Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!
I
El arrebol de nubes llameantes
es celoso de tus labios carmín,
y el alba anhela esos ojos sin fin,
mirar de llamaradas flameantes.
El rubor de tus mejillas risueñas,
y sueño tu cabello infinito.
Su gran aroma a vainilla, exquisito,
y tu suave piel perlada, mi dueña.
Dichoso imperio qué invade mi ser,
tu vil reino que cerca mi ánima.
Animal desamor que cubres de hiel.
Es tu rechazo que agita mi calma,
y tu indiferencia hace anochecer.
Mi alma llora y tú amaneces con él.
II
Tú te reíste de mi fiel sentir.
Yo lloré tu traicionera canción.
Ella cantó una noche de pasión,
él, por la mañana no estaba ahí.
Más vale buen pájaro entre tus manos,
vale más que centenares volando.
Tu príncipe no terminó reinando,
y al viejo rey acudiste con llantos
¿Qué dicen aquellos soles sin luz?
¿A dónde fue el lustre de tu mirada?
No lo busques en mí, no soy aquel.
Las lágrimas y el despecho, tu cruz.
Los tristes cuentos en forma de agua,
ríos de lamentos, tiempos sin él.
III
Gracias a ti este nuevo amor hallé.
Brindo por el buen día de tu marcha.
Gracias a ti, gracias falaz amada.
Tú me enseñaste a quererme, ¿lo lees?
No pienses que mi tinta es rencorosa,
pues mi pluma no está hecha de tu ser.
Siento que el fin no te guste, mujer,
mas no soy capaz de hacer otra cosa.
¡Pues chao mi dulce y linda muñequita!
¡Hasta nunca mi reina destronada!
¡Adiós chica de lengua viperina!
Esta letra de hiel aquí claudica,
y con toda sinceridad rimada,
guardad el amor para otro buen día.
Comentarios