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Escribo una Novela, agradecería vuestra opinión

Santiago CayunaoSantiago Cayunao Anónimo s.XI
editado noviembre 2015 en Narrativa
Hola amigos del foro, soy nuevo en este sitio quisiera mostrarles algo que escribí hace un tiempo y que estoy retomando. Les agradecería pudieran darse unos minutos y leer los primeros 2 capítulos (más bien borradores por lo compacto de los textos). Son 5 los que he escrito, pero estos presentan lo que quiero desarrollar a futuro.

Es sobre una idea que me daba vueltas en la cabeza y no sabia como expresarla, así que escribí algo alrededor de la misma.

Vuestra opinión más especializada me sería de gran ayuda, busco una critica real y se agradecería mucho.


Capítulo 1

El día se acercaba, era otra noche sin dormir. El doctor Robert permanecía acostado en su costado derecho casi al borde de la cama, dormir en la otra dirección lo estremecía y le traía recuerdos de un pasado mucho más feliz, en estos tiempos el recordar esos pasajes de la vida sólo acrecentaban un dolor que parecía no tener fin y amenazaba con acompañarlo el resto de sus días.
De pronto un ruido casi ensordecedor retumbo en la pequeña y elegante mesa de noche, el doctor reaccionó rápidamente tomando el pequeño teléfono como si su desvelo fuera a causa de una esperada llamada que nunca llegaba y esa madrugada por fin se presentaba.

-¡Sam, enciende el televisor ahora!- exclamó una voz femenina al otro lado del teléfono.

Sin siquiera responder el doctor dejó caer el aparato y exclamó al aire.

-¡enciéndete!.

De manera automática y como por arte de magia una pantalla de unas noventa pulgadas se materializó en el muro frente a la cama.

-Recalcamos, es una noticia de último minuto y aún se encuentra en desarrollo- decía rápidamente una reportera mientras avanzaba a grandes zancadas por lo que parecía ser un centro industrial abandonado - El famoso asesino serial "el come corazones" ha sido capturado. La policía a informado que sólo entregará información a las autoridades competentes y familiares de las víctimas, de este mod...

Una súbita oleada de emociones embargó al doctor Sam Robert, el cielo había escuchado sus suplicas y ahora la justicia por fin le haría pagar a aquel animal que por error había nacido con un cuerpo humano, nunca se imaginó que odiaría tanto a otro ser vivo como lo había hecho con aquel hombre. Había esperado este momento casi tanto como el día que aguardaba con ansias ver aparecer a su mujer y su hija el día que no llegaron.

En tan sólo cuatro minutos ya se encontraba de camino al lugar indicado por el noticiario, por suerte el modo automático del vehículo funcionaba correctamente ya que las ansias podrían jugarle una mala pasada al manejar por una vía tan congestionada como era la avenida principal. Pasado un cuarto de hora el trayecto por fin podía desviarse a una vía de mucha menor concurrencia, esta llevaba directamente hasta la dirección deseada.

-¡Graba, graba!- exclamó un periodista de elegante atuendo gris mientras le indicaba a su camarógrafo que apuntará hacia el formidable Mercedes Benz que acaba de hacerse presente en el lugar. Sin duda era el vehículo del respetado y famoso doctor en física cuántica doctor Sam Robert, quien hacia ya un tiempo generaba más noticia por lo sucedido a su familia que por sus logros académicos.

Bajando rápidamente se dirigió hacia el centro de la noticia abriéndose paso entre un mar de periodistas que hacían gala de su poca sutileza con preguntas como; ¿Pedirá condena de muerte al hombre que comió el corazón de su esposa e hija? O ¿cree usted que el asesino recuerde a su esposa siendo que fue la víctima sesenta y cuatro y completó más de cien festines?.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano el doctor no respondía pregunta alguna esperanzado que llegando al lugar de la noticia sólo hubieran efectivos policiales, quienes sólo se dedicaban a un trabajo serio creía el, comparado con las labores de los periodistas a quienes consideraba carroñeros de la desgracia ajena.

-déjenlo pasar- dijo un hombre joven de aspecto enfermizo dirigiéndose a los policías que cerraban el paso a la muchedumbre mientras exhibía una placa de detective. -doctor Robert venga, sígame-. Ordenó al recién llegado, quien energizado pasaba raudo bajo la franja plástica que cercaba el lugar.

-¿Porque no lo han llevado aún a un cuartel?- preguntó el científico mientras apuraba el paso para alcanzar al joven.

-Doctor, hay algo que debería saber - dijo el detective con un tono lastimoso- Usted como representante oficial de las víctimas será el encargado de informar al resto. El fiscal cree que será mejor que lo escuchen de uno de los suyos que de las autoridades a quienes han criticado tanto. Confió que pueda ayudarnos con esto. -agregó el joven cabizbajo.

El doctor Robert sintió una punzada en el corazón, un mal presentimiento surgía de pronto.

Por fin llegaron al lugar. Era una fábrica abandonada, pero considerablemente en mejor estado que el resto de las instalaciones aledañas, en el centro de la misma cuatro muros de plástico protegían el secreto más ansiado por el doctor.
Avanzando lentamente de adentró en el cubo de plástico, lo que vio lo dejó sin aliento.

-Estaba así cuando llegamos- dijo con voz casi como un susurro el joven detective quién se había ido rezagando.- dicen los peritos que el sujeto se hizo implantar un corazón artificial y se comió el suyo propio para más tarde desconectarse minutos antes que lo encontráramos. Nos llamó para avisarnos de lo que estaba haciendo, es él, estamos seguros, poco más y lo habríamos atrapado.

Justo en el centro de la cubículo había un hombre de unos treinta años de edad, cabellera clara y piel muy blanca. En su pecho desnudo se veía una cicatriz muy notoria por lo artesanal de la costura. Estaba sentado en una silla metálica con la cabeza inclinada a un costado como si quisiera observar a sus visitantes desde otro ángulo. Sus brazos estaban apoyados en una mesa plástica donde también yacía un plato y su respectivo servicio, aún quedaban residuos de lo que fuera su reciente desayuno.

El doctor retrocedió desconcertado, el mundo se había vuelto loco. El maldito había ganado, pero no se rendiría. Obtendría su venganza en esta vida o en la otra.


Como existe un límite para publicar el segundo capítulo lo adjunto en el siguiente Link:

https://mega.nz/#!ckwV2QRb!gy7QR30v7eLfiSkfuEmO0R19u_YnJrbNXmskrpmtPo4

Comentarios

  • PerplejoPerplejo Fernando de Rojas s.XV
    editado noviembre 2015
    Hola, Santiago, nos pides algo difícil. Juzgar una novela sólo por su introducción es casi imposible.

    Si quieres, te puedo dar mi opinión pero todo lo que te diga cógelo con pinzas pues puede que no te sirva. Me voy a centrar en la trama que creo que es más útil.

    No sé cómo vas a plantear la novela. Puede que más que novela negra acabe tratando sobre lo sobrenatural y se desarrollará en el más allá. En ese caso, no vale lo que diré ahora.

    Me parece arriesgado sacrificar tan pronto la pieza más valiosa en tu partida de ajedrez. El protagonista es el rey pero su enemigo es la reina. La pieza más sorprendente, con mayor movilidad y capacidad. No le mates, le necesitarás.

    Si ahora aparece otro enemigo más importante u otra trama principal, entonces no habría tenido ningún sentido presentar al comecorazones. Simplemente, no ha tenido función alguna.

    Si tu intención es retrotraerte, entonces no expliques nada sobre su familia o su posible relación con el protagonista pues entonces ese pasado biográfico es el final al que, como escritor, debes dirigir al lector. No se lo desveles ahora.

    En todo caso, creo que debes pisar el freno. Vete más despacio, deja respirar, desarrolla. Me parece impaciente el desarrollo.

    Espero que te haya servido de algo. Ánimo con tu proyecto.
  • Santiago CayunaoSantiago Cayunao Anónimo s.XI
    editado noviembre 2015
    Capítulo 2

    -¡Cinco!, ¡cuatro!, ¡tres!, ¡dos!, ¡uno!...¡feliz año 2048!- exclamaba una eufórica periodista mientras intentaba destacar en medio de un estallido de luces Led provenientes de todos lados.- ¡Es hora de celebrar!

    Los enormes ventanales reflejaban los fuegos de artificio que estallaban a sólo unas manzanas del lujoso departamento del doctor Robert. Los gritos de alegría y júbilo sólo eran un ruido molesto en los oídos del académico, quien concentrado en su labor permanecía encorvado en su mesón de trabajo.
    Hacia diecisiete años que había decidido cambiar la teoría de sus estudios por lo tangible que se pudiera generar de estas. Actualmente se encontraba a punto de terminar su más grandiosa creación, era la cumbre de su carrera, pero el no lo veía así, todo el reconocimiento que pudiera recibir por sus logros era en lo absoluto algo irrisorio.
    Sus estudios de la física cuántica y sus años de investigación habían llegado al tope de la teoría, la única manera de avanzar era materializando sus conclusiones y para ello había dedicado los últimos años al estudio avanzado de la ingeniería mecánica, medio por el cual esperaba crear con sus propias manos el elemento que canalizaría sus ideas al mundo físico. El mismo día que el asesino de su familia se suicido su vida encontró un nuevo sentido y todas sus energías estaban enfocadas en un solo fin.

    -Bienvenida señorita Adams- dijo una voz femenina con un leve tono robótico en la entrada de la residencia .-como se encuentra -agregó la máquina.

    -Muy bien Grace, gracias- respondió una mujer que acaba de entrar al departamento.

    Ingresando lentamente al pasillo del departamento una mujer de unos treinta y ocho años se dirigía hasta el taller del doctor, vestía unos blue jeans adornados de lentejuelas en las costuras y una blusa negra con un leve efecto de transparencia, su tés blanca destacaba bajo una cabellera oscura de un corte que le llegaba hasta los hombros.

    -¿Sam estás acá?- preguntó la invitada mientras miraba de un modo curioso un lote cajas que entorpecían el pasillo. - Ahí estás- exclamó al ver al doctor sentado en su taller -. Dijiste que irías al ...

    De pronto la mujer enmudeció.

    -Mary, sabes que no acostumbro asistir a esos eventos, una promesa no es un compromiso certero, además me encuentro en los momentos finales de lo que tanto he estado buscando- dijo que el doctor con tono neutro sin siquiera levantar la vista.

    -¡Dijiste que no irías nuevamente!- exclamó la mujer mientras con una mano se tapaba la boca.

    -Créeme valió la pena cada minuto que pasé ahí- dijo el doctor manteniendo su tono despreocupado.

    El doctor en física cuántica era un hombre de sesenta y ocho años de edad, siempre había sido una persona de buena presencia y con muy pocos signos de la edad, pero actualmente su cuerpo representaba unos noventa y ocho años, un cabello casi ausente se teñía de un blanco intenso y su postura era la de un anciano.
    En los últimos años había asistido a un novedoso y muy controversial modo de adquirir conocimientos, el llamado "centro de información rápida", donde el paciente era conectado a una máquina de procesamiento virtual capaz de inyectar información directamente al cerebro en un tiempo récord de diez horas, esto era equivalente a diez años de estudio continuo. El método requería que el cerebro consumiera una cantidad gigantesca de oxígeno para lo cual bombardeaban el cuerpo del paciente y este lo transmitía de manera natural, pero el procedimiento afectaba al resto del organismo, oxidando las células de manera irreversible, produciendo un envejecimiento prematuro que ningún tratamiento podía curar.

    -Sam te estás matando- murmuro Mary conmocionada.

    -Morí hace dieciocho años atrás, el día que mi mujer y mi hija no volvieron a casa.- respondió el anciano mientras se giraba para mirar a su visita.- hoy por fin encontré la manera de conseguir esa venganza que se me fue arrebatada, créeme cada sesión en esa máquina valió la pena.

    El silencio se apoderó del lugar, Mary sostuvo la mirada del doctor por un instante, de pronto bajó la mirada y dijo.

    -Si puedes hacerle pagar a ese maldito, cualquier sacrificio es válido.

    Mary Adams era hija de una de las víctimas del asesino "el come corazones", había entablado una férrea amistad con el doctor Robert cuando este creó una agrupación que reunía a los familiares afectados por el asesino. La esperanza los había unido y más tarde la desesperación los distanció, pero la constante lucha del doctor por conseguir esa justicia tan imposible a estas alturas llamó fuertemente la atención de Mary, quien buscó el modo de retomar esa amistad moribunda. Ahora visitaba constantemente al doctor, no sabía como, pero presentía que lo que aquel hombre afirmaba podía ser cierto, conseguir justicia por lo sucedido a sus seres queridos siendo que el asesino había muerto hacia casi dos décadas.
    Existían miles de historias y afirmaciones que podrían sonar locura en boca de cualquier hombre, pero en la palabra de Sam Robert connotado científico cualquier comentario era una afirmación en el mundo entero.

    -Ayuda a levantarme por favor, quisiera ir a mi sillón - dijo el físico mientras se sujetaba con la mano izquierda del borde de la mesa. - cuesta acostumbrarse a tener que necesitar ayuda del resto, siendo que ayer aún era una persona autónoma.- agregó con una voz entrecortada.

    La mujer se acercó con un pequeño trote y le tomó del brazo. Caminaron hasta un sillón de descanso donde el anciano de recostó, automáticamente surgieron unos reposa pies desde el piso los que buscaron las extremidades del anciano y las levantaron mientras el sillón se inclinaba suavemente hacia atrás.

    -Te diré que este mueble es una de las mejores adquisiciones que hay en esta casa- dijo el anciano mientras se relajaba sobre el sillón.

    -¿ Y cómo piensas vengarte?- preguntó Mary ansiosa.

    -Para eso necesitaré tu ayuda- dijo
    el anciano sin responder a su pregunta. -Busca en una de esas cajas del pasillo, necesito una batería.

    De manera diligente la mujer se acercó hasta las cajas que abarrotaban el departamento, había por lo menos una treintena de cubos plásticos de unos ochenta centímetros cuadrados. Apenas abrió una de las tapas y miró su contenido se quedó congelada.

    -Pe, pero Sam que es esto- balbuceó con un tono de temor en su voz. -Estas baterías son de carga atómica.

    Media docena de baterías atómicas estaban contenidas en cada caja plástica. Era un tipo de energía prohibida hacia ya una década en el mundo entero y el diseño compacto que contenía esa energía era un modelo de batería hecha especialmente para alimentar maquinaria espacial, la que fue reemplazada rápidamente por lo peligroso de su uso en el espacio, un par de accidentes bastó para que fueran censuradas en cualquier ámbito.

    -No deberías ser tan repulsiva con esas cosas, estas presenciando toda mi fortuna contenida en treinta cajas- dijo el físico con un atisbo de sonrisa.

    Mary miró atónita al anciano, la fortuna que Sam ostentaba era la más extensa en todo el mundo científico, tabloides y noticiarios constantemente lo incluían en los ranking de los hombres más ricos del mundo. Imaginar cuanto podrían haber costado cada una de esas baterías era algo que Mary no lograba dimensionar.
  • Santiago CayunaoSantiago Cayunao Anónimo s.XI
    editado noviembre 2015
    CONTINUACIÓN CAPÍTULO 2

    -Es increíble todo lo que puedes conseguir en el mercado negro, hasta hace un tiempo creía que ya no quedaban de esas cosas- dijo el doctor mientras extendía su computadora portátil, la cual tenía forma de pergamino.

    Sin esperar algún comentario de su visitante el doctor comenzó a teclear sobre la lámina digital, de pronto pequeños sonidos metálicos se extendieron por toda la habitación y el mesón de trabajo vibró como si un terremoto tuviera su epicentro en una extensión de tan sólo cuatro metros cuadrados.

    -¡Que pasa!- exclamó Mary con un tono de nerviosismo.

    -Sólo quería asegurarme de que estaba funcionando- respondió el doctor relajadamente.- Ahora desconecta la corriente de "el buscador" y ponle una batería.

    -¿El buscador?- interrogó Mary.

    -Es la máquina que está sobre el mesón, y aunque no lo parezca me llevó casi veinte años poder crearla- dijo el doctor con una voz temblorosa.

    -No me acercaré a esa cosa y mucho menos le instalaré una batería- exclamó la mujer con un tono desafiante.

    Sin hacer una nueva petición el anciano se inclinó en su sillón e introdujo una mano en un costado del mueble extrayendo una jeringa.

    -Eres la mujer más terca que he conocido, sé que no lo harás.

    Ante la atónita mirada de la visitante el doctor se clavó la aguja en el pecho sin siquiera pestañear. De pronto un súbito estremecimiento lo hizo caer de su asiento y en sólo un instante estaba de pie.

    -Se llama Drooxina, me dará hasta cinco veces más energía y fuerza de la que actualmente puedo generar - dijo el anciano mientras caminaba hasta las cajas. -Ojalá pudiera usarla todo el tiempo, créeme no me importaría tener doscientos años en tal caso- agregó sonriendo.

    -Tú afición por el mercado negro no tiene límites al parecer - dijo Mary con un tono más relajado intentando parecer menos impresionada.

    Un objeto metálico de unos cincuenta centímetros de largo por treinta de ancho yacía sobre el mesón. Su superficie era lisa y sólo tenía un orificio por donde ingresaba el cable de energía.

    Haciendo gala de una energía renovada el envejecido doctor tomó una de las pesadas baterías y la puso en uno de los costado de la caja metálica, como por arte de magia el objeto fue absorbido mientras pequeños un chillido mecánico sonaba como un millar de engranajes.

    -No entiendo porque necesitas una de esas baterías para tu invento- dijo Mary con un tono interrogativo.

    -La potencia energética que pueda obtener de cualquier medio público es insuficiente para alimentar al buscador- respondió el anciano mientras tecleaba algo sobre la superficie de la caja.- Las tareas que realiza son tan complejas y formidables que podría ganar el novel nuevamente si quisiera presentarlo.- agregó con una sonrisa en sus labios.

    La promesa de justicia que el doctor había hecho mantenía a Mary en una tensión constante, intentaba desentrañar el misterio de la caja y como ésta podría ayudarlos. Sam era una persona sumamente hermética, uno de sus dichos más recurrentes era el de "todo a su tiempo", resultaba imposible obtener alguna información concreta de sus intensiones o de sus proyectos mientras él no creyera que era el momento correcto.

    -Por favor acércate- dijo el doctor mientras le hacía un gesto con la mano a Mary. - Suficiente, sólo quédate quieta - le ordenó indicándole que se detuviera.

    Una pálida luz azul salió de una esquina de la caja cubriendo por completo a la mujer. De pronto, una sensación de cansancio extremo embargó a Mary, su cabeza dio vueltas y en cosa de segundos se encontraba de camino al suelo cayendo de bruces. Las pocas fuerzas que aún no la abandonaban hicieron menos aparatosa la caída pudiendo amortiguar el golpe con las manos.

    -¿Pero que pasó?- preguntó desconcertada mientras miraba el techo intentado no desmayarse.

    Concentrado frente a la caja metálica el doctor parecía no haber notado siquiera la caída de su acompañante. Letras y número surgían en la superficie lisa del objeto, el científico las inspeccionaba las los caracteres buscando una línea en particular.

    -Procedente de Sudamérica, casada, dos hijos, de profesión profesora- describió el doctor mirando a Mary desde arriba con un aire de satisfacción.- en tu vida anterior te llamabas Claudia.
  • Santiago CayunaoSantiago Cayunao Anónimo s.XI
    editado noviembre 2015
    Perplejo escribió : »
    Hola, Santiago, nos pides algo difícil. Juzgar una novela sólo por su introducción es casi imposible.

    Si quieres, te puedo dar mi opinión pero todo lo que te diga cógelo con pinzas pues puede que no te sirva. Me voy a centrar en la trama que creo que es más útil.

    No sé cómo vas a plantear la novela. Puede que más que novela negra acabe tratando sobre lo sobrenatural y se desarrollará en el más allá. En ese caso, no vale lo que diré ahora.

    Me parece arriesgado sacrificar tan pronto la pieza más valiosa en tu partida de ajedrez. El protagonista es el rey pero su enemigo es la reina. La pieza más sorprendente, con mayor movilidad y capacidad. No le mates, le necesitarás.

    Si ahora aparece otro enemigo más importante u otra trama principal, entonces no habría tenido ningún sentido presentar al comecorazones. Simplemente, no ha tenido función alguna.

    Si tu intención es retrotraerte, entonces no expliques nada sobre su familia o su posible relación con el protagonista pues entonces ese pasado biográfico es el final al que, como escritor, debes dirigir al lector. No se lo desveles ahora.

    En todo caso, creo que debes pisar el freno. Vete más despacio, deja respirar, desarrolla. Me parece impaciente el desarrollo.

    Espero que te haya servido de algo. Ánimo con tu proyecto.


    PERPLEJO gracias por tu opinión.
    Me parece correcta tu afirmación respecto a juzgar una obra solo por su introducción, y los comentarios que me haz hecho creo que corresponden viendo lo que he publicado, es muy ambiguo aún. Pero especulo que no haz podido leer el segundo capítulo que colge en un link al final, creo que ahí está el futuro del desarrollo mucho más claro, lo he posteado en 2 partes, te agradecería los leyeras y me dieras tu opinión nuevamente
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