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La leyenda de los 7 guerreros Caps. 5 y 6

JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV

V



Arex se acercó a Muravo.


-Será mejor que seas bueno con esa lanza, amigo.


-Aprendí la lucha con lanza desde niño. Ninguna espada puede vencer a mi lanza.


-Eso está por ver. Bueno, estás contratado. Quédate por aquí, aún no sabemos cuando marcharemos.


-Bien, aprovecharé para ir a buscar mis cosas, nos vemos luego amigo.


-Hasta luego.


Arex se dirigió a la cantina, pidió una copa de aguardiente local y observó al personal. Negó con la cabeza.


-Son difíciles de encontrar -dijo para si.


El cantinero demostró tener buen oído, pues se acercó y preguntó:


-¿Qué es tan difícil de encontrar?


-Busco hombres que sepan manejar un arma. ¿Conoces alguno?


-Bueno, no se si sabrá manejarla, pero tengo un tipo ahí detrás que lleva una espada.


-¿Y que hace ahí?


-Está ordenando el almacén. Es un tipo simpático. Vino esta mañana y me dijo: “Ponme de comer, no tengo dinero pero trabajaré para ti.” Y ahí está.


-¿Te importa que pase? Me gustaría verle.


-Adelante.


Arex pasó al almacén y pudo ver a un joven aristano cargando cajas de un lado para otro. Se sentó en un taburete que encontró y se puso a observar al chico con una sonrisa.


-¿Qué pasa, nunca has visto a alguien trabajando?


-Oh, si, pero nunca con tanta alegría. Parece que te divierte.


-Me divierte más cargarme a cotillas como tú.


-Entonces tal vez te interese un trabajito para el que estoy reclutando gente.


-¿De qué se trata?


Arex le puso en antecedentes.

-No es una gran paga, la verdad.


-Lo se, pero es lo que hay. Tal vez te interese más seguir cargando cajas. Lo entenderé.


-Muy gracioso... De acuerdo, me apunto, pero primero debo acabar aquí, tengo que pagarme el papeo.


-Bien, estamos en la posada, no tengas prisa.


-Me llamo Jemal -dijo el muchacho tendiéndole la mano.


-Yo soy Arex -respondió correspondiendo al saludo.









Comentarios

  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV

    VI


    Al día siguiente Arex se levantó temprano, se vistió y antes de bajar al comedor depositó un beso en la mejilla de Asha que aún seguía dormida. Bajó las escaleras sonriente. Cuando llegó al comedor, vio a la mujer vanir del día anterior sentada ante una de las mesas. Esta, cuando vio a Arex le señalo la silla frente a si y él aceptó la invitación.


    -He decidido acompañaros. Quiero ayudar a esa pobre gente.


    -Me alegra tenerte en el grupo. Me llamo Arex.


    -Mi nombre es Vania.


    -Encantado de conocerte, Vania.


    ------------


    Más tarde estaban reunidos los seis mercenarios y los dos granjeros.


    -Partiremos mañana al alba -dijo Arex.


    -Pero solo son seis y tú dijiste siete -respondió Bérdem.


    -Dije seis o siete. Lo cierto es que no tenemos mucho tiempo y no creo que consigamos a un séptimo.


    -Conozco a alguien que sería una buena adquisición, ahora está en la ciudad, pero será difícil convencerle -dijo Vania.


    -¿Es bueno? -preguntó Hajib.


    -El mejor. ¿Habéis oído hablar de Tiberius?


    -¿Hablas de Tiberius, el herconiano?


    -El mismo.


    -¿Y quién no a oído hablar de él? Dudo que un tipo de su renombre quiera participar en un asunto de tan poca monta, pero podemos intentarlo. ¿Cuando podemos verle?


    -Podemos ir ahora mismo si quieres.


    -De acuerdo, vamos. Los demás quedaros aquí.


    ---------


    Vania llevó a Arex hasta el centro de la ciudad, donde podían verse algunos edificios más lujosos. Pararon frente a uno de ellos.


    -Será mejor que esperes aquí. No le gustan demasiado los desconocidos. Entraré yo para tantearlo.


    -De acuerdo.


    Vania entró y al cabo de unos minutos volvió a salir y le hizo señas al trill para que entrara.


    -Le he hablado del trabajo, pero no de las condiciones, eso tendrás que negociarlo tú.


    Entraron en una habitación decorada con mucho lujo. Tiberius estaba sentado en un sillón de cara a la entrada. Sobre su regazo descansaba un gato enorme que bufó al ver entrar al vanir.


    -¿Tú eres Tiberius?


    -Así me llaman.


    -¿Cómo has acabado en este agujero?


    -He venido a descansar. No hay un maldito país en el mundo que no haya puesto precio a mi cabeza. Y ahora dime... ¿Quién eres y para qué me buscas?


    -Me llamo Arex y estoy reclutando mercenarios para defender a los habitantes de un pueblo de las montañas del ataque de unos bandidos. Pero la paga es pobre. Trescientas monedas a repartir mas tres comidas al día y refugio.


    Tiberius sonrió al escuchar la oferta.


    -Seguramente podría comprar cien veces esa aldea solo con lo que tengo aquí.


    -Claro. Siento haberte hecho perder el tiempo -respondió Arex dando la vuelta.


    -No... espera, sigue escuchando... -Tiberius empezó a acariciar al gato tras las orejas.

    -Duermo con la espalda contra la pared, cuando puedo dormir... Como serpiente siete días a la semana... No hay una sola ciudad donde pueda dejarme ver o gastar mi fortuna... Así que tu oferta me parece enormemente atractiva, -se levantó y se puso frente al vanir.

    -Comida y un buen refugio... ¿Cuándo nos vamos?




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