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Decidí ir a pasar aquellas horas a la playa, aquélla que tanto me había asustado de crío cuando aún no sabía nadar, y ya no tan niño al observarla oscura y solitaria durante las frías noches de invierno.
Ya en la adolescencia recuerdo las reuniones de amigos, a veces en los rincones más escondidos, donde nadie pudiera sorprendernos cuando tosíamos tras darle nuestras primeras caladas a un cigarrillo sisado a alguno de nuestros padres, o bien con los mofletes colorados por el efecto de la cerveza.
También los torpes besos con aquella chica, pensando que sería la primera y la única. ¡Qué osada es la inocencia! Vinieron bastantes más, y no fueron solo besos lo que compartimos, suerte que los granos de arena y rocas no pueden hablar...
Al llegar y sentarme enfrente de la orilla me vinieron a la mente otras muchas vivencias, la mayoría agradables, aunque no todas. Sin saber porqué me acordé de aquella ocasión, a principio de un verano, cuando un señor mayor entró en el agua y, al poco, su esposa reclamaba ayuda ya que el hombre parecía haber tenido alguna clase de problema.
Los socorristas actuaron con celeridad y diligencia, pero, tras practicarle las maniobras de reanimación cardiopulmonar durante largos y tensos minutos, comprobaron que no habían logrado salvar su vida. Antes de que la ambulancia, que acudió poco después, se lo llevara, pude ver la mueca desencajada de aquel hombre, su cara totalmente azul, una imagen que nunca podría olvidar.
Me sorprendí jugando con la fina arena mientras rememoraba el desgraciado suceso. Era un día espectacular, soleado aunque no demasiado caluroso, y el mar estaba en calma debido a que la brisa que soplaba era sumamente leve, incluso agradable a su modo de ver.
Y es que se disfrutaba muchísimo de aquellos días otoñales, cuando el invierno aún parecía un mal sueño que nunca llegaría, y apetecía pasear descalzo por la orilla, perdido en divagaciones sin importancia o simplemente dejando la mente en blanco mientras los pasos se sucedían, plasmando las huellas de los pies que el agua salada se encargaría de borrar poco después.
Aunque que nadie me malentienda porque, muy a pesar de lo que acabo de compartir sobre los días calmados, me declaró un ferviente admirador de las tormentas y vendavales. Resultaba casi hipnótico contemplar la fuerza de la naturaleza al ir rompiendo aquellas enormes olas, transformando por completo todo lo que alcanza, demostrando lo insignificantes que somos en comparación a lo que nos rodea, muy a pesar de lo que pudiéramos pensar.
Sin duda era un gran lugar, el mejor para pasar aquellos últimos momentos. Le sorprendió bastante encontrarse solo allí, mas no le importaba en absoluto, la verdad es que lo agradecía, hacía que el momento resultara más íntimo y especial. Probablemente el miedo provocaba que la gente buscara alguna clase de refugio, pensando en que podrían salvarse de algún modo y, desde ese punto de vista, sí que no se trataba un espacio abierto de la mejor opción para permanecer con vida tras lo que se aproximaba.
Su móvil comenzó a sonar, pero ni se molestó en responder, tampoco en silenciarlo o cortar la llamada: lo apagó directamente. Esos últimos minutos serían solo para aquella playa y para él, no quería a nadie más, se despediría como era debido y sin compartir el momento.
Un extraño silbido, que sonaba lejano, le hizo saber que acababa de iniciarse todo. Observó el precioso cielo celeste que había brindado aquel día de octubre y, minutos después, observó el movimiento de varios objetos, con trayectorias diversas. Nunca habría pensado que armas tan devastadoras tuvieran un aspecto tan «normal», probablemente la culpa la tenían esas malditas películas, tan sensacionalistas que le hacen imaginar a uno las cosas de manera demasiado fantasiosa.
Finalmente empezaron a estallar todas las bombas, a lo largo del horizonte se podían ver los hongos nucleares provocados por la colisión de las mismas, y no tuvo que esperar demasiado para que, aún sentado tranquilamente en la fina arena, lo desintegrara por completo una de aquellas mortales ondas expansivas.
Comentarios
Un relato muy bien llevado, casi cronológico. Horas de playa muy "observadoras", en las que ocurrió casi de todo. Me ha gustado la forma serena, poco aparatosa, de relatar la desgraciada muerte de aquel señor mayor.
Me ha hecho sonreír este párrafo...
También los torpes besos con aquella chica, pensando que sería la primera y la única. ¡Qué osada es la inocencia! Vinieron bastantes más, y no fueron solo besos lo que compartimos, suerte que los granos de arena y rocas no pueden hablar...
En definitiva, tienes una escritura amena, sencilla. Se te dan bien relatos, cuentas y matizas, dos particularidades importante para un guionista. Quizás en Hollywood te estén buscando
Un saludo afectuoso
Como siempre gracias por tus buenas palabras sobre mi texto...
(Y perdón por adelantarme al subirlo por cierto...)
Hombre, granaíno, paisano andaluz. Bella ciudad Granada. Le he visitado muchas veces. Y qué decirte de tu espectacular Alhambra
Un abrazo
Por lo demás está bien escrito y expresa sentimientos y actitudes comunes. Algunas de esas cosas son negativas (adolescentes dándose a la mala vida), pero son cosas que han ocurrido siempre y están en el recuerdo de muchos, por lo que en esa primera parte los lectores pueden ver familiar el relato del protagonista.
He pensado lo mismo que Iramesoj: el cambio de primera a tercera persona. De hecho, me ha sacado de la historia. He vuelto al párrafo anterior por si me había perdido algo. No entiendo si al final nos cuentas que viste a un hombre en la playa o, simplemente, te despistaste al seguir narrando. Esos despistes me suelen suceder cuando estoy narrando algo en pasado y me meto tanto en la historia que cambio a presente; no sé por qué.
Hay alguna coma perdida, una o dos, y un acento. Nada relevante, simples erratas.
Las descripciones y los sentimientos adolescentes estás bien descritos, con las palabras exactas.
Esta bien redactado y la separación de cada momento hace fácil su lectura, aunque yo no lo hubiera dejado tan "vacío", habría juntado algunos párrafos para darle algo de empaque al conjunto.
En general me ha gustado y emocionado a partes iguales.
Si le pudiera dar un like, se lo daría desde ya.
Para nuestro compañero granaíno del foro. Un saludo afectuoso, MartinJVille
En realidad tenía en mente una playa muy concreta al escribirlo, siendo algunos de los recuerdos que aparecen en el texto propios, aunque no todos ellos. Intenté pasar de una sensación de calma y sosiego, de esas que nos hacen a veces reflexionar y recordar hechos pasados, para dar paso a una conclusión apocalíptica, y que difiere completamente del inicio del relato.
P.D. ¡Y gracias también por el detalle sonoro de mi vecino sevillano!