¡Estás tan lejos! Pero, a la vez, estabas muy cerca esta tarde, cuando tu voz provocaba mi risa... Ya sabes, sí, ya sabes por qué río cuando te escucho. ¡Qué placerazo escucharte! Pensarás: ¡qué tontorrón!; me lo dirás, con ese dejo tuyo tan gracioso. Y yo pienso en esos momentos: ¡te necesito, mi vida!
Salgo a hacer la compra, hablo y río con la tendera, parezco muy feliz. Mas por momentos, se me pierde la mirada o detengo mi verborrea. Me enternezco y la tendera me pregunta: ¿en qué piensas? Yo sonrío y sólo digo: en algo muy bonito.
Tú también sonríes a la tendera, al quiosquero, a la panadera,..., y a tus niñas, a tus hermanos en la fe.... Sé que entonces también piensas en algo muy bonito. Estamos en sintonía. Quienes nos vean sonreír tan a menudo, con razón podrán pensar que somos felices; pero quién podría entrar en el secreto de nuestro sentimiento, quién podría saber que en momentos tan prosaicos, sonreír es abrazarte, sonreír es besarte, sonreír es escucharte, verte, vernos, besarnos, abrazarnos,...
¿Por qué paseo a mis perritas -Audrey y Anagallis- solo? ¿Por qué paseas sola? Mi sofá es muy grande para mí solo; y mi almohada ha sido testigo de mi tristeza. ¿Por qué las lágrimas empañan a menudo tus ojos? ¿Por qué te desvelas a medianoche? ¿Piensas también en algo muy bonito, como yo cuando me distraigo en la tienda, o es que te entristece...?
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