    Enseguida pierdo de vista al abuelo como narrador. Algunos comentarios no sé si son opinión del personaje, del narrador o del autor. Hay información referida al pasado o al futuro que o bien es innecesaria o está colocada de tal manera que rompe la escena que estás dibujando.

    A mí al final me quedó muy claro quien fue el capullo que le delató y como se desencadenó todo, y no creo que ahí sea necesario cambiar nada.

    Quizá, tras todos estos comentarios que has recibido te sientas un poco frustrado y no te veas capaz de modificar este relato. A mí me ha pasado muchas veces y me sigue pasando. 

    Recientemente, en una editorial celebraron un concurso de relatos y a la hora de desvelar a los ganadores, no quedé entre los primeros ni de lejos, nueva frustración. El director de la editorial junto con los directores de dos escuelas de escritura insistieron en lo mismo: se pueden corregir las erratas, las faltas de ortografía, los errores gramaticales, mejorar la redacción, pero no se puede hacer que una persona que no tenga una historia que contar y una idea de cómo contarla, lo pueda sacar de la nada. Esa es la verdadera esencia del escritor y tú la tienes. Lo demás es cuestión de paciencia, observación y mucha mucha práctica. Y aún así seguirás cometiendo fallos, porque todos los cometemos. ¿De qué viviríamos si no aquellos que pretendemos ganarnos la vida como correctores? Incluso los correctores necesitan de quienes revisen su trabajo.

    No te atasques en "achicar aguas", disfruta de las corrientes.

    Olvidaba una cosa. Lo de poner el significado de los nombres. Queda fuera de lugar. Pero te pongo una idea de cómo hacerlo. En el caso de Jean Paul, por ejemplo, puedes incluirlo cuando se presenta a la chica, como escribiéndole el nombre y de paso explicándole su significado y tal vez por qué se lo pusieron. Entonces cobraría vida ese detalle en la historia, algo que ambos compartieron, algo que ella quizá se pueda quedar tras su muerte. Intenta que las cosas que pongas en el texto no solo tengan un sentido para ti, que lo tengan para los personajes, para la historia y para el lector. 

    Besos mil.
    Ana.

    PD: Intentaré no llegar tan tarde a la sombra del próximo pinar. 
  • Joder, es la crítica mas bonita que me han hecho en mi vida y son muchas, créeme.  :D. Pásame junto a Antonio y compañía a ese bonito banco donde se sientan tus admiradores, allí esperaré pacientemente a leer tus próximos comentarios. Me has recargado las pilas, pondré todo mi empeño en mejorar el nivel para el próximo relato a la fresca sombra de los pinos.

    Tu nuevo admirador: Francisco Cabillas
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    Joder, es la crítica mas bonita que me han hecho en mi vida y son muchas, créeme.  :D. Pásame junto a Antonio y compañía a ese bonito banco donde se sientan tus admiradores, allí esperaré pacientemente a leer tus próximos comentarios. Me has recargado las pilas, pondré todo mi empeño en mejorar el nivel para el próximo relato a la fresca sombra de los pinos.

    Tu nuevo admirador: Francisco Cabillas

    Perdón por la intromisión, pero no puedo pasar por alto la humildad que muestra y demuestra mi paisano Fran. ¡Ese es el camino correcto, amigo sevillano-chiclanero!

     :)

     
  • Gracias, chavales!
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