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Por esos lares de nombre almerienses
perdido por cierto gran mar quemado
en aquel camino de arenas ardientes
cochero maldecía por ser desdichado
Más su desdicha no fue culpa de nadie
nadie más que aquel licor de sangre
su accidente no fue culpa de otro
otro más que aquel loco delirante
Y en su delirio, su mal encauzó
hacia aquel rocinante esquelético
¿de que te ríes mulo cabrón?
decía... tremendo ser esperpéntico
—Tú me has llevado a traición
tuya es la culpa de este hecho
yo te maldigo caballo matalón
por verme perdido en este trecho
Más la sorpresa de éste fue mayor
cuando aquel penco manchado
con estos versos le respondió
—¿A donde vas triste borracho?
¿qué pretendes pobre infeliz?
si tú no puedes guiar el carro
¿qué me vas a pedir a mí?
Las palabras de aquel rocín
no debieron de gustarle
en aquella mirada revirada y ruin
se adivinaba cierto mal latente
Así, armándose de cuchillo en mano
al caballo apuñaló, sin pena ni gloria
pues el rocín se tumbó de lado
y a su vil amo atrapó con su agonía
Pero antes de morir desangrado
y entre lamentos de aquel amo ruin
aún se tenía unos versos guardados
aún le quedaba esto último que decir
—Aquí termina tu pobre destino
aquí te recito este rico fin
aquí concluye tu absurdo camino
este es el gran Poema del Rocín.