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Introducción
Yo tenía veinticinco años cuando conocí a Bruce Tuckman. Claro que esto de “conocer” es un decir, nunca estuve frente a él ni escuché su verdadera voz, me refiero a que en aquella época me topé con las primeras reproducciones de sus textos.
Tuckman, psicólogo educacional, llegó a elaborar una teoría o modelo donde distingue las etapas que, de acuerdo con sus exámenes, debían superar los grupos para alcanzar su ciclo de mayor efectividad, evolucionar o transformarse. Así, desde una de las mesas del bar El Cairo y abstraído en un fajo de fotocopias despuntadas, descubrí sus investigaciones relacionadas con el trabajo en equipo. ¿Otro café, Ariel? Ahora no, gracias. Cuando termine la lectura.
Hoy, en otro tiempo y otro lugar, basándome en la obra que leyera tantas veces y a punto de beber un café menos exquisito que el de mi memoria, me arriesgo a componer un nuevo esquema. Lo cierto, es que se me ha ocurrido adaptar y combinar el modelo de desarrollo de equipos de Tuckman con conceptos actuales, más una fuerte dosis de consideraciones personales.
Me animaré a orientar las reflexiones hacia un terreno específico: la Internet.
Comentarios
Etapas
Formación y reconocimiento
En la fase inicial del grupo (podríamos imaginar que se trata de uno recién creado en Facebook o un foro para reunir a escritores, por ejemplo), las personas intentan destacarse y poner de relieve rasgos concretos. Los integrantes más abiertos y comunicativos comienzan a ser reconocidos. Algunos asumen formas de liderazgo o ejercen cierta influencia en una fracción del conjunto. Se busca la aceptación y procura evitar conflictos. El o los creadores del grupo asumen el rol de conductores, son los encargados de sentar las primeras bases, pautas y objetivos. Se trata de una etapa donde el entusiasmo y la colaboración se hacen palpables. Emergen el respeto y la tolerancia. Los integrantes tienden a edificar el grupo ideal y el debate e intercambio de opiniones difícilmente generen conflictos. Especial predisposición para compartir las técnicas empleadas, los descubrimientos, los estilos, las experiencias y también las hazañas (a veces sobredimensionadas) con el fin de beneficiar al clan, elevar el prestigio dentro del mismo y ser aceptado o reconocido como miembro de la tribu.
Conflicto y alejamiento
Pero este ambiente placentero no durará para siempre, los primeros desacuerdos afloran. Algunos autores clasifican este momento como la “adolescencia del grupo” o “etapa de conflicto”. El número de integrantes ha crecido, el grupo se ha vuelto más activo, y aunque en determinados casos la intención fundamental pudiera haber contemplado reunir sólo a profesionales, un buen número de aficionados ya se ha unido a las filas, también comerciantes de todo tipo, bombardeando publicidad. Aumenta la confianza entre los miembros y las críticas se vuelven importantes para quien las recibe; cuando la opinión del otro no es la esperada, puede causar molestia. Se generan subgrupos y conflictos de poder. El creador, quien no ha quedado fuera de las reprobaciones, comienza a acompañar al grupo desde otro lugar, implicándose en la búsqueda de una dirección para reforzar los objetivos fijados, algo parecido al proceso de coaching, aunque no existe una metodología definida sino la mejor predisposición para salir adelante y salvar situaciones emocionales, roces entre los miembros y sentimientos negativos. Varios integrantes descontentos abandonan el grupo, algunos volverán poco después.
Una fracción de los profesionales activos desaprueba, aunque no siempre lo exprese de manera pública, la cada vez más caudalosa catarata de incursiones escritas por aficionados, sostienen que dejan ver la forma que tiene el camino que lleva a la “desprofesionalización” de los foros y grupos; estoy aludiendo lisa y llanamente a la paulatina salida de profesionales e investigadores. Es lícito aclarar que cuando, unos renglones arriba, escribo “aficionados” otorgo al término un plus de sentido, pretendiendo englobar especialmente a la inmensa y creciente cantidad de participantes ocasionales, y muchas veces esporádicos, que por desgano jamás se preocuparían por buscar respuestas en el caudal escrito, a esos que llegan por accidente e irrumpen, ansiosos, con preguntas contestadas hasta el hartazgo, que se desgranan en mensajes desesperados buscando ayuda para un provecho momentáneo y apuntan a la buena voluntad de quienes ofrecen gratuita y desinteresadamente su tiempo y saber, me dirijo a los que evalúan seriamente, y como una alternativa aceptable, la obtención de nociones y experiencia invirtiendo un esfuerzo menor y a costa del otro, y cuando escribo esto también quiero decir que quienes así lo creen llegan a considerar los grupos como la alternativa más ventajosa.
Otros argumentan que en agrupaciones de esta índole “altruismo” y “prestar ayuda a quienes la necesitan” se consideran puntales esenciales, que sin estos valores el grupo no podría sostenerse y perdería el sentido; al fin, nadie está obligado a brindar una mano si no quiere.
Hay quienes aseguran estar a favor de la circulación desinteresada de atenciones y conocimientos en beneficio del grupo, a “hacer algo por el otro”, siempre y cuando el esfuerzo de la mayor parte de sus participantes guarde cierta ecuanimidad, expresan que si se rompe drásticamente este equilibrio la conclusión factible para un gran número de esas inteligencias activas que nutren los foros será, tarde o temprano, el cansancio, el agotamiento y más tarde la decepción, estados que suelen convertirse en el preludio del alejamiento.
Normalización y conservadurismo
Si el grupo ha logrado superar los dos ciclos, sobreviene la fase de normalización; en ella los componentes asumen que la crítica e introspección también pueden ayudar a solidificar las relaciones colectivas. La competencia y el ego han bajado su nivel. Buena parte de los conflictos se han resuelto o no representan una amenaza para el colectivo. Sin embargo, los miembros que ya llevan un tiempo participando prefieren la continuidad de las estructuras y no siempre estarán dispuestos a aceptar los cambios o sugerencias provenientes de los recién llegados.
Se ha sentado una idiosincrasia que desde sus aspectos más amplios puede ser asimilada por gran parte del público. Aunque existe un aspecto que se ha tornado difuso: no logramos distinguir claramente y en todos los casos, si las posturas mantenidas con firmeza por los integrantes del grupo se basan en la más pura experiencia profesional (la investigación y experiencia personal o próxima) o únicamente se asientan en lo que otro ha escrito antes; pero lo que, en verdad, hace más espesa la nebulosa es la presunción de que una abundante cantidad entre los conceptos que leemos pudieron ser tomados de quienes, en otro momento, también los habían reproducido apoyándose en textos que ni siquiera les pertenecían… y así hasta algún punto distante en el espacio y el tiempo. No olvidemos agregar a la extensa cadena, los errores que provinieron de la desacertada interpretación de algunos copistas y se introdujeron en cada publicación.
Desempeño y progresión
La siguiente fase, en caso de que ésta hubiese podido ser conseguida, se traza como un momento donde el grupo ha logrado cierta autonomía. Muchos, entre aquellos que en el comienzo aportaron dinamismo al proyecto, ya no están, han tomado distancia. Una porción decidió abandonar el grupo para crear nuevos espacios, acordes con las diversas perspectivas. Otros aún permanecen, con mayor o menor incursión en los temas. Las disputas, ahora, parecen resolverse positivamente. Algunos integrantes buscan prolongar y ampliar los propósitos incluso fuera del terreno virtual, crear asociaciones o poner en marcha entidades representativas. Hace tiempo que el fundador del grupo ha delegado y nombrado administradores, hecho que aún mantiene a algunos integrantes a la expectativa. El desenvolvimiento de los moderadores (si es que ha quedado alguno en la función) es vital, y en caso de equivocar sus decisiones o ejercer posturas rígidas, acariciarán el riesgo de retrotraer al grupo a fases anteriores.
Este modelo teórico incluye una adición, denominada terminación. Se trata del momento de la disolución del grupo, desintegración que, en diferentes niveles y acorde con la naturaleza de cada participante, puede conllevar el duelo. Este momento puede manifestarse, en ciertos casos, también como un extenso letargo mechado por algunas chispan que avivan el foro de manera esporádica.
Mi artículo no pretende pasar por alto al individuo, tampoco las diversidades humanas, aunque entiende que en determinados períodos las personalidades más influyentes del grupo “modelan” el grueso de sus rasgos funcionales. El comportamiento grupal difiere del comportamiento interpersonal, se percibe lo que el psicólogo William Mc Dougall ha querido llamar: “la mente grupal”. El modo de pensar y procesar la información del individuo se modifica al formar parte del colectivo.
Algunos autores, en estudios más recientes, han observado que la dinámica de los grupos no siempre transita a rajatabla el esquema de Tuckman, que, en determinadas circunstancias, una etapa puede contener rasgos e ingredientes de otras, que sus fronteras son a veces más borrosas que nítidas y que cuando se producen las regresiones ciertas características se solapan. No todos los grupos completan el itinerario, algunos, incluso, jamás sobrepasan el primer escalón del estadio inicial o permanecen estancados o desgastándose en una de las fases. Es por esto que, con enorme humildad, me he permitido ensayar una versión a la medida de mi percepción y modo de ver el mundo; un modelo que, si bien desarrollé pensando en un contexto específico, el de la Internet, también podría acomodarse a los grupos humanos que actúan fuera de su órbita.
¡Gracias, texas, por la lectura y el comentario! Es cierto, vos y yo ingresamos al lugar en 2009. Este es prácticamente el único foro de literatura donde he participado, buena parte de mi actividad en el “ciberespacio” se desarrolló en sitios relacionados con la composición y realización audiovisual, oficios que ejerzo hace treinta años. En los lugares que menciono, conseguí desempeñar diversas funciones: administrador, moderador, articulista, comentarista… y todos los etcéteras que puedas imaginar. En fin, tareas que, por la buena experiencia que dejan al participante observador y curioso, permitieron arriesgara algunas consideraciones dentro del modelo de Tuckman; con la humildad que corresponde, claro.
Te dejo mi aprecio y felicitación. He leído algunas de tus intervenciones aquí, siempre atinadas y con una buena dosis de reflexión.
¡Hola, Alégora! Gracias a vos, por leer y valorar mi artículo. Este es un foro al que suelo regresar, de vez en cuando; me trae buenos recuerdos, es cierto, pero también lo hago porque, aun sin el tráfico de otro tiempo, uno puede encontrar aquí personas y textos interesantes.
La inmensa mayoría de los foros sufrió, con el paso del tiempo, transformaciones radicales y complejas; algunos, en busca de una solución inmediata a los escollos que en un espacio de esta categoría pueden enfrentarse a diario, habían implementado un conjunto de normas, reglas útiles, sí, pero anacrónicas para ser aplicadas en el momento que los participantes emprendieron la migración a nuevos espacios. Otros foros, optaron por sentar una filosofía, una idiosincrasia que desde sus aspectos más amplios pudiera ser asimilada por gran parte del público recién llegado pero, el problema, es que lo hicieron cuando ese público ya no llegaba o había disminuido drásticamente. El tema es sumamente ancho y difícil y lo que acabo de describir no es más que una mirada gruesa. A pesar de todo, creo que este foro podría reavivar algo de aquella llama con un poco de atención por parte de los administradores ya que, por lo visto, hay usuarios esforzándose por mantenerlo en pie.
Te dejo mi saludo y gratitud.
Escribí este proyecto en 2010, o quizá antes. El tiempo transcurre, las plataformas de debate en línea evolucionan, subsisten o cambian sus formas, pero algunos conceptos del modelo de Tuckman perduran, siempre… Quería revivir este tema. ¡Gracias por la lectura, compañeros!
Es muy interesante pensar en la dinámica de un grupo. En las interacciones y en los comportamientos, grupales e individuales.