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La carne maldita

QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI

La carne maldita (I)


Me preguntabas por qué lloro todos los diciembres.


Porque todos los diciembres me nacen madres, 

                        muertas

de color pardo azulado.

Y las veo a todas.

Y las huelo, con difuntos perfumes.


Son mis madres, muy elegantes, que yacían como adornos

feos, tan feos como el demonio.

Otras mis madres brotan con aspecto brillante y putrefacto.

Preciosísimas.

También las hay que germinan como flemas de tos, 

emolientes, sobre mis párpados cerrados,

tan cerrados como féretros bajo la tierra fresca.


A veces saco a mi madre que muere, 
sumergida en la almohada 
cada noche.
Y beso sus mejillas patológicas, un poco despacio, 
disfrutando
como quien despilfarra una pingüe herencia.

Y mientras escucho hablar a todas mis madres por la boca,

me dicen que me quieren.


Y cubierto con salivas de mil padres,

duermo diciembres cada noche.




.

.

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Comentarios

  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    La carne maldita (II)

    Veo la puerta pensativa  

    y debajo de la cama bailan los ahorcados. 

     

    Acaso lo que la boca esconde fue 

    un presagio, otra providencia 

    cuando orbitabas en esas sábanas blancas. 

    Blancas de dichosa desnudez, con la que se confundió 

    en una explosión de luz, como si el quicio de la luna reproductora, 

    ayer, 

    genitalizara nuestra velada de amor. 

     

    Tu boca arrodillada me hacía crecer los ojos. 

     

    Ahora, 

    siento que destacabas por encima de una muñeca fea. 

    Y siento que voy a cuidarte siempre,  

    con mi sexear por tu corazón de paso. 

     

    Dios no se olvida de ti, mientras muevo las cadenas  

    que nos ataban 

    Y nos liberan el uno del  

    otro. 

     

    Las quietudes, los fermentos nos succionaron la carne 

    enamorada, con sombras de cuchillos, 

    envolventes  

    como ramas del árbol de otra vida. 

     

    Cuando apenas salía el sol, pudimos llegar a ser felices. 

     

    Y ahora que me cuelgo tu corazón al cuello  
    te suplanto 
    entre paladares  
    rosas, dientes  
    y tinieblas. 

    .
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