Este era un jamón que estaba colgado tranquilamente de un gancho y llegó uno y le cogió y le puso en posición horizontal de modo un tanto presuroso e indelicado y empezó a hacer cortes con el fin de empezar a sacar lonchas de su fina carne. El jamón empezó a quedarse más estilizado y tal y acabó delgado y llegó a tocar el cuchillo loncheador con el hueso. Entonces el jamón dijo ay aunque parezca increíble y todos los que allí estaban: un constructor venido a menos, un político joven y revolucionario con coleta y otros cabrones más que no quiero definir pudieron oír ese ay que exhaló el jamón. No sé que pasó después pues yo, como narrador, tengo también mis ganas o no de contar lo que pasa en mi narración así que me da igual lo que pasó. Yo lo que puedo asegurar es que el jamón ya no pinta nada en esta historia y el joven político de coletas revolucionario ganó las elecciones con resultado de quiebra nacional del Banco de Crédito y de los otros. Entonces, todos los españoles pusieron a escote veinte pavos y reflotaron la economía pero no cuanto más que me canso y es tontería contar, todo el mundo lo sabe. ¿para qué vale contar? para que te tomen por mentiroso. Y eso no le gusta a nadie así que me abro y me voy con mi novia que me trae más cuenta que contar gilipolleces.
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