El dragón quedó pensativo. El hombre a quien tenía enfrente no era rival. Bastaba un flamazo leve para acabar con él.
Pero éste insistía en provocarlo. ¿Por qué hacía semejante estupidez?
Fue entonces que Aluperio, el dragón, entendió que había especies superiores e inferiores.
Concluyó que la humanidad podría desaparecer fácilmente al dejarse llevar por sus absurdas pasiones. Carecían de prudencia, de mesura, de inteligencia.
Sintió lástima por los humanos. No disponían realmente de opciones existenciales.
Fue entonces que el dragón Aluperio propuso a la comunidad dragoniana ceder el mundo real a los decadentes humanos y retirarse al mundo fantástico, allende la gran membrana que separaba ambos mundos.
Su propuesta fue aceptada. La especie humana, primitiva como era, tenía derecho a intentar sobrevivir a pesar de su inferioridad.
Además el mundo fantástico era mucho más rico en posibilidades.
Todos los dragones, solidariamente, se replegaron, y dejaron este lado del universo a los patéticos seres humanos. Dejaron tras de sí recuerdos lejanos, leyendas y fábulas. Pero fueron mucho más felices al lado de las hadas, de los duendes, de otras criaturas fantásticas más sobrias e inteligentes.
Los seres humanos se quedaron en la realidad, y en su mediocridad generaron guerras, miseria y calentamiento global. Finalmente hicieron méritos para extinguirse. Hoy forman parte de la mitología dragoniana.
Comentarios
Aun así me ha encantado;muchas gracias